DE
LA ESCUELA DE PATRONATO A ESCUELA NACIONAL
Don Anselmo González González nació en Galilea en el año 1750.
Perteneció a esa pléyade de riojanos ilustres que en la segunda
mitad del s. XVIII tuvieron que emigrar a tierras del sur,
estableciéndose en la ciudad de Cádiz donde se dedicó toda su
vida a la actividad mercantil, acumulando una gran fortuna. El
26 de septiembre de 1810 encontrándose enfermo, y al no tener
herederos forzosos, pues era soltero, otorgó poder para testar
en su nombre a favor de Esteban Gastaca, José Puyados y
Clemente Fernández Elías, quién años más tarde sería también albacea
de Juan Esteban Elías, fundador de la escuela de Soto de Cameros y
ejecutor de su voluntad, y les nombró sus herederos fideicomisarios,
solidaria y mancomunadamente, para que aplicaran el importe de su
caudal, una vez liquidada su testamentaría, al único comunicado que
les dejaba. Este comunicado consistía en que lo sobrante
de sus bienes, en caso de haberlo, se aplicasen a la mejor enseñanza
e instrucción , en primeras letras, de los niños pobres de Galilea,
su pueblo natal, bajo la dirección, vigilancia y cuidado de los
señores cura y alcalde del mismo pueblo a quienes, desde este
momento instituía también en patronos.
Asimismo disponía que, en caso de
que sobrase dinero después de pagar al maestro o maestros que se estimasen
precisos para los mayores adelantamientos de la juventud, instrucción de la
doctrina cristiana para que llegasen a formar a aquella juventud útil a la
religión y al Estado, se les diese a los niños libros, papel, tinta, plumas y
demás que se necesitase, además de alguna ropa. El capital que se
destinase a este fin había que invertirlo para que con sus productos se
garantizase la perpetua duración de la obra pía que se constituía.
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Un "recibí" |
Anselmo González murió al día
siguiente mismo de dar poder, a las nueve de la noche. Inmediatamente sus
albaceas iniciaron los trámites de la testamentaría, pero la tarea no fue fácil.
Duró catorce años. La mayor parte de su caudal consistía en créditos de
dudoso cobro, pero por fin consiguieron reunir fondos suficientes con qué cubrir
todas las obligaciones, y dejaron sobrante suficiente para aplicarlo a la
Fundación de la escuela. El 15 de diciembre de 1824 se reunió la junta de
acreedores donde se aprobó el estado de cuentas y el pago de acreedores.
El día 24 del mismo mes de diciembre, los albaceas, para desembarazar sus
conciencias de esta carga, antes de que una imprevista muerte les
impidiese hacerlo, decidieron transferir esta institución y nombramiento de
herederos en los ministerios eclesiástico y secular, representados en los
señores cura y alcalde de Galilea para que, sin pérdida de tiempo, tomasen el
resto de los bienes de la testamentaría de don Anselmo González, tal y como
resultaban del estado que, judicialmente, habían presentado, y les diesen,
bajo su responsabilidad, de la que ellos se descargaban, la aplicación puntual y
exacta.
Encargaban a los señores cura y
alcalde, y a los que en lo sucesivo les sucedieran, el que procurasen cumplir
con su responsabilidad el mejor desempeño de esta escuela pública y la
conservación de sus capitales , con cuyo fruto
se habría de sostener,
por ser todo conforme a la voluntad del fundador. El capital fundacional,
además del invertido en la construcción del edificio, escuela y vivienda y
en la adquisición de huerto para el maestro, ascendía a 156.000 reales, muy
inferior al que se había desembolsado para otras escuelas de similares
características, como la de Ajamil,
Aldeanueva
de Cameros y mayor incluso que el inicial de San Román. En 1956 estaba
invertido en títulos de la deuda perpetua interior al 4%, por un valor de 39.000
Pts .
En 1922 se clasificó como
Fundación benéfico particular docente, y el 15 de mayo de 1923 la escuela se
convirtió en escuela nacional. El día 9 de diciembre de 1946 se
transmutaron los fines de la Fundación, y la renta de su capital se destinó a
mantener las obras circunescolares, premio de los alumnos de mayor aplicación,
ropero, formación de biblioteca escolar, ayuda y estudio a la catequesis
parroquial, y de los círculos de estudio de Acción Católica. El 7 de marzo de
1947 se aprobó el reglamento por el que habría de regirse estas obras
circunescolares.
Esta escuela de Patronato funcionó
a lo largo de 100 años bajo la presidencia de los patronos, cura y alcalde
respectivos. El 28 de abril de 1919, la Junta Local de Primera Enseñanza ,
encargada de velar por los intereses de la enseñanza en nuestra localidad,
dirige una comunicación al Ayuntamiento para iniciar los trámites de sustitución
de la escuela de patronazgo por escuela nacional. Fundamentan su escrito
en el hecho de que en el último censo de 1910, Galilea tenía empadronados 568
vecinos y este hecho le hacía merecer una escuela nacional de niños puesto que
ya contaba con una de niñas.
Pero además había otras poderosas
razones que avalaban esta petición de la Junta Local. Argumentaban que la
creación de esta escuela era de una urgencia extremada, dado que la escuela de
patronato había interrumpido su funcionamiento porque el patrimonio que legó el
fundador había disminuido hasta casi desaparecer; pero sobre todo porque las
retribuciones de los maestros de las escuelas estatales eran muy superiores a
las que pudieran ofrecerse a las de patronato, siempre ligados al patrimonio de
su fundador. Por tal motivo resultaba muy difícil sustituir a los maestros
que abandonaban su cargo por cesar en sus funciones, o por haberse promocionado
a los de titularidad estatal.
El escrito de la Junta Local de
Enseñanza conminaba al Ayuntamiento a que formulase el expediente oportuno ante
la superioridad
“…a fin de que se cree una escuela
nacional de niños en sustitución de la de patronato.”
Paralelamente, y en el mismo
sentido, los copatronos de la Fundación, como máximos responsables de la misma,
dirigen a su vez otro escrito al Ayuntamiento manifestando la dificultad que
entraña el mantenimiento de la escuela de niños
“…con los solos recursos que le
dotó el fundador, los cuales disminuyen progresivamente para mantener con decoro
un maestro, además de dotar a la escuela del material necesario.”
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Retribuciones |
Esta circunstancia habría
motivado la renuncia del actual maestro Don Cesareo Alonso para trasladarse a la
escuela nacional de Ávalos. En este sentido informaban que el sueldo anual
del maestro estaba estipulado en 825 Pts, de las que la fundación sólo podía
abonarle 395, siendo de cargo del Ayuntamiento las otras 430. Justificaban
la liquidación de la escuela siguiendo el espíritu de las declaraciones del
fundador que, en su testamento, establecía que los bienes que legaba quedarían,
con sus intereses, afectados al fomento de la enseñanza primaria de su pueblo.
Los co-patronos creían interpretar
fielmente la voluntad y disposiciones de aquel hijo insigne, poniendo dichos
bienes a la disposición del Ayuntamiento a fin de que éste pudiera dar mayor
esplendor a la nueva escuela que ha de crearse. Aconsejaban los patronos,
en su escrito, que los fines a los que podían destinarse los fondos que quedaban
de la Fundación bien pudieran ir a mejorar el local de la escuela nacional de
niños, que ha de crearse; reforzar el material pedagógico de dicho centro; a
premios para la mejor asistencia de los niños pobres; y a premiar a los maestros
cuyo celo e interés por la enseñanza sean reconocidos como extraordinarios por
las autoridades locales.
A la vista de estos dos escritos
los asistentes a la reunión tomaron el siguiente acuerdo:
“1.- Solicitar de la superioridad
la concesión de una escuela nacional de niños por tener este municipio más de
500 almas.
2.- Aceptar la oferta de los
copatronos para que los intereses de los bienes que administran sean invertidos
en mejorar la enseñanza de la escuela nacional de niños.
3. Contraer el compromiso por
parte del Ayuntamiento que, una vez que la escuela nacional de niños se
cree, dotarle de un local, casa-habitación para el maestro y material escolar.
Si no se dispusiera de casa, habilitar una partida del presupuesto para el
arrendamiento.
4. Que sin demora alguna se inicie
expediente ante la superioridad por carecer de maestro la escuela de Patronato y
ser difícil encontrar un profesor que se preste con un sueldo inferior al
ofrecido por el Estado.”
El alcalde, Leopoldo Fernández,
hace valer su amistad con el diputado nacional por Torrecilla don Alberto
Villanueva y el día 1 de mayo de 1919 le dirige una carta a la que el diputado
contesta,
“…con mucho gusto se hace cargo de
su carta y se ocupará con el mayor interés del asunto que tanto le interesa.”
Los contactos son intensos en este
mes de mayo puesto que don Alberto Villanueva remite una nueva carta al alcalde
en la que le dice lo siguiente:
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Primer informe |
“Recibo su carta, y me escribe
con el mayor interés don Alberto Gutiérrez de Barcena, -diputado provincial por
el mismo distrito que el Sr. Villanueva que también intercedió de manera activa
en los logros de nuestro pueblo, pero que no tuvo el reconocimiento de aquél-
sobre el mismo asunto "escuelas". Teniendo usted presente mi
constante actuación durante el cortísimo tiempo que he tenido la honra de
representar a ustedes en Cortes, hasta el extremo de que, en el asunto de la
carretera no había ni siquiera proyecto, están ustedes atendidos en sus
aspiraciones y a punto de anunciarse la subasta apenas pase el periodo
electoral.
No creo que me hagan ustedes la
injusticia de creer que con menos actividad y empeño he de atender a cuanto a la
primera enseñanza se refiere, y a ustedes tanto interesa. El expediente se
encontraba a informe de consejo de instrucción pública, y se tiene interesada la
urgente tramitación. Pero, aun conseguido, ustedes no pueden ignorar que
en el presupuesto vigente no hay crédito para la creación de escuelas.
Estas son las calamidades de los presupuestos prorrogados y en vigencia por
dozavas partes. Hasta que las Cortes voten nuevos créditos la situación
será esa y, amigo Fernández, esto es algo que está por encima de todo esfuerzo
de voluntad. Sé que usted tiene plena seguridad en nuestra intensa
ayuda en todo momento.”
Incluso su padre, el insigne don
Miguel Villanueva, a la sazón Presidente del Senado, interviene, dirigiéndose en
dos escritos, al Presidente del Consejo de Instrucción Pública y a don
Rafael Altamira para que intercedan, favorablemente, en esta reconversión.
En 1922, dos años después, el Patronato se clasificó como Fundación
benéfico-particular docente y el 15 de mayo de 1923 la escuela se convirtió en
escuela nacional de niños.
Aún faltaba lo más importante:
conseguir un solar para construir un edificio que albergase la recién creada
escuela nacional. El terreno que se había adquirido era en el que más
tarde habrían de levantarse las viviendas de los maestros, pero que desde un
principio, dado que su superficie era menor a la exigida por el Estado, iba a
estar rodeado de problemas. El 23 de julio de 1923 la Dirección de
Primera Enseñanza remite una comunicación, aparecida en la Gaceta de Madrid en
fecha 27 de enero, autorizando la construcción, por cuenta del Estado, de un
edificio para escuelas públicas. En ese momento, su construcción era ya
necesaria puesto que las clases se estaban impartiendo en casas particulares y
arrendadas para tal fin. Como contribución a la realización de este
proyecto, el Ayuntamiento aportaría 1.000 Pts en metálico, 600 caballerías para
el arrastre de materiales y consignar en su presupuesto la cantidad de 100
Pts anuales para la conservación del edifico construido.
El expediente tramitado por el
Ayuntamiento ante el Ministerio de Instrucción Pública, se paraliza, sin
justificación alguna durante dos años. El último día del año 1925, se
celebra un pleno extraordinario para aprobar la confección de un nuevo
expediente en el que se ofrecía al Estado la aportación del solar
donde
instalar el nuevo edificio docente; una cantidad equivalente al 8% en
metálico del importe total de las obras; y el compromiso solemne de consignar,
en cada presupuesto anual, una cantidad equivalente al 1% de las obras
para atender a su conservación y reparación.
La Dirección General de Primera
Enseñanza no contesta hasta el 18 de septiembre de 1926, devolviendo el
expediente instruido por el Ayuntamiento el 26 de marzo de 1923. Las
razones que alega son que, el solar ofrecido por el municipio de 439,42 metros
cuadrados, en la, entonces, calle de la fuente, es insuficiente para construir
el edificio que se pretende. La corporación lamenta la tardanza en
contestar por parte del Ministerio y se plantean entre disponer de un solar
menos amplio, a ocuparse directamente en instalar, en alguna de sus
dependencias, las nuevas escuelas. El alcalde se reúne con el inspector de
Primera enseñanza por si era factible construir dichas escuelas en el
mismo edificio de la casa Consistorial que acaba de inaugurarse. Visitado
este edificio por el inspector, éste remite un informe positivo, y les hace ver
la conveniencia de desistir en sus pretensiones de financiación por parte del
Estado. En vista de ello se acuerda iniciar los trabajos necesario para
reformar el segundo piso de la casa Consistorial y convertirlo así en escuelas
nacionales. Esto se efectúa el 27 de marzo de 1929.
Con esta fecha, la Inspección
Provincial de Logroño autoriza el traslado, desde las casas particulares y en
régimen de arrendamiento, donde funcionaban las clases, hasta la segunda planta
del Ayuntamiento, las escuelas nacionales que habría de estar vigentes hasta
1953.
El destino de la Fundación.
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Informe del año 1923 |
Ya
ha quedado dicho que en 1923 la escuela de Patronato se convirtió en escuela
nacional de niños. Por consiguiente, asumidas por el Estado las
competencias de la Fundación, ésta se clasificó como Fundación particular
benéfico-docente y así funcionó hasta 1946. Su funcionamiento estaba
controlado y regulado por una sección del Ministerio de Instrucción Pública y
Bellas Artes que llevaba, precisamente, este nombre.
En el mes de enero de 1934 se
remite, por este organismo, un escrito a los patronos de la fundación en el que,
amparándose en la orden ministerial del 21 de noviembre de 1931, devuelven las
cuentas de dicha Fundación, a fin de que se rehicieran nuevamente dado que no
aprobaban ciertas partidas consignadas en ellas. Por otra parte, les
ordena que, en unión de la Junta Provincial de Beneficencia, regulen la marcha
de la fundación e incoen el oportuno expediente para la venta, en pública
subasta, de los inmuebles propiedad de la Obra Pía, a la vez que instruyan el
expediente de transmutación de fines que perceptúa la ley.
Una orden de la Dirección General
de Primera Enseñanza a la que pertenecía la sección de fundaciones
benéfico-docentes , de fecha 10 de octubre de 1933, acuerda que se den de baja
ciertas partidas anotadas en las cuentas de 1931, pasando a engrosar el saldo de
1932. Ordenaba, asimismo, que el Patronato llevase a cabo las gestiones
necesarias para cobrar los créditos pendientes que tenía. Con el saldo
existente y el importe de estos créditos, el Patronato debía invertirlos, a
nombre de la Fundación, en una lámina intransferible de la deuda pública, a
través de la intermediación de agentes de cambio y bolsa.
Con anterioridad, los tres
alcaldes que habían ejercido este cargo en la última etapa de la vida del
Patronato, remiten una instancia a la Junta Provincial de Beneficiencia, en la
que justifican y defienden su gestión al frente del mismo. Informan que a
medida que fueron transcurriendo los años, cada uno de los exponentes,
-Florentino Fernández, José de la Prida y Anselmo Cenzano- en unión del párroco,
ya fallecido, don Eulogio Ruiz Viana, formalizaron y presentaron, para su debida
tramitación a la Junta Provincial de Beneficencia, las cuentas de la Fundación,
las que aun hallándose reintegradas y justificadas, quedaban retenidas en la
oficina provincial sin que, al parecer, hubieran sido cursadas a la
superioridad.
Más adelante expresaron su
sorpresa por la resolución tomada por este organismo y dirigían hacia el cura su
responsabilidad, argumentando que ellos fueron patronos en distintos años, y
aquél lo fue siempre. Justifican las inversiones efectuadas en inmuebles
propiedad del Patronato, en el hecho de que si desaparecieran no podrían dar
producto alguno ni ser habitadas, como lo fueron inmediatamente después de su
reparación. Acusaban de pasividad a la Administración que, en distintas
fechas acudieron con instancias, suplicando la oportuna autorización para
efectuar las reparaciones, y los escritos quedaron sobre la mesa de la
Junta Provincial de Beneficencia.
Estos razonamientos, y algunos
más, esgrimían los patronos de la Fundación para demostrar que su
responsabilidad era excusable por la inexistencia de lucro, ni intención de
cometerlo, teniendo en cuenta que los intereses de la Fundación no sufrieron
quebranto alguno ya que, por haber sido reparados los edificios, han repercutido
positivamente en la obra pía. A pesar de estos argumentos, la Dirección
General de Primera Enseñanza desestima la petición y declara a los firmantes
responsables de las cantidades mal invertidas, durante el tiempo que formaron
parte del Patronato.
Subasta de los
bienes inmuebles.
La orden ministerial de 21 de
noviembre de 1931 ordenaba incoar el expediente para vender, en pública subasta,
los bienes inmuebles del Patronato. Esta subasta se lleva a cabo el 1 de
junio de 1943 y su importe se invierte en una lámina intransferible de la deuda
pública. Los inmuebles que poseía el Patronato, según el pliego de
condiciones por el que se rigió la subasta, eran los siguientes. Una casa,
sita en la calle Alberto Villanueva, limitando por la derecha con la casa de
Maximiliano Martínez, por la izquierda con la de Justo Tejada y a la espalda con
el mismo propietario que por la derecha. Esta casa se valoró en 6.000 Pts.
Mil pesetas más se valoró la casa que radicaba en la calle Anselmo González,
lindante por la derecha con la casa de Patricio Pascual y por la izquierda con
los herederos de Luca Martínez y por la espalda con la Calleja del Loco.
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