Historia

La historia de Galilea, hasta el 19 de mayo de 1865 hay que contemplarla unida a lo que, a lo largo de los tiempos, se denominó Tierra de Ocón.  Esta denominación correspondía a una parte del territorio riojano sometido a una misma organización y regulado por unas ordenanzas especiales.  Gobantes, en su diccionario, engloba en la Tierra de Ocón diez aldeas: Aldealobos, Los Molinos, Oteruelo, Pipaona, Las Ruedas, San Julián, Santa Lucía, Corera, El Redal y Galilea además de la propia Villa de Ocón capital de este territorio.  Entre 1842 y 1865, tres de estos pueblos, -Corera, El Redal y Galilea, por este orden- se independizan de la metrópoli, dando lugar así a municipios independientes.

En los siguientes capítulos se detalla la historia de Galilea la cual ha sido dividida en dos grandes bloques. El primer bloque  ha de contener, necesariamente, datos genéricos que inciden principalmente en la creación y desarrollo del Valle de Ocón y del propio territorio de la Comunidad Autónoma de La Rioja; mientras que la segunda etapa se centrará exclusivamente en los acontecimientos acaecidos a lo largo de este último siglo y medio en nuestra localidad.

CONSTRUCCIÓN DEL ANTIGUO AYUNTAMIENTO

El antiguo edificio del Ayuntamiento, que pervivió a lo largo de sesenta años, hasta que fue demolido y sustituido por el actual, fue construido gracias  a la ayuda concedida por e

Ayuntamiento antiguo

Ayuntamiento antiguo

Estado por motivos bien ajenos al de la construcción de un edificio público.  Las heladas y pedriscos que se produjeron en los años 1918 y 1919 fueron tremendamente dañinos para los cultivos de cereales y hortalizas.  El Gobierno, quiere auxiliar a los damnificados por los desastres naturales, publicó  una Real Orden con fecha 27 de octubre de 1919 en la que distribuía las cantidades concedidas, para paliar las pérdidas ocasionadas.  La Real Orden establecía que, la subvención concedida podría percibirse para ser destinada a dos objetivos bien distintos: como ayuda para los agricultores con que fuera grabada sin ningún tipo de interés, pero reintegrable a la Hacienda Pública, transcurrido diez años; y otra como donación graciosa y perpetua si se invierte en la realización de alguna obra pública o de interés general para el vecindario de Galilea.  La cuantía de la subvención ascendía a la cantidad de 21.492,10 Pts. 

El 10 de diciembre de 1919 se reúne el pleno del Ayuntamiento para determinar el destino de esta ayuda estatal.  En esta, y en posteriores reuniones, desechada la primera opción que el Estado ofrece, se discute sobre el mejor destino para invertir estas cantidades en edificios que supongan un beneficio para el común de los vecinos.  Se barajan varias opciones: escuelas, casas para el maestro, oficinas judiciales y casa Consistorial.  Finalmente, y de acuerdo con el vecindario, se deciden por esta última opción. 

Habrían de pasar dos años hasta que el 16 de abril de 1922, en sesión plenaria se decide dar comienzo a la construcción del nuevo Ayuntamiento  

…en solar propiedad del municipio,  junto al juego de pelota, de la casa destinada a oficinas del Ayuntamiento y del juzgado.  El solar que dispone el Ayuntamiento -seguía diciendo el acta- no es suficiente para construir las dependencias citadas, y, sin embargo, existen unos rincones contiguos a dicho solar, al juego de pelota y a la finca propiedad de Simón Eguizábal, que por su forma irregular no pueden aplicarse, y entienden que tomando parte del solar del juego de pelota, además de estos rincones irregulares, podrían permutarse por una superficie parecida de la propiedad de Simón Eguizábal, con lo que el solar destinado a la construcción del Ayuntamiento sería suficiente”. 

Puestos sobre el terreno, y tomadas unas líneas para comprobar cómo habría de quedar el nuevo solar, vieron que, si se tomaba parte del frontón y parte del solar de Simón Eguizábal, dejando para éste los rincones antes mencionados, el solar resultante era idóneo para el objetivo que se habían marcado.  Llamado al Ayuntamiento el propietario del solar, y oída la proposición del concejo, no puso ningún inconveniente en aceptar el cambio del terreno aunque  para ello 

“…la pared divisoria entre su corral y la pared del Ayuntamiento que va de norte a sur, habría de trasladarse cuatro metros hacia el oeste, es decir, hacia su casa; y la que llamamos pared del lado derecho del frontón, que corre de oeste a este, habría de continuarse, hecha de ladrillo, con la que separa el frontón del solar con la otra pared antedicha…” 

 

Frontón antiguo

Frontón antiguo

Decididos por tanto a levantar el edificio de la nueva casa Consistorial, asisten a una reunión en la capital con el ingeniero jefe de Obras Públicas y el arquitecto provincial para intentar prescindir de la formación de planos y proyecto, ya que de lo contrario habrían de ocasionar grandes mermas al capital.  Esta reunión obtiene un resultado positivo y el día 9 de septiembre de 1922 se les comunica que pueden prescindir de planos y proyectos para la nueva edificación.  Una vez sorteado este requisito, deciden que, sin pérdida de tiempo, se contraten a los albañiles y auxiliares que han de ejecutar la obra  

…ayudándoles la corporación en pleno, y su secretario, en todo aquello que necesiten.” 

Consecuentes con el talante ahorrativo que habían demostrado al iniciar esta obra, en el mes de diciembre de 1922 se trasladan a Logroño nueve peones que, durante seis días, se dedican a recuperar 17 vigas y 132 bóvedas de un edificio derribado por las monjas Concepcionistas de la capital.  A la vez compran 3900 tejas y 3000 ladrillos que son transportados a Galilea juntamente con el material anterior, con trece carros.  El sueldo de los peones, su manutención, además de las diez fanegas de cebada consumidas por las caballerías, ascendió a 677 Pts.  Las vigas costaron a 20 Pts cada una; las bóvedas a 12; los ladrillos y las tejas a 10 Pts el ciento. 

Además de estos materiales se adquirieron otros como, tres balconadas de 2,60 m x 1,40 m, once ventanas de 1,70 x 1,40 m; diez metros de barandilla de madera; 2.706 sacos de yeso pardo; un balcón corrido de 12 metros x 0,75 de saliente y otros muchos más elementos. 

Con estos materiales los albañiles Aquilino Marín, Esteban Aragón y Patricio Pascual, además de diez y nueve peones, construyen el nuevo edificio del Ayuntamiento.  Sus honorarios y los de los peones ascendieron a 4.077 Pts. En Octubre de 1923 la corporación llevaba gastadas 15.783 Pts del total entregado por el Estado, como ayuda por las heladas y pedriscos de 1918.  En abril de 1924 las obras todavía continuaban sin ser acabadas ya que con el cambio de alcalde, una de las primeras medidas que adopta el pleno es  

…autorizar al alcalde para que, a la mayor brevedad posible haga terminar las obras de la casa Consistorial, tanto tiempo ya comenzadas, y tan pronto se halle en condiciones, se adquiera el mobiliario que a su juicio se precise, y tan pronto se halle todo en condiciones, disponga el traslado al nuevo edificio.” 

Las obras finalizan hacia septiembre de 1924 y en esta fecha se formaliza la cuenta de gastos ocasionados y se remite para su aprobación al ingeniero jefe de obras públicas según mandato de la Real Orden que concedió la subvención.  Su inauguración debió coincidir con la finalización de la nueva carretera de Logroño a Ocón, en la que tanto tuvieron que ver los diputados Alberto Villanueva y Daniel Menchaca ya que, en la misma fecha, adquieren las placas de las nuevas calles que poco antes les habían dedicado, y los rótulos identificativos del nuevo edificio del Ayuntamiento. 

Frontón antiguo

Frontón antiguo

Una vez instalados en el nuevo inmueble se toma el acuerdo de vender, en pública subasta, el edificio que hasta la fecha estaba destinado como oficina municipal, cuya denominación popular era la de casa antigua del pueblo.  Este viejo edificio, situado en la calle Daniel Menchaca, fue subastado el día 8 de diciembre de 1924 previa convocatoria al vecindario, mediante toque de campana.  El precio de salida fue de 1.000 Pts.  Después de pujar varios vecinos , el edificio fue adjudicado a Clara Morales por la cantidad de 1.200 Pts. 

Un año antes de finalizar la construcción del nuevo Ayuntamiento, los mozos  de la localidad formulan una petición verbal al alcalde pretendiendo se les ceda en arrendamiento, para ser destinado a salón de baile, el local que se había construido en la planta baja.  En caso negativo, solicitaban la vieja casa del  Ayuntamiento, aunque sus preferencias se inclinaban por el primer local.  Parece que la nueva corporación no estaba por la labor de contentar a sus jóvenes vecinos ya que acuerdan  

…no discutir el asunto por ser de suyo tan sencillo, y la petición tan injusta como atrevida, y acordaron negar la primera y acceder a la segunda.” 

Con la llegada de una nueva corporación municipal, y como consecuencia también de la venta del edificio antiguo, el pleno cambia de actitud, y en noviembre de 1925 arrienda a los jóvenes los bajos de la nueva casa Consistorial.  Sin embargo se les exigía una serie de requisitos: el salón debería estar cerrado durante  el día y la noche de Todos los Santos, en Semana Santa y en las fiestas de San Roque.  Además, los mozos, se comprometían, mediante gratificación por el Ayuntamiento de 100 Pts, de contratar, para los días 16 y 17 de agosto, una banda de música que tocase al aire libre.  El precio del alquiler era de 200 Pts anuales, pagaderas el 1 de diciembre de cada año. 

En estas condiciones continuaron disfrutando de este local  hasta el 1 de julio de 1929, fecha en la que el Ayuntamiento les dispensó del pago del alquiler, siendo a cargo de los jóvenes únicamente, el gasto de la luz y el mantenimiento del local.

Antecedentes históricos de Galilea

El Valle de Ocón, desde Sierra la Hez

El Valle de Ocón, desde Sierra la Hez

La historia de Galilea, hasta el 19 de mayo de 1865 hay que contemplarla unida a lo que, a lo largo de los tiempos, se denominó Tierra de Ocón.  Esta denominación correspondía a una parte del territorio riojano sometido a una misma organización y regulado por unas ordenanzas especiales.  Gobantes, en su diccionario, engloba en la Tierra de Ocón diez aldeas: Aldealobos, Los Molinos, Oteruelo, Pipaona, Las Ruedas, San Julián, Santa Lucía, Corera, El Redal y Galilea además de la propia Villa de Ocón capital de este territorio.  Entre 1842 y 1865, tres de estos pueblos, -Corera, El Redal y Galilea, por este orden- se independizan de la metrópoli, dando lugar así a municipios independientes.

Por tanto, la historia de Galilea hay que estructurarla en dos etapas: una, extensa en el tiempo pero huérfana de datos históricos que hagan referencia directa a su entidad como territorio; y otra que comprende el período de tiempo que abarca desde su segregación de Ocón, en 1865, hasta hoy mismo.  La primera etapa ha de contener, necesariamente, datos genéricos que inciden principalmente en la creación y desarrollo del Valle de Ocón y del propio territorio de la Comunidad Autónoma de La Rioja; mientras que la segunda etapa se centrará exclusivamente en los acontecimientos acaecidos a lo largo de este último siglo y medio en nuestra localidad.

 

Orígenes de Galilea.

Pascual Madoz

Pascual Madoz

Si nos atenemos a lo que Madoz dice en su Diccionario, Galilea, al igual que el resto de las localidades que componen el actual Valle de Ocón, fue fundada por moradores de la metrópoli que salieron a establecerse en casas de campo, barrios y cortijos, por las tierras de su jurisdicción. Pero no habla de fechas.  Estudios más recientes localizan en Galilea un poblado indoeuropeo en el siglo IV a. de C.  El asentamiento de estos pueblos (indoeuropeos y celtas) en la cuenca media del Ebro, contribuirían a establecer parte del actual territorio de La Rioja.

La actual Rioja se repartía de manera desigual entre las principales tribus indígenas de procedencia distinta: los berones, de origen indoeuropeo que ocuparon gran parte del actual territorio  riojano; los pelendones, de procedencia celta, ocuparon el sur; y los vascones, de raíz pre-indoeuropea, el este. La etimología de los berones los relaciona con los príncipes indoeuropeos que asentaron sus poblados fortificados en cimas y altos.  Los vascones, aliados de los romanos, descienden del límite que les imponía el río Ebro y ocupan la zona de Calahorra y Alfaro, señalando el límite entre vascones y berones  una línea que dividía Yanguas, Enciso, Arnedo, El Redal y Alcanadre.  En consecuencia, Galilea seguía siendo parte del territorio berón.

La primera guerra celtibérica desde el levantamiento en el año 181 a. de C. supone el momento crítico del enfrentamiento entre los  indígenas y romanos en esta parte del territorio riojano.  La conquista de esta amplia y variada zona por los ejércitos de Roma, debió realizarse entre la primera y segunda guerra celtibérica.  La marcha de Catón hacia el Ebro – en al año 195 a. de C.- supone el tránsito del ejército romano por el territorio Berón, camino de Calahorra.  Para el último tercio del s. II a de C. la dominación romana en La Rioja se había producido.  Los berones y el resto de los pueblos asentados en estas tierras, adquieren las costumbres romanas.  Comienza así la romanización.

Ocón bajo la influencia de Roma.

Octavio César Augusto

Octavio César Augusto

Durante los primeros años de la ocupación romana, el emperador Octavio César Augusto (67 a.c.-14 d.c.) funda Ocón dándole el nombre de Octaviolea.  Un anónimo cronista del s. XVIII redactó un sencillo manifiesto dedicado a los santos S. Cosme y S. Damián y en él se lee que fue desde sus orígenes un lugar bien defendido y fortificado, que lo fundó Octavio César Augusto y que su nombre primitivo fue Octaviolea.  Situado en un promontorio entre Calahorra y Arnedo, es posible que actuase como refugio o segunda línea del Jubera o del Cidacos, según la dirección de donde provinieran los ataques.  A los detalles de su situación topográfica y defensiva hay que agregar la estructura escalonada de su terreno, sus fuertes construcciones defensivas y lo penoso de su ascensión a través de sus caminos y veredas.  Las abundantísimas aguas potables eran aprovechadas por los romanos para conducirlas hasta Calahorra a través de un cauce del que se conservaban vestigios hasta la mitad del pasado siglo.  En nuestra localidad y en el pago de Valdelafuente, han sido visibles los restos de asentamientos romanos hasta fechas bien recientes.

 

 

La dominación árabe.

A lo largo de poco más de cuatrocientos años, los árabes ocupan totalmente La Rioja.  Desde el año 714 en que cruzan el Ebro hasta el 1119 en que los cristianos conquistan Tudela y Tarazona dejando tranquilos a los de Alfaro y Cervera, los seguidores de Mahoma se convierten en dueños absolutos del territorio riojano.

Territorios de Banu Qasi

Territorios de Banu Qasi

Siguiendo las antiguas vías romanas, Tarik, navegando Ebro arriba, ocupó todo el valle de La Rioja actual; tánto le gustó estas tierras a los árabes que la llamaron «tierra de acequias», expulsando de ellas a los hispanogodos que fueron a refugiarse a las montañas de Cantabria y Cameros.  Para defender el territorio conquistado, fortificaron los accesos a los ríos Ebro, Tirón, Najerilla, Cidacos y Alhama.

El dominio musulmán se establecería hasta la zona media de el Ebro que los historiadores llamaron «Frontera Superior».  Muchas de sus construcciones sirvieron para delimitar el futuro territorio de La Rioja.  A finales del s. VIII se establece circundante al Ebro la familia de los Banu Qasi un dominio de aventureros árabes, dependientes primero de Córdoba, e independientes después.  Esta familia tuvo una gran importancia en los territorios fronterizos al Valle de Ocón y en el propio Valle.  Desde su sedes itinerantes de Ausejo al principio, y más tarde desde Albelda, inician frecuentes «razzias» contra el territorio dominado por los vascones.

Las tierras del Valle de Ocón, del Leza y del Jubera debieron soportar una ocupación más prolongada por su especial interés en sus ricos huertos que abrían las puertas de Cameros.  Por eso, los árabes defendieron sus posesiones desde los castillos de Viguera y Nájera y desde el alto de Ausejo.  Una operación conjunta de Ordoño II de León y Sancho Garcés I de Nájera, obligan a los Banu Qasi a retroceder hasta sus posesiones en Ocón.  A partir del año 915 se precipita la decadencia de esta dominante familia árabe, y los reinos de Nájera y Viguera y el Condado de Castilla, comienzan a perfilarse.

El conde Fernán González y García Sánchez de Pamplona se enfrentan por cuestiones sucesorias de aquél reino.  El rey navarro busca la ayuda de Abderramán y el conde es hecho prisionero y retenido hasta la muerte de ambos reyes para, posteriormente, ser puesto en libertad.  De esta fecha data el primer documento en el que se nombra expresamente a Ocón en el voto de Fernán González.

Durante el reinado de Sancho Garcés III el Mayor de Nájera (1004-1035), se nombra nuevamente a Ocón en una escritura del año 1023

 

“…en la cual suscribe Fortún, dominando en Ocón. “

 

Sancho Garcés murió en el año 1035 sucediéndole en el trono su hijo García el de Nájera con el título de rey de Nájera y Pamplona.  En la escritura de arras de su mujer la reina Estefanía, el rey le da, entre otros señoríos, el de Ocón en el año 1040.  Hacia el año 1074 existía en el término de Ocón el monasterio de S. Saturnino que fue donado, con la ciudad de Parparinas, al monasterio de Valvanera.

 

Ocón en tiempos de Alfonso VI

 

Alfonso VI

Alfonso VI

Cuando Alfonso VI de Castilla llega a Nájera, el señor de la plaza, Lope Díaz de Haro le jura fidelidad y se le entregan entre otros, el señorío de Ocón.  Gobantes dice que en la escritura de donación número 249 del tomo VI, correspondiente al año 1092, y guardada en el archivo de Simancas, firmó,

 

 “…senior Enneco Azenariz, in Ocón.”

 

Es el propio rey Alfonso VI quien estando con su mujer en Allberite, firma el Fuero de Logroño que comprendía desde Ocón y Mendavia hasta Viguera y Laguardia.  Quería con ello extender a los nativos del país el privilegio que disfrutaban los extranjeros acogidos, dándoles las mismas facilidades en cuanto a franquicias y exenciones.  Se libera a los pobladores de toda prestación o carga onerosa que pese sobre ellos y se les concede libertad de comprar bienes, poseerlos libremente y disponer de los mismos comercialmente.  Ordena la vida de mercado y dona a los residentes del término bienes comunales para su cultivo, aprovechamiento de pastos y leñas, aparte del derecho a riegos.  Este fuero sería la base principal en que se fundamenten las concordias que, en siglos venideros, establecería la Tierra de Ocón con los pueblos limítrofes para la regular cesión de pastos por aguas.  En 1310 Fernando IV confirma y amplía el concejo de Ocón, los buenos usos, fueros y costumbres.

 

Los señores de Ocón

 

D. Diego Gómez Manrique, repostero mayor del rey y Adelantado Mayor de Castilla fue quien dio principio al linaje de los condes de Treviño, “que después serían duques de Nájera, Maqueda y Arcos”. Hijo de Garcí Fernández y de su segunda mujer Teresa Vázquez de Toledo recibió del rey D. Enrique el lugar de Ocón con su castillo.  Existió un privilegio en el que el rey D. Juan dice que vio una carta real de su padre el rey D. Enrique en la cual se hacía merced a D. Diego Gómez Manrique del lugar de Ocón con su castillo, del cual había hecho merced antes a Ramiro Sánchez de Asién quien le traicionó y se pasó al lado del rey de Navarra por lo cual revocó aquella dona­ción y se la entregó al citado D. Diego con su castillo, todos sus términos, montes, prados, aguas corrientes y no corrientes y con la justicia civil y criminal.  El privilegio está firmado el 2 de enero de 1379, y como D. Diego pidiera la confirmación de la carta real, el rey D. Juan le complació reteniendo éste para sí y los reyes que le sucedieran en dicho lugar y su términos, dinero en oro y plata y alcabalas, dándole la confirmación en las Cortes de Burgos el 10 de enero de 1379.

Pedro Manrique de Lara, llamado «el Forte», fue octavo señor de Ocón.  Nació en 1443 y murió en Navarrete en 1515, siendo trasladado su cadáver a Nájera para ser enterrado en el panteón que él mismo había mandado construir en el Monasterio de Santa María la Real.  A los 15 años sucedió a su padre en los estados nobiliarios que poseía entre los que se encontraba Ocón.  A los 20 años entró a formar parte del Consejo Real siendo un decidido partidario del enlace de la reina Isabel de Castilla con Fernando de Aragón.  En los momentos difíciles por los que pasó uno y otro reino, D. Pedro Manrique de Lara estuvo allí para defender a sus soberanos.  Como agradecimiento, el rey Fernando el Católico le nombró capitán de la frontera de Jaén y su reino que defendió con gran eficacia,

 

“…por lo que recibió el título de Duque de Nájera a perpetuidad para él y sus descendientes.”

 

El castillo de Ocón

El castillo de Ocón

Al morir Isabel la Católica, mantuvo una lealtad a toda prueba hacia su hija, doña Juana la Loca bajo la legítima administración de D. Felipe, su esposo.  El día que éste murió, y gracias a la energía del señor de Ocón, se evitó una revuelta militar, entrando a formar parte ese mismo día de la regencia, bajo la presidencia del cardenal Cisneros.

También fue señor de Ocón y de otras muchas villas riojanas, el cuarto duque de Nájera, D. Juan Manrique de Lara y Acuña, hijo de don Juan Manrique y doña Juana de Acuña.  Casó con doña María Girón, hermana del duque de Osuna en 1554.

La Villa y Tierra de Ocón perteneció hasta la desamortización de Mendizábal a los descendientes del duque de Nájera. Los duques ponían alcalde mayor del que se podía apelar al alcalde mayor de Nájera, hasta que se extinguieron las jurisdicciones s

eñoriales y era entonces S.M. el Rey quien nombraba alcalde mayor, de quien se podía apelar ante la Cancillería de Valladolid.

ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DE OCÓN A FINALES DEL S./ XVII

La Villa de Ocón

La Villa de Ocón

La organización administrativa del Concejo y Tierra de Ocón a finales del s./XVII comprendía, según Justiniano García Prado, las siguientes poblaciones: la Villa de Ocón, con 36 vecinos; Galilea, con 40; Santa Lucía, con 50; Corera, con 150; El Redal, con 80; Pipaona, con 32; Los Molinos de Ocón, con 20; Aldealobos, con 15; Las Ruedas, con 16; Oteruelo, con 15; y San Julián, con 7.  El término municipal se extendía de este a oeste como legua y media; de norte a sur, dos leguas; y en circunferencia, 4 leguas.  Lindaba por cierzo con el término y jurisdic­ción de Alcanadre; por solano con la villa de Ausejo y Tudelilla; por ábrego con la de Arnedillo y por regañón con las de Robles y Jubera.

La villa y sus aldeas eran de señorío y pertenecían como ha quedado dicho a los duques de Nájera que tenían como apoderado a D. José Basarán, vecino de Hormilla.  En su jurisdicción existían dos montes ramales de encinas, hayas y robles; el uno propiedad de la villa y pueblo y el otro del duque de Nájera.

En estos montes los vecinos de la villa y sus aldeas no tenían aprovechamiento de cortes de leña pero sí podían sus ganados, mayores y menores, pastar en el terreno que ocupaban.

Los pequeños huertos que existían próximos a las casas se regaban en el invierno y primavera, aprovechándose el monasterio de San Prudencio medio día a la semana el resto del año.  Ausejo, por sus concordias que más adelante veremos, regaba día y medio.

Los vecinos poseían en común y como bienes propios la casa Consistorial, ubicada en Ocón, además de diversas tierras que el duque de Nájera cedió al común de ambos estados (noble y general).  Por esta cesión pagaban anualmente 318 fanegas y 8 celemines de trigo y cebada, por mitad.

La jurisdicción pagaba en favor de los santos mártires san Cosme y san Damián un censo de 33 ducados de principal, impuesto al 3%.  Los vecinos del estado llano pagaban al rey los derechos de servicio real ordinario y extraordinario, sin que el común de los vecinos del estado noble contribuyeran por razón de dichos derechos.  El derecho de alcabalas estaba enajenado al marqués de Navahermosa, cobrando por ello una crecida cantidad.  El cabildo de beneficiados (sacerdotes) de las iglesias que estaban establecidas en la jurisdicción de Ocón se componían de 23, de los cuales 10 eran de ración entera, 8 de media y 5 de cuarta.  La jurisdicción del Concejo y

Tierra de Ocón pagaba el impuesto de diezmos con excepción de los religiosos del monasterio de san Prudencio, porque ellos tenían concordia en virtud de la cual sólo pagaban 9 fanegas y media de trigo y cebada, por mitad.

Pipaona de Ocón

Pipaona de Ocón

Los restantes vecinos, labradores y cosecheros de la Tierra de Ocón,

 

 “…pagaban cada año al cabildo eclesiástico una fanega de cada diez (diezmos)… “

 

de todos los granos, legumbres y olivas; una carga de uva de cada diez; y una cría de ganado lanar o cabrío, de cada diez.  Las primicias las pagaban los vecinos, tanto del estado noble como llano, y abonaban a la iglesia media fanega de trigo y otra media de cebada, los que tenían yugada entera; los que tenían media yugada pagaban tres celemines de trigo y tres de cebada.  No era despreciable la cantidad de impuestos, en metálico y en especie, que los vecinos de la Tierra de Ocón pagaban anualmente al cabildo.  Se calcula que pagaban en concepto de diezmos, 280 corderos y cabritos; 2260 manos de cáñamo: 1340 manos de lino; 1140 fanegas de trigo; 1230 de cebada; 270 de avena; 1800 cántaras de vino; y 140 fanegas de oliva, etc.

Y todo esto teniendo en cuenta que, en toda la jurisdicción, los eriales y terrenos sin cultivar ocupaban 2.500 fanegas.  Las huertas ocupaban 40 fanegas; el regadío 1.200; el secano 3.200; y, el viñedo, 400 fanegas.  El censo ganadero referido a Galilea era el siguiente: 32 caballerías mayores; 23 bueyes; 42 caballerías menores; 827 cabezas de ganado lanar; y 618 de ganado cabrío.

Santa Lucía de Ocón

Santa Lucía de Ocón

Las tierras de regadío eran escasas y se regaba, en invierno y primavera, cinco días a la semana.  El resto se distribuía entre Ausejo y el Monasterio de San Prudencio, como ha quedado dicho.  Esto trajo consigo el establecimiento de concordias para regular el aprovechamiento de pastos a cambio de la cesión de aguas, entre las tierras de la parte alta del valle y los pueblos de la llanura, dando inicio a una curiosa fórmula de intercambio de economías distinto.

Los abundantes ganados que poseían los vecinos de la parte alta del valle, necesitaban pastos en cuantía superior a la que su jurisdicción les podía ofrecer;  por el contrario, las tierras del valle, escasas de agua, ansiaban acceder a los pequeños riachuelos, encabezados por el río Molinar, que bajaban de las montañas de Ocón.  El uso del agua como mercancía y su cambio por el beneficio de pastos, rastrojeras y bosques, dio lugar a singulares contratos entre la Tierra de Ocón y los vecinos del valle, y una vez desmembrado el concejo, entre los propios pueblos que en su día pertenecieron a aquella unidad administrativa.

CONCORDIAS

Concordias

Concordias

Las  concordias, o acuerdos suscritos entre dos entes poblacionales, fueron establecidas entre los siglos XV al XIX, y fueron el marco legal en el que se fundamentaron las abundantes reclamacio­nes que en el futuro habrían de sucederse.  De su solidez jurídica y de su importancia social da prueba el hecho de que siempre prevalecieron los derechos adquiridos al amparo de las mismas, ante las demandas interpuestas por quiénes, unilateralmente, querían sortear estos derechos, como más adelante veremos.

A  lo largo de estos cuatro siglos varios fueron los acuerdos que se firmaron entre los pueblos de la serranía y los del valle para evitar enfrentamientos o malas interpretaciones del derecho que les asistía a unos y a otros en el disfrute de sus excedentes: agua en los pueblos altos  y pastos en sus vecinos de la llanura. Estos acuerdos fueron la garantía jurídica de que mientras estuvieran vigentes, no se iba a alterar en absoluto la paz social de sus moradores, que dedicados casi exclusivamente a la ganadería y a la agricultura, encontraban en ellos la tranquilidad que da un instrumento legal que siempre gozó de la consideración de ley en las ocasiones en las que, por unas u otras razones, se intentó bordear el cumplimento de su articulado.

De las muchas concordias que se establecieron en el pasado, las que siguen a continuación son las que, por uno u otro motivo, tuvieron  más trascendencia para  mantener las buenas relaciones entre nuestros vecinos.

CONCORDIA ENTRE OCÓN Y AUSEJO

La Concordia entre Ocón y Ausejo se firmó el 4 de marzo de 1409.  Su texto es el siguiente:

“Conocida y sabida cosa sea, a todos los que vieran como hoy, martes, cuatro días andados del mes de marzo de la era del nacimiento de Ntro, Salvador Jesucristo de 1409, en la iglesia de san Justo Pastor, término de Ocón, cerca de Ausejo, ante nosotros los escribanos de su católica Majestad, que a la postre pondremos nuestro signo, se juntaron los alcaldes, regidores, y procuradores y otros hombres buenos de Ocón; y estando así juntos dijeron los de Ausejo a los de Ocón que puesto que en años pasados les habían dado el agua del río Molinar, medio día de cada sábado, y en otros años, el sábado entero, desde Arbol del rey Ayuso; y que por eso ellos les habían dado sus hierbas todos los años y días, desde la salida del sol hasta su puesta, que ellos les querían donar y dar todas las hierbas y pastos, de día y de noche, para que los ganados de Ocón pastasen y yaciesen sin penas, con tal que los de Ocón les die­sen la mitad de su agua los domingos y todos los sábados, como se la daban,  a cambio sus hierbas, aunque les hiciesen falta.«

«Y vista y oída esta súplica por Ocón, respondieron que, puesto que por ahora no les hacía falta el agua, les darían a Ausejo, desde la salida del sol del sábado hasta la salida del domingo, todas sus aguas, siempre que Ocón no falleciese de agua, que en tal necesi­dad, no las daría puesto que eran suyas, y el primero era él.  Los de Ausejo, oída esta respuesta, la acataron y nos pidieron a nosotros, los escribanos, escribiéramos y signásemos, con nuestros acostumbrados signos, porque ellos dijeron que no sabían escribir.”

Con el correr de los tiempos, pero sobre todo en  estas dos últimas centurias, este acuerdo se ha intentado romper en algunas ocasiones.  Con fecha 10 de abril de 1866, se celebra juicio de conciliación, en el juzgado de paz de Ausejo, entre el alcalde de dicha villa y el de Ocón.  Su jurisdicción…

“…así que por los pueblos de Galilea, Corera y El Redal, que aunque emancipados de la jurisdicción de Ocón, conservan los mismos derechos que cuando formaban parte de la misma…  “

 

 …con el fin que el Ayuntamiento de Ausejo respete y cumpla y haga cumplir y respetar el acuerdo suscrito entre ambas villas en el año 1409.

 

No se llega a ningún acuerdo, por lo que los Ayuntamientos de Ocón demandan al de Ausejo ante el juzgado de primera instancia de Calahorra, que con fecha 14 de agosto de 1867 dicta sentencia, declarando válida la escritura de 1409 otorgada entre Ocón y Ausejo, condenado a esta villa por sí, y en representación de sus vecinos a que no sólo cumpla por sí lo pactado en aquella concordia dejando libre a Ocón y sus tierras a pastar con sus ganados, una vez efectuada la recolección de sus frutos, sino que, obligue también a sus administrados a cumplir dicha concordia, y si no lo hiciese, que deje a disposición del demandante, todas las aguas del río Molinar para que haga el uso que mejor le convenga.  No obstante esta sentencia, el Ayuntamiento de Ausejo recurre ante los tribunales de Burgos, que con fecha 29 de mayo de 1868 falla en el mismo sentido que el de Calahorra.  En años sucesivos, el contenido de la concordia es respetado por ambas partes como los demuestra los oficios que el Ayto. de Ausejo remite a los restantes municipios en los que les informa del final del acarreo de mieses, por lo que autoriza, desde la salida del sol del día 5 de agosto, la entrada de toda clase de ganados el disfrute de pastos y rastrojeras en aquellas heredades que estuvieran limpias de mieses, y absteniéndose, asimismo, de hacerlo en las viñas.

En 1897 se reunieron en el Pontigón Somero, jurisdicción de Ocón, el día 10 de septiembre para renovar o modificar las condiciones del acuerdo que habían otorgado en 1894, cuya renovación se realizó bajo las siguientes condiciones:

Quedó con toda su fuerza y vigor lo estipulado en las concordias  referentes a los aprovechamientos que motivaron la reunión, pero con las modificaciones que se establecen.  El pueblo de Ausejo cedía todos los aprovechamientos de pastos a los de Ocón, Corera, Galilea y El Redal en sus terrenos baldíos, rastrojeras, pampaneras, olivar y barbecheras así como los que produjera el monte de dicho pueblo, dentro de las atribuciones que las ordenanzas del ramo confieren a losAyuntamientos, entendiéndose tales aprovechamientos para los ganaderos  del pueblo, cesionarios en mancomunidad, concediéndoles también derecho para hacer leña de mata baja, dentro de la jurisdicción, pero fuera del monte.

En recompensa de tales aprovechamientos, los Ayuntamientos de Galilea, Corera, El Redal y Ocón pedían, en favor del pueblo de Ausejo el aprovechamiento de las aguas que discurren por el río Molinar y  por el valle del Congosto; estas últimas en la forma que las venían utilizando hasta entonces, y las otras, desde la salida del sol del sábado de cada semana hasta la misma hora del domingo, y desde este día hasta el lunes en las mismas horas, la mitad de agua del río Molinar, respetándose en los días expresados el agua que correspondía a la provisión de Corera.

El valle de Ocón

El valle de Ocón

Que la parte de agua que correspondía al pueblo de El Redal para el riego de las fincas de San Prudencio se utilizarían por mitad entre Ausejo y El Redal, estancándolas este último pueblo a fin de que los guardas de Ausejo no tuvieran necesidad de vigilar las heredades de dicho regadío, y a tal efecto se habilitaría un pontigón para la distribución de las aguas en los domingos, desde la salida del sol hasta igual hora del lunes de cada semana, costeando el gasto ambos pueblos, a partes iguales.

Todos los rebaños de los pueblos de Galilea, Corera, El Redal y Ocón podían pernoctar cuando lo estimaran conveniente dentro del término jurisdiccional de Ausejo.

Quedaba prohibido que los molineros del término de Ocón detuvieran el curso de las aguas del río Molinar, haciendo uso en represas y encubaciones de ninguna clase, mientras no probaran con documentos fehacientes que tenían derecho en hacerlo, en cuyo caso quedaba sin efecto esta condición.  Los alcaldes de Ocón y los demás pueblos interesados debían reprimir el abuso dentro de ciertas penalidades que se exponían a continuación.

Si los vecinos de El Redal tuvieran que regar en jurisdicción de Ausejo con aguas compradas en los días que tenían derecho al aprovechamiento, no podrían, los vecinos de Ausejo, bajo ningún pretexto privarles de dicho disfrute y para evitarlo había de ser condición indispensable que los interesados pusiesen en conocimiento de la autoridad del mimo pueblo de Ausejo su derecho, y lo mismo había de entenderse y observarse con respecto al aprovechamiento del estanque de Enar.

Se señalaban como penalidades: por sólo la falta de cortar el agua que debía discurrir libremente por el citado río en los días que corresponde al pueblo de Ausejo, 2,50 pesetas de multa y 1 peseta más por cada celemín de tierra que se encontrase regada abusivamente, además del importe del derecho de las personas nombradas para practicar el reconocimiento y de cuantos gastos ocasionase la tramitación de las denuncias, sufriendo la misma pena los vecinos de Ausejo que cortasen el agua a los vecinos de Ocón y demás pueblos que tienen el derecho de participar en su disfrute.

Si los molineros de Ocón embalsasen o encubasen el agua, quedaban sujetos a la multa de 5 a 15 pesetas, más el resarcimiento de los perjuicios ocasionados.

Los ganaderos de Ausejo, como de los demás pueblos que figuran en el contrato, que penetrasen a pastar en la jurisdicción de Ausejo, ya sea en olivar, pampanera, y rastrojera antes del día señalado por el Ayuntamiento, incurrirán en la multa de 2,50 pesetas, quedando el alcalde de dicho pueblo  obligado a participar a los demás pueblos interesados la fecha de apertura de los aprovechamientos, con cuatro días de anticipación.

Los aprovechamientos de pastos de pampanera y rastrojera, ya sean fincas particulares como las que se han adquirido por roturaciones arbitrarias, serán utilizados en los días que el Ayuntamiento designe, no permitiéndose que sean aprovechadas antes por los ganaderos de Ausejo sin dar cuenta a los demás pueblos.

Los Ayuntamientos de Galilea, Corera, El Redal y Ocón tiene derecho a nombrar los guardas juramentados que creyeran conveniente para denunciar las infracciones que cometieran los ganaderos de Ausejo en los aprovechamientos de pastos, y el de Ausejo tiene la mima facultad con respecto a la custodia de las aguas que a su pueblo correspondían.

Aldealobos

Aldealobos

El tribunal competente para conocer en las denuncias que se produjeran estaría integrado por los alcaldes de los pueblos interesados o las personas en quienes ellos delegasen, pudiendo acudir a la celebración de los respectivos juicios la parte que se considerase perjudicada a fin de que pudieran hacer observaciones que creyeran oportunas en defensa de sus intereses.

El Ayuntamiento de Ausejo quedaba relevado, si así lo creía conveniente, de la represión del abuso de los molineros de Ocón.  La duración de este contrato era ilimitada, a partir del año de ser suscrito y mientras las partes no se reunieran para anular lo modificado, se entendía que continuaban subsistentes y en vigor todos los acuerdos.

Nuevamente, a principios del siglo XX, en 1901, y con motivo de la adquisición del monte titulado «Cuesta la Estrella» por parte de don Antonio Fernández de Navarrete, Marqués de Legarda, se produce un auto ejecutivo, en este caso contra los Ayuntamientos de Ausejo y los de la antigua Tierra de Ocón por parte del adquiriente, denegando el aprovechamiento de los pastos, puesto que, según el auto, no consta la fecha de constitución de dicha carga que, según manifiesta, pudiera estar ya extinguida.  Insiste en que se comunique a los Ayuntamientos respectivos el estado de la ejecución, afirmando, que

 

“… también el de Galilea, que hace 50 que se separó, y sólo por si algún derecho tuviera.”

 

Tiene que pasar un cuarto de siglo para que, nuevamente el Marqués de Legarda, litigie contra los Ayuntamientos del Valle y el de Ausejo en actitud negativa de servidumbre de pastos en el monte «Cuesta la Estrella.»

El Ayuntamiento de Ausejo asume la obligación de defender la mancomunidad creada al firmar la concordia, no tanto por ser ajustada a derecho como en reiterativas sentencias ha quedado probado, sino por el temor a perder el derecho recíproco de recibir el agua del río Molinar.  Conscientes de esta posibilidad, el municipio de Ausejo asume los gastos judiciales que esta demanda origina y se reserva la facultad de designar abogado y procurador que les defienda.

Más cercanos en el tiempo, en la primavera de 1983, se intenta firmar un documento entre todos los Ayuntamientos afectados para que el municipio de Ausejo ampliando el contenido de la concordia disponga de las aguas que nacen en el Valle de san Julián, en Sierra La Hez, facultándole para realizar una toma, a unos quinientos metros sobre Oteruelo, hasta conseguir un caudal no superior a los tres litros por segundo.  La concesión la efectuaban los Ayuntamientos del Valle sin ningún tipo de contraprestación, únicamente que señalaban el día 15 de octubre como límite para ejecutar dichas obras, que una vez finalizadas pasarían a ser propiedad de los Ayuntamientos del Valle.  El Ayuntamiento de Ausejo, disconforme con los plazos de ejecución, no aceptó el acuerdo.

CONCORDIAS ENTRE OCÓN Y JUBERA

 

Las ordenanzas que regulaban la concordia entre Ocón y Jubera se redactaron en el lugar de Santa Lucía el día 24 de marzo de 1603.  En su firma intervinieron Juan García, escribano real de la villa de Jubera y su Tierra, y Juan Lacalle de Ocón y su Tierra.  Estuvieron presentes, además, representantes de Galilea, Corera, Santa Lucía y Pipaona.  Por parte de Jubera integraban su concejo las villas de Venturiel, San Bartolomé, Santa Engracia, Santa Cecilia, Cenzano, Bucesta, El Collado y San Martín.

Esta concordia se firmó en la Real Chancillería de Valladolid, después de haber inter­venido la Audiencia Real del Adelantamiento de Castilla, con objeto de evitar gastos y tener paz después de tantas disputas.  La concordia se llevó a cabo para acabar con el pleito existente entre Jubera y Ocón sobre el aprovechamiento de las hierbas, cortes de leña, carboneo y tierras que habían sido reducidas a pastos.

Jubera

Jubera

La Villa de Ocón y su Tierra se reunió en Ayuntamiento general en la iglesia de San Miguel a campana tañida dando escritura de poder a los vecinos en día 15 de diciembre de 1602.  Galilea lo hizo el 26 de enero de 1603.

La causa de establecer esta concordia estaba en el derecho que Jubera creía tener en el común aprovechamiento, en el término y jurisdicción de Ocón  en:

“…pacer las hierbas, beber las aguas, echadas y levantadas, de día y de noche, de fuera de las dehesas boyales de pan y vino, de la misma forma que tiene un concejo en el otro y el otro en el otro, con sus ganados mayores y menores…”

Se establecían claramente cuáles eran las dehesas boyales para una y otra jurisdicción, señalando a Ocón, entre otras, el monte Encinal, desde el barranco de Santa Lucía hasta el pueblo de Las Ruedas, marcando pasadas para el ganado vacuno.  La dehesa de Valdepedroso, hasta el valle de Las Ruedas.  Y la dehesa de Cuesta la Estrella, en Ausejo, desde el portillo de Ormazábal hasta el barranco de la Nava.

Por parte de Jubera también se delimitaba el terreno para pastos de ganado vacuno dejando el río que le da nombre como pasto común.  En las dehesas señaladas se dejaban pasadas suficientes de forma que tuvieran las mismas de Ocón que las de Jubera.  Y los de este municipio usarían las que tenían establecidas.

Esta concordia señalaba también las multas que debían pagar quien incumpliera los acuerdos establecidos en la misma.  Así, si las dehesas eran pasadas por ganado mayor, cada cabeza pagaría cuatro maravedises de día, y ocho si era de noche.  Sin embargo, un rebaño de ganado menor, superior a treinta cabezas, pagaría un maravedí de día y dos si la entrada era por la noche.  La misma pena era impuesta a quien invadiese las tierras de pan y vino (cereales y viñedo).  Sin embargo, si la infracción era cometida en las bragaderas (lugares de paso alrededor de las dehesas para que pudieran transitar por ellas los ganados; en las viñas la anchura era de 30 pasos), por un rebaño menor, la pena era de dos reales de día, y cuatro si era por la noche.  El ganado mayor, que era quien se beneficiaba de los pastos de las dehesas, lógicamente no tenía pena alguna.

Estas bragaderas se hallaban vedadas desde Nuestra Señora de Agosto, hasta el día de la distribución del mosto que les correspondía a los monjes de Jubera.  En Ocón, estas bragaderas que rodeaban las viñas estaban vedadas el mismo tiempo.

Si un rebaño de ganado menor era sorprendido más de tres veces en quince días, el guarda del campo le consideraba reincidente, condenándole a pagar  una multa de 500 maravedises además del daño producido.  Si reclamaba ante el justicia, era oído y juzgado verbalmente sin que se escribiera en razón de ello cosa alguna pero dando crédito al guarda, siempre que dos testigos atestiguasen en contra del infractor.

Para que al ganado se le considerara reincidente de haber transgredido la concordia, debería estar a la vista del que lo guardaba.  Pero si el ganado iba sin pastar, o trasnochando, sólo pagaba el daño que ocasionaba.  Cuando los vecinos iban a labrar sus heredades, podían llevar dos ganados libremente por donde menos daño hiciesen; pero si entraban en el fruto, pagarían la pena de cuatro maravedises de día, y ocho de noche, además del perjuicio ocasionado.

Los vecinos de uno y otro concejo no podían hacer corrales los unos en los términos de los otros, conservando los que ya estaban hechos o habían sido comprados o hereda­dos; pero sí podían reconstruirlos, sin trasladarlos de lugar ni ampliarlos, y podían adquirir otros por herencia.  Se les autorizaba para hacer corral de barda (ramajes de árboles que se colocaban sobre las tapias), o red para depositar el estiércol y ahijar.  Sin embargo advertían que las bardas no se podían cortar en término ajeno, aunque sí podían hacerlo para la hornija (leña pequeña para encender hornos).

Igualmente se autorizaba a los pastores de uno y otro concejo a cortar leña para su abrigo y servidumbre en cualquier lugar donde el pastor se hallase con sus ovejas, siempre que no lo hiciese en las dehesas boyales y siempre que no cortase ni dañase pie de encina, ni de roble, ni hiciese corte para otro.

Ocon (Pipaona)

Ocon (Pipaona)

Estaba castigado que los vecinos de un consejo cortasen leña en los montes del otro concejo, bajo pena de 30 a 600 maravedises, según la cantidad y tipo de leña que cortasen.  Si una persona cualquiera fuese a cortar para llevar un haz, y cortase una rama mayor que para un haz, pagaba solamente 30 maravedises.  Los vecinos de los concejos y sus servidores, podían hacer hornija de «ilagas» y monte bajo, con excepción de haya, roble y carrasca, prohibiendo también que fueran arrancadas de cuajo, quedando vedadas las dehesas boyales.

No podían ser apresados dentro del término municipal al que pertenecieran;  y si lo hacían en el otro, una vez dentro de su jurisdicción debían ser puestos en libertad. No se procedía por escrito, ni se hacía proceso, salvo que se estuviese haciendo tala, o se resistiese al guarda de campo; si se le sorprendía cortando por la noche, la pena era doble.

Los vecinos de Ocón y su Tierra daban licencia a los de Jubera para hacer carbón a sus herreros y oficiales, siempre que fuera para uso de la fragua.  En contrapartida, los de la Tierra de Jubera autorizaban a los vecinos del concejo de Ocón para hacer carbón en los lugares donde se podía hacer ilaga y monte bajo.  Quienes en ello se excedieran, tenían la pena de 600 maravedises en beneficio del consejo donde se hubiera cometido el daño.  Si se sorprendiese a alguien cogiendo «mielgas» en pagos ajenos que estuvieran sembrados, debía de pagar dos reales y el daño ocasionado.

Las rastrojeras antiguas estaban vedadas desde la virgen de marzo hasta Ntra señora de Agosto, pudiendo conservar ambos concejos el retraso de las fechas en el caso que la cosecha fuese tardía;  y si no se ponían de acuerdo, regirían las fechas primeramente indica­das.

Los guardas de cada concejo estaban obligados a dar cuenta del estado de los frutos y cuándo de hallaba a término. Cada uno de los concejos habría de tener diez guardas para la custodia y conservación de sus términos, estando obligados a enviar memoria y certificación con sus nombres al otro concejo, quince días después de su elección.  Cobraban tres celemines de pan mixto, es decir, de trigo y cebada, siempre que el labrador perjudicado lo quisiese pedir.  Si el ganado de uno u otro concejo se hallase enfermo, de cualquier enfermedad, debían ponerlo en conocimiento del otro, señalando la zona de la jurisdicción de la que no podían salir hasta que sanasen, señalando una persona por consejo para hacer cumplir esta medida.  El dueño del ganado enfermo estaba obligado a manifestarlo antes del tercer día de haber detectado la enferme­dad, bajo pena de 400 maravedises de castigo.

La concordia establecía, asimismo, la obligación que tenían de poner mugas y mojones, con el fin de señalar claramente los términos, comprometiéndose a asistir, cuando fuesen citados por carta de juntas, dentro de quince días;  y si no asistiesen, cada concejo podía amojonar por sí mismo.

Como existía por parte de la villa de Jubera una carta ejecutoria ganada contra Ocón por haber dictado ordenanzas en contra de sus intereses, el Concejo de Ocón declaraba el derecho que pudiera tener de los capítulos del pleito, y el de Jubera se apartaba de la acción y el derecho que en virtud de la carta ejecutoria pudiera tener, en contra de lo que se exponía en esta concordia.

Debían existir cuatro alcaldes yunteros, dos en cada concejo, para que determinasen las dudas que se ofrecieran, del contenido de estas escrituras, y se disponía que de las mismas hubiera dos originales, con idéntico valor, como si de una sola se tratara, acordándose respetar el contenido de la misma en perpetua paz y concordia; y se obligaban con los bienes propios y ventas que,

“…ni ahora ni en tiempo alguno, ni por ninguna causa o razón que suceda, no procederán contra el contenido de esta escritura y capitulaciones, y si lo hiciesen, no les valga ni aproveche.”

También el rey ordeno el cumplimiento de estas concordias, so pena de la pérdida de su merced.  La escritura está fechada en Valladolid, el 27 de marzo de 1604 y firmada con la rúbrica clásica de yo, el Rey.

Jubera

Jubera

Existe un documento en los archivos de nuestro Ayuntamiento cuyo contenido revela hasta qué punto tenían valor jurídico y adminis­trativo la firma de esta concordias.  En él de da cuenta a nuestro municipio de la resolución tomada por el Gobernador Civil de la Provincia, a consecuencia de la determinación del concejo de Jubera de arrendar, en pública subasta, las pastos de su jurisdicción.  El 9 de abril de 1911 acuerdan arrendar los pastos comprendidos en terrenos de la mancomunidad existente con Lagunilla y Galilea, como villa que fue del antiguo concejo de Ocón.  Para llevar a efecto lo acorda­do, los representantes de nuestro pueblo son citados para una reunión a celebrar el día 20 del mismo mes.  El Ayuntamiento de Jubera les informa que pretende subastar, por lotes, las hierbas de la mancomunidad, a lo que los convocados prometen estudiar el asunto, y ser resuelto en otra reunión.  Esta se celebra el día 7 de mayo, y los representantes de Lagunilla y Galilea manifiestan no estar conformes, al entender que tenían derecho a los mismos, amparándose en la concordia existente.

El concejo de Jubera hace caso omiso a lo manifestado en esta reunión, y una vez hecha la tasación pericial, publica la subasta en el Boletín Oficial de la Provincia.  El Gobierno Civil, a través de una serie de «considerandos», desautoriza esta subasta, argumentando que la mancomunidad de pastos objeto de litigio, se halla reconocida por antiguas concordias que determinan el aprovechamiento de pastos, en la jurisdicción de Jubera; y añade una dato importante, cual es, que dicha villa no puede legalmente proceder al arrendamiento que pretende sin la previa autorización y asentimiento de las otras villas interesadas.

Sigue diciendo este oficio que la mancomunidad de pastos entre estas villas se halla cla­ramente demostrada, como también se halla demostrado el derecho de sus vecinos para aprovecharlos en las formas que las ordenanzas determinen, sin distinción de ninguna clase.  En consecuencia, el Ayuntamiento de Jubera es incompeten­te para imponer gravamen alguno por el aprovechamiento, y mucho menos privarles del mismo.

El oficio termina desautorizando al Ayuntamiento de Jubera sobre lo actuado hasta aquel momento, informándole que con ello agota la vía gubernativa, pero no así la judicial, que parece ser, la desestiman.

CONCORDIA CON ARNEDO

Arnedo

Arnedo

El día 5 de noviembre de 1787  y, en principio, por un período de 21 años, fue estable­cida la primera concordia entre los concejos de Ocón y Arnedo.  Este acuerdo fue renovado el 28 de noviembre de 1814, conservando toda la fuerza y vigor del primero.  También en esta renovación el período de vigencia fue de 21 años, conservando los mismo derechos y obligaciones, penas y cargas que el firmado en el siglo anterior.

Al igual que lo establecido en otras concordias, también en ésta, los guardas juramentados eran estable­cidos por los propios concejos, comunicándosen, previamente, los nombres de los elegidos.  Los vecinos de Ocón y Arnedo podían pasar por sus jurisdicciones con leña, sin ponerles ningún impedimento, ni ser detenidos, a no ser que hubiera sido cortada en los términos del concejo que no les pertenecían.

El camino que debían seguir era, necesariamente, vía recta, bajando, comunero abajo, hasta dar a Fuente Mazo, sin entrar más en la jurisdicción de Ocón.  Los Ayuntamientos de Tudelilla y El Villar de Arnedo, debían remitir, dentro del plazo de quince días, las heredades que sus vecinos tenían roturadas, en la jurisdicción de Ocón.  Y si no lo hacían, quedarían para pastos.

Los representantes de la ciudad de Arnedo declararon al concejo de Ocón que, a consecuencia del saqueo efectuado por las tropas francesas en la Guerra de la Inde­pendencia, las concordias que tenían firmadas habían desaparecido.  Llegaron a un acuerdo para que el escribano del concejo de Ocón les pudiera proveer de copias debidamente autorizadas, como así parece ser que se hizo.

Con fecha 30 de diciembre de 1841 se reunieron en Carbonera, aldea dependiente de Arnedo, los comisionados de Ocón y Arnedo con los de Carbonera, El Villar de Arnedo y Tudelilla.  En esta reunión se ratificó la concordia celebrada el 28 de noviembre de 1814, renovándola por diez años más, empezando a contar desde la fecha de la reu­nión.  No obstante, en lo referente a la villa de Tudelilla, se quedaba al margen de este acuerdo y se decía que si entrasen a pastar sus rebaños en los términos de Arnedo y Ocón, quedaban sometidos a pagar la pena arbitraria que por la propia comunidad se le impusiera.

CONCORDIA CON ALCANADRE

La concordia entre Ocón y Alcanadre debió de ser muy antigua, aunque no se puede establecer la fecha exacta.  El primer documento que hace referencia a la misma es una real ejecutoria despachada en Valladolid por los Sres. Presidentes y Oidores de su real Audiencia, en fecha 30 de julio de 1509.  En ella se insertan dos sentencias de vistas de 10 de septiembre de 1499, y de revista de 6 de julio de 1509, por las cuales, esti­mando suficientes las pruebas que dio Ocón en su pleito con Alcanadre, fue amparada y defendida la Tierra de Ocón y su concejo, en la posesión de pacer y beber las aguas, con sus ganados mayores y menores, de día y de noche, en los términos jurisdicciona­les de Alcanadre, por existir una mancomunidad de aprovechamientos entre ambos concejos. Si Alcanadre no la observaba, se le impondría la pena de 50.000 maravedises.

Alcanadre

Alcanadre

Existía otra ejecutoria condenatoria contra el Ayuntamiento ribereño, de fecha 28 de mayo de 1619 motivada por la denegación del derecho de Ocón a pastar en dichos términos de Alcanadre, a pesar de que en el año 1612 se había confirmado, documen­talmente, la existencia de dicha mancomunidad.  En el recurso de súplica, el concejo de Alcanadre se apoyaba en el contenido de una Real Cédula del año 1601, en la que el Alcalde Mayor de el Adelanta­miento de Castilla, había ordenado a Alcanadre señalar términos para repoblación de montes, y que, a tal efecto, había designado el término designado La Mesa, lindante con la Tierra de Ocón, y a petición de este concejo que tenía interés en que se plantase un monte, para aprovechamientos de pastos y leñas.

A pesar de ello, la sentencia condena a Alcanadre a pagar cuatro ducados, pero sobre todo amparaba a la Tierra de Ocón, en todo tiempo del mundo, a la posesión de todos los términos de Alcanadre, para pastar en ellos sus ganados, además de poder llevarlos al río Ebro por los términos de Aradón y Soto Fresno, y no por las Hacerías de la Matanza, pago de los almendros y término de Valdelamata, puesto que no estaban inclui­dos en las concordias de la comunidad de pastos con Ocón.

El documento de confirmación de la concordia que se aludía anteriormente, fue firmado en Pipaona el 13 de octubre de 1612, y en ella se redujeron a concordia de perpetua duración, todas las diferencias y pleitos.

Se autorizaba a los vecinos de ambos concejos a hacer corrales de barda y red donde poder cobijar a sus ganados, entre el 1 de febrero y el último de abril, en el término del cumbero.  En esta carta de confirmación también se obligaba a Ocón a pagar 1.500 ducados a la villa de Alcanadre, de un total de 3.000 que había aportado esta villa en su defensa contra Ocón.

Las demás ejecutorias siguientes a aquella primera de 1509 renuevan y confirman los derechos comunes de ella, así de pastos como de aguas, explicando los amojonamien­tos  de los términos sujetos a la mancomunidad.  La novedad parece estar en los castigos que Alcanadre impondría a los vecinos de Ocón por haber cortado leña de «ilaga», u otra semejante en los términos comuneros.

El concejo de Ocón hace valer la costumbre inmemorial que ha prevalecido hasta entonces, de hacer leña los vecinos de Ocón en dichos términos, siendo por lo tanto que no hay duda de esta posesión tan antigua, por lo que obliga a su observancia perpetua y mucho más en negocios municipales, teniendo en cuenta, además, que

 

“… la costumbre es la mejor intérprete de la ley.”

 

Ochenta años después de aquella primera ejecutoria, se da otra confirmando los derechos de la Tierra de Ocón, en la que manda dejar y reducir a pasto tieso todas las heredades que varios vecinos de Alcanadre habían roturado, de cuarenta años hasta entonces.  También se declara, y manda dejar una pasada de 30 varas a pasto tieso para que, por el término de Aradón, pudieran ir sin ningún estorbo los ganados de Ocón a beber agua al río Ebro. Además de esta sentencia se da otra en 1597 a las justicias más próximas, para la ejecución y cumplimiento por Alcanadre de lo mandado por la Real Carta Ejecutoria.

En el pasado siglo el Ayuntamiento de Alcanadre, bien con denuncias a los ganaderos de Ocón, bien con imposición de gravámenes por cabeza por rebaño, intenta que el contenido de las concordias quede sin efecto alguno por el perjuicio que, según dicen, les acarrea.  Pero en todos los casos las sentencias tienen el mimo sentido: confirmar con todo su valor la validez de las concordias.

Y en esta dirección está la sentencia gubernativa de fecha 8 de noviembre de 1866.  En ella de hace referencia a la multa que el Ayuntamiento de Alcanadre impone a un vecino de Ocón por haber entrado a pastar su ganado en jurisdicción de Alcanadre.  La respuesta del alcalde, después que el concejo de Ocón proteste por tal imposición, es que aquellos acuerdos están sin efecto, teniendo en cuenta -dicen- las leyes de los años 1836 y 1841, que regulan y amparan el derecho de la propiedad.  Denunciado este hecho por Ocón, ante la autoridad guberna­tiva, ésta resuelve, una vez más, la plena legalidad y vigencia de las concordias, y deja sin efecto la multa municipal.

Con fecha 24 de junio de 1871, el pleno del Ayuntamiento de Alcanadre, acuerda grabar con una peseta por cabeza de ganado lanar, y diez pesetas por cabeza de ganado vacuno, a todo ganadero que pretenda introducir el rebaño en terrenos de su jurisdicción, a partir del día 1 de julio.  También en este caso el acuerdo  municipal es recurrido ante la autoridad gubernativa, que suspende al acuerdo del Ayuntamiento de Alcanadre.

CONCORDIAS CON AGONCILLO. INTERDICTOS Y SENTENCIAS

Otra de las villas con las que Ocón firmó concordias fue con la de Agoncillo, y por ex­tensión con la desaparecida de San Martín de Berberana.  Dentro de las jurisdicciones de estos municipios se encontraba el latifundio denominado Soto de San Martín de Berberana, junto al río Ebro que acogía los lugares denominados Sierrezuela y Atalayuela.  De la magnitud de esta finca nos da idea el establecimiento de sus límites: al Norte, el río Ebro; al Sur, la jurisdicción de Galilea; al Este, terrenos de Alcanadre; y, al Oeste, terrenos de Agoncillo.

En dos momentos bien diferentes de la historia, en los años 1771 y 1943, la propiedad de este comune­ro intenta impedir, con la imposición de todo tipo de obstáculos, la entrada a pastar de los ganados de Ocón.  En ambos casos se acude a los tribunales de justicia y la sen­tencia, una vez más, confirma la total validez del contenido de la concordia firmada años atrás.

Agoncillo

Agoncillo

La sentencia de 1771 es consecuencia de un pleito entablado por el concejo, justicia y regimiento de la Tierra de Ocón y sus lugares, contra Juan Jerónimo Frías Salazar y Porras, dueño de las villas de Agoncillo y la desaparecida de San Martín de Berberana.  En dicha sentencia se declara que la línea divisoria de los términos comuneros entre la Tierra de Ocón y la jurisdic­ción de San Martín de Berberana, es la señalada en la visita ocular ejecutada ante un enviado de la Real Audiencia de Valladolid, por los peritos nombrados para tal fin.  En esta sentencia, de fecha 9 de diciembre de 1771, se declara

 

“… nulas las prendadas hechas en 7 de febrero de 1721 por el alcalde y guarda del referi­do término de San Martín de Berberana, y mandamos vuelva y restituya la que por ra­zón de ellos les hubiera exigido…”

 

Ya en el siglo XX, y en los primeros años de la década de los cuarenta, la propiedad de este comunero inicia una serie de acciones, tendentes todas ellas a impedir por cualquier medio, la entrada de la ganadería del antiguo Concejo de Ocón, en los térmi­nos mancomunados.  Los actos de mayor virulencia se desarrollan en el otoño de 1943, despachando por la fuerza a los pastores y sus rebaños, cercando de alambre la finca por el lado comunero, y cultivando, con el mismo propósito, una franja de diez metros de anchura, por varios kilómetros de larga, siguiendo el alambrado, para cortar cualquier paso que diese acceso al pastizal.

Ante este cúmulo de irregularidades, los cuatro Ayuntamientos del antiguo Concejo de Ocón, hacen causa común, y con fecha 14 de abril de 1944, remiten a la Dirección General de Ganadería un expediente para mantener la comunidad de pastos, los cuales disfrutan, como es sabido, en régimen de mancomunidad, desde tiempo inmemorial.  Paralelamente llevan a cabo una serie de gestiones ante el Gobierno Civil y la Junta Provincial de Fomento  Pecuario, para que, por la propiedad del comunero, se abstenga de realizar actos de violencia y deje libres los accesos y entradas tradicionales, las cuales siempre han sido usadas por los ganaderos de estos pueblos.

Al interdicto de retención promovido por los Ayuntamientos del Valle, se acompañaba copia de la Real Carta Ejecutoria de la Chancillería de Valladolid, la cual contenía el texto de las concordias en que se fundamentaba dicha comunidad de pastos.  Sin embargo, la sentencia de 27 de julio de 1944, no resuelve el fondo del interdicto, por no acompañar a la demanda el acuerdo de los Ayuntamientos y el dictamen de los letrados.

Se plantea pleito ante el juzgado de primera instancia de Logroño, para agotar todas las posibilidades que existan, con el fin de conseguir que sean respetados los derechos de los municipios a introducir sus ganados en el comunero.  El 28 de agosto de 1944 se celebró juicio verbal, sin que se llegase a ningún acuerdo efectivo, ya que, ambas partes mantenían sus posiciones, cuyos contenidos nos ilustran de los pormenores de estas concordias.

La parte demandada argumentaba en su defensa que la concordia había que tenerla por rescindida, por haber pasado los de Ocón a celebrar concordias con Ausejo, Alcanadre, y Jubera, sin que los vecinos de San Martín de Berberana hayan intervenido o dado su consentimiento.  También manifiesta que en los años 1784, 1825, 1926, 1929 y 1941 se arrendaron estos pastos a varios vecinos del Concejo de Ocón.  Y terminaba diciendo que los demandantes no tenían la posesión que alegaban puesto que Galilea, Corera, El Redal y Ocón, hace muchos años que no disfrutan de los pastos de San Martín y que sólo Corera los ha disfrutado en los últimos años.

La parte demandante basa su defensa en un libro de 360 hojas, conteniendo copia de la Real Carta Ejecutoria de la Chancillería de Valladolid, fechada en 13 de diciembre de 1771 y 18 de agosto de 1773, donde se contenían las concordias en las que se funda­mentaba la comunidad de pastos.

La sentencia, de fecha 13 de septiembre de 1944, condena a la parte demandada, y ordena se mantengan los Ayuntamientos demandados en la posesión y disfrute en régimen de mancomunidad, las hierbas, pastos y rastrojeras del comunero de San Martín de Berberana, sin perjuicio de tercero.

Contra este fallo se apeló a la Audiencia Territorial de Burgos, argumentando la posesión quieta, pacifica e ininterrumpida del disfrute de las hierbas, pastos y rastrojeras por parte de la propiedad de los terrenos del comunero, a quien la sentencia de 30 de marzo de 1946 le da la razón, condenando a los Ayuntamientos de Valle, al pago de las costas.

CONVENIOS ENTRE GALILEA Y CORERA

Más cercanos en el tiempo que las concordias mencionadas anteriormente, pero de una efectividad igual para el mantenimien­to de la paz y tranquilidad entre los ganaderos y labradores de ambos municipios, fueron los diferentes convenios que, en estos dos últimos siglos, se firmaron entre ambos municipios.

El primero de ellos se celebró el día 10 de febrero de 1896, en…

 

“…el Camino Real de Ausejo a Murillo y cruce del camino de este pueblo al corral de la Abejera.”

 

Corral de la Abejera

Corral de la Abejera

…entre los concejos y mayores contribuyentes de ambas villas.  Con la firma, se pretendía orillar y poner término a la cuestión pendiente que mediaba entre ambos pueblos, sobre el modo y forma de arreglar el Camino Real, y que pueda continuar el regadío por el cruce del mismo.  El otro asunto que motivaba aquella reunión era la cuestión del aprovechamiento de pastos por los ganaderos de los dos concejos.

Para solucionar el primer escollo, deciden convocar a vereda a cuatro vecinos de cada pueblo, con caballerías mayores, para hacer acopio de piedra rodada con el fin de construir un puente que dejara expedito el paso del agua, conviniendo que los gastos originados serían a partes iguales.  Una vez construída esta obra, se autorizaba al Ayuntamiento de Galilea a hacer cuantas obras sean necesarias en dicho camino para facilitar, de esta manera, el paso de carros y ganados.

El otro convenio que se firmó fue el referido al aprovechamiento de pastos.  En el punto cuarto del documento, se señalaba que siguiendo la costumbre que desde tiempo inmemorial viene siendo reconocida para el aprovechamiento de pastos entre ambos pueblos, por encontrarse en jurisdicción confundida, se comprometen ambos concejos a que el aprovechamiento de verifique a partes iguales.  De manera que ambos Ayuntamientos deberán autorizar el mismo día el inicio del aprovechamiento de pastos, rastrojeras y pampanera.  Si entre los Ayuntamientos hubiese divergencias, habría de nombrarse una comisión de seis vecinos por pueblo, que serían quienes determinarían la fecha de apertura.  Si algún propietario no autorizase la entrada a sus heredades, debería hacerlo bien visible con hitos, o señales que así lo avisaren.

En cuanto a los guardas del campo, cada Ayuntamiento tenía la facultad de nombra los de sus respectivos términos, haciendo expresa mención al lugar que llaman de Cascajos, plantado mayoritariamente de viñedo, y para el cual nombraban dos guardas, uno por cada pueblo; pero si hiciesen falta tres, el tercero sería un año de cada pueblo.  El sueldo que los cosecheros de uva pagaban a los guardas por temporada, no podía exceder de sesenta pesetas, que habrían de ser pagaderas antes del primero de noviembre de cada año.

En el año 1924, y con el fin de restablecer las…

 

“… antiguas y buenas relaciones, momentáneamente interrumpidas… “

 

…se reúnen, en el edificio de las escuelas de Corera, las corporaciones de ambos pueblos, bajo la presidencia de un delegado gubernativo, nombrado como  moderador de aquella reunión.  La finalidad era llegar a un acuerdo que debía de plasmarse en un convenio para cortar los abusos que, unos y otros ganaderos, generaban por la posesión de pastos, y acordar un nuevo período de

Corera

Corera

 

“…recíproco aprovechamiento y franca relación de amistad, en base de una mayor independencia entre ambos pueblos.

 

Los terrenos en litigio por la posesión de pastos eran los pagos del término de Cascajos, próximo a Cabezuelo Blanco. Para dirimir este conflicto, se nombra a una serie de peritos por ambos municipios, que son los que amojonan los terrenos para delimitar claramente dónde deben pastar cada una de las ganaderías.  Una vez realizada esta operación se produce la firma del convenio que, en esencia, quedaba de la siguiente manera:

Los ganaderos de Corera serían los únicos que podrían llevar sus ganados a pastar al término de Cascajos, aunque este sea jurisdicción de Galilea.  En reciprocidad, y dado que la mitad del olivar enclavado en término municipal de Corera, era propiedad de vecinos de Galilea, aunque estas propiedades se encuentran muy mezcladas con otras de Corera, se señala una amplia franja limítrofe con la jurisdicción de Galilea, para uso exclusivo de las ganaderías de este último pueblo.”

Con la firma de este convenio de dio fin a un período conflictivo entre las ganaderías de ambos pueblos, cuyo resultado fue, como decía la introducción del convenio…

 

… sembrar sus antiguas y buenas relaciones, momentáneamente interrumpidas.”

COMPENSACIÓN ECONÓNIMA A GALILEA POR CESIÓN DE AGUAS

Rebaño

Rebaño

Al menos tres contratos se celebraron en estos dos últimos siglos entre Galilea con Corera y El Redal, conjuntamente, para establecer las cantidades que estos pueblos deberían pagar a aquél, por el uso de las aguas que le pertenecían, en razón de acuerdos antiquísimos.

Estas aguas eran la mitad de las que discurrían por el río Molinar -puesto que la otra mitad estaba cedida a Ausejo, a cambio de pastos- a razón de tres días y medio.  Galilea, a causa de su situación topográfica, no podía aprovechar aquellas aguas, so pena de grandes desembolsos.  Sin embargo, tenía los mismos derechos sobre ellas que Corera y El Redal, por lo que desde tiempos pasados se las venía arrendando, por una cantidad pactada.

En los años 1854 – nótese que todavía no se había segregado Galilea -, 1866 y 1926, se celebran sendos contratos, cuyo contenido es similar en todos ellos.  El Ayuntamiento de Galilea cede por iguales partes a los de Corera y El Redal, las aguas que le correspon­den del río Molinar, tituladas «aguas del pontigón», en períodos que abarcan desde los dos a los doce años, dependiendo del contrato.  Corera se beneficiaría de las aguas en los años pares, y El Redal, en los nones, por cuya cesión Galilea recibiría una cantidad en metálico que, en el último contrato, ascendía a 200 pesetas.  Estas cantidades habrían de ser efectivas el día 16 de agosto, San Roque.

Si estas aguas, que como ha quedado dicho no estaban incluidas en las cedidas a Ausejo, un día aumentasen como consecuencia de rescindir el contrato con Ausejo, también Galilea las cedería a los otros dos por anticipado y de igual forma, previa revisión de las cantidades a pagar.

EL SIGLO XIX

Consecuencias de la Guerra de la Independencia

Soto de Cameros

Soto de Cameros

A diferencia de otras contiendas nacionales, no hay mucha literatura que ilustre los acontecimientos que acaecieron durante la Guerra de la Independencia en La Tierra de Ocón.  Sabemos, sin embargo, que a finales de agosto de 1808 toda La Rioja se hallaba ocupada por las tropas francesas según el testimonio del obispo de Calahorra, Arguiriano, que habría de distinguirse por su arrojo en la lucha contra el francés

 

Desde la localidad serrana de Soto de Cameros, la Real Junta de Comisión, Armamento e Insurrección  General de La Rioja, coordinaba los esfuerzos de los riojanos por expulsar de nuestro territorio al ejército invasor.  Carentes de una financiación permanente que les permitiera proveerse de alimentos y pertrechos, las partidas riojanas tuvieron que acudir a los responsables municipales para que cedieran parte de su patrimonio – civil o religioso – con el que poder sufragar los gastos que ocasionaba el mantenimiento de la milicia riojana.  Los franceses, por el contrario, despojaron de los tesoros a las iglesias y vaciaron graneros y bodegas de las localidades que ocupaban sin ningún tipo de miramientos.  Este latrocinio no habría de cesar hasta que abandonaran definitivamente nuestro territorio en 1812.

Tampoco nuestro pueblo, como era de suponer, quedó al margen de esta rapiña.  Además  de lo sustraído por las tropas francesas, fueron vendidos y enajenados terrenos propiedad de la iglesia, así como piezas de plata y joyas, originarias, probablemente, de la época de D. Diego de Tejada y sobre todo de su sobrino, el inquisidor D. Juan José de Tejada.  Todo ello fue vendido por el concejo de este pueblo con

 

“… la autoridad competente del Tribunal Eclesiástico, …”

 

por un importe de 39.785 reales, con la condición de ser devuelto a la propiedad de la iglesia cuando las circunstancias lo permitiesen.  Sin embargo con ser importante esta cantidad, fue insuficiente para satisfacer las peticiones de las partidas riojanas por lo que hubo que vender también la hacienda de D. Juan Beltrán -comisario y fundador en el año 1641 de la Cofradía del Santísimo Sacramento-, por un importe de 9280 reales, cuya administración estaba  cargo  de la iglesia.

 

Mucho después de finalizada la contienda, en 1824, el obispado reclama al pueblo de Galilea la devolución de estos importes

 

…con los réditos o rentas producidos hasta el día de la fecha.”

 

El concejo y sus vecinos consideran

 

“…imposible la solvencia de dichas cantidades por la mucha miseria del pueblo y gravamen de las contribuciones.”

 

Nombrada una comisión de notables, acuden a reunirse con D. Juan Inocente Romero, visitador general del Obispado de la Diócesis de Calahorra para que se les condonen estas deudas, debido a la época tan lamentable en que se contrajeron.  Accede el obispado a la petición de nuestros vecinos perdonando la deuda contraída así como,

 

“…cualquier otra cantidad que con el mismo motivo y en iguales circunstancias se haya contraído en favor de dichos establecimientos.”

 

Esta medida de gracia tiene una importante contrapartida:

 

“…que dicho pueblo a de contribuir, para los alimentos de la iglesia, con veinte fanegas de trigo bueno, o en su defecto, ochocientos reales de vellón, en moneda contante y sonante, además de seis fanegas de trigo para pagar su servicio al sacristán.”

 

Y por su hubiera alguna duda, añade:

 

“… anualmente. “

 

Guerra de la Independencia

Guerra de la Independencia

Con este acuerdo el pueblo quedaba descargado de la primera deuda, quedando a cargo de la iglesia los alimentos y gastos necesarios para el buen funcionamiento de la Ermita de Nuestra Señora de Gracia y la Capilla del Rosario.

Pero aún quedaba pendiente la liquidación de la segunda deuda contraída por importe de 9.280 reales que los comisionados pretenden, de igual manera, que se les condone

 

“…en atención a las circunstancias del pueblo y estado lamentable de sus vecinos.  “

 

El representante del obispado accede a lo solicitado no sin antes exigirles el compromiso de abonar, también cada año,

 

“…ochenta reales de vellón para la limosna de las misas que celebrarán los servidores de este iglesia por aquella fundación.”

 

Cuando todo parecía liquidado por la comisión negociadora enviada por el concejo de Galilea, aparece una última deuda de 156 reales, contraída en octubre de 1810 que, al igual que las anteriores, hay que negociar su cancelación. Como consecuencia de los réditos con que esta cantidad estaba grabada, la suma había adquirido proporciones desorbitadas para la capacidad de endeudamiento de aquellos antepasados nuestros.  En consecuencia la negociación se impone y el visitador general establece las fórmulas de pago.

 

Anualmente el concejo deberá pasar

 

“…lisa y llanamente, sin excusa ni pretexto alguno, a la iglesia de Galilea y a su cura párroco que ahora lo es y en adelante lo fuere, veinte fanegas de trigo bueno, y en su defecto, ochocientos reales de vellón y seis fanegas para la Ermita de Nuestra Señora de Gracia y la Capilla del Rosario.”

 

Y además establece la fecha de comienzo del pago: el 29 de septiembre de 1825, día de san Miguel.  También el párroco se beneficia de este acuerdo.  Ochenta reales por año habrá que abonarle de los réditos que hubiese producido la hacienda del comisario Juan Beltrán que, como se ha dicho, estaba valorada en 9.280 reales.

Con estos acuerdos entre el poder municipal y el eclesiástico, se dieron por zanjadas estas deudas que se originaron en nuestro municipio, al igual que supongo se generaron en la mayoría de los demás municipios españoles, a causa de la ocupación de nuestro territorio por el ejército de Napoleón, quién no encontró ninguna resistencia debido a la actitud colaboracionista y servil que encontró en la figura de un monarca, decrépito y consentido, y sobre todo con la complicidad y apoyo del felón de su hijo.

Diez años más tarde de celebrados estos acuerdos, y acaso como compensación de nuestros antepasados  a la reducción de las deudas mantenidas con la iglesia, el concejo llega a un acuerdo con los responsables eclesiásticos para sufragar la construcción del cementerio.  En efecto, el día 5 de marzo de 1835 se reunieron el entonces cura párroco de Galilea D. Ezequiel Fernández Arnedo -hermano de D. Pedro Fernández Arnedo, diputado riojano  y el alcalde D. Alejandro Malo, además de una comisión de vecinos de nuestro pueblo.  La reunión tenía por objeto

 

“…tratar el modo de pagar el coste que ha tenido el camposanto.”

 

Se extiende un pagaré, a nombre de la iglesia, de 1.082 maravedíes que ha costado el yeso, cruz, puerta, herrajes así el material y peones que el pueblo ha puesto de vereda.  Además de todo esto, el pueblo

                            

“…en atención a que tiene que mantener dicha iglesia, que carece  absolutamente de medios y fondos se compromete a pagar por el recibimiento de la cruz y rompimiento (apertura) de sepulturas, lo siguiente:

 

Los que se entierren con oficio doble o mayor, pagarán de limosna a la iglesia cincuenta maravedíes; los de oficio semidoble o mediano, veinticuatro; los de oficio simple o menor, doce; y los párvulos, ocho.  Los indigentes nada habrían de pagar.  Además de estas limosnas, el pueblo, siempre generoso, se obligaba también a pagar cuanto sea menester  y contemple dicho cura necesario para el debido culto y decencia de su iglesia.”

 

Consecuencias de las leyes desamortizadoras

Son sin duda estas leyes, promulgadas a lo largo del pasado siglo por los ministros de hacienda, Mendizábal y Madoz, las que mayor repercusión tuvieron sobre la sociedad española.  La desamortización no es otra cosa que sacar la propiedad acumulada de determina­das personas o corporaciones (sobre todo religiosas y de señorío) para lanzarlas a la contratación general, en bien público.

Juan Álvarez Mendizábal

Juan Álvarez Mendizábal

Una ley emanada de las Cortes de Cádiz, de fecha 6 de agosto de 1813, suprimía los señoríos territoriales, y otra del 13 de septiembre enajenaba los bienes de las corporaciones religiosas, que no tuvo el efecto deseado por los legisladores, merced al gobierno autoritario y títere del rey Fernando VII.

Planteado definitivamente el régimen constitucional a la muerte de este monarca, se puso en vigor el decreto de fecha 30 de agosto de 1836, encaminado a la venta de los bienes de titulari­dad religiosa y pública.  La reacción política de estas medidas hizo que con fecha 3 de abril de 1845 se devolvieran todas las propiedades que el Estado se incautó.  Sin embargo, teniendo en cuenta que fueron muchas las propiedades enajenadas y los derechos creados al amparo de esta ley especial, hubo que concertar un concordato con la Santa Sede, llevado a cabo el 16 de marzo de 1851, para poner fin a este estado de cosas.

Todo esto hizo que para verificar la desamortización civil y eclesiástica, se publicase la ley de 1 de mayo de 1855 que fue la que se aplicó en la desamortización de bienes y propios de Sierra la Hez.  Esta ley, de cinco títulos y treinta artículos, promulgada por Pascual Madoz, fue sancionada por la reina Isabel II en su residencia de Aranjuez.

En su articulo primero, decía declarar en estado de venta todos los predios rústicos y ur­banos, censos y foros, pertenecientes, entre otros, a los propios y comunes de los pueblos.  Los fondos que se recaudasen a consecuencia de las ventas realizadas, salvo el 80% procedente de la venta de propios, tenían un claro fin: financiar el déficit público.

En su artículo 15 sancionaba que, el Gobierno invertiría el 80% del producto de la venta de bienes propios, en comprar títulos de la deuda consolidada, al 3% que se convertiría inmediatamente en inscripciones intransferibles de la misma, a favor de los pueblos.

VENTA DE SIERRA LA HEZ. CONTENCIOSOS. SENTENCIAS

Con motivo de la promulgación de la ley de 1 de mayo de 1855 y posteriores en materia de desamortización, el Estado vendió los bienes de Sierra la Hez, y con el 80% del importe de las ventas, emitió varias láminas intransferibles, todas ellas a nombre de Ocón.

En las Reales Ordenes de segregación de los municipios de Galilea, Corera y El Redal, se dispuso claramente que los nuevos Ayuntamien­tos de constituían con todos los derechos y deberes inherentes a estas entidades, dándoles un espacio físico y un orden jurídico a los nuevos municipios.  Asimismo, y esto es lo más importante, se señalaba que continuarían con el municipio matriz, en el mismo sistema de aprovechamientos comunales y en el condominio de todos los bienes existentes antes de su segregación.

Sierra La Hez

Sierra La Hez

Amparándose en estos requisitos, los pueblos segregados solicitaron por vía amistosa, del Ayuntamiento de Ocón, la distribución de los capitales obtenidos en las ventas del Estado, y los intereses devengados proporcionalmente al número de vecinos de cada munici­pio.  Era el año 1876, y Ocón se negó.  Por tal motivo se inicia un pleito de mayor cuantía ante el juzgado de primera instancia de Arnedo, cuyo fallo fue favorable a los pueblos demandantes.

La demanda se fundamentaba en lo que sigue.  Las ventas por el Estado de los bienes objeto de litigio, en modo han alterado los derechos que sobre ellos tenían los cuatro Ayuntamientos, por lo que los municipios reclamantes siguen teniendo, sobre todos los productos de la desamortización, los mismos derechos que tenían antes de su venta.  Por tal motivo debe formarse un acervo común con todas las láminas y capitales, distribuyéndose dicho acervo entre los Ayuntamientos demandantes y el demandado, en proporción al número de habitantes de derecho  que cada municipio tenga.

Que para la administración de las láminas y cobro de capitales e intereses, ante los organismos públicos, se reserve  a los Ayuntamientos el derecho de constituirse en una mancomunidad.  Retirar las láminas, emitidas únicamente a favor del Ayuntamiento de Ocón, y sustituirlas por otras a nombre de todos los Ayuntamientos.

En la sentencia de 3 de marzo de 1898, el juzgado de Arnedo condena al Ayuntamiento de Ocón a que en el plazo de 30 días, rinda cuentas a los Ayuntamientos demandantes, de los capitales e intereses producidos y cobrados de las láminas de bienes propios.  Y del producto, de practique la liquidación con dichos Ayuntamientos, tomando como base el número de vecinos.  La sentencia también da en propiedad de condominio las fincas vendidas en terrenos del pago de La Rad, otro en Barbarés, otro en terrenos del río Galilea, en la Plana y el Carrascal, plano de la Mata y la Garena, y los montes de Cuesta la Estrella y el Bardal.

El Ayuntamiento de Ocón recurrió esta sentencia ante la Audiencia Territorial de Burgos que con fecha 14 de noviembre de 1899, falla igualmente a favor de los pueblos que le demandaban, confirmando totalmente el fallo de la sentencia recurrida.

A pesar de ambas sentencias, el Ayuntamiento de Ocón se resiste a practicar la liquidación de la Deuda Pública a su nombre, y la posesión en condominio de los montes antes citados.  El abogado de los pueblos demandantes solicita, con fecha 7 de febrero de 1900, la ejecución de la sentencia y el cumplimiento de la misma.  El Ayuntamiento de Ocón, cuatro meses más tarde, propuso una serie de condiciones que los otros Ayuntamientos no aceptaron.

El 30 de enero de 1901, la corporación de Ocón contesta en unos términos inaceptables, los puntos  marcados para dar cumplimiento a la sentencia.  En marzo de 1901, el abogado de la parte demandante decide remitir un borrador al Director General de la Deuda Pública, con lo acontecido hasta la fecha.

Con fecha 10 de octubre de 1904 se expide providencia por el juzgado de Arnedo, encaminada a ejecutar la sentencia dictada seis años antes por el mismo juzgado.  A las once de la mañana se les cita en el Ayuntamiento de Ocón para ceder a los demás propieta­rios, las láminas emitidas por el Estado, y ponerlo en conocimiento del Delegado de la Hacienda Pública.  Se mandó comunicar también al ingeniero jefe de la 4ª región de montes, para hacer saber que, por virtud de la sentencia ejecutoria, la perte­nencia de los montes a que se refiere la misma, corresponden en común a Ocón, Galilea, Corera y El Redal.  Sin embargo, la sección de montes, que en aquellos tiempos pertenecía a la Delegación de Hacienda, incomprensiblemente, no hizo variación alguna del catálogo en cuanto a los títulos de propiedad.  Hasta entonces, en dicho catalogo, venían figurando sólo a nombre de Ocón, y la irresponsabilidad del organismo público daría lugar, con el correr de los tiempos, a una serie de litigios con Ocón, que habrían de finalizar en 1985.

 

El destino de las láminas.

Títulos de Deuda Pública

Títulos de Deuda Pública

Las láminas o títulos de deuda pública que el Estado concedió al Ayuntamiento de Ocón fueron once, cuya numeración e importes están perfectamente documentados en nuestro archivo municipal.  Hasta el 30 de junio de 1883, los intereses de esta emisión pública, al 3%, ascendió a la cantidad de 49.441 Pts.

Las once inscripciones anteriores fueron refundidas en una nueva inscripción, la número 6161, a un interés del 4% que produjo un beneficio de 8.743 Pts.  Posteriormente esta nueva inscripción fue inutilizada, dándose a cambio otra nueva, la cual produjo 18.495 Pts de intereses.  El valor nominal de esta inscripción fue convertida, con fecha 4 de enero de 1897, en títulos al portador, y el resto en otra nueva inscripción por valor de 25.244 Pts.

Además de las láminas anteriores, el Estado emitió otras diez, por valor de 10.033 Pts a nombre exclusivamente de Ocón y Santa Lucía, que posteriormente fueron refundidas en otras dos nuevas.  Por el mismo concepto de venta de bienes de propios de la comunidad de Ocón, se emitieron nuevas inscripciones a nombre de Santa Lucía, las cuales también fueron incluidas en la reclamación.  Por fin, con fecha 1 de diciembre de 1899, fue emitida por el Estado la última lámina a favor, únicamente, del Ayuntamiento de Ocón.

Todas estas inscripciones intransferibles emitidas a nombre del Ayuntamiento de Ocón, y algunas al de Santa Lucía, a un tipo de interés variable del 2, 3 y 4%, produjeron, hasta diciembre de 1899, fecha de la sentencia de la Audiencia Teritorial de Burgos, un total de 70.815, Pts.  A esta cantidad hay que añadir 36.610 Pts correspondientes a la tercera parte del 80% del precio de subasta de los bienes vendidos desde el 1 de mayo de 1855, al 28 de octubre de 1868.  Esta era el total de la deuda que el Ayuntamiento de Ocón debía restituir al resto de los municipios del valle.

Por otra parte había que considerar el capital nominal en inscripciones y deuda amortizable o perpetua emitida al 4%, y que ascendía a 82.453 Pts, por los capítulos siguien­tes. Por el capital nominal de las inscripciones intransferibles, 77.821 Pts.  Por el importe del papel de la deuda perpetua interior al 4%, entregado en pago de intereses, 1.056 Pts. Y por el importe del papel de la deuda amortizable al 4%, entregado en papel de intereses, 3.575 Pts.

Según señalaba el fallo de la sentencia del Tribunal de Burgos, el débito de Ocón con los Ayuntamientos reclamantes debería hacerse efectivo mediante prorrata al número de habitantes de derecho de cada municipio. Conforme a las estadísticas del 31 de diciembre de 1899, los habitantes de cada municipio eran: Ocón, 1.345; Galilea, 521; Corera, 717; y, El Redal, 533.  Esto hace un total de 3.116 habitantes que residían en el Valle de Ocón.

En consecuencia, la cantidad por habitante en concepto de pago del dinero en metálico era de 34,15 Pts; en cuanto a la deuda por capitales nominales, el prorrateo daba a 26,46 Pts.  Lo que supone que a Galilea le correspondían 31.518 Pts, que a principios de siglo era un capital.

En el año 1908, como ya ha quedado dicho, los Ayuntamiento de Galilea, Corera y El Redal, solicitan ejecución de sentencia para hacer efectivo el cobro de estas cantidades.  Sin embargo, el Ayuntamiento de Ocón manifiesta a aquellos que, para dar cumplimiento a la sentencia, tan sólo cuenta con tres inscripciones, cuyo capital nominal asciende a 36.719 Pts.  Del mismo modo hizo notar que el resto de las inscripciones o láminas de sus capitales en efectivo y demás productos por la venta de bienes enajenados, lo ha empleado en obras municipales, para el servicio del vecindario, y en solventar los importantes atrasos de sus presupuestos.

Los Ayuntamiento demandantes estaban decididos a cobrar la deuda y, con este fin, suscriben un documento con los cuatro puntos siguientes:

“1_.- Comprometer a Ocón a depositar las láminas que posea en una persona o «casa de banca» de Logroño, designada por los cuatro Ayuntamientos, dándole poder al depositario para que cobre los intereses que hayan vencido y los distribuya y entregue a los cuatro Ayuntamiento, en la proporción que determina la sentencia.

2_.- Obligar a Ocón a que, si por su culpa se embargasen los intereses de las láminas, entregará a los otros Ayuntamientos la parte con arreglo a la sentencia.

3_.- Comprometer a Ocón a retirar las láminas distribuidas a su solo nombre, y emitir otras nuevas a favor del resto de los Ayuntamientos.

4_.- Nombrar una comisión de vecinos propuesta por todos los Ayuntamientos para liquidar todos los demás extremos de la sentencia que no estén comprendidos en los puntos anteriores.”

 

A todo esto, Ocón les contesta con otro documento que, en síntesis, venía a decir.  Que dada la situación precaria del municipio que representan, no pueden comprometerse a satisfacer la deuda en el plazo que señalaban. Añaden que como es público y notorio, y que a los representantes de los otros pueblos no se les oculta, la miseria por la que atraviesa Ocón es tan penosa que, de tener que pagar la deuda reclamada, a pesar de la rebaja del 25%, tendrían que emigrar a otros lugares.  Y terminaban diciendo, que no pudiendo pagar el capital, tampoco lo pueden hacer de los intereses devengados.

Pero Ocón deseaba cumplir la sentencia de 1899, y para ello propuso a los otros Ayuntamientos hacer a los tres municipios entrega, en donación perpetua, de las tres inscripciones y de sus intereses, y que estos lo recibieran a partir de 1 de octubre de 1907.

El día 13 de septiembre de 1908, los Ayuntamientos demandantes dirigen una comunicación a S.M. el Rey para que, a través de la Comisión Provincial, emita un dictamen favorable a la acepción de esta cesión, en pago a las cantidades que les adeudaban.

Cinco años después, el 3 de diciembre de 1913, el Gobierno Civil de la Provincia traslada a los Ayuntamientos el informe remitido por el Subsecretario del Ministerio de la Gobernación.  En este oficio se informa que el Rey ha dirigido una Real Orden a ese ministerio para que se lleve a cabo la anulación de las tres láminas emitidas exclusivamente a nombre de Ocón, y la emisión de otras tres nuevas a nombre de Galilea, Corera y El Redal.

 

Del acuerdo de 1942 a la sentencia de 1985

Parece ser que las relaciones vecinales, una vez ejecutada la sentencia de la manera que se vio, transcurrieron por el camino de la normalidad durante el primer tercio del presente siglo.  Sin embargo la abundancia de ganadería y la escasez de pastos en la jurisdicción del Valle, trajo consigo una serie de discordias y enfrentamientos que obligaron a la celebración de un nuevo convenio para regular, por enésima vez, el aprovechamiento de pastos.  Este convenio, parcialmente incumplido, habría de ser el primer eslabón de una cadena de pequeños litigios que habrían de desembocar en el pleito sentenciado el 8 de febrero de 1985.

El nuevo convenio de aprovechamiento de pastos se celebró el día 5 de julio de 1942, en el lugar denominado Molino de la Fonsa, en el término municipal de Los Molinos de Ocón, que era quien, en aquellas fechas, detentaba la alcaldía de Ocón. Este convenio intentaba poner fin a una serie de discordia que

 

“…por discrepancias entre Corporaciones y ganaderos interesados, y otra por un exceso de ganaderías en relación a los pastos aprovechables, cuya avaricia de los propietarios sembraron estas discordias.”

 

Corrales de Barbarés

Corrales de Barbarés

En el espíritu de todos estaba que este estado de cosas debía cesar de una vez para siempre, como solución a una buena armonía entre pueblos vecinos, y para ello se proponían estas dos soluciones: o una libertad para que las ganaderías de Ocón pastasen en las jurisdicciones de Galilea, Corera y El Redal, y viceversa; Y la otra, por el contrario, obligase a cada pueblo a no salir de la suya y vivir en completa independencia, bien entendido que Ocón optaba por la primera solución, si bien no le sería obstáculo admitir la segunda.

Los pueblos del valle no vieron ningún inconveniente en poder llegar a un acuerdo, en base a la primera solución, aunque los representantes de Galilea -Francisco Fernández y Elías Royo-, formularon las siguientes aclaraciones:  que habiendo ganaderías de Ocón que pernoctan en los corrales de Costereña, tan limítrofes a Galilea, se extienden e invaden a esta última jurisdicción, desde la parte sur hasta casi el extremo norte.  Que hay otros que, igualmente, pernoctan en los corrales de la Mata, en finca propia, y que, por consiguiente, se hallan dentro de la jurisdic­ción de Galilea, recorriendo la misma extensión que los anteriores.

Hay otros que tienen contratados lo pastos de una extensa finca de Barbarés, que también pastan en terrenos de Galilea.  Y, por último, que también existen ganaderos que pernoctan en Venta de Rufino, y que también ellos recorren gran parte de la jurisdicción de Galilea.  Por tanto, según las consideraciones anteriores, los ganaderos de Galilea tendrían que desaparecer, porque los de Ocón habrían absorbido íntegramente su término municipal.

Los asistentes se dieron cuenta que eran pocos las ganaderías causantes de las divergencias entre los demás propietarios, por lo que pretendiendo armonizar las buenas relaciones entre pueblos vecinos, aun sacrificando los intereses de los menos para aumentar los de los más, acordaron una serie de condiciones que iban desde que los ganaderos de cada jurisdicción pernoctasen en corrales situados en la propia, hasta que el ganado transitase de una a otra jurisdicción por las vías pecuarias establecidas.

No debió estar muy conforme el alcalde de Ocón con los acuerdos firmados, por cuanto que a partir de 1944 se cruzan una serie de escritos con el Ayuntamiento de Galilea, que dan fe de la discon­formidad existente.

El 15 de febrero de 1944 uno de estos documentos indica, refiriéndose a la firma del convenio anterior, que

 

“… en él nada se indica de recíprocos aprovechamientos de leñas (aliaga, tomazas, etc) en fincas particulares, ni en eriales, por lo que prohíben hacer leña en esta jurisdicción, a los habitantes ajenos a ella.”

 

Puestas así las cosas, se convoca una reunión para el 20 de febrero, en el punto denominado de «el Pontigón», que a nada conduce.  Se suceden entonces una serie de escritos motivado por la lectura que cada uno hace de los acuerdos de 1942.

Con fecha 19 de febrero de 1944 envía el Ayuntamiento de Galilea una carta al de Ocón, y dice que en aquel acuerdo nada se encuentra escrito en relación al aprovechamiento de leñas, pero que, sin duda, fue un olvido de redacción, puesto que aquello fue, precisamente, el origen del convenio.

La situación llega a tal punto que en uno de los párrafos se llega a hacer referencia a la suspensión de buenas relaciones entre ambos municipios.  Por último se les advierte de la prohibición que tienen las ganaderías de aquel municipio a pastar en éste, salvo la autorización expresa del propietario de la finca, y con el visto bueno de la alcaldía.

Este mes de febrero de 1944 es posible que sea el período de tiempo en el que más se deterioran las relaciones entre el Concejo de Ocón y el de Galilea.  Nada menos que siete cartas se cruzan entre ambas alcaldías, manteniendo cada una su postura inicial, defendiendo uno la decisión de permitir la entrada de ganado en la jurisdicción del otro, y éste negando esa entrada con la advertencia clara del riesgo de sanciones en que incurriría.

Hayedos de Sierra la Hez

Hayedos de Sierra la Hez

Hay que suponer que este malestar entre municipios no era debido, exclusivamente, al problema secular del aprovechamiento de pastos, sino que, en el fondo del problema, subyacía el reconocimiento a los pueblos segregados de los aprovechamientos de Sierra la Hez.  La sentencia de 1899 quedaba ya muy lejos y al frente de los poderes locales se encontraban otras generaciones.

El Ayuntamiento de Ocón, actuaba como si fuese el único propietario de los aprovechamientos de la sierra.  Paga la contribución, que luego exige en parte a los demás pueblos, y practica liquidaciones a los demás pueblos de la leña cortada y los pastos aprovechados, bajo su exclusivo criterio.  Los Ayuntamientos le hacen saber que aunque no se niegan en participar en los gastos, éstos deben de obtenerse de manera diferente a como los han presentado. Así, con fecha 21 de noviembre de 1947 se les dirige una comunicación en la que manifiestan que los gastos

 

“…deben efectuarse en base al líquido imponible que corresponde a cada pueblo, y no en la forma que lo ha presentado ese Ayuntamiento.”

 

Hay que poner orden en todo ese estado de cosas para lo cual, los municipios afecta­dos, tienen que volver nuevamente, como ya lo hicieran el pasado siglo, a iniciar una serie de consultas para determinar su propiedad sobre Sierra la Hez y otros cinco montes más.  El 18 de junio de 1945 dirigen una petición al Cuerpo Nacional de Inge­nieros de Montes de Logroño en la que, después de hacer una breve síntesis del origen del comunero, le solicitan sean reconocidos en todo momento los derechos a la propiedad, posesión y administración de los cinco montes -monte Las Ruedas, Vallejondo, Plana Selva, Carrascal, monte Santa Lucía y Cañada Manantíos- de libre disposición.  Por lo que se refiere a Sierra La Hez, ponen especial énfasis en que debe vigilarse la cantidad y clase de ganado que, exclusivamente proveniente de Los Molinos de Ocón, aprovecha en estos momentos los pastos de la sierra.

Paralelamente, un día después, -el 19 de junio de 1945- se remite un informe al Gobierno Civil en el que comienzan haciendo referencia a dos reuniones mantenidas, una el 27 de mayo en Corera y otra el 17 de junio en Ocón, sin que en ninguna de ellas se hubiese llegado a acuerdo alguno.  El informe seguía diciendo que la pretensión de los Ayuntamientos firmantes era la de crear una mancomunidad de servicios para compartir las cargas e impuestos que pesan sobre los montes.  Esta pretensión encuentra una frontal oposición por parte del Ayuntamiento montañés que niega la validez de la sentencia de 14 de noviembre de 1899, como da testimonio a la toma de posesión judicial de los montes.  Continúan manifestando que ya han sido advertidos que, aunque se les obligue a reconocer estos hechos, alegarán prescripción de sentencia, para así considerarse dueños absolutos de los montes de libre disposición y de los aprovechamientos de pastos de Sierra la Hez.  No se opondrían, por el contrario, a la corta de leña.  Menos mal.

A este respecto argumentaba que, aunque no hayan aprovechado, en años anteriores, los frutos de los montes de libre disposición, no determina la prescripción, y sin embargo el Ayuntamiento de Ocón corta leña y da pastos a sus ganaderías sin la menor intervención y participación de los demás municipios.  Terminaba haciendo referencia a Sierra la Hez, que si bien los tres pueblos aprovechan las leñas, no se les ofrece ninguna participación en los pastos, que solamente aprovecha Ocón.

Esta situación continúa inalterable hasta finales del año 1951, en que, nuevamente, el Ayuntamiento de Ocón, convoca una reunión con los demás Ayuntamientos para

 

“…dar solución al asunto pendiente sobre el pago de la contribución territorial, “

 

de Sierra la Hez.  De aquella reunión del 28 de octubre de 1951 se levanta acta, que Ocón se niega a firmar.  Esto es debido a que, inmediatamente después de ser reclamadas las 22.629 Pts a que ascendía el importe de las contribuciones, el alcalde de El Redal, aun advirtiendo de que no se oponía al pago de la cuota que le corres­pon­día, antes había que dilucidar la cuestión de la propiedad de los montes y sus aprovechamientos.

Cargas de leña

Cargas de leña

Los representantes de Ocón molestos, manifiestan que el objeto de aquella reunión era para debatir el pago de la contribución y que no tienen más que aducir a las observaciones hechas

 

“…respecto de los derechos que dicen les corresponden sobre los derechos mancomunados. “

 

Ocón, como se dijo, no aceptó firmar el acta.

Parece como si en la resolución de este enconado asunto los representantes municipa­les practicasen el juego de marear la perdiz.  Porque tres años más tarde, el 27 de junio de 1954, y con el mismo fin, se reúnen nuevamente los cuatro representantes municipales en el Ayuntamiento de Ocón.  Para ello ya se habían juntado un año antes, el 8 de marzo de 1953, en el molino de El Pontigón.  Aunque las críticas y los reproches salen a relucir, en esta nueva reunión el talante negociador de los asistentes es superior a la celebrada en 1951.  Se critica al Ayuntamiento de Ocón que, sin consultar a los demás, ha sacado a pública subasta el aprovechamiento de pastos de Sierra la Hez.  Y además, como esta subasta ha quedado desierta, se la ha adjudicado él mismo por derecho de tanteo.

Proponían los otros Ayuntamientos que para zanjar esta cuestión en amistosa concordia, pagarían la cantidad de 6000 Pts en concepto de la parte que les correspondía del pago de la contribución.  Y de esta forma,

 

“… se perpetuaba la amistad tradicional y buena armonía que siempre presidieron las relaciones entre estos Ayuntamientos. “

 

Pero la novedad más importante de esta reunión en la proposición de crear una comunidad intermunicipal que administra y gobierne los bienes comunes de todos los Ayuntamientos allí representados.  Toman el acuerdo de iniciar las oportunas gestiones para la creación de dicha mancomunidad, que como veremos más adelante, nunca se llevó a efecto.

Dos reuniones más, en los años 1956 y 1960, habrían de convocarse  para debatir nuevamente esta cuestión.  En ellas se alude a la recomendación que les hace la Dirección General de Montes, en fecha 18 de noviembre de 1954, en el sentido de crear esa mancomunidad, cuya presidencia habría de ostentarla siempre Ocón.  También se alude, en referencia al fracaso de dicha creación,

 

“…la inexplicable negligencia que nunca pasó de buenos deseos.”

 

A lo largo de las dos siguientes décadas, el problema parece estacionado sin que haya ninguna referencia a reuniones o acuerdos sobre el asunto.  Los vecinos del valle ascendían hasta Sierra la Hez para acarrear sus «cargas» de leña, que eran cortadas bajo la supervisión del ingeniero de Montes, y con la contrapartida de tener que desbrozar una porción de monte bajo, previamente establecida.

Pero el conflicto se reavivó de nuevo en el año 1981.  El origen estuvo en un anuncio-subasta para el aprovechamiento de los puesto de caza de aves migratorias y de las batidas de jabalí en terrenos de Sierra la Hez.  Como tantas veces había ocurrido en el pasado, los Ayuntamientos del valle hacen causa común contra esta medida, ya que creen que aquel Ayuntamiento es incompetente para tal fin, por tratarse de un monte de propiedad compartida.

La primera reclamación administrativa la efectúan en el Gobierno Civil de la provincia, ese mismo año.  El día 3 de agosto, el Gobernador les cita a una convocatoria conjunta y escucha cuanto tienen que decirle.  El 12 de agosto, y al amparo de aquella convocato­ria, se reúnen en Corera para mantener un cambio de impresiones sobre el conflicto revivido.  La resolución más importante es la de presentar un recurso contencioso-administrativo ante el propio Gobierno Civil, ya que entienden es el órgano competente para defender la propiedad de los municipios demandantes, juntamente con I.C.O.N.A., organismo creado diez años antes.

La Jefatura Provincial de este organismo en La Rioja, en fecha 6 de noviembre de 1981, contesta que los Ayuntamientos reclaman­tes disfrutan de los aprovechamientos de Sierra La Hez hasta el año forestal de 1963-64, y que con la documentación existente, no pueden excluir a estos municipios del aprovechamiento del monte. Contra esta resolución, El Ayuntamiento de Ocón interpone recurso de alzada, ante la Dirección General y en una sorprenden­te resolución excluye a los tres municipios del aprove­chamiento de Sierra la Hez, por ser – dice- propiedad del Ayuntamiento de Ocón.

Rebaño pastando

Rebaño pastando

Uno de los argumentos que este organismo esgrimía para tomar tal resolución era la inscripción que, de manera oculta, había efectuado el Ayuntamiento de Ocón, sobre la propiedad de Sierra la Hez, en el Registro de la Propiedad de Arnedo, en fecha 20 de junio de 1959.  Ante esta resolución a los Ayuntamientos reclamantes no les quedaba otro remedio que acudir a la vía de lo contencioso-administrativo, en demanda promovida ante el Ayuntamiento de Ocón y la propia Administración del Estado.

El litigio dura tres años, y la sentencia se dicta el 8 de febrero de 1985, en la que el juzgado de Primera Instancia de Logroño declara:

 

“- Que el monte Sierra la Hez, de 1800 Has., pertenece en copropiedad y en proindiviso, a los cuatro Ayuntamientos.

 

– Que al no haber mancomunidad para la administración y conservación, debe llevarse a efecto.

 

– La inscripción registral en favor del Ayuntamiento de Ocón, es nula y hay que cancelarla del asiento registral, al igual que la del catálogo de montes de utilidad pública.

 

– Que el Ayuntamiento de Ocón rendirá cuenta a los otros tres, de todos los beneficios que haya producido el monte en los quince últimos años.”

 

Con esta sentencia se pone fin a un siglo de litigios entre los municipios de la antigua Tierra de Ocón, a través de los cuales hemos podido comprobar hasta qué punto tuvo importancia la posesión de tierras, pastos y aguas para la supervivencia de sus habitan­tes, dedicados en la inmensa mayoría a la agricultura o el pastoreo.  La escasez de uno de estos elementos hacían peligrar su economía doméstica, y arropados por sus concejos cada uno defendió lo que, en justicia, creían que les pertenecía.

LA CARRETERA QUE NUNCA SE CONSTRUYÓ

Con fecha 29 de octubre de 1864, menos de un año antes de la segregación de Galilea de la tutela de Ocón, la Diputación Provincial de Logroño acuerda enviar, para su apro­bación por el Ministerio de Obras Públicas, el proyecto de construcción de una carretera de 1.782 metros, para unir Galilea con Corera, y que a su vez empalmara con la construída desde nuestro vecino pueblo hasta la denominada Venta de Rufino.  Para llevar a cabo esta obra, el Ayuntamiento ya había acordado la aportación del 50% de su costo, en sesión plenaria del 6 de marzo del mismo año.

El interés en la construcción de esta vía pública estaba justificado por el aislamiento en que se encontraba nuestro pueblo, para poder dar salida a los vinos y cereales que, con gran esfuerzo, se estaba efectuando a lomos de caballerías ya que la tortuosidad y estrechez de los caminos existentes no permitían otro tipo de conducción. Había también otro interés de carácter social:  emplear a un gran número de jornaleros, que carecían de trabajo, y facilitar así el sustento diario de sus familias.

El trazado sobre el que debía discurrir la carretera no era el mismo que, medio siglo más tarde, se diseñaría para la construcción definitiva de esta vía.  El proyecto señalaba que

 

“…debía partir de la plaza del juego de pelota”

 

y atravesando una calle, que por su anchura no es preciso tocar ninguno de sus edificios, seguirá el camino que conduce a Corera, sin separarse de él.  Con el fin  que su construcción fuese lo más económica posible, el trazado discurriría siguiendo una ladera de bastante inclinación transver­sal, finalizando con dos pronunciadas curvas, a derecha e izquierda, con el fin de evitar expropiaciones y el pago de las mismas.

El terreno sobre el que se desea construir esta carretera, seguía diciendo el proyecto, no tiene accidentes notables en el tramo de Galilea, que ha de seguir el camino viejo; por el contrario, la bajada hacia Corera es mucho más abrupta y su costo más elevado, teniendo en cuenta que la anchura proyectada para la calzada es de 6 metros, de los que 4,5 se destinan para carretera y 1,5 para arcenes.

Atendiendo a los cambios climatológicos, la construcción debería ejecutarse en dos fases: la explanación y el firme en otoño e invierno; las obras de fábrica, a ambos márgenes, en primavera y verano.  Los materiales a emplear -sillería, rajuela, mampostería, etc – habían de extraerse de las canteras que se hallan en la jurisdicción de Galilea, cuya distancia media a los puntos de obra es de 2 Km.  La piedra para afirmar el terreno se extraería de las fincas colindantes al trazado de la calzada, en un radio de 250 m. El presupuesto de contrata ascendía a 11.231 reales.

Este proyecto, que nunca llego a ejecutarse por desconocidas razones, hubiera dado a nuestra localidad un impulso importantí­simo al facilitar la salida de sus productos en condiciones aceptables, teniendo en cuenta que en aquellas fechas, los únicos caminos existentes hacia el valle o la capital, eran sendas de herradura, difícilmente transitables.

Así habría de seguir hasta los años veinte del pasado siglo cuando, al contar con el decidido apoyo de los diputados Alberto Villanueva y Daniel Menchaca, esta carretera sería construída, aunque con un trazado bien diferente al que contemplaba este proyecto.

SEGREGACIÓN DE GALILEA

Gobierno de la Provincia de Logroño.  Administración Local.  Negociado Sexto.  Número, 307

El Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, en Real Orden del 19 de mayo de 1865, recibida la noche de ayer, me dice lo siguiente:

Isabel II

Isabel II

“Visto el expediente instruido por el alcalde pedáneo y mayores contribuyentes del pueblo de Galilea, en solicitud para que se le autorice para formar Ayuntamiento, segregándose de la municipalidad de Ocón, a la cual pertenece como aldea; y resultando de la justificación y datos aducidos que es fundada la petición de que se trata, apoyada además por los informes de los Ayunta­mientos comarcanos, el de V.I. y el de la Diputación Provincial; la Reina (Q.D.G.), ha tenido a bien conceder al referido pueblo de Galilea la autorización que solicita, el cual, desde primero de julio próximo venidero, quedará separado del de Ocón, adoptando V.I. las disposiciones oportunas para que anticipadamente se verifique la elección del nuevo Ayuntamiento, que deberá instalarse el referido día 1 de julio, dándose cuenta a este Ministerio de haberse constituido.

 

Al propio tiempo, es voluntad de S.M., se manifieste a V.I. que la expresada segregación no debe alterar ni introducir innovacio­nes en los derechos, usos, mancomunidades y aprovechamientos que tienen entre sí Ocón y otros pueblos, y Galilea y Ocón, sin perjuicio de que se proceda a  un deslinde definitivo para fijar los términos jurisdiccionales de cada uno de los mismo pueblos, adoptando para ello las bases que se consideren más justas.

 

La Real Orden la digo a V.I. para su conocimientos y efectos correspondientes.”

 

Con esta Real Orden recibida por la comisión de vecinos formada para impulsar la segregación de Galilea se dan por finalizados los trámites previos a la consecución de tan anhelada independencia.  Tan histórica noticia fue acogida con la natural satisfacción por nuestros antepasados que veían en ella el desprendimiento del yugo que históricamente nos había mantenido unidos con la Tierra de Ocón.

El nuevo municipio comienza su andadura el día 1 de julio de 1865.  Ese mismo día, bajo la presidencia de don José Alguacil, alcalde de Ocón, tiene lugar la constitución del nuevo Ayuntamiento.  En el transcurso del acto es leída la comunicación recibida del Gobierno Civil en la que se nombra primer alcalde de Galilea a don Elías Fernández, siendo el teniente alcalde don Aniceto Tejada, acompañados de los concejales Marcelino Viguera, Gabino Ruiz, Agustín Fernández y Andrés Fernández.

Pero a un Ayuntamiento también hay que dotarle del personal necesario para su correcto funcionamiento. Por tal motivo el día 6 de julio se convoca el primer pleno extraordinario en la historia de Galilea en el que se acuerda crear las plazas de secretario y alguacil y sus dotaciones correspondientes.  Para el primer cargo es nombrado don Toribio Muro que ya lo había desempeñado durante quince años en el municipio de Carbonera.

En la Real Orden de segregación se hacía mención expresa al establecimiento de un territorio jurisdiccional para el nuevo municipio, que vendría dado por la incorporación de los terrenos que, en mayor o menor extensión, circundaban el núcleo urbano.  El Concejo de Ocón intenta impedir, con medidas dilatorias, que esta medida sea llevada a cabo en los términos que el gobierno de Isabel II establecía en su R.O.  Por eso el nuevo Ayuntamiento remite una carta al Gobernador Civil de la provincia solicitando,

 

“…  designe un lugar céntrico donde se reúnan, aconsejando sea en el término denominado La Hoya del lago para evitar los entorpecimientos y discusiones que, indudablemente, han de generarse por parte del Ayuntamiento de Ocón, eludiendo, como ya principia a hacerlo, acudir a las reuniones donde han de negociarse la formación del deslinde de la jurisdicción.”

 

Como se ve existe voluntad por parte de las autoridades provinciales para que el amojonamiento se lleve efectúe lo antes posible, aunque, como veremos más adelante, no se producirá hasta 1870.  El 28 de agosto de 1865 el G. Civil contesta a la carta demandante remitida un mes antes por los nuevos ediles informándoles de la resolución tomada.  En ella se conmina al Ayuntamiento de Ocón a presentarse

 

“…a las ocho de la mañana del día 4 de septiembre en el sitio conocido como la Hoya del lago, donde caminarán con la comisión del Ayuntamiento de Galilea, y todos, bajo el perito agrónomo de Montes, acordarán los límites jurisdiccionales de cada pueblo, fijando, al efecto, los mojones que los marquen.”

 

De aquella reunión no salió nada positivo por las posiciones tan alejadas que los comisionados mantenían.

Nuevamente el Gobierno Civil tiene que intervenir citándolos por carta para el día 13 de enero de 1866.  En el texto se les advierte que

 

“…deseando finalizar un expediente en el que hay tantas contradicciones he resuelto que usted, en unión del síndico y dos de los mayores contribuyentes, se presenten en mi despacho el día 23 del actual a las 12 de la mañana.  “

 

Tampoco de aquella reunión habrían de salir los acuerdos necesarios para efectuar el repartimiento ponderado y equitativo de los terrenos que en justicia le correspondían a nuestro municipio.

Mientras el deslinde llega la vida municipal sigue su curso. Vemos asíc cómo el día de año nuevo de 1868 toma posesión como nuevo alcalde don Nicolás Fernández.  Un mes más tarde, amparándose en una normativa del Gobierno Civil en la que insta a los Ayuntamientos a emplear a sus vecinos en la realización de diferentes obras públicas de interés municipal, para evitar la ociosidad de los mismos -decía-, propone que se aborde la obra encaminada a

 

“…la construcción del ramal de carretera desde este pueblo a Corera aprobada por la Diputación con fecha 8 de octubre de 1866, abonando el pueblo el 40% del costo de la misma.”

 

Sin embargo esta obra no se llegó a efectuar ya que la carretera no habría de construirse hasta  el año 1923.

 

Poco tiempo iba a permanecer en el cargo don Nicolas Fernández.  El año 1868 es el año del derrocamiento de Isabel II y del estallido de la revolución septembrina.  Ello trae como consecuencia la destitución fulminante del actual alcalde y su sustitución, por la Junta Revolucionaria de Arnedo, por Dámaso Fernández quien dejaría su cargo el 1 de enero de 1869 a Juan Fernández.

La Garena

La Garena

En febrero de 1869 todavía seguía sin dividirse el territorio del antiguo Concejo de Ocón.  En sesión plenaria celebrada el último día del mes se autoriza al Ayuntamiento de Galilea para hacer el deslinde en el modo y forma que mejor convenga al bien y utilidad del pueblo.  Como tampoco existía amillaramiento individualizado de los mayores contribuyentes de nuestro municipio, el día 4 de mayo tienen que reunirse los Ayuntamientos de Galilea y Ocón en los corrales de la Garena.  En dicha reunión se acuerda el repartimiento de impuestos separados, y debido a que el deslinde jurisdiccional no se ha llevado a efecto, acuerdan que Galilea tome como base los productos que los contribuyentes poseen al día de la fecha.  Esta fórmula, aun siendo conciliatoria, y lo más aproximada posible a la realidad, no es aceptada por la Diputación Provincial rechazándola con el argumento de que,

 

“… para dicho ejercicio próximo 1869-70 no es posible puesto que ya se encuentran terminados los trabajos de redacción  del mencionado repartimiento general que mañana se publicará en el Boletín Oficial, debiendo, por lo tanto, comprenderse unidas las obligaciones ,cuotas y atenciones de los dos pueblos como se ha efectuado anteriormente.”

 

Esta solución exaspera los ánimos de los dirigentes locales que ven en la no división jurisdiccional el origen de estos contratiempos.  Resueltos a conseguir de una vez por todas este amojonamiento, fuerzan a la Diputación Provincial que dé una solución a este problema, que ya dura cuatro años ,y que no hace más que agravar las dificultades para el cobro de los impuestos, individualizándolos de los del Ayuntamiento de Ocón.

Por fin, el 22 de octubre de 1869, el organismo provincial contesta de la siguiente manera, en el expediente que se sigue en esta sección sobre deslinde y amojonamiento de término municipal entre los pueblos de Ocón y Galilea,

 

“… esta Diputación, en sesión celebrada el 17 del corriente, se ha servido resolver: que de conformidad con sus acuerdos de 14 de junio, 6 de julio y 9 de agosto últimos, se proceda inmediatamente al deslinde de la jurisdicción, asistiendo al acto el diputado provincial del partido don Pedro Agustín Herrero que deberá fijar el día para practicar la operación, los peritos facultativos don Canuto Pedro Oñoro y don Juan Caballero, nombrados respectivamente por los Ayuntamientos de Ocón y Galilea; y una comisión de estas mismas corporaciones, teniendo presente que al hacer el deslinde se ha de tomar por baremo, principalmente la población y el valor de las diferentes clases de fincas que se trata de deslindar.”

 

Por fin había un documento claro y conciso en el que se nombran las autoridades políticas y técnicas que han de verificar, y dar forma documental y gráfica al deslinde que los Ayuntamientos afectados deben establecer.  El 28 de abril de 1870 los representantes de estos Ayuntamientos se reúnen en los corrales de la Entra para, en días sucesivos, establecer los doce mojones de más de un metro de altura que han de delimitar el término municipal de Galilea.

Para finales de marzo estos postes se alzaban enhiestos como mudos vigilantes de las propiedades de nuestros antepasados.  El Gobierno Provincial, conocedor de esta división, envía una última carta a los alcaldes de ambas villas para que procedan ordenar a los peritos la verificación del deslinde en forma de proyecto, recorriendo toda la jurisdicción.

Las comisiones de ambos Ayuntamientos quedan conformes con el amojonamiento realizado y dan instrucciones a los peritos nombrados por ambas partes para que redacten la memoria y dibujen el mapa del nuevo término municipal.  Son las propias comisiones las que, en prueba de conformidad y avenencia firman, en los corrales de la Entra, un documento de aceptación de las condiciones allí establecidas, en el que es muy interesante la referencia que hacen a los montes comunes que tantos conflictos habrían de ocasionar en el siglo venidero.  El documento finalizaba de esta manera:

 

“…con lo cual quedó concluido dicho amojonamiento, quedando en jurisdicción de Galilea todo, de mojones adentro, que perteneció a la jurisdicción de Ocón, entrando Cascajos y Barbarés.

 

Quedando proindiviso los montes de toda la jurisdicción sin alterar ni producir innovaciones en los derechos, usos, mancomunidades y aprovechamientos que hay entre sí o con otros pueblos, según conforme está mandado en la R.O. de 19 de mayo de 1865, y conforme las comisiones expresadas firman.”

Después de aquello sólo quedaba que los peritos redactaran un trabajo que por su interés se transcribe íntegro.

 

“La villa de Ocón se halla situada en las primeras derivaciones y al pie de sus estribos de la cordillera coronada de montes, que se dirige de S.E. a N.O., conocida con el nombre de Sierra la Hez, a cuatro y media leguas de la capital, Logroño, y a la misma distancia de la ciudad de Arnedo, a cuyo partido judicial pertene­ce, con sus aldeas.  Su jurisdic­ción se extiende a la parte norte de dicha sierra.

 

Primer deslinde de la jurisdicción

Primer deslinde de la jurisdicción

En las últimas derivaciones se halla situado el pueblo de Galilea, antes aldea también de Ocón, y a la misma distancia, con corta diferencia, de la capital y ciudad antedichas, segregada se su matriz por Real Orden de fecha 19 de mayo de 1865, que motiva el deslinde que nos ocupa su jurisdicción, necesariamente de forma muy irregular, estrechada por las limítrofes, se extiende en el mismo sentido, acercándose a la planicie de la vega del río Ebro; linda por el norte con las jurisdicciones de Murillo y Alcanadre, por este con la de Corera, por sur con la de Ocón y por este con la de Jubera.

 

La línea divisoria norte jurisdiccional para Galilea, en la actualidad, se halla clara y determinada porque existen visibles los hitos o mojones, en la parte confinante con Murillo, desde mojón alto, por la mojonera del Trashumo, hasta la cadena de la Horquilla, y por la confinante con Alcanadre, sirve de límite la cañada que toma el nombre de esta última villa, que según manifiesta un mojón de piedra ostensible que existe cerca de dicha cadena, y por encima de la balsa o abrevadero queda dicha cañada en juris­dicción de Galilea, sin embargo sus márgenes están alteradas por las instrucciones de las heredades confinantes, y sus mojones confundi­dos.

 

La divisoria del este para Galilea es la jurisdicción de Corera, la mayor parte de sus hitos existentes, sin dejar de faltar algunos, ya porque al hacer al amojonamiento, no se pusieron en puntos que se exigieron, ya por que hayan desaparecido, consisten en pequeñas piedras hincadas, confundidas con las del campo, que es preciso saber dónde se hallan, para encontrarlos, por lo que debieran sustituirse por otras más ostensibles, fueron puestas provisional­mente en el año 1862, con motivo de un expe­diente que promovió el Ayuntamiento de Corera, pretendiendo enmarcar su jurisdicción en territorios de El Redal y Ocón, por el comisiona­do del deslinde que lo fue don Telesforo Dean, para el caso de que fuese aprobado, así tubo efecto por el señor Gobernador;  pero el Ayuntamiento de El Redal, reclamó en contra de esta providencia gubernativa, y obtuvo una Real Orden de fecha 5 de marzo de 1862, dejándola sin efecto, y mandando que el pueblo de El Redal siguiese su jurisdicción antigua.  A pesar de esto, la villa de Ocón no se cuido por entonces de restablecer la alteración de la muga, y el pueblo de Corera ha seguido recono­ciendo la jurisdicción que marcó esta nueva mojonera, en oposición alguna hasta la presente fecha, por lo tanto nosotros lo consignamos en nuestro adjunto plano, sin perjuicio de la validez, que sería cuestión separada entre Galilea y Corera.

 

La divisoria jurisdiccional del sur para Galilea, es la determinada por avenencia y conformidad entre los Ayuntamientos de Ocón y Galilea, interesados en el presente deslinde, como consta en el acta que acompaña, cuyos pequeños mojones, puestos provisionalmente para el caso de ser aprobados, deben tener un metro de altura para que sean visibles.

 

Réstanos hacer mención de la divisoria del oeste, que es la parte que confina con Jubera.  Está clara desde el mojón de la cantera de Hoyo Puzcano, hasta encontrar el camino de Ventas Blancas; porque existen mojones que la determinan, y después la pasadilla de Penuquillo, por la que corre el camino de Matascano, que desaparece al llegar al referido camino de Ventas.  Desde este punto se sabe que está pasadilla seguía la dirección del barranco, hasta el mojón donde empieza el término de Barbarés, que está cerca de la colmena de Juan Fernández, por la cual se conocía la jurisdic­ción de Jubera; en este tránsito que recorre dos mil cuatrocientos cincuenta metros, no existen mojones ni la referida pasadi­lla, por haberla destruido el cultivo de las propiedades colindantes, y las variaciones del la dirección de dicho barranco, y por la correspondencia de algunas señales o restos que presentan el terreno de la mencionada pasadilla, sin embargo deben haber hitos que determinan las jurisdicciones con claridad por ser tránsito largo, y para ponerlos en objeto de deslinde de amojona­miento en esta parte entre Galilea y Jubera.  Continúa esta divisoria  con objetos visibles desde el número 47 hasta el número 62, o sea por la partición que se hizo del término de Barbarés, entre Ocón y Jubera, que le tenían proindiviso antes de su venta.

 

Galilea, así como Corera y El Redal, son copropietarios con Ocón y sus aldeas, de cuatro montes que necesariamente y sin perjuicio de sus derechos, quedan en jurisdicción de Ocón; son los titulados: Sierra la Hez, y Vallejondo.  Se hallan conceptuados por su especie arbórea, y puestos en el catálogo según el Real Decreto de 22 de enero de 1862. Los titulados Las Ruedas y El Bardal son enajenables, y sólo pueden ser exceptuados de la venta en concepto de aprovechamiento común o dehesa boyal, según legislación vigente. En las concordias que los pueblos tienen, están consignados los derechos, no sólo respecto de ellos montes y baldíos, sino también sobre pastos, aguas y demás usos y costumbres, que en nada altera este deslinde.

 

Varias son las cañadas y pasadas que contiene la jurisdicción que queda para Galilea: con dirección de S.E a N.O. se dirige la cañada que toma el nombre de Alcanadre; su latitud de noventa varas, equivalente a setenta y cinco metros y veinticuatro centímetros, bordeando la jurisdicción hasta la cadena de la Horquilla.  Continúa de norte a sur hasta los corrales denominados Los Largos, bordeando el término de Barbarés, en cuyo tránsito toma el nombre de La Horquilla.  Se enlaza con la que sube de la Venta de Rufino y, cambiando de dirección de este a oeste, cruza el expresado término con el nombre de Valdiñigaz, internándose en la jurisdicción de Jubera.

 

Desde los expresados corrales, y bordeando el mismo término  continuando la dirección de norte a sur, existe otra de ochenta varas, o sea setenta y un metros y ochenta y ocho centímetros, enlazada con las anteriores, que se dejó al verificar la venta del mencionado término.  Al salir de esta toma otra vez las noventa varas que eran las que tenían establecidas antiguamente, y se pierde al cruzar el río de Galilea en el punto donde pasa el camino Real.  Reducida a camino de herradura, sube por el pueblo de Galilea hasta los corrales de la Matilla.  En estos corrales se dice que se dividió hace algunos años en dos mitades o ramales, uno por donde llaman Valdefrades, que existe hasta Costereña, donde se pierde entre el viñedo; y el otro por el

Costereña

Costereña

camino  de Santa Engracia que, si existe, está reducido a la latitud del camino de herradura.

 

Esta destrucción de las cañadas por los dueños de las fincas colindantes, viene de antigua, y tal vez su abandono por el poco uso y tal vez por la decadencia o falta de grandes ganaderías o cabañas, que se experimentan en la provincia de treinta años a esta parte.  En el término de Barbarés también quedó determina­do el camino de Agoncillo con la latitud de doce varas, equiva­lente a diez metros y tres centímetros que cruza de S.E. a N.O. el relacio­nado término.  Y por último, en la venta que en mayo pasado ha tenido lugar del terreno denominado Plana de la Mata de Valdefrades, se dejó una pasada de cuarenta y cinco varas, equivalente a treinta y siete metros  y dos centímetros, que  bordea dicho término y limita parte de la divisoria jurisdiccional del sur para Galilea.

 

La extensión superficial del territorio de Galilea, comprendida en el perímetro que determina el amojonamiento de  este deslinde, incluida la que ocupan cañadas, pasadas caminos y barrancos incultivables es de novecientas treinta y siete Has. ochenta y cinco áreas y cinco centiáreas, en la cual existe mucha planta­ción de olivo y vid, cuyo número no sentamos en esta memoria por no tener los suficientes datos.

 

Al dar principio a nuestros trabajos de campo, hubiéramos querido, para una plena seguridad, tener a la vista el expediente de este deslinde con los documentos presenta­dos por los pueblos y propieta­rios colindantes con la jurisdicción de Galilea, que es la que tratamos de deslindar, pero, reservándose éste la Excma Diputación provincial, tal vez porque los pueblos no los hayan presentado por carecer de ellos, sólo  hemos recibido comunicaciones que cumplimentamos exactamente como es nuestro deber, en las que se comunica­ban sus acuerdos, viéndonos precisados, por lo tanto, en levantamiento de nuestro plano, a girar las directrices que los mojones existentes, que con gran cuidado e investigación hemos procurado encontrar.”

 

Después de los dos acuerdos tomados por ese centro directivo, en sesiones celebradas en 17 de octubre y en 14 de diciembre de 1863, comunicados por conducto del señor Gobernador, recibimos otro traslado por los alcaldes disponiendo, en sesión de 16 de marzo último, que por estos, se nos ordene la verificación del deslinde, en forma de proyecto, recorriendo la jurisdicción.  En el ínterin, que nos disponíamos a su cumpli­miento, los Ayuntamientos o comisiones de Ocón y Galilea celebraron una reunión el día 28 de abril de 1870, la que tuvo por resultado una avenencia o conformidad del territorio que había de quedar a Galilea, fuese, más o menos, el que le correspondía en razón de la riqueza y vecindario, y pusieron mojones provisionales, en esta línea divisoria, para nuestro conocimiento y la oportuna aprobación.

 

En este caso, los que suscriben, no pueden menos que respetar la avenencia de los pueblos y en cumplimiento del último acuerdo ya referido de esa Excma. Diputación Provincial, proponer también, para su aprobación, la misma línea convenida entre ambos pueblos de Galilea y Ocón, y es la que figura en nuestro plano topográfico.

El documento lleva fecha de 4 de agosto de 1870 y lo firman, los ingenieros Canuto Pedro Orozco y Juan Caballero.”

 

Dos meses más tarde, el 27 de septiembre, la Diputación Provincial aprueba el deslinde y remite carta al Ayuntamiento de Galilea para que se haga cargo de planos y memoria  a fin de conservarlos debidamente custodiados en sus archivos.

La primera vez que se nombra a la jurisdicción de Galilea como tal, es en un documento de 30 de septiembre de este año.  En él se convoca en el término de el Corralón de esta jurisdicción de Galilea a las comisiones de Ocón y Galilea para tratar de aplicar la riqueza del amillaramiento de ambas jurisdicciones.  De las 143.222 Pts con que figura Ocón en su amillaramiento, se asignan a Galilea 35.250 Pts.  Se levanta acta y se remite a la administración económica para que en el ejercicio 1871-72, asigna a cada pueblo su riqueza.

LOS PRIMEROS AÑOS

No se registra mucha actividad en los años en los que ya se ha empezado a caminar de manera autónoma, y el fin de siglo.  Los avatares históricos por los que España atraviesa, también se reflejan atenuadamente, en la historia de Galilea.   Los alcaldes y el concejo son cesados de manera fulminante por los gobiernos convulsos que se suceden por aquellas fechas.  Así, el 8 de marzo de 1875, según Real Decreto del Ministerio de Regencia de 21 de enero de 1872, es cesado el concejo gobernante y sustituido por otro encabezado por Matías Mayayo.

Alfonso XII

Alfonso XII

En los años setenta todavía estaba activa la capellanía fundada por el inquisidor don Juan José Tejada García.  Pero el Estado, amparándose en la leyes desamortizadoras, se adueña y vende los bienes de la misma sin que provea a este pueblo las láminas correspondientes para cobrar los intereses devengados.  El Ayuntamiento decide entonces nombrar, en mayo de 1876, un agente en Madrid para velar por sus intereses.  No parece que las gestiones del agente fructificaran en algo positivo para los intereses del municipio, por cuanto, cinco años más tarde se debe incidir en la misma cuestión para lo cual se redacta un documento que decía lo siguiente: 

Los individuos de este Ayuntamiento que suscriben, en concepto de patronos, nombrados en la escritura de fundación de las dos capellanías instituidas por don Juan José de Tejada Garcia en el año 1715 y con el propio carácter de patronos, el señor cura párroco de este pueblo, don Marcial Barilanga, y don Juan Fernández de la Mata, presbítero de la villa de Ausejo, acordaron lo siguiente: que interesados tan directamente en el carácter de patronos en el cumplimiento de la voluntad del fundador, respecto al levantamiento de cargas espirituales y demás obligaciones que les impone su cargo, en la latitud que la posibilidad de los productos de los bienes que dichas capellanías permitan, acuerdan en la presente sesión que habiendo sido enajenados los bienes por el Estado, y teniendo derecho a percibir y conservar, como recursos procedentes de la venta de dichos bienes para el sostenimiento de citadas cargas, hasta donde fuera posible el importe del 80% e intereses concedido por  el convenio celebrado por el Gobierno con la Santa Sede apostólica, convienen en encargar a don Eduardo Montenegro, vecino de Logroño, todas las gestiones hasta conseguir la expedición de las láminas correspondientes en equivalencia al referido 80% del importe que fueron enajenados los bienes de dichas capellanías y sus interés devengados hasta la fecha, todo con arreglo a las disposiciones vigentes, obligándose oficial y particularmente, tanto el Ayuntamiento como dichos patronos, a remunerar a don Eduardo como premio de tan importante servicio, todos los gastos y gestiones que realice para conseguir el 50% del importe de los intereses que corresponde desde la enajenación de las fincas hasta el día de la expedición de las láminas.

En diciembre de 1876 la escasez de agua no era tan acuciante como en la actualidad; había mucha y de fácil obtención por lo que el municipio decide adquirir los terrenos necesarios para construir  un estanque en el lugar más idóneo que se pueda hacer: en el término de los aguazales.  El terreno es adquirido a don Inocencio Fernández Cereceda y se levanta escritura pública con las siguientes particularidades:

El coste de la compra del solar y la construcción de la estanca se pagará por todos los propietarios del pueblo a razón de lo que corresponda por Ha de tierra que se pueda regar con el agua estancada.  Para hacer nuevas canalizaciones se conviene que cada propietario ha de ser parte de sus propiedades sin pedir nada a cambio.  Si algún vecino del pueblo, o propietario forastero, no quisiese participar en las canalizaciones, cuando quiera regar se le cobrará a 5 Pts la hora de riego.  Dicha agua será vendida entre sus propietarios, pudiéndola llevar el comprador a donde la desee, presidiendo la subasta el Ayuntamiento o, en su defecto, el alcalde. Para estar al frente de los trabajadores que construyan la estanca, estarán el Ayuntamiento y los propios propietarios.

La superficie vendida fue de 34 a. y 95 ca. La escritura se hizo en Ausejo, en la escribanía de don Longinos Ciordia.

Caminos intransitables

En estos años finales de la pasada centuria existe una verdadera preocupación entre el vecindario para dar una solución definitiva al estado tan calamitoso en que se encontraban los caminos que parten desde nuestra localidad hacia Logroño y hacia el valle de Ocón y la Rioja Baja por otro.  Piensan que una de las soluciones  pasarían por establecer un impuesto alcabalatorio para los vinos que se importen y exporten a nuestra localidad por lo que establecen una cuota de un real por cántara para todo el vino que salga o entre en nuestra localidad fuera cual fuere su destino y procedencia, siempre que sea de las jurisdicciones de Jubera, El Redal, Corera y Ocón, exceptuando lo que va destinado para consumo de pastores o para quien salga a recolectar los frutos.  Si la venta es en uva, pagará 12 céntimos por arroba.

En mayo de 1897 el ingeniero jefe de obras públicas de Logroño, por acuerdo de la Diputación Provincial, comienza a redactar

 “…un proyecto y estudio del camino de este pueblo a empalmar con Corera.”

En el año 1900 el Ayuntamiento da cuenta de una carta que dirige a este municipio don Práxedes Mateo Sagasta, a la sazón, presidente del Gobierno, en la que  da cuenta de la aprobación en ambas cámaras de la carretera que fue solicitada por los Ayuntamientos de Murillo de Río Leza, Galilea, Corera, El Redal hasta empalmar con la venta de Ausejo. Agradecidos por tal deferencia los miembros del concejo acuerdan contestarle en los siguientes términos:

                        

Exmo. Sr. D. Práxedes Mateo Sagasta

Sagasta

Presidente del Consejo de Ministros

MADRID

Exmo. señor:

Recibida la grata y fausta noticia de la aprobación en ambas cámaras de la carretera que partiendo de Murillo de Río Leza pasa por estos pueblos de Galilea, Corera y El Redal, con terminación en la venta de Ausejo. Reunido el Ayuntamiento de mi presidencia (Leopoldo Fernández) en sesión pública extraordinaria, acuerda expresar a V.E. nuestro profundo agradecimiento por el singular y especial favor que acaba de dispensarnos.  Al mismo tiempo, este Ayuntamiento que presido, haciéndose intérprete de los justos deseos y aspiraciones de todo el vecindario, le ofrece el más fiel y cordial testimonio de su distinguida consideración, expresando de su poderosa iniciativa y poderoso influjo no aminorará el justo interés y aptitud que ha desplegado en este asunto para que, una vez sancionada y promulgada dicha ley, no se demore el señalamiento y ejecución de dicha carretera, que ha de abrir en todos estos pueblos del Valle de Ocón, nuevos y únicos horizontes de vida y prosperidad.

Haga extensiva nuestra gratitud, y en nuestro nombre dé las más expresivas gracias a los tres diputados de la comisión que formularon el dictamen acerca de la proposición, ya proyecto de ley.”

Es evidente que se pecaba de excesivo optimismo ya que, el trazado de esta carretera tardaría todavía un cuarto de siglo en efectuarse.  Nuestros abuelos tendrían que seguir sufriendo lo indecible para transitar y transportar el resultado de sus cosechas por los angostos caminos de nuestra jurisdicción.

Pero es que, además, tenían que hacer frente a las adversas condiciones meteorológicas que se dabas por aquellas fechas.  Se tiene que acudir a la invocación mariana con la esperanza de doblegar la negativa climatológica a regar nuestros campos.  No es de la autoridad eclesiástica sino de la municipal de donde parte la iniciativa de celebrar una novena a la Virgen de Gracia con el fin de que, con la oración y la penitencia, alcanzar un agua, abundante y copiosa, para regar nuestros campos.

Esta decisión se le comunica al párroco que acepta gustoso, acordándose que en la tarde del día 25 de abril de 1893 sea trasladada su imagen de la ermita a la parroquia, y el 26 dé comienzo la novena.  Al párroco se le abonarían 90 Pts, siendo de su cuenta el sermón y la cera consumida.  Dos años más tarde, en el mes de mayo, vemos que se repite la mima acción por las mismas causas.

No debieron tener mucho éxito estas rogativas ya que, en marzo de 1897, se contesta a un requerimiento de la Diputación Provincial en el que se conminaba al Ayuntamiento a pagar sus deudas en los términos siguientes:

 “… enterados los concurrentes ( al pleno extraordinario) acuerdan contestar que es de todo punto imposible el pago de estas deudas, en atención a que el vecindario se halla en la última miseria a consecuencia de la sequía y la nube de piedra que cayo sobre los campos de los cosecheros en el pasado año, y por lo tanto no pueden atender a los pagos que se les tenía impuestos ya que apenas pueden dar alimento de un pedazo de pan a sus pequeños hijos.”

O esto no era del todo cierto o la climatología cambió súbitamente, de manera favorable, con el inicio del presente siglo puesto que, en octubre de 1901, se acuerda la forma de hacer una función en la ermita de Nuestra Señora de Gracia, en acción de gracias por la magnífica recolección de frutos obtenida en esta localidad.

En vista de los buenos sentimientos del alcalde Bonifacio Fernández, se acuerda celebrar una fiesta, el día 26 de octubre.  En la ermita ha de haber una misa solemne por la mañana con sermón y procesión por la tarde.  De esta manera queda instaurada, de manera oficial, la fiesta de Acción de Gracias que, ininterrumpidamente, se viene celebrando año tras año.

LAS VIAS PECUARIAS

El término jurisdiccional de Galilea, al igual que gran parte de otros municipios de La Rioja, están atravesados por una amplia red de cañadas, cordeles y veredas que han facilitado, desde la Edad Media, el tránsito de ganado de norte a sur de la Península, en busca de más y mejores pastos.  El trazado de estos caminos -vías pecuarias- se ha visto alterado, en el presente siglo, de tal manera que, en la actualidad, es difícil reconocer por dónde  discurrían estas vías que el progreso y la civilización se han encargado de hacerlas desaparecer.  Afortunadamente parece ser que los poderes públicos han tomado conciencia del expolio ejercido sobre estos trazados y se están dictando las leyes pertinentes para recuperarlos y protegerlos.  Tarea harto difícil si se tiene en cuenta que, en las pasadas décadas, la desidia de las instituciones ha permitido, entre otros atentados, que sobre su trazado se construyesen autopistas, se levantaran edificaciones, o simplemente, fuesen absorbidas por los propietarios colindantes.

Vía pecuaria

Vía pecuaria

En el deslinde efectuado en nuestro término municipal en el año 1870 ya se contemplaba la futura demarcación de las dos cañadas que atraviesan su territorio: la cañada real de Alcanadre, y la cañada de Valdiñigaz. 

La cañada Real de Alcanadre, como su nombre identifica, tiene su origen en aquel municipio, y a su paso por nuestra jurisdicción hay que diferenciarlo en tres tramos.  Estos tramos obedecen a la sinuosidad de su trazado, desde que entra en territorio de Galilea, por su lado norte, hasta que lo abandona por tierras de Jubera, abandonándola por dos veces, para volver a ella otras tantas.  El primero de estos tramos procede del término de Corera y sigue junto a la linea de demarcación territorial del término de Alcanadre a la que lleva por linde a su derecha, para alcanzar el mojón de los tres términos (Alcanadre, Corera y Galilea) donde se divide en dos ramales.  Uno se interna en heredades de Agoncillo, y el otro, formando el segundo tramo, gira hacia la izquierda cruzando la carretera Nacional 232 y la Autopista A-68 y siguiendo en línea recta hasta el descansadero de Los Largos. 

Desde estos antiguos corrales sigue por la nea divisoria con el término de Corera hasta llegar al barranco de Lobaco, abandonando la línea amojonada y adentrándose en la jurisdicción vecinal.  Vuelve a entrar en nuestra jurisdicción por el camino de los carros, conformando  el tercer tramo, donde confluye con el primer ramal del camino hacia la Costeruela, para dar vista a la ermita de Ntra Sra. de Gracia.  De allí sigue por las  eras (hoy bodegas) de El Cortijo para incorporarse a la calle Alberto Villanueva, entre los números 35 y 37, a través de la cual continúa su trazado hasta tomar el camino antes llamado de Las Calaveras, y continuar en dirección al paraje denominado Plana La Mata.  A la altura de la antigua casa de La Mata toma la linea jurisdiccional  de los términos de Galilea y Ocón para dirigirse a los corrales de La Entra que los deja a mano izquierda, y seguir hacia los de Capón que quedan en el centro de la vía pecuaria.  Desde allí se adentra en territorio de Santa Engracia de Jubera. 

La cañada de Valdiñigaz nace del segundo tramo de la Cañada Real de Alcanadre y saliendo desde el descansadero de los Largos en dirección a poniente, sigue el camino de Prado Almarza, para ir a morir a la  jurisdicción de Santa Engracia de Jubera. 

La primera acta de deslinde y delimitación de esta vía pecuaria, se remonta a 1923.  Bajo la dirección técnica del Ingeniero don Antonio Almiral se crea una comisión de trabajo formada por miembros del Ayuntamiento y   

“…ancianos conocedores de las cosas del campo “ 

Cañada Real

Cañada Real

para proceder a señalar claramente los límites de estas pasadas de ganado.  La base esencial del conocimiento de su trazado es la certificación del Archivo de la Asociación General de Ganaderos del Reino, los antecedentes del plano de deslinde de la jurisdicción de Galilea, en su separación de Ocón, y el conocimiento directo de quienes, por su edad, podían dar fe de lo acaecido en el último medio siglo.  Los trabajos de extendieron desde el día 1 hasta el 5 de octubre de 1923.  Entre los hechos más destacables caben señalar que la superficie invadida por los propietarios colindantes, sumaba algo más de cinco hectáreas.  Hubo reclamaciones ante el Director General de Agricultura y Montes, por parte de los agricultores intrusos como los denominaba el expediente, pero de nada sirvieron. 

Treinta y nueve años más tarde, en octubre de 1962, se lleva a cabo una nueva reclasificación de estas vías pecuarias,  

“…cuya anchura se considera excesiva, por estar de antiguo clasificadas como cañadas, pero con una ocupación permanente de sus tres cuartas partes. “ 

El proyecto seguía justificando la calificación aduciendo  

“…el escaso tránsito de ganado que casi es utilizado, exclusivamente, por la ganadería local.” 

Al final, para contentar a ganaderos y agricultores, se declara excesiva la anchura de las mismas, proponiendo alterar su calificación de la manera siguiente:  

“…la cañada real de Alcanadre queda modificada, en su primer tramo, a cordel (37,61 m), y el segundo y tercer tramo, a vereda (21 m ), al igual que la cañada de Valdiñigaz».

 

El 4 de febrero de 1963 esta reclasificación es aprobada por Orden Ministerial, siendo publicada en el B.O.E. del día 12 del mismo mes.

CONSTRUCCIÓN DEL ANTIGUO AYUNTAMIENTO

El antiguo edificio del Ayuntamiento, que pervivió a lo largo de sesenta años, hasta que fue demolido y sustituido por el actual, fue construido gracias  a la ayuda concedida por el

Ayuntamiento antiguo

Ayuntamiento antiguo

Estado por motivos bien ajenos al de la construcción de un edificio público.  Las heladas y pedriscos que se produjeron en los años 1918 y 1919 fueron tremendamente dañinos para los cultivos de cereales y hortalizas.  El Gobierno, quiere auxiliar a los damnificados por los desastres naturales, publicó  una Real Orden con fecha 27 de octubre de 1919 en la que distribuía las cantidades concedidas, para paliar las pérdidas ocasionadas.  La Real Orden establecía que, la subvención concedida podría percibirse para ser destinada a dos objetivos bien distintos: como ayuda para los agricultores con que fuera grabada sin ningún tipo de interés, pero reintegrable a la Hacienda Pública, transcurrido diez años; y otra como donación graciosa y perpetua si se invierte en la realización de alguna obra pública o de interés general para el vecindario de Galilea.  La cuantía de la subvención ascendía a la cantidad de 21.492,10 Pts. 

El 10 de diciembre de 1919 se reúne el pleno del Ayuntamiento para determinar el destino de esta ayuda estatal.  En esta, y en posteriores reuniones, desechada la primera opción que el Estado ofrece, se discute sobre el mejor destino para invertir estas cantidades en edificios que supongan un beneficio para el común de los vecinos.  Se barajan varias opciones: escuelas, casas para el maestro, oficinas judiciales y casa Consistorial.  Finalmente, y de acuerdo con el vecindario, se deciden por esta última opción. 

Habrían de pasar dos años hasta que el 16 de abril de 1922, en sesión plenaria se decide dar comienzo a la construcción del nuevo Ayuntamiento  

“…en solar propiedad del municipio , junto al juego de pelota, de la casa destinada a oficinas del Ayuntamiento y del juzgado.  El solar que dispone el Ayuntamiento -seguía diciendo el acta- no es suficiente para construir las dependencias citadas, y, sin embargo, existen unos rincones contiguos a dicho solar, al juego de pelota y a la finca propiedad de Simón Eguizábal, que por su forma irregular no pueden aplicarse, y entienden que tomando parte del solar del juego de pelota, además de estos rincones irregulares, podrían permutarse por una superficie parecida de la propiedad de Simón Eguizábal, con lo que el solar destinado a la construcción del Ayuntamiento sería suficiente”. 

Puestos sobre el terreno, y tomadas unas líneas para comprobar cómo habría de quedar el nuevo solar, vieron que, si se tomaba parte del frontón y parte del solar de Simón Eguizábal, dejando para éste los rincones antes mencionados, el solar resultante era idóneo para el objetivo que se habían marcado.  Llamado al Ayuntamiento el propietario del solar, y oída la proposición del concejo, no puso ningún inconveniente en aceptar el cambio del terreno aunque para ello 

“…la pared divisoria entre su corral y la pared del Ayuntamiento que va de norte a sur, habría de trasladarse cuatro metros hacia el oeste, es decir, hacia su casa; y la que llamamos pared del lado derecho del frontón, que corre de oeste a este, habría de continuarse, hecha de ladrillo, con la que separa el frontón del solar con la otra pared antedicha…” 

 

Frontón antiguo

Frontón antiguo

Decididos por tanto a levantar el edificio de la nueva casa Consistorial, asisten a una reunión en la capital con el ingeniero jefe de Obras Públicas y el arquitecto provincial para intentar prescindir de la formación de planos y proyecto, ya que de lo contrario habrían de ocasionar grandes mermas al capital.  Esta reunión obtiene un resultado positivo y el día 9 de septiembre de 1922 se les comunica que pueden prescindir de planos y proyectos para la nueva edificación.  Una vez sorteado este requisito, deciden que, sin pérdida de tiempo, se contraten a los albañiles y auxiliares que han de ejecutar la obra  

“…ayudándoles la corporación en pleno, y su secretario, en todo aquello que necesiten.” 

Consecuentes con el talante ahorrativo que habían demostrado al iniciar esta obra, en el mes de diciembre de 1922 se trasladan a Logroño nueve peones que, durante seis días, se dedican a recuperar 17 vigas y 132 bóvedas de un edificio derribado por las monjas Concepcionistas de la capital.  A la vez compran 3900 tejas y 3000 ladrillos que son transportados a Galilea juntamente con el material anterior, con trece carros.  El sueldo de los peones, su manutención, además de las diez fanegas de cebada consumidas por las caballerías, ascendió a 677 Pts.  Las vigas costaron a 20 Pts cada una; las bóvedas a 12; los ladrillos y las tejas a 10 Pts el ciento. 

Además de estos materiales se adquirieron otros como, tres balconadas de 2,60 m x 1,40 m, once ventanas de 1,70 x 1,40 m; diez metros de barandilla de madera; 2.706 sacos de yeso pardo; un balcón corrido de 12 metros x 0,75 de saliente y otros muchos más elementos. 

Con estos materiales los albañiles Aquilino Marín, Esteban Aragón y Patricio Pascual, además de diez y nueve peones, construyen el nuevo edificio del Ayuntamiento.  Sus honorarios y los de los peones ascendieron a 4.077 Pts. En Octubre de 1923 la corporación llevaba gastadas 15.783 Pts del total entregado por el Estado, como ayuda por las heladas y pedriscos de 1918.  En abril de 1924 las obras todavía continuaban sin ser acabadas ya que con el cambio de alcalde, una de las primeras medidas que adopta el pleno es  

“…autorizar al alcalde para que, a la mayor brevedad posible haga terminar las obras de la casa Consistorial, tanto tiempo ya comenzadas, y tan pronto se halle en condiciones, se adquiera el mobiliario que a su juicio se precise, y tan pronto se halle todo en condiciones, disponga el traslado al nuevo edificio.” 

Las obras finalizan hacia septiembre de 1924 y en esta fecha se formaliza la cuenta de gastos ocasionados y se remite para su aprobación al ingeniero jefe de obras públicas según mandato de la Real Orden que concedió la subvención.  Su inauguración debió coincidir con la finalización de la nueva carretera de Logroño a Ocón, en la que tanto tuvieron que ver los diputados Alberto Villanueva y Daniel Menchaca ya que, en la misma fecha, adquieren las placas de las nuevas calles que poco antes les habían dedicado, y los rótulos identificativos del nuevo edificio del Ayuntamiento. 

Frontón antiguo

Frontón antiguo

Una vez instalados en el nuevo inmueble se toma el acuerdo de vender, en pública subasta, el edificio que hasta la fecha estaba destinado como oficina municipal, cuya denominación popular era la de casa antigua del pueblo.  Este viejo edificio, situado en la calle Daniel Menchaca, fue subastado el día 8 de diciembre de 1924 previa convocatoria al vecindario, mediante toque de campana.  El precio de salida fue de 1.000 Pts.  Después de pujar varios vecinos , el edificio fue adjudicado a Clara Morales por la cantidad de 1.200 Pts. 

Un año antes de finalizar la construcción del nuevo Ayuntamiento, los mozos  de la localidad formulan una petición verbal al alcalde pretendiendo se les ceda en arrendamiento, para ser destinado a salón de baile, el local que se había construido en la planta baja.  En caso negativo, solicitaban la vieja casa del  Ayuntamiento, aunque sus preferencias se inclinaban por el primer local.  Parece que la nueva corporación no estaba por la labor de contentar a sus jóvenes vecinos ya que acuerdan  

“…no discutir el asunto por ser de suyo tan sencillo, y la petición tan injusta como atrevida, y acordaron negar la primera y acceder a la segunda.” 

Con la llegada de una nueva corporación municipal, y como consecuencia también de la venta del edificio antiguo, el pleno cambia de actitud, y en noviembre de 1925 arrienda a los jóvenes los bajos de la nueva casa Consistorial.  Sin embargo se les exigía una serie de requisitos: el salón debería estar cerrado durante  el día y la noche de Todos los Santos, en Semana Santa y en las fiestas de San Roque.  Además, los mozos, se comprometían, mediante gratificación por el Ayuntamiento de 100 Pts, de contratar, para los días 16 y 17 de agosto, una banda de música que tocase al aire libre.  El precio del alquiler era de 200 Pts anuales, pagaderas el 1 de diciembre de cada año. 

En estas condiciones continuaron disfrutando de este local  hasta el 1 de julio de 1929, fecha en la que el Ayuntamiento les dispensó del pago del alquiler, siendo a cargo de los jóvenes únicamente, el gasto de la luz y el mantenimiento del local.

LA FUENTE DE «EL CUCO»

Una de las fuentes más representativa de este pueblo, sino la que más, es la fuente de El Cuco.  A lo largo de su existencia su estructura ha cambiado varias veces de forma hasta llegar a su situación actual.  De ella se suministraban el agua nuestros abuelos cuando su conducción hasta los hogares era todavía una quimera.  A ella acudían las mujeres de este pueblo, hiciese frío o calor, a lavar la colada y a comentar cualquier incidencia acaecida a lo largo de la semana.  Su caudal siempre fue abundante como lo prueba el hecho de que, los vecinos de otros pueblos acudiesen con sus vasijas, previa autorización del Ayuntamiento, a proveerse de este líquido imprescindible. 

Fuente de "El Cuco"

Fuente de «El Cuco»

A principios de siglo esta fuente sólo era un pequeño manantial, a nivel de suelo, que suministraba el agua a la estanca que lleva su nombre.  Como consecuencia de la construcción de la carretera de Murillo de Río Leza a Galilea, esta fuente queda al descubierto.  En el mes de julio de 1922, el Ayuntamiento decide enviar una muestra de estas aguas al laboratorio Provincial para que sean analizadas y, de resultar potables, colocar una nueva fuente 

 “…en la chopera de doña Blasa Fernández. “ 

La compra de la chopera se realiza pagando por ella 200 Pts. 

Meses más tarde se da comienzo al alumbramiento de las aguas  

…en el cruce del camino de arriba -la carretera aun está en embrión- con el que sube llamado del cuco, donde se instalará una arqueta, guiando las aguas camino abajo a encontrar las actuales de dicha fuente, donde quedarán acopladas, instalándose una modesta fuente en condiciones, que merezca tal nombre.” 

El trayecto de 123 metros que separa la arqueta de la fuente, se cubre con tubería cuyo coste asciende a 1.500 Pts,.  La ejecución de la obra es encargada al vecino Pedro Álvarez de Aguilar, cuyo presupuesto total fue de 2.728,20 Pts, siendo finalizada en agosto de 1924.  En el siguiente año, como la obra parece ser que quedó inconclusa, el Ayuntamiento decide, dada su situación desahogada, continuar con la ejecución de esta obra.  El nuevo alumbramiento de aguas se efectúa en el término de la Hoya, haciendo excavaciones lo más profundas posibles.  Posteriormente y mediante veredas, se construyen los canales de conducción y las arquetas, con tierra transportada, a lomos de caballerías, desde el término de Vista Alegre.  Bien sea por las inclemencias del tiempo o porque los trabajos efectuados no llegaron a finalizarse,  en 1926, un año después, ha de encementarse el río y arreglar el camino ya que su estado no era el más idóneo para el fin que fueron construidos. 

Fuente de "el Cuco", anterior

Fuente de «el Cuco», anterior

Un nuevo e importantísimo impulso recibe esta fuente como consecuencia de la disolución del Sindicato Agrario Católico.  En 1937 este Sindicato es disuelto por común acuerdo de sus asociados, y los fondos patrimoniales  se destinan a construir una fuente y un lavadero públicos.  Sin embargo las consecuencias de la Guerra Civil hacen que los trabajos no puedan dar comienzo hasta el mes de marzo  de 1941.  En esta fecha se redacta un contrato de obras, por ajuste, con el albañil Máximo López Carrillo, bajo proyecto de Melitón Martínez, persona no legalmente autorizada pero sí aceptada por la comisión liquidadora del Sindicato.  Este contrato sufre un incremento del 80% sobre el efectuado en 1937 y, entre otras condiciones, establece que, el lavadero no ha de llevar tejado de uralita y sí de teja curva.  Que los materiales y los trabajadores a emplear serán preferentemente del pueblo. 

Este proyecto contempla la construcción de una fuente, de dos caños opuestos; un lavadero en posición perpendicular al trazado de la carretera, abierto y con dos hileras de cemento liso donde poder lavar la colada; y, por último, más al norte, un abrevadero para las caballerías.  Todas estas obras se finalizaron el 31 de octubre de 1941, y su costo total fue de 5.768 Pts.  A este importe habría que sumar 200 Pts por la compra de una chopera a Guillerma Sáez con el fin de ampliar la superficie donde instalar ésta.

Fuente de "el Cuco", original

Fuente de «el Cuco», original

A lo largo de 34 años estas construcciones, levantadas con tanto empeño, formaron parte del paisaje urbanístico de nuestra localidad.  A ellas acudieron, con mayor o menor frecuencia, nuestros antepasados y fueron el centro de reunión de nuestros abuelas que, con el propósito de lavar la colada aprovechaban para discutir sobre asuntos del municipio; los hombres que abrevaban sus caballerías después de una jornada de trabajo, camino de sus hogares; sus dos caños opuestos se veían concurridos por los agricultores que hacían una parada en sus trabajos de hortaliza, y aprovechaban para refrescarse y comentar las incidencias del tiempo.

Y así se continuó hasta el final de la década de los años cincuenta en que el progreso trajo consigo la traída de aguas a los domicilios.  Esto hizo que las instalaciones del lavadero fueran abandonándose poco a poco, acarreando la destrucción progresiva del mismo.  Más tarde, la maquinaria agrícola fue sustituyendo a los animales de tiro y carga y, en consecuencia, también las instalaciones del abrevadero fueron deteriorándosen.  En el año 1.974, éstas eran una ruina, por lo que en 1975 son definitivamente demolidas.  Aquella fuente de dos caños opuestos y con cierto sabor a reliquia es reconvertida en una fuente hormigonada y fría, rodeada de maleza y de zarzales. 

Doce años más tarde, aprovechando las piedras de granito del antiguo trujal, se construye a su alrededor una plaza, colocando éstas a modo de mesas para el disfrute de nuestros vecinos. 

DE LA ESCUELA DE PATRONATO A ESCUELA NACIONAL

Don Anselmo González González nació en Galilea en el año 1750.  Perteneció a esa pléyade de riojanos ilustres que en la segunda mitad del s. XVIII tuvieron que emigrar a tierras del sur, estableciéndose en la ciudad de Cádiz donde se dedicó  toda su vida a la actividad mercantil, acumulando una gran fortuna.  El 26 de septiembre de 1810 encontrándose enfermo, y al no tener herederos forzosos,  pues era soltero, otorgó poder para testar en su nombre  a favor de Esteban Gastaca, José Puyados y Clemente Fernández Elías, quién años más tarde sería también albacea de Juan Esteban Elías, fundador de la escuela de Soto de Cameros y ejecutor de su voluntad, y les nombró sus herederos fideicomisarios, solidaria y mancomunadamente, para que aplicaran el importe de su caudal, una vez liquidada su testamentaría, al único comunicado que les dejaba.  Este comunicado consistía en que lo sobrante  de sus bienes, en caso de haberlo, se aplicasen a la mejor enseñanza e instrucción , en primeras letras, de los niños pobres de Galilea, su pueblo natal, bajo la dirección, vigilancia y cuidado de los señores cura y alcalde del mismo pueblo a quienes, desde este momento instituía también en patronos.

Asimismo disponía que, en caso de que sobrase dinero después de pagar al maestro o maestros que se estimasen precisos para los mayores adelantamientos de la juventud, instrucción de la doctrina cristiana para que llegasen  a formar a aquella juventud útil a la religión y al Estado, se les diese a los niños libros, papel, tinta, plumas y demás que se necesitase, además de alguna ropa.  El capital que se destinase a este fin había que invertirlo para que con sus productos se garantizase la perpetua duración de la obra pía que se constituía. 

Un "recibí

Un «recibí

Anselmo González murió al día siguiente mismo de dar poder, a las nueve de la noche.  Inmediatamente sus albaceas iniciaron los trámites de la testamentaría, pero la tarea no fue fácil.  Duró catorce años.  La mayor parte de su caudal consistía en créditos de dudoso cobro, pero por fin consiguieron reunir fondos suficientes con qué cubrir todas las obligaciones, y dejaron sobrante  suficiente para aplicarlo a la Fundación de la escuela.  El 15 de diciembre de 1824 se reunió la junta de acreedores donde se aprobó el estado de cuentas y el pago de acreedores.  El día 24 del mismo mes de diciembre, los albaceas, para desembarazar sus conciencias de esta carga, antes de que una  imprevista muerte les impidiese hacerlo, decidieron transferir esta institución y nombramiento de herederos en los ministerios eclesiástico y secular, representados en los señores cura y alcalde de Galilea para que, sin pérdida de tiempo, tomasen el resto de los bienes de la testamentaría de don Anselmo González, tal y como resultaban del estado que, judicialmente,  habían presentado, y les diesen, bajo su responsabilidad, de la que ellos se descargaban, la aplicación puntual y exacta. 

Encargaban a los señores cura y alcalde, y a los que en lo sucesivo les sucedieran, el que procurasen cumplir con su responsabilidad el mejor desempeño de esta escuela pública y la conservación de sus capitales , con cuyo fruto se habría de sostener, por ser todo conforme a la voluntad del fundador.  El capital fundacional, además del invertido en la construcción del edificio,  escuela y vivienda y en la adquisición de huerto para el maestro, ascendía a 156.000 reales, muy inferior al que se había desembolsado para otras escuelas de similares características, como la de Ajamil,  Aldeanueva de Cameros y mayor incluso que el inicial de San Román.  En 1956 estaba invertido en títulos de la deuda perpetua interior al 4%, por un valor de 39.000 Pts. 

En 1922 se clasificó como Fundación benéfico particular docente, y el 15 de mayo de 1923 la escuela se convirtió en escuela nacional.  El día 9 de diciembre de 1946 se transmutaron los fines de la Fundación, y la renta de su capital se destinó a mantener las obras circunescolares, premio de los alumnos de mayor aplicación, ropero, formación de biblioteca escolar, ayuda y estudio a la catequesis parroquial, y de los círculos de estudio de Acción Católica. El 7 de marzo de 1947 se aprobó el reglamento por el que habría de regirse estas obras circunescolares. 

Esta escuela de Patronato funcionó a lo largo de 100 años bajo la presidencia de los patronos, cura y alcalde respectivos.  El 28 de abril de 1919, la Junta Local de Primera Enseñanza , encargada de velar por los intereses de la enseñanza en nuestra localidad, dirige una comunicación al Ayuntamiento para iniciar los trámites de sustitución de la escuela de patronazgo por escuela nacional.  Fundamentan su escrito en el hecho de que en el último censo de 1910, Galilea tenía empadronados 568 vecinos y este hecho le hacía merecer una escuela nacional de niños puesto que ya contaba con una de niñas. 

Pero además había otras poderosas razones que avalaban esta petición de la Junta Local.  Argumentaban que la creación de esta escuela era de una urgencia extremada, dado que la escuela de patronato había interrumpido su funcionamiento porque el patrimonio que legó el fundador había disminuido hasta casi desaparecer; pero sobre todo porque las retribuciones de los maestros de las escuelas estatales eran muy superiores a las que pudieran ofrecerse a las de patronato, siempre ligados al patrimonio de su fundador.  Por tal motivo resultaba muy difícil sustituir a los maestros que abandonaban su cargo por cesar en sus funciones, o por haberse promocionado a los de titularidad estatal. 

El escrito de la Junta Local de Enseñanza conminaba al Ayuntamiento a que formulase el expediente oportuno ante la superioridad  

…a fin de que se cree una escuela nacional de niños en sustitución de la de patronato.” 

Paralelamente, y en el mismo sentido, los copatronos de la Fundación, como máximos responsables de la misma, dirigen a su vez otro escrito al Ayuntamiento manifestando la dificultad que entraña el mantenimiento de la escuela de niños  

…con los solos recursos que le dotó el fundador, los cuales disminuyen progresivamente para mantener con decoro un maestro, además de dotar a la escuela del material necesario.” 

Retribuciones

Retribuciones

Esta circunstancia habría motivado la renuncia del actual maestro Don Cesareo Alonso para trasladarse a la escuela nacional de Ávalos.  En este sentido informaban que el sueldo anual del maestro estaba estipulado en 825 Pts, de las que la fundación sólo podía abonarle 395, siendo de cargo del Ayuntamiento las otras 430.  Justificaban la liquidación de la escuela siguiendo el espíritu de las declaraciones del fundador que, en su testamento, establecía que los bienes que legaba quedarían, con sus intereses, afectados al fomento de la enseñanza primaria de su pueblo. 

Los co-patronos creían interpretar fielmente la voluntad y disposiciones de aquel hijo insigne, poniendo dichos bienes a la disposición del Ayuntamiento a fin de que éste pudiera dar mayor esplendor a la nueva escuela que ha de crearse.  Aconsejaban los patronos, en su escrito, que los fines a los que podían destinarse los fondos que quedaban de la Fundación bien pudieran ir a mejorar el local de la escuela nacional de niños, que ha de crearse; reforzar el material pedagógico de dicho centro; a premios para la mejor asistencia de los niños pobres; y a premiar a los maestros cuyo celo e interés por la enseñanza sean reconocidos como extraordinarios por las autoridades locales. 

A la vista de estos dos escritos los asistentes a la reunión tomaron el siguiente acuerdo: 

1.- Solicitar de la superioridad  la concesión de una escuela nacional de niños por tener este municipio más de 500 almas. 

2.- Aceptar la oferta de los copatronos para que los intereses de los bienes que administran sean invertidos  en mejorar la enseñanza de la escuela nacional de niños. 

3. Contraer el compromiso por parte del Ayuntamiento que, una vez  que la escuela nacional de niños se cree, dotarle de un local, casa-habitación para el maestro y material escolar.  Si no se dispusiera de casa, habilitar  una partida del presupuesto para el arrendamiento. 

4. Que sin demora alguna se inicie expediente ante la superioridad por carecer de maestro la escuela de Patronato y ser difícil encontrar un profesor que se preste con un sueldo inferior al ofrecido por el Estado.” 

El alcalde, Leopoldo Fernández, hace valer su amistad con el diputado nacional por Torrecilla don Alberto Villanueva y el día 1 de mayo de 1919 le dirige una carta a la que el diputado contesta,  

…con mucho gusto se hace cargo de su carta y se ocupará con el mayor interés del asunto que tanto le interesa.”   

Los contactos son intensos en este mes de mayo puesto que don Alberto Villanueva remite una nueva carta al alcalde en la que le dice lo siguiente: 

 

 

 

Recibo su carta, y me escribe con el mayor interés don Alberto Gutiérrez de Barcena, -diputado provincial por el mismo distrito que el Sr. Villanueva que también intercedió de manera activa en los logros de nuestro pueblo, pero que no tuvo el reconocimiento de aquél- sobre el mismo  asunto «escuelas».  Teniendo usted presente mi constante actuación durante el cortísimo tiempo que he tenido la honra de representar a ustedes en Cortes, hasta el extremo de que, en el asunto de la carretera no había ni siquiera proyecto, están ustedes atendidos en sus aspiraciones y a punto de anunciarse la subasta apenas pase el periodo electoral. 

No creo que me hagan ustedes la injusticia de creer que con menos actividad y empeño he de atender a cuanto a la primera enseñanza se refiere, y a ustedes tanto interesa.  El expediente se encontraba a informe de consejo de instrucción pública, y se tiene interesada la urgente tramitación.  Pero, aun conseguido, ustedes no pueden ignorar que en el presupuesto vigente no hay crédito para la creación de escuelas.  Estas son las calamidades de los presupuestos prorrogados y en vigencia por dozavas partes.  Hasta que las Cortes voten nuevos créditos la situación será esa y, amigo Fernández, esto es algo que está por encima de todo esfuerzo de voluntad.  Sé que usted tiene plena seguridad  en nuestra intensa ayuda en todo momento.” 

Primer informe

Primer informe

Incluso su padre, el insigne don Miguel Villanueva, a la sazón Presidente del Senado, interviene, dirigiéndose en dos escritos, al Presidente del  Consejo de Instrucción Pública y a don Rafael Altamira  para que intercedan, favorablemente, en esta reconversión.  En 1922, dos años después, el Patronato se clasificó como Fundación benéfico-particular docente y el 15 de mayo de 1923 la escuela se convirtió en escuela nacional de niños. 

Aún faltaba lo más importante: conseguir un solar para construir un edificio que albergase la recién creada escuela nacional.  El terreno que se había adquirido era en el que más tarde habrían de levantarse las viviendas de los maestros, pero que desde un principio, dado que su superficie era menor a la exigida por el Estado, iba a estar rodeado de problemas.  El 23 de julio de 1923 la  Dirección de Primera Enseñanza remite una comunicación, aparecida en la Gaceta de Madrid en fecha 27 de enero, autorizando la construcción, por cuenta del Estado, de un edificio para escuelas públicas.  En ese momento, su construcción era ya necesaria puesto que las clases se estaban impartiendo en casas particulares y arrendadas para tal fin.  Como contribución a la realización de este proyecto, el Ayuntamiento aportaría 1.000 Pts en metálico, 600 caballerías para el arrastre de materiales y  consignar en su presupuesto la cantidad de 100 Pts anuales para la conservación del edifico construido. 

El expediente tramitado por el Ayuntamiento ante el Ministerio de Instrucción Pública, se paraliza, sin justificación alguna durante dos años.  El último día del año 1925, se celebra un pleno extraordinario para aprobar la confección de un nuevo expediente en el que se ofrecía al Estado la aportación del solar donde instalar el nuevo  edificio docente; una cantidad equivalente al 8% en metálico del importe total de las obras; y el compromiso solemne de consignar, en cada presupuesto anual,  una cantidad equivalente al 1% de las obras para atender a su conservación y reparación. 

La Dirección General de Primera Enseñanza no contesta hasta el 18 de septiembre de 1926, devolviendo el expediente instruido por el Ayuntamiento el 26 de marzo de 1923.  Las razones que alega son que, el solar ofrecido por el municipio de 439,42 metros cuadrados, en la, entonces, calle de la fuente, es insuficiente para construir el edificio que se pretende.  La corporación lamenta la tardanza en contestar por parte del Ministerio y se plantean entre disponer de un solar menos amplio, a ocuparse directamente en instalar, en alguna de sus dependencias, las nuevas escuelas.  El alcalde se reúne con el inspector de Primera enseñanza por si era factible  construir dichas escuelas en el mismo edificio de la casa Consistorial que acaba de inaugurarse.  Visitado este edificio por el inspector, éste remite un informe positivo, y les hace ver la conveniencia de desistir en sus pretensiones de financiación por parte del Estado.  En vista de ello se acuerda iniciar los trabajos necesario para reformar el segundo piso de la casa Consistorial y convertirlo así en escuelas nacionales. Esto se efectúa el 27 de marzo de 1929. 

Con esta fecha, la Inspección Provincial de Logroño autoriza el traslado, desde las casas particulares y en régimen de arrendamiento, donde funcionaban las clases, hasta la segunda planta del Ayuntamiento, las escuelas nacionales que habría de estar vigentes hasta 1953. 

El destino de la Fundación.

Informe del año 1923

Informe del año 1923

Ya ha quedado dicho que en 1923 la escuela de Patronato se convirtió en escuela nacional de niños.  Por consiguiente, asumidas por el Estado las competencias de la Fundación, ésta se clasificó como Fundación particular benéfico-docente y así funcionó hasta 1946.  Su funcionamiento estaba controlado y regulado por una sección del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes que llevaba, precisamente, este nombre. 

En el mes de enero de 1934 se remite, por este organismo, un escrito a los patronos de la fundación en el que, amparándose en la orden ministerial del 21 de noviembre de 1931, devuelven las cuentas de dicha Fundación, a fin de que se rehicieran nuevamente dado que no aprobaban ciertas partidas consignadas en ellas.  Por otra parte, les ordena que, en unión de la Junta Provincial de Beneficencia, regulen la marcha de la fundación e incoen el oportuno expediente para la venta, en pública subasta, de los inmuebles propiedad de la Obra Pía, a la vez que instruyan el expediente de transmutación de fines que perceptúa la ley. 

Una orden de la Dirección General de Primera Enseñanza a la que pertenecía la sección de fundaciones benéfico-docentes, de fecha 10 de octubre de 1933, acuerda que se den de baja ciertas partidas anotadas en las cuentas de 1931, pasando a engrosar el saldo de 1932.  Ordenaba, asimismo, que el Patronato llevase a cabo las gestiones necesarias para cobrar los créditos pendientes que tenía.  Con el saldo existente y el importe de estos créditos, el Patronato debía invertirlos, a nombre de la Fundación, en una lámina intransferible de la deuda pública, a través de la intermediación de agentes de cambio y bolsa. 

Con anterioridad, los tres alcaldes que habían ejercido este cargo en la última etapa de la vida del Patronato, remiten una instancia a la Junta Provincial de Beneficiencia, en la que justifican y defienden su gestión al frente del mismo.  Informan que a medida que fueron transcurriendo los años, cada uno de los exponentes, -Florentino Fernández, José de la Prida y Anselmo Cenzano- en unión del párroco, ya fallecido, don Eulogio Ruiz Viana, formalizaron y presentaron, para su debida tramitación a la Junta Provincial de Beneficencia, las cuentas de la Fundación, las que aun hallándose reintegradas y justificadas, quedaban retenidas en la oficina provincial sin que, al parecer, hubieran sido cursadas a la superioridad. 

Más adelante expresaron su sorpresa por la resolución tomada por este organismo y dirigían hacia el cura su responsabilidad, argumentando que ellos fueron patronos en distintos años, y aquél lo fue siempre.  Justifican las inversiones efectuadas en inmuebles propiedad del Patronato, en el hecho de que si desaparecieran no podrían dar producto alguno ni ser habitadas, como lo fueron inmediatamente después de su reparación.  Acusaban de pasividad a la Administración que, en distintas fechas acudieron con instancias, suplicando la oportuna autorización para efectuar las reparaciones, y los escritos  quedaron sobre la mesa de la Junta Provincial  de Beneficencia. 

Estos razonamientos, y algunos más, esgrimían los patronos de la Fundación para demostrar que su responsabilidad era excusable por la inexistencia de lucro, ni intención de cometerlo, teniendo en cuenta que los intereses de la Fundación no sufrieron quebranto alguno ya que, por haber sido reparados los edificios, han repercutido positivamente en la obra pía.  A pesar de estos argumentos, la Dirección General de Primera Enseñanza desestima la petición y declara a los firmantes responsables de las cantidades mal invertidas, durante el tiempo que formaron parte del Patronato. 

Subasta de los bienes inmuebles. 

La orden ministerial de 21 de noviembre de 1931 ordenaba incoar el expediente para vender, en pública subasta, los bienes inmuebles del Patronato.  Esta subasta se lleva a cabo el 1 de junio de 1943 y su importe se invierte en una lámina intransferible de la deuda pública.  Los inmuebles que poseía el Patronato, según el pliego de condiciones por el que se rigió la subasta, eran los siguientes.  Una casa, sita en la calle Alberto Villanueva, limitando por la derecha con la casa de Maximiliano Martínez, por la izquierda con la de Justo Tejada y a la espalda con el mismo propietario que por la derecha.  Esta casa se valoró en 6.000 Pts.  Mil pesetas más se valoró la casa que radicaba en la calle Anselmo González, lindante por la derecha con la casa de Patricio Pascual y por la izquierda con los herederos de Luca Martínez y por la espalda con la Calleja del Loco. 

INTENTO DE TRASLADO DE LA FESTIVIDAD DE SAN ROQUE

En el año 1921 la Corporación formada por D. José de La Prida, y los concejales Gumer­sindo Fernández, Saturnino Barrio, Cristino Heredia, Graciano Trevijano, Basilio Hernández y Toribio Galilea, acordaron trasladar la festividad de San Roque al día 17 de septiembre

 

San Roque

San Roque

 “…ya que la función de gracias ha de celebrarse el día anterior, y como de dicho acuerdo debía darse conocimiento al Sr. cura párroco y al vecindario, se propuso la ratificación de aquel acuerdo verbal, y así se aprobó por unanimidad. “

 

Este cambio, que venía a alterar una tradición ancestral, no fue bien recibido por los vecinos.  Se levantaron voces protestando por dicho cambio y exigiendo que la festividad se celebrase el día que tradicionalmente se venía haciendo.

Este descontento obligó a la corporación a celebrar una sesión extraordinaria, el día 11 de agosto.  Tal era la expectación levantada por este traslado que la sesión municipal hubo que celebrarla en el salón del Sindicato Agrícola, debido a que el del Ayuntamiento (entonces no existía el que fue derruido en 1982) era insuficiente para acoger al gran número de vecinos que acudieron.

Abrió la sesión el Sr. Alcalde para manifestar que aquella reunión se había votado para confirmar o dejar sin efecto el acuerdo adoptado sobre el traslado de la festividad de San Roque, que tanta expectación estaba levantando en el pueblo.  A continuación hizo un breve resumen de las causas que habían motivado dicho acuerdo, situando su origen en una sesión anterior en la que, al llegar a la aportación económica para las fiestas, la corporación, creyendo interpretar fielmente el sentir de cierta parte del vecindario, tomó la decisión de trasladar la festividad de San Roque al mes de septiembre.  La causa venía dada porque, según algunos, al celebrar las fiestas en plena actividad de la trilla, ocasio­naba la pérdida de tres valiosos días que eran de suma importancia para los intereses de la cosecha.

El vecino Urbano Royo expuso su criterio de que la fiesta debía celebrarse en las fechas que tradicionalmente se había hecho y que no había motivo para que fueran trasladadas. Sus palabras motivaron grandes pruebas de asentimiento por parte del numeroso público presente en el salón.

Tomó de nuevo la palabra el alcalde manifestando que con aquella medida

 

“…no había intención de perjudicar, antes al contrario, quisiera beneficiar los intereses de todos, como así lo había expuesto en anteriores ocasiones.” 

 

Ante los murmullos levantados en el auditorio, y en un arranque de fervor democrático, continuó:

 

“…como el pueblo me ha traído al Ayuntamiento, y éste a la presidencia, mi primer deber es complacer al pueblo que me votó, y como prueba, aun cercenando acuerdos anteriores, estoy dispuesto a que las fiestas se celebren el día 16 de agosto, o cuando el vecindario quiera.”

 

A pesar de estas palabras, que fueron largamente ovacionadas, los vecinos querían arrancarle una confirmación de que las fiestas , definitivamente, serían trasladadas a su fecha natural, por lo que el presidente replicó:

 

“…admito una observación pero no una imposi­ción; pero aunque sea para dar una prueba de diálogo a este pueblo, en un asunto tan baladí, y lamentando tener que retractarme de una decisión que yo mismo he aprobado, voto porque la fiesta de San Roque se vuelva a celebrar en su fecha tradicional.”

 

Aquellas palabras dieron fin a una reunión en la que, como en Fuenteovejuna, todos los vecinos se unieron decididamente, no para defender al asesino del corregidor, como en la obra literaria, sino para que una tradición, que venía celebrándose desde que el pueblo tiene conciencia, no fuera alterada a pesar del deseo de unos pocos, por muy justa que fuera su causa.

Otras razones bien distintas fueron las que motivaron la suspensión en el año 1.936.  Dos semanas después del inicio de la Guerra Civil se toma el acuerdo de

 

“…suspender en absoluto toda clase de festejos profanos que tradicionalmente  se celebran los días 15 y 16 de agosto en atención a los momentos tan difíciles por los que atraviesa España.”

CONSTRUCCIÓN DE LA CARRETERA DE MURILLO DE RIO LEZA A GALILEA

Tirso Rodrigañez

Tirso Rodrigañez

Desde el mismo momento de la segregación de Ocón, los responsables municipales, con mayor o menor fortuna, abordan el problema de dar una solución satisfactoria al estado tan calamitoso en que se encontraban las vías de acceso a nuestro municipio, tanto desde la capital como desde el propio valle.  En los años finales de s. XIX hay momentos en los que parece que este anhelo está a punto de consegui

rse cuando quien intercede por su resolución en, nada menos que, don Práxedes Mateo Sagasta.  Sin embargo su interés no fue suficiente para lograr el objetivo deseado ya que, con el nuevo siglo, el proyecto se desvanece en el aire, y las ilusiones de nuestros abuelos se tornan en inicuas quimeras.

Con las llegada del nuevo siglo nacen también una serie de políticos regionales, sensibles a las solicitudes formuladas por quienes, como los alcaldes que se van sucediendo en Galilea, detentan el poder político, pero también una excesiva influencia sobre los comportamientos y actitudes de la inmensa mayoría de sus administrados.  Dicha influencia tenía su aplicación práctica en los diferentes periodos electorales que se iban sucediendo, bien fuesen a nivel regional o nacional. En consecuencia se creían perfectamente legitimados para solicitar,  a los dirigentes de las diferentes formaciones políticas, su intervención en los diferentes expedientes a través de los cuales se recogiesen las abundantes demandas sociales imperantes en aquellos momentos.

Tres fueron las peticiones que en aquel primer cuarto de siglo formulaban con ahínco  nuestros resignados antepasados: una rápida y favorable resolución al contencioso con Ocón; la transmutación de los fines de la escuela de patronato a la escuela nacional; y la construcción de la mencionada carretera.  Estas demandas se formulaban global o parcialmente dependiendo de la época en la que se remitiesen y del destinatario al que iban dirigidas.  En el umbral de ambos siglos, era el Marqués del Romeral, diputado a cortes por Torrecilla de Cameros, quien con fecha  15 de septiembre de 1897 contestaba a una carta remitida por los responsables del municipio unos días antes.  La misiva iba dirigida a Anselmo Cenzano, Gumersindo Fernández, Felipe Malo, Rogelio Fernández e Hipólito Gabasa.  Decía: 

“Muy Sres. míos  y de toda mi consideración:

 Recibo su carta firmada por el orden en que encabezo ésta, y que a nombre de este Ayuntamiento se sirven dirigirme.  Con el mismo objeto y demanda he recibido otra del Sr. Alcalde de Corera, que como a su Corporación le digo, tenemos dispuesto a emplear todo mi esfuerzo en bien de los intereses de esas localidades.  Con este fin me dirijo al Exmo. Sr. don Tirso Rodrigáñez para que en consonancia con lo que ustedes desean practiquen las diligencias necesarias en los asuntos que su apreciable carta indica.  Que esa Corporación cuente con la seguridad de mi mayor interés en pro de los intereses de sus administrados, y ustedes, personalmente, con la consideración más distinguida de quien se siente su affmo. y atento amigo.” 

Aunque la carta no desvela el alcance de las peticiones todo hace suponer que al referirse «a los asuntos que su apreciable carta indica« identificaba en ellos al contencioso con Ocón y al proyecto de la carretera, dentro de las peticiones locales.  Aunque el contencioso con Ocón habría de resolverse diez años más tarde, no ocurriría así con el proyecto de la nueva calzada.  Tendrían que pasar varios años para que, en la escena política regional apareciese el hijo de uno de los políticos más fecundos y duraderos que habría de enraizar en nuestra tierra riojana: don Alberto Villanueva Labayen, formado políticamente a la sombra de su padre, don Miguel Villanueva, que habría de alcanzar la presidencia del Senado y el Ministerio de Fomento. 

En mayo de 1919 el joven  diputado remite dos cartas al Ayuntamiento de Galilea, una de fecha 6 de mayo en la que se trata simplemente de una carta de cortesía, en contestación a otra remitida con anterioridad por el concejo de Galilea.  La otra carta, de fecha 16 de mayo, va dirigida al alcalde don Leopoldo Fernández.  Esta carta era un reproche del Sr. Villanueva por la machacona insistencia con que la corporación le reclama que diera soluciones a problemas que ni el mismo Sagasta había conseguido resolver. 

Para entonces ya se había  recibido en el Ayuntamiento de Galilea

 

“…el proyecto del tramo segundo  de la carretera del Puente de Murillo de Río Leza a la de Logroño a Zaragoza (venta de Rufino).”  

El pleno municipal del día 16 de febrero de 1919 da cuenta de una comunicación remitida por el ingeniero jefe de Obras Públicas de esta provincia, fechada el 21 de enero pasado, en la que se informa de la exposición al público, en las dependencias de dicha jefatura, del citado proyecto.  El pleno hace una recomendación a los vecinos para que nadie  se oponga al trazado,  

…pues es no solamente conveniente sino indispensable y urgente, que este pueblo olvidado por completo, no pueda continuar sin vías de comunicación como hasta la fecha. “ 

Los vecinos no estaban contra la construcción de esta carretera.  Habían sido muchos años de transitar por caminos polvorientos y angostas calzadas, como para poner reparos a su construcción.  Pero el trazado que se les proponía no era el más deseado por ellos. No aceptaban que aquella nueva carretera, que a su paso por el casco urbano lo marginara para seguir una linea, más o menos recta,  que teniendo su origen en los aledaños de la Ermita de la Virgen de Gracia, y su destino en el alto de Los Palacios, obliga al vecindario a un desplazamiento considerable a la hora de recibir a los vehículos de viajeros y transporte de mercancías que llegaban a nuestra localidad. 

Los vecinos hacen valer su opinión y consiguen que  

…desde la Ermita de  este pueblo se varíe el trazado, tomando la calle arriba hasta la iglesia parroquial, y desde allí, girando a la izquierda, salir en el término de Los Palacios al camino de Corera, donde principia a bajar la cuesta”.   

El día de Año Nuevo de 1922 todavía está inconclusa ya que se exhorta a la población a que 

…con peones se extraiga el cascajo del barranco para finalizar la carretera  que atraviesa el pueblo ya que el vecindario desea acometerlo con veredas voluntarias, siendo el importe de los peones satisfecho del presupuesto municipal. “  

El 16 de septiembre de este mismo año, la carretera está terminada.  En ese día el alcalde, Florentino Fernández,  acuerda ofrecer un banquete al Sr. Villanueva y aprovechar la inauguración del nuevo edificio del Ayuntamiento que se está construyendo.  Se acuerda dar su nombre a la calle más importante del pueblo que atraviesa la carretera recién terminada cuyo mérito recae en don Alberto Villanueva.

DEDICACIÓN DE CALLES. ALBERTO VILLANUEVA Y DANIEL MENCHACA

Calle Alberto Villanueva

Calle Alberto Villanueva

En Sesión extraordinaria del Ayuntamiento de  fecha 16 de septiembre de 1922, siendo entonces alcalde D. Florentino Fernández, se da cuenta de una carta remitida por D. Alberto Villanueva y Labayen en la que se adjunta un ejemplar de la Gaceta de Madrid correspondiente al día 8 de septiembre donde aparece la Real Orden de 24 de agosto pasado en la que contempla la creación de una Escuela Nacional de niños en Galilea, en sustitución de la de patronazgo, lo cual se debe

 

“… a las constantes y activas gestiones de D. Alberto Villanueva”.

 

Se acuerda también ofrecerle un banquete y aprovechar así la inauguración del nuevo Ayuntamiento que se está construyendo. Se acuerda, asimismo,  darle su nombre

 

“… a la calle más importante del pueblo que atraviesa la carretera recién terminada, cuya obra también es debida a D. Alberto Villanueva.”

 

El concejal De la Prida propuso asimismo, dar una prueba de agradecimiento y aprecio al diputado provincial D. Daniel Menchaca, el cual, juntamente con el Sr. Villanueva ha hecho las gestiones oportunas para la resolución feliz de la Escuela Nacional de Niños y la carretera comarcal. Se decide invitarle también al banquete y,

 

 “…darle el nombre de la calle que va desde la iglesia parroquial hasta su finalización y que hoy se llama de arriba.”

 

En la misma sesión también se toma el acuerdo de darle el nombre de Anselmo González a la calle que “hoy se llama de la fuente” por estar ubicada en dicha calle la escuela de patronato fundada por este insigne paisano individualizado en otro capítulo de este libro.

Veamos quiénes eran estos dos políticos benefactores de Galilea.

 

Alberto Villanueva y Labayen

Alberto Villanueva y Labayen

Alberto Villanueva y Labayen

Alberto Villanueva y Labayen fue hijo de D. Miguel Villanueva Gómez, destacado político entre finales del s./ XIX y principios del XX que fue elegido en repetidas ocasiones diputado nacional por el distrito de Santo Domingo de la Calzada y que llegó a ostentar, entre otros cargos, el de presidente del Senado y Ministro de Fomento.

Ingeniero Industrial,  estuvo emparentado por matrimonio con dos poderosas familias de la ciudad de Haro, al casarse con María de los Angeles Etcheverría Barrio. Su abuelo materno, Rafael Barrio Ruiz-Vidal, fue Diputado a Cortes por el Distrito de Santo Domingo de la Calzada en el primer gobierno de Sagasta en la Restauración (1881). El abuelo paterno, Pedro Etcheverría Aizaguer, por otra parte, era el mayor accionista de Banco de España de Logroño, como lo será después en la Sucursal del mismo Banco creada en Haro.

La primera comparecencia pública de D. Alberto Villanueva en su vida política se sitúa en las elecciones a diputados nacionales en los comicios de febrero de 1918.  En ellos se presenta como candidato liberal por el distrito de Torrecilla de Cameros frente al conservador Félix Iturriaga de la Peña (hijo político del Marqués del Romeral) hasta entonces en las filas liberales.  El día 9 de febrero de este año vemos a D. Miguel Villanueva en Torrecilla de Cameros, no para trabajar por su candidatura sino para apoyar a su hijo Alberto en esta suerte alternativa de la vida política. Ambos fueron calurosamente recibidos, levantándose, incluso, arcos de triunfo recordando en su discurso, visiblemente emocionado al también liberal Práxedes Mateo Sagasta.  En las elecciones del día 24 obtuvo, por primera vez el escaño de diputado.

Nuevamente aparece como diputado a Cortes por Torrecilla en las elecciones de 1919 en oposición, esta vez, al católico liberal Luis Díez del Corral. Pronto comenzaron  los trabajos electorales en estos comicios y nuevamente acude en su ayuda su influyente padre D. Miguel.

Efectivamente el 22 de mayo acude desde Madrid y en compañía de Alberto recorre su distrito de Torrecilla-Nájera aprovechando un mitin para desmentir los rumores de su retirada de la contienda electoral.  En esos días de campaña electoral D. Miguel  comenta que no había lugar para poner en tela de juicio los sentimientos religiosos de su hijo ( en alusión a la propaganda que los sacerdotes hacían contra su hijo) y les recuerda que fue alumno del colegio de los Jesuitas de Chamartín de la Rosa, en Madrid.  No obstante lo más chocante de aquella campaña era la oposición de los sindicatos agrícolas porque nunca pensó que podrían ir contra un Villanueva habiendo sido él el más firme defensor de la creación de estos sindicatos siendo Ministro de Fomento en 1901.

Las actas del 24 de junio de 1919 otorgan el escaño de diputado a Alberto Villanueva, juntamente con D. Amos Salvador, por Logroño, D. Isidro Rodrigánez por Arnedo y D. Miguel Villanueva por Santo Domingo de la Calzada.

El 6 de abril de 1923 fueron disueltas las Cortes y convocadas elecciones para el 29 del mismo mes. En La Rioja se aplicó el artículo 29 en los distritos de Santo Domingo y Torrecilla por lo que Alberto Villanueva y su padre obtuvieron directamente escaño.  Es en esta época cuando más se destaca la labor de D. Alberto Villanueva –apoyado también por D. Amos Salvador- para la construcción de una carretera vecinal que interesa a los Ayuntamientos de Murillo de Río Leza, Galilea, Corera El Redal y Tudelilla.

A pesar de haber sido elegido por el artículo 29 como queda dicho, D. Alberto Villanueva tuvo la deferencia de visitar su distrito para saludar a sus amigos y enterarse sobre el terreno de sus problemas. En Nájera fue recibido triunfalmente y pronunció varios discursos acabando con un concierto de la banda local a la que retribuyó espléndidamente.

Con la dictadura de Primo de Rivera (13 de septiembre de 1923) se interrumpe la vida democrática, que no se reanudaría hasta las elecciones del 14 de abril de 1931.  En la campaña electoral de estas elecciones lo vemos como candidato, juntamente con su padre, por el partido Republicano Liberal Demócrata.  Desde una habitación del primer piso del Gran Hotel de Logroño organiza toda su campaña electoral a base de visitas a los pueblos de las diferentes comarcas riojanas, sobre todo de las que habían sido diputados antes de la dictadura.  Este nuevo partido es una continuación del Liberal –Demócrata en el que habían militado anteriormente.  Sólo consigue ser elegido Miguel Villanueva y a su muerte (19 de septiembre de 1931) muere también esta agrupación política.  Los cargos electos de este partido se afilian junto con su jefe provincial, Alberto Villanueva, a los republicanos conservadores, en las postrimerías de 1932.

Esquela del fallecimiento de A. Villanueva

Esquela del fallecimiento de A. Villanueva

El día 8 de enero de 1933, integrado ya en derechas republicanas, lo vemos dando un mitin en el cine Olympia junto al jefe nacional del partido Miguel  Maura.  El 26 de octubre de este año se rumorea la separación de Alberto Villanueva y sus seguidores del partido republicano-conservador maurista, para formar un partido bajo la denominación de “derecha republicana” o bien adscribirse a otra organización de programa más avanzado.  El día 28 se lleva a efecto esta separación “con 76 miembros villanuevistas” del Partido Conservador Riojano de La Rioja.

El 18 de diciembre de 1935 se crea el Partido Agrario cuya jefatura provincial recae en Alberto Villanueva. Su idea programática fue “la producción agrícola”. Su fuerza en la provincia fue muy reducida. Ni siquiera llegó a ser un partido de notables.  En la única contienda electoral que participó en su existencia apoyó al partido derechista de Acción Riojana.

Una vez finalizada la contienda civil, este ilustre riojano se traslada a Madrid donde abandona la política y se dedica a ejercer la abogacía ya que era doctor en Derecho. Esporádicamente ejerce de aticulista en el diario ABC, falleciendo  el día 27 de enero de 1981 a la edad de 89 años.

 

Daniel Menchaca Sicilia

Calle Daniel Menchaca

Calle Daniel Menchaca

Daniel Menchaca, abogado, político y presidente de la Diputación Riojana desde el 1 de agosto de 1919 al 2 de agosto de 1921 fue el otro personaje que contribuyó, junto a Alberto Villanueva, a la conversión de la escuela de patronato en escuela nacional y a la construcción de la carretera local de Murillo a Galilea.  Su actividad pública hay que situarla en las dos primeras décadas del siglo XX.

De adscripción política liberal-demócrata, fue seguidor de la corriente “rodrigañista” (cuyo líder fue Isidoro Rodrigáñez Sanchez-Guerra, diputado a cortes en varias legislaturas por Arnedo) estando en la línea de Alberto Villanueva y Amos Salvador.  Fue candidato y obtuvo escaño para diputado provincial en las legislaturas de 1915, 1919 y 1923 siempre por el distrito electoral de Cervera del Río Alhama. En las elecciones a diputados de la Nación del año 1918 formó candidatura por el distrito electoral de Arnedo junto con Isidoro Rodrigáñez, Joaquín Martínez, Víctor Valle y Santiago Martínez.  El escaño, como en ocasiones anteriores, fue para Isidoro Rodrigáñez.

Daniel Menchaca fue presidente de la Diputación riojana en el bienio comprendido entre agosto de 1919 al mismo mes de 1921, como se ha dicho.  A primeros de julio de 1919 se hicieron las renovaciones de los distritos de la Rioja Baja.  Por el distrito de Cervera, y por el camino del artículo 29, se proclamaron candidatos y quedaron nombrados sin elección, por tanto, tres demócratas: Daniel Menchaca, Francisco Ramón Jiménez y Roberto Enciso Tapia y un conservador maurista.

Más problemática fue la elección por el distrito de Calahorra.  El 25 de julio, el senador Valle, el vicepresidente de la Diputación, Arizmendi, el diputado provincial Belsúe,y el vicepresidente de la comisión provincial Díaz escribían el Ministro de la Gobernación protestando porque el Gobernador Civil de Logroño nombra como delegado de juegos y otros servicios a “un individuo de conducta anotada en libros de juzgado”, que se ocupa de “buscar y capturar, por malos procedimientos, electores a las próximas elecciones a diputados provinciales”. Días más tarde, el tres de julio, los mismos, más Gregorio Irazábal, pone un telegrama a los señores Presidente del Consejo y Ministro de la Gobernación protestando por las llamadas que ha hecho el Gobernador a los alcaldes de distrito estando tan próximas las fechas de las elecciones provinciales.

Efectivamente, al proclamarse los candidatos se manifiestan las desavenencias, pues son proclamados como tales cinco demócratas: los tres electos: Díaz, Belsúe e Irazábal y el ex-diputado   Santiago Martínez de Ubago más Jesús Sáenz. Un conservador y dos ministeriales: Iriarte y Anyoñanzas. Los dos últimos se presentan para dar opción a la candidatura agraria formada por el calagurritano Hilario Aldama y el alfareño José Mesanza y el vecino de Autol Manuel Baroja Fernández.

Antiguo nombre de la calle Daniel Menchaca

Antiguo nombre de la calle Daniel Menchaca

La Diputación después de estas renovaciones quedó compuesta políticamente del siguiente modo: liberales-demócratas, nueve; liberales, ocho; y uno de cada partido siguiente: conservador, jaimista y agrario. Por ello, en la elección de cargos, el demócrata Daniel Menchaca consiguió la presidencia.

En las elecciones del año 1923 Daniel Menchaca toma parte activa desde su cargo de presidente del Círculo Liberal de La Rioja. Aunque desde principios del año 1923 se esperaba la convocatoria de elecciones, tras el traspaso de poderes de conservadores a liberales, no fue sino hasta el 6 de abril cuando las Cortes fueron disueltas y convocadas elecciones para el día 29.  Aunque parezca poco tiempo, tan sólo 23 días, los partidos ya estaban preparados para este esperado evento político. Daniel Menchaca, desde su puesto de presidente del Círculo Liberal ordena a los interventores designados por el partido acudan a las 7 de la tarde del día 28 a los salones del Círculo Liberal para recibir instrucciones y solicitó la asistencia de todos los militantes de los partidos liberal y demócrata a las 8 de la noche en los locales del Círculo.

Con la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera nada más se supo de este político.

CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDAS PARA MAESTROS

Antiguas casas de maestros

Antiguas casas de maestros

Una de las ofertas que hacía el Ayuntamiento al elevar el expediente de conversión de la escuela de patronato en nacional que vimos anteriormente era la de proveer a los maestros de viviendas dignas, o en su defecto, habilitar una partida del presupuesto para hospedaje.  En el año 1933, aprovechando que el maestro nacional de niños, José Luis Eguizábal Torre, era a la vez alcalde de Galilea, se dio un impulso definitivo a la construcción de estos edificios.  El solar destinado  para ello fue el que poseía el Ayuntamiento en la calle Anselmo González, y que había sido desechado anteriormente por la Dirección General de Primera Enseñanza por ser insuficiente  para levantar, sobre él, la escuela nacional de niños.

Siguiendo los trámites establecidos por la ley, el pliego de condiciones, por la fórmula de concurso, es publicado en el  Boletín Oficial, y por él pujaron dos constructores: Honorio Ortega, de Ribafrecha, que se compromete a construir las edificaciones por 14.195 Pts, empezando en un plazo de seis días; el otro es Gregorio García Viguera que puja con 13.400 Pts y que es quien, a la postre, se le adjudicaría  el concurso.

La apertura se efectúa el día 16 de marzo de 1933 y entre las cláusulas existe una que obliga a levantar las obras en un tiempo récord: desde esa fecha hasta finales de junio del mismo año.  El edificio, dice la memoria, es una planta rectangular con un frente de diecisiete metros y un fondo de siete.  Las viviendas serán enteramente simétricas y el presupuesto que contemplaban eran de 14.701 Pts.

A lo largo de cincuenta años estas casas han cumplido el fin para el que fueron creadas, salvo a partir de los años cincuenta en los que una de ellas es habilitada para escuela de párvulos.  El 15 de mayo de 1982 se inicia el expediente de desafectación de esta casa  ya que la plantilla docente para este municipio es de un solo maestro, y el futuro no es tan halagüeño como para que se aumente dicha plantilla.  De las dos casas para vivienda de los maestros, sólo uno está ocupada por él y la otra está en malas condiciones, impropias para su uso.  El importe de la venta es destinado por el Ayuntamiento a sufragar parte de las obras de la nueva casa Consistorial, próxima a construirse.  En 1990 la otra edificación, desestimada como vivienda, por los diferentes maestros que se suceden es rehabilitada y transformada en guardería municipal.

 

Los años previos a la desgraciada contienda civil que enfrentaron a nuestro antepasados, fueron años convulsos que preludiaban lo que inevitablemente ocurría poco después. Los ánimos estaban alterados y la convivencia no se hacia nada fácil. En el año 1934, España era un país republicano. Las elecciones de 1931 habían propiciado una victoria de las fuerzas progresistas precipitando la salida del rey Alfonso XIII hacia el exilio exterior. La práctica totalidad de los municipios, incluido el nuestro, estaba presidido por un alcalde republicano.

 

A finales de aquel revolucionario año la crispación también salpica a las relaciones intramunicipales en nuestra localidad. Los cinco concejales que componían el concejo local proponen algo que, ni antes ni después está documentado que volviera a ocurrir: la convocación de un pleno para,

 

“…acordar, en su caso, un voto de censura a la alcaldía por su gestión al frente del Ayuntamiento…”

           

Los concejales, haciéndose portavoces del sentir de sus convecinos, acusan al alcalde de ejercer una autoridad personalista, no delegando sus funciones en sus largas ausencias, obstruyendo de esta manera el buen funcionamiento de las instituciones. Le acusaban, además, de pasividad en cuestiones tales como castigar la alteración del orden público ocurrido en el sindicato (se supone que en el sindicato agrícola católico) y, en fechas más recientes, en la propia vía pública,

 

“…sin que esta autoridad intentase siquiera corregirlo.”

 

El alcalde intenta rebatir una a una esta y otras acusaciones lanzadas, sin conseguir que el final prospere el voto de censura contra su gestión.

 

En los meses siguientes la calma no imperaría, precisamente, dentro de nuestro pueblo.

Entre octubre de 1934 y mayo de 1935 se producen unos hechos que siembran de desasosiego la tranquilidad y el ánimo de sus gentes.  En la madrugada del 5 al 6 de octubre de 1934 se produce un robo en el edificio municipal en el que,

 

“…los ladrones, pues debieron ser varios, violentaron con palancas, rompiendo las cerraduras y en algún caso, la madera de las tres puertas: la exterior del edificio y las de ambas secretarias del Ayuntamiento y Juzgado.”

 

Abrieron cajones, volcaron archivos, esparcieron expedientes por los suelos sin que en ningún momento desapareciera documentación comprometedora o decisiva para el correcto funcionamiento del municipio. Eso sí, desaparecieron sellos de correo, papel timbrado y todo el dinero procedente de las multas gubernativas.  Las gentes se quedaron bastante preocupadas ya que era la repetición de otro hecho similar ocurrido en 1933.

 

En la noche del 20 de marzo de 1935 los vándalos van más allá.  Además de asaltar por tercera vez el Ayuntamiento, rompiendo puerta y llevándose hasta las llaves de los calabozos situados en la planta baja del edificio, dejaron los legajos de los archivos completamente desparramados por el suelo.  Pero el arrebato no se queda solo ahí. La puerta de la ermita es violentada y sacada de sus goznes sin que se registre más incidencia. Algunas puertas de bodegas y algún domicilio particular también son asaltados.  La alarma cunde y el pueblo se exalta. El concejo decide enviar a un representante a Logroño,

 

“… haciendo uso del primer auto o camioneta que tenga a su alcance…”

 

para poner en conocimiento de la autoridad judicial los hechos ocurridos.  La inquietud recorre permanentemente las calles del pueblo al desconocer quiénes son sus autores, aunque en su interior admiten que se trata de gentes venidas de otros lugares, aunque esto no impide que

 

“…tantas raterías hechas desde hace poco tiempo, hayan envenenado al pueblo.”

 

Y en este estado de cosas llega el día 23 de julio de 1936.  Cinco días después del inicio de la guerra fraticida acude

 

“…una pareja de la Guardia Civil del puesto de Corera…”

 

y en virtud de haberse declarado ya el “estado de guerra” se destituye fulminantemente al concejo democráticamente elegido, sustituyéndolo por  gentes afines a la nueva ideología impuesta a punta de fusil.

 

Los siguientes años son tiempos difíciles, oscuros, tenebrosos; en toda España; también en Galilea.  Enseguida comienzan las purgas a funcionarios municipales, entre otras cosas porque, el imputado,

 

“…nunca ha dado grandes pruebas de entusiasmo en pro de la buena causa nacional…”

 

Se publican bandos para que,

 

“…con el conocimiento y preparación del vecindario, se haga un recorrido a domicilio para recabar fondos con los que adquirir una bandera nacional con destino a la Casa Consistorial; y si fuera posible para la compra de otras dos, con destino a las escuelas.”

 

y además todo ellos debía estar disponible para que,

 

Un periodo desgraciado en la historia de España

“…el día 12 del actual, día de la raza, se bendigan y coloquen solemnemente en sus respectivos lugares, con invitación del vecindario”

           

Comenzaba de esta manera un periodo desgraciado en la historia de España, en el que los hechos trágicos se van sucediendo, uno tras otro, sin que nadie sea capaz de introducir cordura en las mentes de aquellas gentes, que tuvieron la desgracia de nacer en un momento en el que la convulsión política y social había lanzado sus tentáculos a lo largo y ancho de nuestro país.  Los acontecimientos que vinieron a continuación estarían mejor arrancados de nuestra memoria. Pero, desgraciadamente, sucedieron. Y si estamos escribiendo sobre la  historia, aquello también fue historia. Pero es que, además, fue nuestra intrahistoria.

 

Los hechos acaecidos en aquellos oscuros años en las diferentes localidades de nuestra Comunidad Autónoma, incluída Galilea, han sido tratados de  manera individualizada en más de una publicación. Repetirlos aquí no viene a cuento, por lo que me limitaré, simplemente, a constatar que nuestro pueblo no fue diferente a los demás pueblos en cuanto a comportamientos violentos se refiere, por parte de algunos, pero también de generosidad por parte de otros, en situaciones en las que llegaron a arriesgar, incluso, su propia vida, para salvar la de los que no pensaban como ellos.

 

Estos comportamientos viscerales de la naturaleza humana no son exclusivos ni de unas gentes ni de una época; simplemente, a nuestro padres, el destino les jugó una mala pasada haciéndoles aparecer en la vida en unos momentos en los que la incultura, la intolerancia, la insensatez  y la falta de buen juicio por parte de sus gobernantes, dejaron a nuestro país como un erial. Pasemos, pues, rápidamente  la página, de estos oscuros años.

En plena Guerra Civil, el 10 de febrero de 1937, este sindicato es disuelto.  Si no se hizo antes fue porque había ciertos créditos pendientes de cobrar y era necesario que se hicieran efectivos para cerrar definitivamente su contabilidad.  Se nombra una comisión liquidadora a la que se da plenos poderes para que con el dinero existente hagan y dispongan como mejor entiendan, siempre que su destino sea la construcción de alguna obra necesaria en beneficio del pueblo.

 

Con las 4.902 pesetas con que cuentan pretenden realizar la construcción de un puente en el término de “Los Pájaros”  o el encementado del río de los Aguazales. Finalmente la obra por la que se deciden a invertir ese capital es la construcción de un lavadero y una fuente pública en el termino de “El Cuco” que se lleva a efecto cinco años más tarde en 1942.

 

No existe ningún tipo de documentación referido a las actividades de este sindicato ya que según dice el acta de disolución (que es la única que se conserva) y atendiendo al artículo 30 del reglamento, la documentación existente es arrojada a las llamas.

 

Posiblemente esta documentación formaba parte de los 142 kilos de,

 

“…subastas de aguas, salida de comunicaciones, boletines oficiales y correspondencia anterior al año 1900”

 

que en el mes de marzo de 1937, en un mal día del secretario, expurga el archivo municipal para, como él mismo manifiesta, aligerarlo de su peso. En mala hora lo hizo. Este hecho nos ha impedido conocer muchos aspectos de la vida cotidiana de nuestro pueblo, en aquellos interesantes años posteriores a su segregación de Ocón. Pero de nada sirve lamentarnos. Como tantas veces ocurre, el respeto hacia el conocimiento de nuestra historia es menospreciado y rebajado, como en este caso, a simple papel común.

LA LARGA PRESIDENCIA DE UN ALCALDE (1943-1979)

Enrique Malo

En el Anexo I de este libro se relacionan los alcaldes que han presidido el Pleno del Ayuntamiento desde su segregación de Ocón, en 1865, hasta la fecha. De su larga nómina, unos fueron elegidos democráticamente, por períodos muy cortos de tiempo; otros, coincidiendo con momentos convulsos de la historia de España, fueron nombrados o cesados de manera súbita por la autoridad del momento y su presidencia fue breve; y otros, en fin, los pertenecientes a la etapa más cercana de nuestro pasado, han sido elegidos bajo el amparo de la Constitución de 1978 que rige y preside el acontecer político de todos los españoles. Sin embargo todos ellos, salvo Enrique Malo, tuvieron una vida política muy breve que osciló entre uno y ocho años, más o menos. Él presidio el concejo nada menos que durante 36 años. Más de un tercio de vida como ente independiente. Por razones obvias, hay que detenerse y relatar los acontecimientos más importantes acaecidos bajo su presidencia. Treinta y seis años son casi una vida

Para saber cuándo fue nombrado alcalde nada mejor que acudir al extracto de un discurso suyo con motivo de la inauguración de una obra civil en el que afirmaba:

“El 4 de marzo de 1943 a propuesta del Gobernador Civil, D. Jesús Cagigal fui nombrado por el Ministro de la Gobernación D. Blas Pérez González como alcalde de este mi querido pueblo. Contaba 27 años…”

 

La década de 1940

 

Una de las primeras medidas adoptadas bajo su presidencia, con fecha 1 de mayo de ese año es la referida a la compra de,

 

“…la finca en los aguazales y de los trabajos realizados, y por realizar en ella, para la captación de aguas de riego…”

 

La situación de sequía parece que era acuciante en aquel lejano verano, ya que se pasa por alto una de las fórmulas de financiación para el alumbramiento de las aguas, cual era el establecimiento de un impuesto especial de contribuciones sobre los propietarios de la zona regable. El pueblo es llamado a junta general para darles cuenta de las gestiones realizadas y solicitarles su ayuda para la localización y conducción al exterior de las aguas subterráneas de los aguazales.  Los vecinos responden solidariamente y bajo la dirección de Cipriano Miranda y previa compra de ”palas, picos, calderillos y botas de agua” dan comienzo los trabajos de perforación. El sueldo del Sr. Miranda se establece en 62 Pts diarias.

No debieron de ir muy bien los trabajos de prospección ya que, un mes después, se incide sobre este asunto reflejándose que,

 

“Otra vez, como tantas otras, la presidencia refiriéndose al asunto tan urgente de las aguas para riego que en la finca de los

En la firma de algun acuerd

aguazales se buscan dijo… no es grande la cantidad de agua alumbrada para el esfuerzo realizado, pero sí lo suficiente para compensar gastos y sobre todo si no fuera por esta pequeña cantidad captada, la hortaliza habría desaparecido por completo”

Mas adelante se hace referencia a cuestiones técnicas de la captación y se refleja que se ha abierto una zanja de 135 metros de extensión por 3 de profundidad pero hay que profundizarla otros cuatro más y, posteriormente protegerla con un muro de hormigón a cada lado.

Se reconoce la aportación el pueblo con,

 

“… 400 peones, 2.300 pesetas en metálico que han sido incorporadas a las 7800 habilitadas en presupuesto… pero son necesarias 20.000 más, urgentemente”

 

Estas cantidades tenían dos finalidades: prevenir la obstrucción de la zanja por una hipotética crecida de verano y para evitar el desmoronamiento de la zanja.  Dada la situación de urgencia en que se encuentra el proyecto se decide,

 

“…continuar la obra hasta su terminación con todas sus consecuencias y que los gastos, hasta donde alcancen, sean satisfechos del producto de esas mismas aguas alumbradas que el Ayuntamiento, para su mejor distribución, vende en público”

 

En el mes de septiembre el problema todavía no estaba resuelto y no por falta de voluntad y ganas sino por que, debido a los momentos de escasez  en los que se encontraban en aquellas fechas,

 

La estanca grande

“… no obstante el tiempo transcurrido y las múltiples gestiones que se han practicado para adquirir los 400 sacos de cemento necesarios, no pueden encontrarse por parte alguna… se acuerda que el Sr. Alcalde, acompañado del vecino Severo Eguizábal, que tiene buenos conocimientos en la fábrica de Bilbao, se traslade a  aquella ciudad y por todos los medios, y a cualquier precio, consigan el cemento y varillas necesarios y que el albañil Cecicilio Aragón, pagado a 32 pesetas diarias, con peones precisos a 10 pesetas, hagan la consolidación.”

 

Da la impresión de que estas medidas surgieron efecto ya que no hay noticias posteriores  que hagan referencia a este asunto que en aquellos por aquellas fechas ocupaban todas las energías de los regidores municipales.

 

Ampliación del viejo frontón municipal

 

El antiguo frontón municipal que las nuevas generaciones no conocieron ya que sobre su solar se levantó la biblioteca municipal (o centro de lectura como se le llamó entonces) hoy convertido en plaza pública, fue ampliado y reparado en aquel lejano año de 1944.

El primer frontón era mucho más estrecho y pequeño que el que quedaría después de la ampliación obligada por la enorme afición a este juego entre los habitantes de Galilea.  Así es cómo proyecto indicaba que, el frontis se prolongaría  “un tanto a la izquierda”  sin especificar cuánto, añadiéndolo a la pared ya existente.  Dicha pared frontal se elevaría un metro más de la altura existente, coronándola con alambres sobre varillas de hierro.  Se derriba totalmente la pared izquierda, la que daba a la calle Anselmo González, construyendo una nueva “…un poco mas afuera de ella”.  Comenzaba con una altura de dos metros y medio para acabar uniéndose con el frontis en su coronación. La pared de la derecha, solamente se enfosca hasta una altura de dos metros y se reparan los desperfectos. El suelo, de baldosas, es sustituido por una capa de cemento “…de la marca cangrejo”   mezclado con cascajo procedente del barranco de El Redal. Su presupuesto fue de 12.850 pesetas.

El expediente redactado al efecto señalaba,

 

 “Con referencia al presupuesto y proyecto del frontón… manifestó la presidencia que al practicar los albañiles las operaciones de replanteo, pretendiendo que su anchura no sea menos de 9 metros, e intentando que la pared que ha de construirse en su lado izquierdo sobresalga lo menos posible hacia la calle contigua, que es preciso conservar en toda su amplitud, se impone la necesidad de modificar la pared frontón, desviándola oblicuamente, o lo que es igual, hacerla más gruesa en su lado izquierdo que en el derecho, para que en su conjunto quede más orientado al lado Este.»

 

Antiguo frontón municipal

Estas consideraciones eran hechas porque, la citada modificación, representaba un aumento de 300 pesetas, que había que aprobar.

A finales de dicho año  las obras ya están terminadas y se remite una solicitud de ocupación de la calzada al Ingeniero encargado del camino local del Puente de Murillo de Río Leza a Logroño y a Zaragoza.  Para finales de diciembre  las obras ya están concluidas por lo que,

 

“…ante el buen resultado que siempre ha ofrecido su administración y explotación, por el sistema de arriendo en subasta pública, se acuerda el uso del mismo, por el mismo procedimiento para el próximo ejercicio de 1945, subasta que se efectuará bajo el tipo de 400 pesetas, el día seis de enero próximo, a la salida de misa mayor, al toque de campana y en la Casa Consistorial.”

 

Y en diciembre del  año 1945 se decide que,

 

“Una vez reconstruido el frontón público, o juego de pelota, en el año último y hallándose también en su mayor parte pavimentado con hormigón de cemento, pero en su última parte, su suelo, que mide aproximadamente 133 metros cuadrados, es de tierra… una vez que el contrato de arrendamiento termina el 31 del actual,…”

 

y se proponía que en lugar de arrendarlo por un año se hiciese por seis años con la obligación por parte del arrendatario, de cubrir con cemento la parte del frontón que en ese momento era de tierra.

EL DESPEGUE DE LOS AÑOS CINCUENTA

Los aguazales

En los años centrales de esta década se efectúan una conjunto de obras públicas que provocan un cambio radical en la vida cotidiana de nuestros antepasados, en lo que se refiere a su relación con el medio urbano en el que se desenvuelven, al introducirse una serie de mejoras, pioneras en muchos casos, que van a facilitar sobremanera los pesados trabajos cotidianos propios de una sociedad rural.

Entre los años 1953 y 1957 se realizan obras tales como la introducción del agua potable en los domicilios particulares con lo que esto representó, sobre todo para las mujeres, que tenían que desplazarse hasta los lavaderos públicos para lavar sus coladas; se efectúa el alcantarillado integral del pueblo conduciendo las aguas fecales hacia lugares alejados del núcleo urbano; se pavimentan las calles y callejas colindantes que antes eran de tierra, simplemente; se construyen cunetas y puentes individuales de acceso a cada edificación; se instala el teléfono público; se construye el grupo escolar. En fin se le da un importante impulso a las infraestructuras y servicios del pueblo que permite traspasar la barrera de la aldea decimonónica para convertirse en un pueblo moderno que, en muchos aspectos, va a caminar por delante de los de su entorno.

Una de las obras de mayor trascendencia llevadas a cabo  en esta década fue, sin lugar a dudas, el abastecimiento de agua potable a los domicilios de Galilea. Como refleja la memoria del proyecto de 4 de mayo de 1953, el pueblo estaba insuficientemente abastecido de aguas para cubrir las necesidades mínimas exigibles. Las fuentes de las que se surtían daba muy poco caudal. Se imponía, por tanto, localizar el paraje desde donde canalizar las aguas hasta introducirlas en los domicilios particulares.

El manantial no es otro que el existente en el término de “Los aguazales” del que se sirve también para suministrar agua de riego y del que se pretenden extraer los 0,79 litros por segundo que se precisaban para conseguir los 120 litros diarios necesarios para las necesidades de los 515 vecinos de entonces ya que,

 

…los 30 restantes, hasta la dotación normal de 150 litros por habitante y día, los suministrarán las fuentes actuales.”

 

Con fecha 2 de junio de 1954 se le da instrucciones al ingeniero de Vías y Obras para que marque el alcantarillado y formule el consiguiente proyecto con el fin de solicitar la subvención que corresponda a una obra de esta envergadura. La ayuda, que proviene de la Diputación Provincial para financiar la redacción de los planos asciende a 3.500 pesetas.

Sin embargo las obras no arrancan y se determina viajar a Madrid en el mes de noviembre de 1954 para,

 

“…resolver asuntos de mucha importancia para este pueblo… así como dilucidar en los Ministerios competentes sobre el proyecto de alcantarillado y traída de aguas.”

 

La situación sigue sin mejorar en los meses centrales del siguiente año.  Como siempre ocurre, los proyectos se complican con dificultades que van surgiendo de manera inesperada y se tiene que plantear la,

 

“…solicitud de subvenciones a fondo perdido para poder realizar las obras tan sumamente urgentes de la traída de aguas, toda vez que hay que salvar nuevas distancias para este abastecimiento, así como para el alcantarillado muy necesario igualmente para evitar cualquier contaminación por lo poco higiénico que se encuentra este pueblo.” 

 

Sin embargo esta ayuda económica en forma de subvenciones no llega,

 

“… por cuyo motivo se encuentran paralizadas con sus planos y presupuestos hechos”

 

El capitán González Gallarza

Llega el mes de septiembre y se produce un acontecimiento irrepetible. Se inaugura el teléfono público qué tanto tiempo hacía que se estaba esperando. Con motivo de este acto se congregan en Galilea las máximas autoridades de la provincia a las que se les plantea la situación de paralización de las obras, sin que se obtengan resultados positivos. Sin embargo el destino quiso que el día 27 de septiembre de 1954 con motivo de la festividad del día de Acción de Gracias acudiera a su celebración el médico riojano, con raíces en nuestro pueblo, D. Fernando Yangüela al que el alcalde llama “introductor de los chilenos en este pueblo”  que le anuncia la visita, para el día siguiente, de D. Eduardo Fernández Balmaseda, diplomático chileno, viajero impenitente, hombre adelantado a su tiempo, y acudirá no como

 

“…un turista más de los que a diario recorren nuestro País sino a derramar lágrimas sobre la tumba de sus mayores que reposan en nuestro cementerio”

 

El alcalde le explicó pormenorizadamente la situación de estancamiento que sufrían los diferentes proyectos y su dificultad para darles salida. El diplomático chileno escucho con atención los problemas que se le planteaban y prometió ejercer toda su influencia ante sus amigos, los políticos de la capital del Reino para intentar dar salida a esta situación de parálisis administrativa.

Nada mejor para ello que acudir a su buen amigo el Conde de Vallelano, a la sazón Ministro de Obras Públicas por aquellas fechas. Parece que las dotes de persuasión del diplomático chileno eran grandes ya que

 

“…a partir de aquel momento y en cadena, sin interrupción nos fueron concedidas subvenciones con las que, aun a paso lento, pudimos continuar las obras.”

 

La maquinaria administrativa siempre lenta, aunque segura, comenzó a funcionar.  El juego de influencias, la diplomacia y la suerte de conocer a la persona idónea en el momento preciso, dieron sus frutos. Así es como en el mes de octubre de 1955 se autoriza a,

 

“…dar principio a las obras de traída de aguas, en trámite desde hace tiempo.”

 

Las ayudas económicas  se suceden en cadena. En Febrero de 1955 ya se ha recibido una subvención  del Ministro del Aire, D. Eduardo González Gallarza por importe de 100.000 Pts. Se destinan a pavimentar las calles y a arreglar el frontón,  que hacía 10 años lo habían reconstruido. Pero en marzo del siguiente año, el militar riojano también se muestra espléndido con Galilea y a través del programa de Regiones Devastadas, concede una ayuda de 150.000 Pts. Esta vez el destino es para el alcantarillado de las calles.

Estas dos obras de gran trascendencia para el bienestar del pueblo, se ven acompañadas de otras de menor importancia pero necesarias también para ir configurando el futuro del pueblo. Con todas ellas se sigue el mismo guión para conseguir su necesaria financiación: el exquisito trato y las excelentes relaciones con aquellas personas que por su significado político, diplomático, eclesiástico o cultural, podían interceder ante los organismos y sus regidores precisos, con el fin de conseguir con la necesaria sutileza, los objetivos establecidos. O sea, diplomacia en su estado puro.

De estas fechas datan las relaciones epistolares del alcalde con personas influyentes del momento actual. Así al ya citado D. Eduardo Fernández Balmaseda, habría que añadir la de su compatriota D. Sergio Fernández Larraín y el también Chileno D. Eduardo Valdés.  Aquí en España, nombres como los del riojano D. Eduardo González Gallarza, D. Fernando Muñoz y Serrano del Castillo, D. Arturo del Agua, D. Alberto Martín Gamero, D. Fernando Herrero Tejedor y un largo etc. fueron frecuentes destinatarios de escritos que alternaban los agradecimientos por los favores conseguidos con la inclusión de nuevas solicitudes de ayuda para otros  proyectos.

 

Por fin, el día de San Mateo de 1957 se certifica la,

 

“…terminación de un conjunto de obras de gran trascendencia para la localidad… las que se dieron principio hace un trienio.”

 

Habían sido tres largos años de obras permanentes en donde la desazón y la incertidumbre habían estado presentes constantemente. Sin embargo el objetivo se había conseguido. Llegaba, por tanto, el momento de las gratitudes.  El fervor religioso de aquellos hombres y de aquella época, queda palpable al considerar, en primer lugar,

 

…la intervención de nuestra excelsa Patrona la Virgen de Gracia que no nos ha abandonado en ningún momento.”

 

Pero ese agradecimiento llega más lejos ya que es en esta fecha cuando, con la autorización eclesiástica,

 

“…se nombra Alcaldesa Perpetua a la excelsa Patrona Ntra Sra de Gracia, a cuyo fin, como símbolo de nombramiento se colocara en el altar donde tiene su sitial el bastón de mando correspondiente.”

 

Misa de fin de las obras

Sin embargo no solo el agradecimiento es espiritual. También se hace extensivo a toda esa pléyade de políticos y diplomáticos que de una tacada se les nombra hijos adoptivos de Galilea por las deudas morales que el pueblo ha contraído con ellos.

La construcción del Grupo Escolar Fernández Larraín-Martín Gamero.

 En sesión ordinaria del Ayuntamiento correspondiente al 1 de abril de 1948 se plantea por primera vez la construcción de un grupo escolar ya que

 

“…como no han podido olvidar desde la visita que este pueblo hizo su hijo predilecto D. Sergio Fernández Larraín está en la mente de todos la construcción por cuenta del Estado de un edificio con su parque para grupo escolar donde instalar las escuelas municipales puesto que el inmueble –la parte alta del vetusto edificio del Ayuntamiento de entonces- donde se dan las clases no reúne condiciones pedagógicas ni capaces para la matrícula normal que exige la población.” 

 

Les anima esta decisión el apoyo decidido que el Sr. Fernández Larraín, senador chileno les prometió ante el Ministerio de Educación Nacional y ante el Gobierno Civil de la Provincia de Logroño para

Discurso del embajadoor chileno Sergio Fernández Larraín

“…orillar cuantos inconvenientes se presenten y acelerar toda tramitación para que, siendo el primer grupo escolar que se construye en la provincia se halle terminado para el próximo mes de septiembre, previa invitación para su inauguración al Sr. Fernández Larraín.”

 

Días más tarde se reúne la Corporación Municipal, Junta Municipal de Educación Primaria, y Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos para buscar una fórmula de financiación que cubra el 25% del importe de las obras y el solar exigido por la Administración.

Los miembros de la Hermandad Sindical ofrecen adelantar el dinero

 

“…hasta que el banco prestatario haga entrega del importe del crédito”,

 

dado que el Ayuntamiento no disponía de aquella cantidad.  Como el Ayuntamiento no dispone de un solar idóneo para la construcción deciden que el solar que más condiciones reune es

 

 “…la finca titulada La Hoya, propiedad de Doña Matilde del Tuero Olmedo, que vive en Madrid, y se acuerda que, por la presidencia, se dirija en atenta carta a dicha señora, y en representación de su esposo Don Arturo del Agua, pidiéndole en venta la finca o parte de ella.”

 

Con fecha 19 de abril del mismo año se cursa una carta al señor Del Agua que contesta el día 30 diciendo que sobre dicha finca

Desanimados por el resultado negativo obtenido “desde el punto de vista particular y amistoso que se pretendió”, al igual que lo recibe “nuestro párroco que se había dirigido en igual sentido de petición de venta del terreno”, el día 15 de mayo resuelven dar cuenta de sus actuaciones al Gobernador Civil y al Presidente de la Diputación para lo cual comisionan al entonces concejal Don Laureano Eguizábal a quien las autoridades le ofrecen toda clase de atenciones y el apoyo decidido para seguir adelante en sus propósitos.”

 

Grupo escolar «Fernández Larraín Martín Gamero»

Poco a poco las posturas se van acercando y así en sesión ordinaria del día 1 de diciembre de 1948 el Ayuntamiento toma la firme decisión de construir el grupo escolar para lo que acuerdan encargar a los arquitectos don Rodrigo Poggio y don José Antonio Fernández Ruiz Clavijo la redacción del oportuno proyecto. Acuerdan también dirigir una carta a don Arturo del Agua

 

“…pidiendo precio en venta del solar ya citado.”

 

Sin embargo no sería hasta el 31 de octubre de 1949 cuando doña Matilde del Tuero contesta a la carta enviada con fecha 30 de agosto del mismo año

 

“cifrando dicha oferta en 11.385 Pts, deseando reconozcan su justeza, dadas las circunstancias del caso.”

 

Transcurren cuatro meses sin novedades dignas de reseñar.  El día 13 de febrero de 1950 el Ayuntamiento envía una nueva carta a don Arturo del Agua, contestando éste con fecha 16 del mismo mes e indicando que

 

“…si no hay novedad, llegaré a esa el próximo lunes, día 20, por la tarde en el autobús de Logroño rogándoles tengan todo preparado para ultimar el asunto.”

 

Mientras, el Ayuntamiento se reúne en sesión ordinaria para tomar, entre otros, el acuerdo de aceptar de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos la cantidad de 54.693 Pts correspondientes al 25% que el Municipio tiene que aportar para su construcción y el valor de los terrenos.

Solucionados por fin todos los problemas con fecha 15 de noviembre de 1950 se saca a pública subasta la construcción de tan ansiado grupo escolar. La adjudicación recae en don Cecilio López, de Corera, que puja en la subasta hasta un importe de 143.200,90 pesetas, que es el valor definitivo de la construcción. Es edificado entre los años 1951 y 1952 sin que haya constancia escrita de interés sobre los pormenores de su construcción.

El grupo escolar se inaugura en el mes de mayo de 1953 y para tal acto se convoca a sesión extraordinaria el día 8 de mayo acordando que

 

 “…debido al gran interés despertado por nuestro hijo predilecto Sergio Fernández Larraín, así como igualmente por nuestra primera autoridad provincial para llevar a feliz término la construcción del grupo escolar en este pueblo que tanto beneficio a de aportar a nuestros muchachos de hoy y del mañana comprendidos en edad escolar, por tal motivo propone que referido el grupo escolar debe llevar a perpetuidad la denominación de Fernández Larrain y Martín Gamero.  La corporación, por aclamación, acuerda aprobar la propuesta y en consecuencia que el indicado grupo escolar lleve la siguiente denominación: Grupo Escolar Fernández Larraín-Martín Gamero.”

 

 

 La instalación del teléfono.

 

Como muchos otros deseos que nunca llegaron a plasmarse en realidades, también el de la instalación de la red telefónica en nuestra localidad data de los primeros años de nuestro siglo.  La primera noticia que se tiene por el interés en este servicio, se remonta al día 12 de agosto de 1917.  En aquella fecha se recibe una carta enviada por

 

Placa del grupo escolar

“…los señores diputados provinciales en la que se exhorta a los pueblos a instalar la red Telefónica Nacional.”

 

El Ayuntamiento y la junta municipal deciden reunirse  para tomar un acuerdo sobre tan interesante proposición.  Sin embargo, o el interés por comunicarnos con el exterior era más bien escaso o las dificultades económicas o de otra índole fueron insalvables ya que no se vuelve a incidir sobre este asunto nada menos que hasta el 3 de mayo de 1949.

En esta fecha, el alcalde remite una carta a don Arturo del Agua, mentor y consejero del Ayuntamiento a la vez que representante informal de los intereses de Galilea ante los diferentes organismos públicos en la capital del reino durante más de una década, para que le aconseje sobre la mejor forma de exponer sus deseos ante quien proceda.  Y así lo hace ante el señor Acedo Colunga, delegado del Gobierno en la C.T.N.E. quien con exquisita amabilidad le contesta arguyendo que

 

“…no es posible tomar en consideración tal solicitud ya que un gran número de peticiones de esta misma naturaleza, de poblaciones superiores a 1000 habitantes, están pendientes por la escasez de materiales que padece la C.T.N.E.”

 

A pesar de que Galilea sólo tenía entonces 521 habitantes,  el Sr. del Agua insta al Ayuntamiento de Galilea para que traslade la recomendación de solicitar oficialmente dicha petición aconsejando que lo haga en compañía de los otros dos municipios interesados, Corera y El Redal.  A finales de este mismo mes de mayo los tres municipios postulantes redactan un documento en la localidad de El Redal, como reconocimiento a la iniciativa de este Ayuntamiento, en el que recogen someramente las características geográficas e industriales de la comarca en la que se encuentran enclavados. En un arranque de exaltación religioso-patriótica informan que, en el centro de esta bendita tierra riojana, contiguos a la villa de Ausejo donde se halla instalada la más próxima linea telefónica, se encuentran linea recta, emplazados a una distancia de dos kilómetros cada uno, para un total de siete, aproximadamente, los pueblos de El Redal, Corera y Galilea.

El escrito seguía detallando la nómina de edificios industriales y agrícolas, para finalizar informando que también existía un cuartel de la Guardia Civil.  Hacía una reflexión final sobre la bondad de servicios como el demandado puesto que las

 

“…exigencias actuales de la vida moderna obligan al ciudadano a multiplicarse en sus actividades normales, considerando un factor principal para el desarrollo de las mismas el teléfono público”.

 

Desde  la localidad de Herce, donde veranea don Arturo del Agua, (su hermano Ricardo regentaba un molino de pienso y un trujal en la vecina Santa Eulalia Bajera) redacta una carta, en agosto de 1949, en la que les informa del acuse de recibo remitido por el delegado de gobierno en la C.T.N.E., de la petición remitida.  A la vez, prudente y diplomático, aconseja se dirijan al Gobernador Civil y al Presidente de la Diputación para que den cuenta del estado actual de las gestiones por si merecen su aprobación y estimable apoyo.  Como se ve, este ingeniero de la Comisaría de material Ferroviario, del Ministerio de Obras Públicas, era un hábil funcionario público, curtido en mil batallas y buen conocedor de los sutiles métodos que han de imperar en las relaciones con quienes únicamente con su firma tienen la facultad de dar o negar ilusiones.

Pasa medio año y de nuevo  remite una carta al alcalde en la que le detalla una serie de requisitos que tienen que hacer llegar a la sección comercial de la C.T.N.E. en la que, entre otras cosas se comprometen a: informar del número de kilómetros que deben cubrirse para dar el servicio; comprometerse a habilitar un local gratuito en cada pueblo para instalar en el mismo un teléfono sencillo, que ha de servir de centralita. Comprometerse los Ayuntamientos a facilitar, gratuitamente, la cantidad de hilo de cobre necesario para cubrir toda la distancia; y, por último, el compromiso escrito de los Ayuntamientos de sufragar, a partes iguales, el costo de la instalación del teléfono.

Inauguración religiosa del teléfono

A lo largo de 1950 da la impresión que las gestiones no prosperan mucho ya que los únicos movimientos que se registran son las dos cartas que el ingeniero ferroviario remite al alcalde en las que da cuenta de lo acontecido hasta aquella fecha.  El 24 de marzo le informa de la interesante conversación que mantiene

 

“…con una personalidad de Logroño en el viaje de regreso a Madrid de una visita realizada a la capital riojana,…”

 

y que gracias a sus informes pude hablar posteriormente con el gobernador civil sobre el grupo escolar pero además, y principalmente, sobre la instalación del teléfono.  Les daba cuenta también del interés que había demostrado el Ministro del Aire, D. Eduardo González Gallarza,

 

“…al que ustedes ya vieron en Logroño en una de las visitas a la capital.”

 

El 12 de noviembre envía una nueva carta a don Enrique Malo, inusualmente extensa, en la que le informa extraoficialmente  de la existencia de un proyecto por parte de Telefónica en el que obliga a los Ayuntamientos a abonar un canon de 10.000 Pts y 96 kilos de hilo de cobre.  Estas cantidades serían modificadas posteriormente.

Por fin, el día 24 de febrero de 1951 la C.T.N.E. solicita explícitamente las cantidades necesarias para comenzar la instalación: en pesetas 69.300; en hilo de cobre 810 kilos de 2 mm. de grosor.  Satisfecho el Sr. del Agua por haber plasmado en un proyecto lo que durante dos años había estado persiguiendo, cita al alcalde de Galilea el día 2 de julio, sobre la una de la tarde , en el café La Granja de Logroño.  Extrañamente el alcalde no acudió a la cita, y es el cura, don Alberto del Pozo, quien le sustituye y le traslada las condiciones que le ponen en Telefónica para la adquisición del material necesario.  En este estado de cosas, el alcalde convoca por medio de bando a todo el vecindario de Galilea a una reunión extraordinaria para

 

“…tratar sobre la conveniencia de instalar el servicio telefónico en la localidad y en su caso la forma de contribuir económicamente a los gastos que representan su instalación.”

 

En esta multitudinaria asamblea, el alcalde va dando cuenta de los pasos seguidos hasta entonces y de los obstáculos que ha tenido que ir sorteando para conseguir que los responsables del ente estatal accedieran a tan justa petición.  Les comunica también el acuerdo alcanzado con los municipios vecinos para soportar, proporcionalmente, el importe de la instalación, que partirá

 

“…desde el entronque de Tudelilla.”

 

El Ayuntamiento no tiene un duro en sus arcas por lo que el alcalde tiene que hacer uso de todos sus recursos oratorios para convencer a sus vecinos de que, hechas las  gestiones comerciales ante las diferentes empresas suministradoras de material, el único obstáculo que existe es el económico.  Su alocución dio los resultados esperados ya que, el instante, fue creada una comisión formada por el propio alcalde, además de Francisco Fernández, Graciano Díez, Florentino Fernández y Fausto Mangado.  Dicha comisión tenía como fin

 

“…estudiar y llevar a la práctica la forma de contribuir a los gastos causados y que se causen… “

 

para lo cual proponen  dos fórmulas harto conocidas y a las que con frecuencia se recurre: un préstamo hipotecario y una derrama entre los vecinos.  La comisión no se anda por las ramas a la hora de establecer los criterios para el cobro de las cuotas vecinales. El punto tercero de los acuerdos tomados señalaba que las cuotas quedaban aceptadas por adelantado por los firmantes, obligados a contribuir (es decir: casi todo el vecindario) haciéndolas efectivas en la cuantía y en el momento de ser exigidas.

Quince días más tarde, el 12 de octubre de 1951, para hacer oficiales aquellos acuerdos, se publica un edicto resaltando claramente las dos opciones que tenían los vecinos que aceptaban abonar la cuota aprobada con anterioridad: el pago íntegro de la misma; o, la quinta parte entonces, y el resto en cuatro años, y por semestres, con el interés que el banco prestatario perciba.  Ya advertía el bando que quien perdiera la vecindad perdería también las cantidades abonadas, pero quien las tuviera estaría obligado a satisfacer el prorrateo que se señalase.

El pueblo responde unánimemente y todos aportan la cuota que de acuerdo con su declaración de bienes le corresponde, quedando establecidos en cinco categorías que iban desde las 280 pesetas más alta hasta 60 la más baja.  La Hermandad Sindical aportaría 6000 pesetas.

La instalación  de los correspondientes postes telefónicos y enlaces de los hilos de cobre se efectúa a finales de 1953 y principios de 1954.  En noviembre de 1953, la delegación en Bilbao de la C.T.N.E. remite una carta al Ayuntamiento en la que da su conformidad a los locales ofrecidos

 

“…que son propiedad de don Dionisio Pastor. “

 

Salvado este último escollo ya no existe ningún impedimento para que los empleados de Telefónica prosigan su trabajo hasta finalizar totalmente la instalación.

Las obras finalizan en la primavera de 1954 y el 16 de septiembre son inauguradas, dándole al acto categoría de acontecimiento histórico. Asisten a este evento las personalidades del momento como eran: el gobernador civil, el delegado de Hacienda, el subjefe provincial del Movimiento (Fernando Muñoz y Serrano del Castillo), el delegado de la C.T.N.E. y algunos otros de menor rango.

La inauguración comienza en El Redal, a las once de la mañana, siguiendo en Corera, para finalizar en Galilea.  Es en nuestra localidad donde se les ofrece una comida de agradecimiento, pronunciándose a los postres elogiosas palabras. “…a la incesante labor del gobierno de Franco.”

 

Escenas de la vida cotidiana

En alguna ocasión ya ha quedado escrito cómo se divertía la juventud de Galilea, en los pocos ratos de ocio que encontraban entre las duras jornadas de trabajo de sol a sol.  La bodega y el frontón eran dos lugares de visita obligada para los jóvenes, y no tan jóvenes, donde se charlaba animadamente, se bebía compulsivamente y en  muchos casos se jugaban los “cuartos” irresponsablemente.

Tres eran los lugares hacia donde nuestros paisanos dirigían los pasos en busca del buen vino, la frescura y la tranquilidad: las bodegas de El Cortijo, las de Vista Alegre y en menor medida, las de la Nevera. Allí pasaban largas horas hablando de todo, ilusionados con todo, pero sin esperanzas de nada. Con actitud fanfarrona sobre la calidad de su cosecha en relación a la de su vecino, con alabanzas hacía sus olivares y sus viñedos, sin reparar siquiera que sus métodos de cultivo estaban ya ampliamente superados. Pero no aspiraban a más. Así, eran felices. Así, pasaban los ratos que la climatología adversa les regalaba entre jornadas interminables de trabajo. O en las fiestas de guardar. O en las fiestas patronales. En cualquier caso, la bodega era el templo de nuestros antepasados.

El otro lugar visitado frecuentemente era el frontón. Siempre antes que la bodega. Los partidos a media tarde congregaban a la mayoría de los hombres que, después de comer y haber consumido  en el bar su “completo”, se acercaban a sus aledaños para ver a quiénes iban a desafiar y quiénes habrían de pagar la apuesta y “las cuerdas”.

Nada mejor que  un párrafo de un discurso del alcalde del año 1974 para ilustrar fielmente las actividades que se desarrollan en el frontón. Decía,

 

“…aquí se celebran todos los acontecimientos: bailes, comedias, pero sobre todo, partidos de pelota, pues Galilea ha sido y es cuna de buenos pelotaris. Entre los muchos partidos que podría mencionar, hay uno, que allá por los años veinte, un día de labor, el pueblo estaba lleno de público, venidos a pie o en caballerías, (entonces no había coches). Jugaban el campeón provincial que era Corono de Bolinches, de Albelda y una pareja de Galilea. El desafío eran 1.000 Pts, venciendo los de Galilea…

 

Pero no solamente con el vino y la pelota se divertían las gentes de nuestro pueblo. Durante mucho tiempo, el cinematógrafo formó parte indisoluble del divertimento de nuestros vecinos. Generalmente, a la salida de misa mayor, ya había sido colocada la pizarra anunciadora de la película que iba a ser proyectada, a primeras horas de la tarde. Las fotografías sobre cartones, con agujeros en sus vértices para permitir su fijación a la pared, acompañaban a aquella pizarra ilustrada con tizas de colorines cuya calidad artística no desmerecía en nada a los cartones promocionales. Aquellos reclamos publicitarios, colocados en una de las casas cercanas a la plaza pública, hacían trasladarse, a quienes los contemplaban, a un mundo onírico que en aquellos años solamente se podía acceder de esa manera: soñando.  Aquella exposición de cartelería preludiaba, independientemente del título o la temática de la película, una tarde diferente a las rutinarias jornadas de trabajo, expuestas a las condiciones inclementes del tiempo.

Las cuatro y pico de la tarde solía ser la hora de comienzo.  Para entonces la chavalería, en los bancos corridos de las primeras filas, y el resto sentados en sillas de tijera o en asientos portátiles  traídos desde sus casas, llenaban, en el mejor de los casos, la planta baja del Ayuntamiento.  Un viejo proyector manejado por Carmelo Alegre, reflejaba los fotogramas, siempre rayados y  a veces distorsionados, de la película del día, en un recuadro pintado al efecto en la pared frontal, sin que la mala calidad de la imagen y el sonido de la copia emitida, hicieran mella en los sufridos parroquianos.  La gente se hacía cruces cómo el chorro de imagen proyectada podía librar la enorme columna que se interponía entre la cabina de proyección y la pared proyectada.  Pero, libraba sin problemas. De vez en cuando, la proyección sufría un súbito corte. Silbidos, pataleos, imprecaciones, todo daba igual. La luminaria dirigida hacía el rollo del celuloide era demasiado intensa y lo quemaba. La luz se hacía en la sala, y en la cabina de proyección comenzaba un trabajo de reparación cuya duración, a los cabreados espectadores, les parecía un siglo. Arreglado el desaguisado, la función proseguía entre los ruidosos comentarios de la chiquillería allí congregada.

Son las siete y pico de la tarde. La película ha terminado. Se desmonta el proyector, y los rollos de película son introducidos en sus cilindros protectores de aluminio y estos, a su vez, en sendos sacos de lino. Todo ello se baja de la cabina, se coloca sobre una  moto “Guzzi”, se atan con cuerdas y se emprende camino hacía Corera. Y una vez allí, vuelta a empezar.

Contemplado este relato desde la atalaya de los años noventa sólo nos puede producir nostalgia y cariño por aquellos tiempos pasados. Como ocurrió en todas partes, la llegada de la televisión hizo que la proyección de películas en las tardes dominicales no fueran rentables. Poco a poco los ánimos de sus promotores fueron decayendo hasta llegar a suspender esta forma de diversión que, sin duda, dejo huella en aquellas generaciones de los años cincuenta. Llegó la televisión, pero nadie anunciaba sus películas en una pizarra negra con tizas de colores con las que los chavales se ponían las caras como auténticos cernícalos. Ya no se volvería a reunir la gente como lo venía haciendo. Los días  de los domingos nunca volverían a ser igual. La televisión, entonces como ahora, lo hecho todo a perder.

La década de los años 60, principalmente en su último tramo, es una década de cambios, de alegría, de expectativas hacia el futuro. Son años de apertura, de huida del oscurantismo imperante, hacia posiciones mas abiertas, y aunque estos cambios son mínimos e imperceptibles, algo hay en el ambiente que refleja que las cosas ya no son como antes. Son tiempos en los que el incipiente turismo interior empieza a manifestarse, incluso también en Galilea. Invariablemente, cada verano, acuden gentes, sobre todo del norte de la península, que ayudan a cambiar un poco las formas y comportamientos de los aborígenes. Son los años del “600”;  de la minifalda; de los pelos largos. En fin son los años de la década prodigiosa.

La piscina en sus orígenes

En nuestra localidad esta década está marcada por dos hechos que habrían de influir de manera importante en el acontecer diario de sus vecinos, pero principalmente de su juventud. Por un lado la construcción de la piscina municipal, hito importante en la historia de Galilea por cuanto representó y sigue representado; y por otro la demolición del antiguo frontón municipal, ubicado en la actual plaza pública, construido en el siglo XIX, reconstruido y ampliado en el año 1944, vuelto a reparar en 1955 y definitivamente demolido en el año 1969. Con él murió también parte de  la gran afición a la pelota que existía en  este pueblo.

 

Construcción de una piscina municipal.

Corría el año 1964 cuando con motivo de tener concedido un premio por el embellecimiento del pueblo, acude a Galilea quien fue largo tiempo presidente de la Diputación Provincial de Logroño, D. Carlos Bonet, que, según el alcalde, le dice al oído que le habían hablado de hacer una piscina,

 

“…si tienes el solar haz el anteproyecto se presenta rápido y se le comunica al hijo adoptivo D. Eduardo González Gallarza.”

  

Es así como el 20 de noviembre de 1964 la exigua Corporación que componen el Concejo de Galilea acuerda, por unanimidad, iniciara los trámites pertinentes para construir una piscina con solarium en los terrenos que ocupaba el antiguo huerto del maestro.

 

La piscina en los años setenta

No fueron rápidos los comienzos ya que cuatro meses después, el 30 de marzo de 1965, nuevamente se reúne el pleno para seguir debatiendo este tema en los términos que siguen:

 

“…seguidamente se manifiesta a los concurrentes la conveniencia de construir una piscina con solarium y servicios anejos con destino a su utilización por las juventudes, desde el punto de vista deportivo. “

 

Justifican su construcción alegando que

 

 “…la piscina es sumamente necesaria, teniendo en cuenta los veraneantes que concurren a esta localidad, por contar con abundantes aguas del manantial, sito en el término de los aguazales y encontrarse este pueblo en las mejores condiciones de agua potable, pavimentación, etc.”

 

El acta sigue diciendo:

 

“… esta Corporación municipal acuerda la aportación del 50% de dichas obras»

 

Y subraya:

 

“… disponiendo de dicho porcentaje.”

 

Lo más importante ya estaba hecho: tomar la firme resolución de construir la piscina.  Para entonces el alcalde ya ha encargado la realización de un anteproyecto al arquitecto D. Félix del Valle.  Este anteproyecto, que lleva fecha de marzo de 1965, difiere sustancialmente del proyecto definitivo que presentaría él mismo, un año más tarde.  Entre las diferencias más significativas  hay que resaltar que la entrada al recinto sería por el extremo S.E., es decir, por la parte del muro perimetral donde durante mucho tiempo estuvieron situados los columpios.  El bar, al contrario de donde siempre estuvo, lo situaba en la entrada al recinto.  En cuanto al presupuesto que reflejaba, -700.000 Pts- era la mitad del que luego resultó.  El resto, -dimensiones del vaso, localización de lo que fueron las cabinas, zona de hierba, etc.- no sufrió alteración alguna.

Tomando como referencia este anteproyecto, las obras dan comienzo, aproximadamente, en septiembre de 1965.  Para entonces el pleno del Ayuntamiento ya había acordado el re­partimiento de las veredas anuales a los vecinos que tuvieran la obligación de realizarlas.  En aquel pleno se decía,

 

 “…igualmente se acordó el girar las (veredas) de transporte con relación a la construcción de la piscina municipal, de tractores, carros, y caballerías, con arreglo al número de veredas que se indican en la ordenanza.”

 

Hasta el huerto del maes­tro acuden diariamente nuestros vecinos aportando lo que cada uno posee: sus máquinas, sus caballerías sus brazos, …su ilusión.  Todos cumpliendo con una obligación municipal: las veredas.  Algunos empleándosen como asalariados a razón de 125 Pts el jornal.  La primera nómina de estos jornaleros da comienzo en septiembre de 1965; la última en di­ciembre del siguiente año.  En esta relación hay algunos que en la actualidad peinan canas; otros, desgraciadamente, ya han desaparecido. Por su ilusión, por su trabajo, por su generosidad, el pueblo estará siempre en deuda con ellos.

Inauguración

Sin embargo no todo fueron facilidades puesto que el 10 de diciembre de 1965 el pleno del Ayuntamiento se reúne nuevamente y acuerda

                            

  “… finalizar los trabajos para, el próximo mes, poner la misma en funcionamiento.”

 

A pesar de sus grandes deseos de ver finalizados las obras éstas no darían conclusión hasta bien entrado el año 1967.  Pero esto no es obstáculo para que el 9 de agosto de 1966 se publique el primer pliego de condiciones para

 

 “…el arriendo en subas­ta pública de la administración y explotación del bar de la piscina municipal. “

 

La subasta, exclusivamente para la temporada de verano de 1966, se celebra el día 11 de agosto, a las diez de la noche.  En ese momento empieza su larga andadura hasta llegar a nuestros días.

 

Financiación de las obras.

 

El anteproyecto que el arquitecto D. Félix del Valle presentó a la Corporación en el mes de marzo de 1965 presupuestaba, para el total de la obra, 700.000 Pts.  En esa cantidad ya estaban incluidos los impuestos y el beneficio industrial del constructor.  En diciembre del mismo año el presupuesto es modificado y su cuantía asciende a 801.811 Pts.  Meses más tarde, al obligarles por ley la inclusión de una depuradora, este segundo presupuesto reformado alcanza el millón y cuarto de pesetas.  Pero no se para aquí, ya que poco después hay que incrementar la cantidad de 50.000 Pts ya que

 

…el tejado del bar y de las cabinas ha desaparecido en un día huracanado.”

 

El proyecto en firme, de junio de 1966, contempla una inversión que a la postre fue la definitiva: 1.500.000 Pts. Este montante, desarrollado por grandes partidas, quedaba de esta manera: coste de las obras: 1.416.048 Pts;  honorarios del arquitecto: 36.570; del apa­rejador, 21.942; de la administración local, 15.440; imprevistos, 10.000.  En estos desem­bolsos ya se incluía la cantidad de 33.364 Pts correspondientes al desvío de la línea de alta tensión que atravesaba, de norte a sur, por encima de la piscina.

La piscina en los años setenta

Para financiar estas cantidades se recurre, como siempre, a la ayuda de los diferentes or­ganismos públicos que, de una u otra manera, tengan alguna relación con la obra a construir.  Se acude a la Delegación Nacional de E. Física y Deportes; a la Diputación Provincial; al Plan de Cooperación de Obras y Servicios Regionales, etc.  Pero muchas ve­ces el deseo no se corresponde con los hechos.  La Delegación Nacional de Deportes, de la que se pretendían 600.000 Pts, subvenciona esta obra con  480.000 .  Con la Diputación Provincial pasa algo parecido: de las 220.000 Pts que se esperaban, al final sólo conceden 50.000.  No hubo más subvenciones oficiales.  Apenas un tercio del total de las obras.  El resto fue aportado, directa o indirectamente por todos los vecinos de Galilea.

La denominada prestación personal la cuantificaron en 317.000 Pts.  Esta partida incluida en el capítulo de impuestos directos, reflejaba la valoración económica del trabajo realizado por los vecinos afectados por la ordenanza municipal  que les obligaba a aportar su trabajo personal para ciertas obras de titularidad pública.  Por otra parte hubo varios vecinos que fueron contratados temporalmente, y que con un jornal de 150 pesetas al día contribuyeron a realizar este ansiado proyecto.

Otra de las aportaciones indirectas del pueblo de Galilea fue la subvención concedida por la antigua Hermandad Sindical de Labradores.  Esta entidad, que siempre contó con un saneado activo, concedió, a fondo perdido, la cantidad nada despreciable de 53.000 Pts.  Pero a pesar de estas subvenciones y aportaciones las cuentas no cuadraban.  Faltaban todavía 600.00 Pts.  Y no había dónde conseguirlas.  En consecuencia no quedaba más remedio que acudir al endeudamiento a través de un préstamo hipotecario solicitado al Banco de Crédito Local, al 5,25% de interés y a 20 años de amortización.  Por fin, el 15 de mayo de 1967 se inaugura, oficialmente, nuestra piscina municipal.

 

La demolición del histórico frontón

 

Frontón de la plaza

No existe mucha información que haga referencia a esta triste pero necesaria decisión. Cuentan las crónicas que con fecha 11 de abril de 1969 la situación peligrosa y de inminente ruina que amenazaba este recinto deportivo aconsejaba su demolición. Así se ejecutó inmediatamente procediendo a su derribo integral con lo que la fisonomía de la plaza pública cambió radicalmente.  Durante varios años el solar resultante de su demolición quedó totalmente desangelado sin que ni siquiera su cerramiento con alambres, arbustos y ramajes secos a modo de barrera infranqueable para curiosos, y morosos en periodo de fiestas, alegrara su semblante. En algún documento se hace referencia del anhelo del alcalde por levantar un nuevo recinto deportivo en otro lugar del pueblo. Pero las dificultades financieras imperantes en aquellos momentos no se lo permitieron. Fue una espina que nunca se pudo sacar.

El final de una época

Los años centrales de esta década marcan el final de una época política en España que dejan atrás oscuros fantasmas del pasado y deja libre de todo estorbo a la esperanza y la ilusión en un futuro mejor para las nuevas generaciones que se iban formando en España.  Con la muerte del dictador comienza un periodo de transición a la vida democrática que a decir de los analistas políticos fue modélico en su concepción, desarrollo y ejecución.  Afortunadamente la madurez de los españoles ayudó de manera decidida a este importante tránsito entre dos periodos totalmente contrapuestos.  Es el final de una época que culminaría en mayo de 1979 con la celebración de las primeras elecciones municipales después de mucho tiempo sin convocarse.

También esa época acaba en Galilea con la elección de nuevos regidores municipales que toman el testigo de este alcalde que dirigió el ayuntamiento durante más de un tercio de siglo, sabiendo conjugar de manera acertada decisiones personalistas y arriesgadas con otras más participativas en las que la vertiente diplomática estuvo siempre presente en el trato con personalidades claves de la política del momento, tanto en el plano militar, como en el cultural o en de la de la propia diplomacia.

 

El peligro de la emigración

 

La apertura política de esta década propicia también una apertura en el ánimo de las gentes, sobre todo en las que residen en el mundo rural, y se empieza a plantear la posibilidad de romper el inmovilismo imperante hasta entonces, en cuanto a las prácticas endogámicas y ancestrales imperantes hasta entonces en aquella sociedad, encerrada en unos límites geográficos muy constreñidos debido, principalmente, a las escasas posibilidades de trabajo que hasta el momento ofrecía el mundo exterior. Es la década en la que cesa la emigración exterior y comienza el movimiento interno de personas en una única dirección: del campo a la ciudad. El mundo rural corre peligro de despoblamiento.

Por eso es por lo que al principio de estos años se decide solicitar la construcción de un grupo de 21 viviendas sociales

 

 “para con ello evitar la emigración manifiesta… ya que muchos vecinos empiezan a emigrar a la capital y a la parte de Bilbao y que se da el caso que muchos de ellos vienen desde Logroño a sembrar sus fincas…”

 

Más adelante informan de que,

 

“la construcción correrá a cargo de la obra Sindical del Hogar.”      

 

Habrían de pasar unos años para que estas buenas intenciones se plasmaran en realidad ya que su construcción no comenzaría hasta  los inicios de la siguiente década para inaugurasen en 1983.

Construcciones de los años ochenta

Pero también había que retener a la juventud de otra manera: dotándoles de centros de reunión y de ocio de los que se carecía totalmente en aquellas fechas.  Conscientes de esas carencias, en abril de 1975, deciden crear,

 

“…una agencia de lectura toda vez que se cuenta con un local aparente, recién construido en el centro del pueblo…”

 

Pero para la instalación de esta verdadera biblioteca había sido preciso adecentar el solar que quedó del derribo del viejo frontón en la década pasada. Por eso desde el año 1970 se comienza a madurar la idea de pavimentar la plaza pública solicitando de la Diputación Provincial la cantidad de 800.000 Pts, importe necesario para el comienzo de las obrar. En abril de 1971 se seguía en la misma situación o incluso peor ya que afirman sin rodeos que la plaza se encuentra en muy mal estado. En abril de dicho año, y aunque se está a la espera de la inevitable subvención toman la decisión de

 

“…emprender la reparación de la plaza de esta localidad…”

 

Pero no la emprenden. Se ve que los deseos son más fuertes que la solidez de las arcas municipales pendientes siempre de los dineros públicos por que en marzo de 1973, casi dos años después, siguen debatiendo la,

 

“… necesidad de proceder a la reparación de la plaza que lleva el nombre de Eduardo González Gallarza, por encontrarse en pésimas condiciones…”

 

Y como siempre, entonces y ahora,

 

“…habida cuenta de que el Ayuntamiento carece de fondos para afrontar dicha obra…”          

 

En mayo se cambia de estrategia y ya que la Diputación Provincial parece que no responde a la llamada del alcalde y no quiere soltar un dura, deciden.

 

“…solicitarlo a la Junta Provincial del Paro… para poder llevarse a cavo dicha obra tan de carácter urgente dado que dicha plaza de encuentra en el centro del pueblo y frente a la Casa Consistorial”

 

Por fin en el mes de junio de 1975, el presidente de la Comisión delegada de asuntos sociales, es decir, el Gobernador Civil, concede una ayuda de 40.000 Pts que permite dar comienzo de las obras de pavimentación de la plaza pública que juntamente con la construcción de un edificio de planta baja, habilitado más tarde para biblioteca municipal, conformarían el paisaje urbano del centro del pueblo hasta el primer tercio de los años 90, cuando por razones estéticas y de seguridad es demolido dando paso a una plaza abierta y diáfana tal y como la conocemos actualmente.

Aún habrían de ejecutarse otras obras de trascendental importancia para el bienestar de nuestros vecinos. Así, son también de  esta década la construcción del depósito municipal suministrador del agua potable, “depósito regulador” como lo denominaron, entonces que vino a paliar la escasez de agua y la poca presión con la que ésta llegaba a su destino. Obra importante por cuanto se aprovecho para ampliar y sustituir la red general de tuberías que cruzaban el subsuelo de nuestro pueblo abasteciendo de agua a sus vecinos. En fin, también son los años en los que se sustituyó y mejoró el alumbrado público que hasta la fecha era escaso y pobre.

Pero la década llegaba a su fin. Franco hacía ya cuatro años que había muerto y las elecciones municipales estaban a la vuelta de la esquina.  Los viejos regidores están cansados.  Llevan muchos años al frente de los destinos de su pueblo y se impone un cambio generacional. Puede que sus mentes les animasen a seguir pero sus cuerpos no se lo permite. Hay que retirarse, recapitular y meditar sobre los años pasados. Se deja atrás una época llena de carencias y penalidades de todo tipo, pero suplida perfectamente con tesón, perseverancia e ilusión por la consecución de objetivos. Llega ya el momento de pasar página. Llega el momento de decir adiós.

 

Primeras elecciones municipales

 

Primeras elecciones

En el mes de abril de 1979 tienen lugar las primeras elecciones democráticas municipales después de las celebradas en 1931.  Nuestro pueblo, como el resto de España, no se libra del bombardeo de publicidad machacona y omnipresente que resuena constantemente en nuestro oídos como un sonsonete imposible de evitar. Como en el resto de España también, sin episodios dignos de reseña, se constituye el primer Ayuntamiento democrático, después de muchos años.

 

Años de incertidumbre. Años de esperanza. Los años 80

 

No empezaba bien esta década después de que un iluminado salvapatrias intentar retrotraernos a los tiempos oscuros del pasado más reciente. La asonada militar producida con el asalto al Congreso de los Diputados, llenó de zozobra los corazones de las gentes, que no obstante tuvieron una respuesta modélica demostrando con ello que esta país estaba preparado para asumir sin traumas y decididamente los postulados de una moderna democracia.

También en Galilea se vivió con preocupación esta situación, pero no tanto como otros problemas más domésticos que afectaban de manera directa el tránsito normal de sus vehículos hacia la capital.  En efecto, en el año 1982, la carretera que conduce a Murillo estaba en pésimas condiciones.  Era estrecha, mal señalizada, con un firme deplorable; era un constante peligro.  Es momento, por tanto de solicitar del organismo pertinente su ampliación y mejora del firme, en el menor periodo de tiempo posible.

Pero no solo la carretera hacia Murillo estaba en mal estado; el edificio del Ayuntamiento, después de seis décadas de vida, estaba dando sus últimas bocanadas. Se ha convertido en un edificio viejo, mal distribuido, mal aprovechado (en los años 50 se habilitó, en su piso superior, una casa para el secretario, cuyo espacio en ese momento era necesario) y necesita una reparación integra, o simplemente, su derribo y nueva construcción. Por tanto,  en Mayo de 1982, se plantea

 

“… la necesidad de construir una casa municipal ya que la que actualmente tenemos no reúne las condiciones mínimas exigidas para el buen funcionamiento de este Ayuntamiento…”

 

Y como siempre se plante el mismo problema. Las arcas municipales no tienen un duro y la subvención concedida no llega ni siquiera para el proyecto. Pero la necesidad está planteada. Ya vendrán tiempos mejores. Sin embargo en junio de 1985 aún no se había hecho nada al respecto.

Mientras tanto, la vida del pueblo continúa.  Y por estas fechas viene a alegrarla la noticia de que el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo,

 

“…comunica la proximidad de la terminación de veintiuna viviendas en Galilea…”

 

Efectivamente. Aquellas viviendas cuyo proyecto nació en los albores de los años 70, ahora, doce años más tarde son una realidad. Su próxima inauguración iba a ser un hito. Nunca hasta entonces se había abordado una obra social de esta magnitud en Galilea. Era normal que la gente estuviera ilusionada y contenta. Iban a ser veintiuna familias de toda edad y condición, las que se beneficiasen de esta iniciativa, pionera como muchas otras en nuestra localidad, para aquellos tiempos que corrían. Su ocupación iba a tener dos consecuencias, a cual más positiva. Por un lado permitiría, como realmente así fue, que jóvenes matrimonios que, por diferentes motivos, no querían establecer su domicilio en otra localidad, pudieran seguir residiendo donde realmente querían hacerlo. Y por otra, que vecinos de avanzada edad, cuyos domicilios habituales no reunían las condiciones de habitabilidad más idóneas, pudieran adquirir, sin muchas dificultades una vivienda digna para aquella época. La fisonomía del pueblo cambió con aquella urbanización,(bautizada luego con el nombre de su inspirador) y fue el ariete que abrió paso a nuevas construcciones al resguardo de aquellas, permitiendo así darle al pueblo la configuración arquitectónica que actualmente posee.

Así fue como el 25 de febrero de 1983 a las 10,30 de la mañana, en sesión abierta y pública, fueron adjudicadas las viviendas a sus legales propietarios.

 

Un nuevo edificio para el Ayuntamiento

Ayuntamiento de 1983

Querámoslo o no, los años también pasan factura a las edificaciones. Y así ocurrió con aquel viejo ayuntamiento, levantado en los años veinte, y que habiendo sufrido varias reformas en el transcurso de su vida, su estructura amenazaba ruina. Después de haberse barajado la posibilidad, en el pasado reciente, de rehabilitarlo y reformar sus estructuras, se llegó a la conclusión de que su mejor destino era la demolición.

Frontón de 1986

Así vemos cómo en el mes de diciembre de 1982 se están haciendo las gestiones pertinente para solicitar las ayudas necesarias de los organismos públicos como pudiera ser el IRYDA. Con esta ayuda y otras que pudieran venir por otras fuentes, se levanta el edificio del Ayuntamiento sobre el solar resultante de la demolición del antiguo.

 

Proyecto y construcción del nuevo frontón municipal.

 

En la década de los años cuarenta, y financiado por aquel organismo del régimen anterior que se denominó Confederación Nacional del Trabajo, se construyó en Galilea un trujal cooperativo de aceite situado extramuros de lo que por aquel entonces era el casco urbano de Galilea, en la prolongación de la calle Anselmo González.  Hasta entonces, las importantes cantidades de oliva que nuestro pueblo producía eran molidas en almazaras particulares, pertenecientes a vecinos de Galilea de las que algunas de ellas todavía existen en la actualidad.

Era aquel un trujal compuesto de dos volúmenes diferentes dentro del mismo edificio, en el que, el primero de ellos se destinaba al almacenamiento de los sacos de olivas que, a través de una conducción especial, se depositaban en una superficie, ubicada en el otro compartimento, recorrida permanentemente por tres grandes rodillos de granito, que iban remostanto una y otra vez las olivas hasta conseguir el preciado aceite.  Justo frente a la puerta de acceso, estaba la prensa.  Sobre su émbolo se colocaban las “capazas” con la aceituna ya molida para prensarla hasta lograr la última gota de aceite que pudieran quedar en sus residuos. Situada a la derecha una funcional estufa alimentada con los restos extraídos de los capachos. El exterior estaba invadido por la maleza, alguna que otra higuera silvestre y dos grandes pozos ocultados asimismo por hierbajos, donde se depositaban los líquidos residuales de la molienda.

Este trujal, de nostálgicos recuerdos a decir de algunos vecinos, fue demolido en el año 1986 para construir sobre el solar resultante, el flamante frontón que hoy preside aquella zona deportiva. Un frontón cuyo proyecto data del mes de mayo 1982 pero que no sería hasta marzo de 1986  cuando se aprueba el proyecto definitivo bajo la dirección del arquitecto D. Victoriano Andrés. Un año después, y con buen criterio, se modifica el proyecto para incrementar tanto el grosor de sus paredes como la superficie del recinto deportivo lo que encarece ligeramente la obra.

 

 El club de fútbol Rayo de Ocón

 

En el año 1980 se produjo en nuestra localidad un hecho que no es normal que se de en localidades de la importancia de Galilea. La creación de un equipo de fútbol en un pueblo de apenas 300 vecinos es un acontecimiento difícil de contemplar si no va a acompañado de la ilusión y el tesón de unas personas en las se conjuga la afición por este deporte universal y los buenos sentimientos hacia el pueblo que les vio nacer.

Estas dos facetas se unieron en Juan José Iglesias que, aun no residiendo en Galilea, consiguió fundar un equipo de fútbol que con unos inicios balbuceantes  y anárquicos consiguió mantenerse en el candelero deportivo de La Rioja hasta la mitad de esa década en la que el relevo generacional hizo precipitar su desaparición.

Mientras permaneció en activo fue el dinamizador social del pueblo, sobre todo en las frías tarde de invierno consiguiendo que los vecinos de Galilea, tanto jóvenes como mayores, aficionados al deporte rey o no, acudieran de manera masiva a presenciar y divertirse con las habilidades y muchas torpezas de los jugadores de turno. La masa social, en los momentos más boyantes de su historia, llegó a superar los 120 socios.

Comenzó su andadura con su fundador como presidente, teniendo como entrenador al entusiasta Santiago Galilea “Tati”, y como terreno de juego el denominado “El Cuco”, lugar que corresponde a la ubicación actual de la urbanización Enrique Malo. El uniforme era rojo.

El primer año, con jugadores prácticamente locales fue un desastre. Las goleadas se contaban por partidos y los resultados eran siempre demasiado abultados. Sin embargo, y a decir por los cronistas deportivos de la época, su deportividad y comportamiento dentro y fuera del campo granjearon la simpatía de la afición riojana. Un titular periodístico de aquella época decía,

 

“…han encajado cien goles y no tenían ningún punto.”

 

Debido a la urbanización del campo de “El Cuco”, la directiva se ve obligada a buscar un nuevo terreno de juego donde poder desarrollar la actividad. El terreno elegido es el de “La Barrilla”, en la actual prolongación de la calle Daniel Menchaca. Pero no sólo se cambia de campo; también se cambia de entrenador haciéndose cargo del equipo el recordado y malogrado “Rodri”.  Con él se da un nuevo aire al equipo y se trasladan los entrenamientos nada menos que a los campos anexos de Las Gaunas de Logroño, en un primer momento y posteriormente, a los del Barrio de Yagüe  también en la capital riojana.

En los siguientes años la plantilla fue reforzada con deportistas ajenos a nuestra localidad que consiguieron dos positivos efectos: de una parte mejorar los resultados obtenidos en temporadas anteriores y de otro establecer lazos afectivos con el pueblo cuyas consecuencias alcanzan hasta nuestros días.  Este refuerzo permitió que los resultados deportivos fueran menos lacerantes e incluso se empezó a obtener buenos resultados lo que propició que en los años 1981 y 1982 los finales de temporada fueran tranquilos y esperanzadores.

Hacia la mitad de la década de los años ochenta, las obligaciones laborales de unos, las estudiantiles de otros y con la desidia de todos conseguimos que una equipo que había nacido con tanta ilusión y sacrificio fuera muriéndose poco a poco de inanición hasta su completa desaparición.

DE FINALES DE LOS AÑOS 80 A MITAD DE LA DÉCADA DE LOS 90

 

En el año 1987 se celebran nuevas elecciones municipales. Es el año del cambio generacional en el que los hijos de quienes habían detentado el poder municipal en el pasado, toman  el relevo sin traumas ni recelos, y asumen con todas las consecuencias las riendas políticas del pueblo que los vio nacer, imprimiendo un estilo de gobernar radicalmente diferente a como se venía haciendo hasta la fecha. Su media de edad era tan baja que posiblemente fuese la corporación más joven de toda la Comunidad Autónoma.

Obviamente el camino que tienen ante sí no es un camino de rosas. Sin embargo pronto encuentran comprensión en los despachos oficiales. A pesar de su inexperiencia, su juventud es un gran activo que van a saber explotarlo con maestría. De esta manera comienzan a hacer una prospección de los problemas que les acucian y en dónde están las soluciones. Visitan despachos; conciertan entrevistas; se reúnen con personajes claves. Su objetivo siempre es el mismo: la consecución de mejoras para Galilea y la resolución de problemas que les presionan.

Concejales al inicio de los noventa

Uno de los que más le acuciaba a nuestra localidad en aquellas fechas era la escasez de agua potable. En los años anteriores, el agotamiento de los manantiales había obligado al municipio a solicitar el abastecimiento de agua de boca mediante camiones cisterna remitidos desde la capital. Había que actuar con diligencia.

Se inicia una obra faraónica para lo que se estaba acostumbrado en aquellos tiempos: la captación de manantiales subterráneos en la zona de los aguazales. Siempre en los aguazales. De ahí su nombre. Se hace una perforación longitudinal a lo largo de una enorme franja de terreno hasta conseguir llegar a los niveles óptimos en los que los manantiales fluyen abundantemente. Después de varias prospecciones y de alguna que otra incertidumbre, se demuestra que el camino elegido es el correcto. Su entubamiento posterior y la construcción de una caseta que albergara las bombas extractoras, solucionan, para muchos años, el acuciante problema del abastecimiento de agua de boca.

Pero el agua sigue dando problemas. Y esta vez por exceso. Las aguas pluviales que bajan  de las escorrentías  de las laderas del monte la Mata y confluyen en el barranco de la Barrilla, hay que desviarlas de su cauce para poder pavimentar ciertas calles nuevas que están apareciendo en el núcleo urbano de Galilea. Se acomete, por tanto, una obra de vital importancia que permite desviar estas aguas  hacia una vertiente alejada del pueblo, para que el progreso de la expansión urbanístico no se vea frenado por los accidentes incontrolados de la naturaleza.

 

La guardería municipal

 

Cuando en el año 1933 se construyen las casas-viviendas para los maestros pocos podían pensar que una de aquellas edificaciones, la que durante muchos años fue el domicilio de la recordada maestra Dña. Puri, iba a convertirse en una guardería municipal. Así fue cómo en el año 1.990 viéndose que en Galilea, y en sus poblaciones limítrofes, existía un verdadero problema en las familias de la clase trabajadora para guardar y proteger a sus hijos en las horas en las que su jornada laboral no se lo permitiese, se decidió iniciar las gestiones necesarias para valorar la posibilidad de construir una guardería municipal en el citado edificio.

No fueron buenos, al inicio, los augurios para el establecimiento de un servicio de estas características en una población dcomo la nuestra. No obstante, la tenacidad con la que se insistió y los argumentos esgrimidos por los responsables del momento propiciaron que la al inicio de la década,  comenzara la creación de este establecimiento de carácter social, impensable para muchos, pero que se ha demostrado necesario para el incremento del bienestar de los jóvenes matrimonios de Galilea y su periferia.

 

La catalogación del archivo municipal

 

Anterior guardería municipal

Una de las obligaciones que se impuso la nueva corporación salida de las últimas urnas fue la poner orden en el hacinado montón de libros que era el archivo municipal.  Como consecuencia del traslado para la construcción del nuevo Ayuntamiento y su posterior retorno, un años después, a sus nuevas dependencias, los legajos históricos del que forma parte nuestro archivo, estaban en un total y completo desorden.  Hubo una voluntad clara por parte del alcalde y una decisión firme por parte del departamento de cultura, de que aquella situación no podía continuar como estaba.

A lo largo de casi medio año de aquel de 1991, con gran paciencia y mucho cariño, los libros de actas, registros de vías pecuarias, correspondencia interna y externa (desde el año 1937 ya que en aquellas fechas de produjo un expurgo parcial), y todo tipo de expedientes fueron agrupados catalogados y posteriormente introducidos en cajas  para ser luego colocados en largas estanterías perimetrales en el ático del Ayuntamiento con un índice claro y conciso de todo cuanto había sido catalogado.

Aquella ordenación y supervisión (se inspeccionaron todos y cada un de los legajos existentes) nos descubrió que aunque en el pasado la desidia municipal propició la desaparición de documentos de gran valía, todavía quedaban carpetas con contenidos interesantes para conocer el pasado más reciente de la historia de Galilea.

Desde aquel momento, tres son los lugares donde el historiador, el erudito o simplemente aquel que esté interesado por conocer un poco más de la existencia de nuestros antepasados, puede acudir:  al archivo religioso, ubicado en el Seminario de Logroño, al archivo Histórico Provincial, en la propia capital y a este, nuestro archivo municipal.

 

Los jubilados tienen su hogar

 

Hogar del Jubilado

Con la creación de la guardería municipal se prestaba un gran servicio al segmento joven de la población. Sin embargo, la gente mayor que disponía de muchas horas al día de tiempo libre, no tenía un lugar específico donde poder reunirse. Cada cual lo hacía a su manera. Unos, en la bodega; otros en los bares; otros, recluidos en sus casas. Había que facilitarles la posibilidad de poder reunirse en un lugar común. En unos centros que estaban proliferando por todos los rincones de La Rioja. Estos centros eran el hogar del jubilado.

A finales del año 1991 se comienza la construcción de este centro. Se hace sobre el solar de la casa donde vivió el que fue varias veces alcalde de Galilea, Florentino Fernández, en la calle Alberto Villanueva. El edificio, concebido con criterios modernos y prácticos para el disfrute de sus usuarios fue concluido en el primer tercio del año 1992. El día de San Isidro de ese año, la Asociación de Jubilados de hizo cargo de su gestión.

 

 La Asociación Cultural Octaviolea

 

A finales del año 1988, nace en el seno del recién elegido consistorio municipal la  Asociación Recreativo Cultural Octaviolea,  fruto del entusiasmo de los nuevos concejales y del algún que otro vecino, preocupados porque las nuevas ofertas culturales que existían en aquellas fechas llegaran hasta Galilea.  Comienza su andadura con tibieza dado que el conocimiento que se tenía en aquellos momentos de este tipo de asociaciones era escaso, por lo que ese primer año pasa prácticamente inadvertida para el pueblo.

Con sigilo va introduciéndose en la organización y financiación de alguna actividad lúdica y festiva en el siguiente año de su fundación. Así, en el año 1989 comienza su financiación a través de la venta de participaciones de lotería, que además resulta premiada. Participa activamente en la contratación y financiación de las fiestas de verano y por primera vez organiza la cabalgata de Reyes, una de las pocas actividades que ha seguido desarrollándose ininterrumpidamente hasta  la fecha.

Carroza de San Mateo presentada por Octaviolea

Con la llegada del año 1990 la Asociación se afianza definitivamente.  Se planifican con anterioridad una serie de actividades cuyo éxito dependerá, en gran medida de los presupuestos.  Para ello, por primera vez, se toma la decisión de cobrar una cuota anual a los socios de 1.000 Pts comprobando que el pueblo, en su inmensa mayoría, responde satisfactoriamente. A este año corresponde también la organización de un viaje al Congreso de los Diputados en Madrid y con el viaje organizado al Parque Nacional de Ordesa de instituye una tradición que no se ha quebrantado hasta la fecha como es la programación anual de una excursión fuera de los límites de nuestra Comunidad, que siempre ha tenido una acogida favorable.

Al año siguiente, en 1991 la junta directiva cambia  y con  ella entra savia nueva con ánimos de renovación y ampliación de los contenidos de la Asociación.  Así en el mes de febrero de este año se edita el primer ejemplar de la revista que nace con una total escasez de medios, pero con una tremenda ilusión. Este primer número consta de 18 páginas cuyo contenido versa sobre temas de la más diversa naturaleza, pero que tiene un hilo conductor que es el de intentar dar a conocer a los socios los rasgos más significativos de la historia y vicisitudes de Galilea a lo largo de los años.  El entusiasmo es tal que en este año de 1991 aparecen nada menos que tres números diferentes. En los años sucesivos se seguiría editándose con una periodicidad menor, hasta llegar a su casi completa desaparición.

En el año 1993 la actividad de la junta directiva llega a su zénit al presentar al concurso de carrozas de las fiestas de San Mateo de Logroño una carroza propia que aunque artísticamente no fuera ninguna maravilla, por lo menos se logró conseguir los objetivos que se pretendían: financiación para la Asociación, publicidad para nuestro pueblo y sobre todo provocar la participación de la juventud de Galilea en actos de naturaleza cultural a la vez que potenciar los sentimientos de unión y colaboración entre sus vecinos.

Con el paso de los años las actividades se fueron reduciendo  paulatinamente quedando centradas casi en exclusividad en la financiación de algún tipo de actividad cultural o deportiva en las fiestas del verano y la celebración de una semana cultural en la siguiente a las citadas fiestas, además de la organización de la cabalgata de Reyes, en enero. En la actualidad, su actividad prácticamente es inexistente.

 

Se crea la letra y el himno de Galilea

 

Coincidiendo con una época en la que las relaciones entre la Asociación Cultural Octaviolea y el Ayuntamiento son de estrecha colaboración, se convoca, conjuntamente por ambas instituciones, un premio dotado con 20.000 Pts para la creación de la letra que habría de llevar el futuro himno de nuestra localidad. Así el 23 de octubre de 1991 se publican las bases que han de regir este concurso, que son publicadas y distribuidas en diferentes medios e instituciones públicas del panorama cultural riojano.

O el premio no era muy jugoso o la actividad creadora de los potenciales autores estaba en horas bajas en aquellas fechas ya que al concurso sólo se presenta un aspirante, José Ramón Eguizábal, que presenta un precioso poema que a la postre sería el que pasase a ser la letra oficial del himno de Galilea. El texto es el siguiente:

 

 

Tu pasado Galilea

Se repite con los años

Trabajo, sudor, bodega

Amistad sobre tu tierra

Y tu sangre en los secanos

Canta fuerte Galilea

Canta alegre tierra mía

En la boca la alegría

En tu rostro simpatía

Y orgullo en el corazón

Tu presente se asemeja

A tus tierras de trabajo

Tierras duras, tierras yermas

Campos limpios, sucias eras

Donde el alma vais dejando

Canta fuerte Galilea

Canta alegre tierra mía

En la boca la alegría

En tu rostro simpatía

Y orgullo en el corazón

Tu futuro vieja aldea

Se adivina ya en tus manos

Manos fuertes como peñas

Destrozadas por la siembra

Y curadas por el grano

Canta fuerte Galilea

Canta alegre tierra mía

En la boca la alegría

En tu rostro simpatía

Y orgullo en el corazón

 

El músico Eusebio Díaz fue el encargado de la composición musical cuyo estreno tuvo lugar en la plaza pública, por la orquesta del Conservatorio de Soria, de la que él era titular, en las fiestas de San Isidro de 1992. El solista fue el barítono Carlos Gil Colás.

Para escuchar la interpretación del día del estreno pulsa aquí

Para escuchar la versión (año 1995) para flauta (Diego Alonso) pulsa aquí

Es imprescindible disponer de un reproductor musical del tipo Windows Media Player o similar

Para acceder a la partitura musical compuesta por Eusebio Díaz, pulsa aquí

 

El escudo de Galilea

 

Carroza de San Mateo presentada por Octaviolea

En el mes de diciembre de 1990 y por iniciativa de la Junta directiva de la Asociación Cultural Octaviolea se solicita al especialista en genealogía y heráldica Sr. Villapré la posibilidad crear un escudo representativo de nuestra localidad basándose en los antecedentes que pudieran existir al respecto. Con fecha 18 de enero del siguiente año nos daba contestación diciendo que,

 

“ … una vez realizado el estudio he comprobado que la citada villa de Galilea no ha tenido nunca escudo de armas municipales.”

 

No sería este investigador, sin embargo, el encargado de realizar el escudo municipal ya que por razones presupuestarias dicho encargo fue efectuado a otro genealogista de la capital, D. José Antonio  Mayayo, que sería a la postre a quien el Ayuntamiento solicitó la creación del citado blasón.

Se le encargó indagar en el pasado para obtener cuantos datos fueran precisos para que el nuevo escudo representara lo más aproximado posible la idiosincrasia de nuestros antepasados, con una única salvedad: en el escudo debería estar reflejado  un olivo, árbol que ha estado siempre presente en las vidas de los habitantes de estos pagos, desde tiempo inmemorial

En el mes de marzo 1992 el Sr. Mayayo llegó a presentar hasta seis bocetos diferentes de lo que podría ser el futuro escudo representativo de Galilea. Después de arduos debates conjuntos entre los miembros del Ayuntamiento los de la Asociación Octaviolea, se llegó a la decisión de adoptar como escudo oficial el que representa a una “galilea” (pórtico arqueado de una iglesia) a la que se le antepone un olivo. Una orla lo bordea con el siguiente texto: “Tierra de Ocón.1865. Concejo de Galilea”. Está coronado por la corona real. Desde aquellas fechas el escudo preside el salón de plenos del Ayuntamiento.

 

 

Los seis bocetos diferentes presentados por el genealogista

 

La rehabilitación y ampliación de la piscina municipal.

 

En un pleno municipal del día 4 de noviembre del año 1991 se toma la siguiente determinación:

 

“Vistas las necesidades que se han planteado en este municipio, las cuales no coinciden con las que existían en la fecha de la elaboración del plan cuatrienal… se acuerda modifi­car el mencionado plan, de acuerdo con las siguientes prioridades: año 1992, reforma y adecuación de la piscina municipal con una memoria de 20.970.542 Pts.”

 

Veintisiete años separan este pleno de aquél otro en el que se tomaba la decisión de construir una piscina en Galilea.  La decisión no era nada fácil teniendo en cuenta la recesión económica que ya se veía venir, pero sobre todo por la magnitud de las cantidades que se barajaban. Se iniciaron las consabidas consultas con los responsables del Gobierno Regional que pudieran tener alguna competencia en ello.  Las negociaciones pasaron por momentos desiguales.  Lo que ayer parecía estar bastante seguro al día siguiente se veía inalcanzable.  De la esperanza se pasaba al desánimo. La poca predisposición de los poderes públicos a subvencionar este tipo de obras, en momentos de crisis como los aquellas indujo a temer lo peor.

Inauguración de la remodelación

Pero la insistencia da sus frutos.  Dña Carmen Valle, Consejera de Obras Públicas en esas fechas, solicita un proyecto al Ayuntamiento en el que se consignen claramente las actuaciones a seguir.  Con ello se pretende que la obra se ejecute en un sólo ejercicio y no en dos, con el retraso que ello conllevaría.  Verbalmente se comunica que, de acuerdo con la memoria valorada que se había remitido, el Gobierno Regional está dispuesto a financiar la rehabilitación con el 50% del coste de las obras.  O lo que es lo mismo, con algo menos de diez millones de pesetas.  El día 10 de junio de1992 en sesión extraordinaria y pública  la Corporación aprueba el precitado proyecto por un presupuesto de 24.495.792 Pts. El 11 de septiembre se celebra sesión ordinaria para la adjudicación de la obra.  El libro de actas dice lo siguiente

 

“Dada cuenta del expediente tramitado para la contratación de la obra de rehabilitación de la piscina municipal, según proyecto redactado por el ingeniero técnico dos Pedro Sánchez y aprobado por la Corporación en 10 de junio de 1992, y vista el acta de la subasta, …se adjudica definitivamente a la empresa Tecnobácter, que ofrece llevarla a cabo en el precio de 23.271.000 Pts”.

 

Las obras comienzan en noviembre de este mismo año y finalizan en junio de 1993.  Durante las mismas se toma la determinación de construir también una pequeña piscina para los niños y alguna otra mejora no contemplada en el proyecto que hace que el presupuesto definitivo alcance los 25 millones de pesetas.  El día 18 de julio, el Presidente del Gobierno de La Rioja, don José Ignacio Pérez Sáez inaugura las obras.

Rótulo conmemorativo

En la puerta, el Ayuntamiento hace instalar una placa de agradecimiento

 

«A todos los que con su esfuerzo hicieron posible su construcción en el año 1967.”

 

La vuelta ciclista a España pasa por Galilea

 

El día 9 de mayo de 1993 fue un día histórico para Galilea. Ese día fue el primero de las dos ocasiones que la ronda de la Vuelta ciclista a España no solamente pasase por nuestra localidad sino que además se disputara en ella una meta volante.  Este pequeño milagro se consiguió, como siempre, por la conjunción de dos factores en el tiempo: el entusiasmo personal de algún relevante vecino y, sobre todo, por el decidido apoyo unitario demostrado por la práctica totalidad del vecindario de Galilea.

Aquel día fue un día soleado y espléndido. Desde primeras horas de la mañana, la gente, vecinos y foráneos, se agolpaban en las inmediaciones del grupo escolar en espera de la llegada de los ciclistas de la ronda española. Pero no cualquiera. Por allí pasarían los Perico Delgado, Rominger, Zülle y compañía. La organización, para entonces, ya había previsto la instalación de todos los elementos propios de este tipo de actos incluidas los fardos de paja prensada frente a los laterales de los dos puentes aún no derribados que en aquellas fechas daban acceso al casco urbano.

Hacia las tres de la tarde, la liturgia que rodea estos eventos estaba en plena ebullición: grandes coches de las marcas comerciales cruzaban a gran velocidad el pueblo; las caravanas de los medios de comunicación hacían un ruidoso acto de presencia y por allí cruzaban todas las grandes figuras del mundo de la prensa deportiva. Y por fin llegaron los ciclistas. Su paso fue tan rápido que a todos nos dejaron un regusto amargo por el poco tiempo de disfrute que habíamos tenido de sus esfuerzos.

El eco de este espectáculo que nuestro pueblo había tenido el privilegio de conseguir para sus vecinos tuvo su resonancia incluso en la prensa nacional. Así un periódico deportivo de ámbito nacional decía:

 

La vuelta ciclista a España, por Galilea

“Los vecinos de la pequeña localidad riojana de Galilea, movidos por su afición al deporte de las dos ruedas, se han “rascado” el bolsillo y han conseguido con una colecta popular el dinero necesario para que en su pueblo de dispute una meta volante de la Vuelta 93. Además, todo aquel miembro de la caravana ciclista que lo desee será invitado a Chorizo asado y a un buen trago de rioja. Que les aproveche y felicidades a todos los habitantes de Galilea. ¡Eso sí es afición!”

 

 

En la misma dirección la prensa regional decía en sus páginas del día 10 de mayo:

 

“La idea de que esta población de 292 habitantes se inmiscuyera en el devenir de la ronda española salió de Justo Hernáez, un industrial donostiarra descendiente de la localidad, amigo de Ramón Mendiburu, director técnico de Unipúblic … Hace unos meses de acercó Mendiburu a Galilea para conocer los pormenores del trazado y dio el visto bueno. Los representantes del municipio de Galilea mostraron su satisfacción al final de la etapa y el cumplimiento de sus objetivos: la promoción del mundo rural”

 

Unos años más tarde se repetiría esta experiencia aunque sin meta volante y sin la repercusión y eco que tuvo la primera travesía de la ronda española por las calles de nuestro pueblo.

 

Galilea, ¿un pueblo para vivir?

 

Paisaje primaveral

Y así es Galilea. Un pueblo a caballo entre la tradición y la modernidad que ha sabido emerger del ostracismo en que, en fechas no muy lejanas se vieron envueltos la mayoría de los núcleos rurales.  Un pueblo que ha apostado decididamente por el futuro sin apartarse de los modos y costumbres típicos que han imperado a lo largo de su historia. Un pueblo abierto a cuantos deseen visitarlo o establecerse en él. En definitiva: un pueblo para vivir.”

 

Así terminaba un extenso artículo, de quien esto escribe, que la prensa regional reprodujo con fecha 13 de junio de 1992. En él se hacía un  repaso a la historia pasada y reciente de Galilea y se incidía, de manera especial, en el alto grado de armonía entre sus vecinos.  Se apostaba porque, aquella situación de bonanza, se extendiera al futuro. El futuro ya ha llegado. Hagamos entre todos que  Galilea sea un pueblo para vivir.

CENSO DE HABITANTES DESDE LA SEGREGACIÓN

 

La Villa y Tierra de Ocón (Revista Berceo, 1954) Justiniano García Prado
Partidos políticos en La Rioja María Dolores Revuelta Saez
La Segunda República en Logroño Francisco Bermejo Martín
Diario La Rioja José Manuel Ramírez
Contribución de los emigrantes a la educación en La Rioja M. Angel Zapater
Archivo religioso de Galilea (Seminario Conciliar) Matías Sáez de Ocáriz
Archivo municipal de Galilea
Presentación

CONSTRUCCIÓN DEL ANTIGUO AYUNTAMIENTO

El antiguo edificio del Ayuntamiento, que pervivió a lo largo de sesenta años, hasta que fue demolido y sustituido por el actual, fue construido gracias  a la ayuda concedida por e

Ayuntamiento antiguo

Ayuntamiento antiguo

Estado por motivos bien ajenos al de la construcción de un edificio público.  Las heladas y pedriscos que se produjeron en los años 1918 y 1919 fueron tremendamente dañinos para los cultivos de cereales y hortalizas.  El Gobierno, quiere auxiliar a los damnificados por los desastres naturales, publicó  una Real Orden con fecha 27 de octubre de 1919 en la que distribuía las cantidades concedidas, para paliar las pérdidas ocasionadas.  La Real Orden establecía que, la subvención concedida podría percibirse para ser destinada a dos objetivos bien distintos: como ayuda para los agricultores con que fuera grabada sin ningún tipo de interés, pero reintegrable a la Hacienda Pública, transcurrido diez años; y otra como donación graciosa y perpetua si se invierte en la realización de alguna obra pública o de interés general para el vecindario de Galilea.  La cuantía de la subvención ascendía a la cantidad de 21.492,10 Pts. 

El 10 de diciembre de 1919 se reúne el pleno del Ayuntamiento para determinar el destino de esta ayuda estatal.  En esta, y en posteriores reuniones, desechada la primera opción que el Estado ofrece, se discute sobre el mejor destino para invertir estas cantidades en edificios que supongan un beneficio para el común de los vecinos.  Se barajan varias opciones: escuelas, casas para el maestro, oficinas judiciales y casa Consistorial.  Finalmente, y de acuerdo con el vecindario, se deciden por esta última opción. 

Habrían de pasar dos años hasta que el 16 de abril de 1922, en sesión plenaria se decide dar comienzo a la construcción del nuevo Ayuntamiento  

…en solar propiedad del municipio,  junto al juego de pelota, de la casa destinada a oficinas del Ayuntamiento y del juzgado.  El solar que dispone el Ayuntamiento -seguía diciendo el acta- no es suficiente para construir las dependencias citadas, y, sin embargo, existen unos rincones contiguos a dicho solar, al juego de pelota y a la finca propiedad de Simón Eguizábal, que por su forma irregular no pueden aplicarse, y entienden que tomando parte del solar del juego de pelota, además de estos rincones irregulares, podrían permutarse por una superficie parecida de la propiedad de Simón Eguizábal, con lo que el solar destinado a la construcción del Ayuntamiento sería suficiente”. 

Puestos sobre el terreno, y tomadas unas líneas para comprobar cómo habría de quedar el nuevo solar, vieron que, si se tomaba parte del frontón y parte del solar de Simón Eguizábal, dejando para éste los rincones antes mencionados, el solar resultante era idóneo para el objetivo que se habían marcado.  Llamado al Ayuntamiento el propietario del solar, y oída la proposición del concejo, no puso ningún inconveniente en aceptar el cambio del terreno aunque  para ello 

“…la pared divisoria entre su corral y la pared del Ayuntamiento que va de norte a sur, habría de trasladarse cuatro metros hacia el oeste, es decir, hacia su casa; y la que llamamos pared del lado derecho del frontón, que corre de oeste a este, habría de continuarse, hecha de ladrillo, con la que separa el frontón del solar con la otra pared antedicha…” 

 

Frontón antiguo

Frontón antiguo

Decididos por tanto a levantar el edificio de la nueva casa Consistorial, asisten a una reunión en la capital con el ingeniero jefe de Obras Públicas y el arquitecto provincial para intentar prescindir de la formación de planos y proyecto, ya que de lo contrario habrían de ocasionar grandes mermas al capital.  Esta reunión obtiene un resultado positivo y el día 9 de septiembre de 1922 se les comunica que pueden prescindir de planos y proyectos para la nueva edificación.  Una vez sorteado este requisito, deciden que, sin pérdida de tiempo, se contraten a los albañiles y auxiliares que han de ejecutar la obra  

…ayudándoles la corporación en pleno, y su secretario, en todo aquello que necesiten.” 

Consecuentes con el talante ahorrativo que habían demostrado al iniciar esta obra, en el mes de diciembre de 1922 se trasladan a Logroño nueve peones que, durante seis días, se dedican a recuperar 17 vigas y 132 bóvedas de un edificio derribado por las monjas Concepcionistas de la capital.  A la vez compran 3900 tejas y 3000 ladrillos que son transportados a Galilea juntamente con el material anterior, con trece carros.  El sueldo de los peones, su manutención, además de las diez fanegas de cebada consumidas por las caballerías, ascendió a 677 Pts.  Las vigas costaron a 20 Pts cada una; las bóvedas a 12; los ladrillos y las tejas a 10 Pts el ciento. 

Además de estos materiales se adquirieron otros como, tres balconadas de 2,60 m x 1,40 m, once ventanas de 1,70 x 1,40 m; diez metros de barandilla de madera; 2.706 sacos de yeso pardo; un balcón corrido de 12 metros x 0,75 de saliente y otros muchos más elementos. 

Con estos materiales los albañiles Aquilino Marín, Esteban Aragón y Patricio Pascual, además de diez y nueve peones, construyen el nuevo edificio del Ayuntamiento.  Sus honorarios y los de los peones ascendieron a 4.077 Pts. En Octubre de 1923 la corporación llevaba gastadas 15.783 Pts del total entregado por el Estado, como ayuda por las heladas y pedriscos de 1918.  En abril de 1924 las obras todavía continuaban sin ser acabadas ya que con el cambio de alcalde, una de las primeras medidas que adopta el pleno es  

…autorizar al alcalde para que, a la mayor brevedad posible haga terminar las obras de la casa Consistorial, tanto tiempo ya comenzadas, y tan pronto se halle en condiciones, se adquiera el mobiliario que a su juicio se precise, y tan pronto se halle todo en condiciones, disponga el traslado al nuevo edificio.” 

Las obras finalizan hacia septiembre de 1924 y en esta fecha se formaliza la cuenta de gastos ocasionados y se remite para su aprobación al ingeniero jefe de obras públicas según mandato de la Real Orden que concedió la subvención.  Su inauguración debió coincidir con la finalización de la nueva carretera de Logroño a Ocón, en la que tanto tuvieron que ver los diputados Alberto Villanueva y Daniel Menchaca ya que, en la misma fecha, adquieren las placas de las nuevas calles que poco antes les habían dedicado, y los rótulos identificativos del nuevo edificio del Ayuntamiento. 

Frontón antiguo

Frontón antiguo

Una vez instalados en el nuevo inmueble se toma el acuerdo de vender, en pública subasta, el edificio que hasta la fecha estaba destinado como oficina municipal, cuya denominación popular era la de casa antigua del pueblo.  Este viejo edificio, situado en la calle Daniel Menchaca, fue subastado el día 8 de diciembre de 1924 previa convocatoria al vecindario, mediante toque de campana.  El precio de salida fue de 1.000 Pts.  Después de pujar varios vecinos , el edificio fue adjudicado a Clara Morales por la cantidad de 1.200 Pts. 

Un año antes de finalizar la construcción del nuevo Ayuntamiento, los mozos  de la localidad formulan una petición verbal al alcalde pretendiendo se les ceda en arrendamiento, para ser destinado a salón de baile, el local que se había construido en la planta baja.  En caso negativo, solicitaban la vieja casa del  Ayuntamiento, aunque sus preferencias se inclinaban por el primer local.  Parece que la nueva corporación no estaba por la labor de contentar a sus jóvenes vecinos ya que acuerdan  

…no discutir el asunto por ser de suyo tan sencillo, y la petición tan injusta como atrevida, y acordaron negar la primera y acceder a la segunda.” 

Con la llegada de una nueva corporación municipal, y como consecuencia también de la venta del edificio antiguo, el pleno cambia de actitud, y en noviembre de 1925 arrienda a los jóvenes los bajos de la nueva casa Consistorial.  Sin embargo se les exigía una serie de requisitos: el salón debería estar cerrado durante  el día y la noche de Todos los Santos, en Semana Santa y en las fiestas de San Roque.  Además, los mozos, se comprometían, mediante gratificación por el Ayuntamiento de 100 Pts, de contratar, para los días 16 y 17 de agosto, una banda de música que tocase al aire libre.  El precio del alquiler era de 200 Pts anuales, pagaderas el 1 de diciembre de cada año. 

En estas condiciones continuaron disfrutando de este local  hasta el 1 de julio de 1929, fecha en la que el Ayuntamiento les dispensó del pago del alquiler, siendo a cargo de los jóvenes únicamente, el gasto de la luz y el mantenimiento del local.

Los orígenes de Galilea

Antecedentes históricos de Galilea

El Valle de Ocón, desde Sierra la Hez

El Valle de Ocón, desde Sierra la Hez

La historia de Galilea, hasta el 19 de mayo de 1865 hay que contemplarla unida a lo que, a lo largo de los tiempos, se denominó Tierra de Ocón.  Esta denominación correspondía a una parte del territorio riojano sometido a una misma organización y regulado por unas ordenanzas especiales.  Gobantes, en su diccionario, engloba en la Tierra de Ocón diez aldeas: Aldealobos, Los Molinos, Oteruelo, Pipaona, Las Ruedas, San Julián, Santa Lucía, Corera, El Redal y Galilea además de la propia Villa de Ocón capital de este territorio.  Entre 1842 y 1865, tres de estos pueblos, -Corera, El Redal y Galilea, por este orden- se independizan de la metrópoli, dando lugar así a municipios independientes.

Por tanto, la historia de Galilea hay que estructurarla en dos etapas: una, extensa en el tiempo pero huérfana de datos históricos que hagan referencia directa a su entidad como territorio; y otra que comprende el período de tiempo que abarca desde su segregación de Ocón, en 1865, hasta hoy mismo.  La primera etapa ha de contener, necesariamente, datos genéricos que inciden principalmente en la creación y desarrollo del Valle de Ocón y del propio territorio de la Comunidad Autónoma de La Rioja; mientras que la segunda etapa se centrará exclusivamente en los acontecimientos acaecidos a lo largo de este último siglo y medio en nuestra localidad.

 

Orígenes de Galilea.

Pascual Madoz

Pascual Madoz

Si nos atenemos a lo que Madoz dice en su Diccionario, Galilea, al igual que el resto de las localidades que componen el actual Valle de Ocón, fue fundada por moradores de la metrópoli que salieron a establecerse en casas de campo, barrios y cortijos, por las tierras de su jurisdicción. Pero no habla de fechas.  Estudios más recientes localizan en Galilea un poblado indoeuropeo en el siglo IV a. de C.  El asentamiento de estos pueblos (indoeuropeos y celtas) en la cuenca media del Ebro, contribuirían a establecer parte del actual territorio de La Rioja.

La actual Rioja se repartía de manera desigual entre las principales tribus indígenas de procedencia distinta: los berones, de origen indoeuropeo que ocuparon gran parte del actual territorio  riojano; los pelendones, de procedencia celta, ocuparon el sur; y los vascones, de raíz pre-indoeuropea, el este. La etimología de los berones los relaciona con los príncipes indoeuropeos que asentaron sus poblados fortificados en cimas y altos.  Los vascones, aliados de los romanos, descienden del límite que les imponía el río Ebro y ocupan la zona de Calahorra y Alfaro, señalando el límite entre vascones y berones  una línea que dividía Yanguas, Enciso, Arnedo, El Redal y Alcanadre.  En consecuencia, Galilea seguía siendo parte del territorio berón.

La primera guerra celtibérica desde el levantamiento en el año 181 a. de C. supone el momento crítico del enfrentamiento entre los  indígenas y romanos en esta parte del territorio riojano.  La conquista de esta amplia y variada zona por los ejércitos de Roma, debió realizarse entre la primera y segunda guerra celtibérica.  La marcha de Catón hacia el Ebro – en al año 195 a. de C.- supone el tránsito del ejército romano por el territorio Berón, camino de Calahorra.  Para el último tercio del s. II a de C. la dominación romana en La Rioja se había producido.  Los berones y el resto de los pueblos asentados en estas tierras, adquieren las costumbres romanas.  Comienza así la romanización.

Ocón bajo la influencia de Roma.

Octavio César Augusto

Octavio César Augusto

Durante los primeros años de la ocupación romana, el emperador Octavio César Augusto (67 a.c.-14 d.c.) funda Ocón dándole el nombre de Octaviolea.  Un anónimo cronista del s. XVIII redactó un sencillo manifiesto dedicado a los santos S. Cosme y S. Damián y en él se lee que fue desde sus orígenes un lugar bien defendido y fortificado, que lo fundó Octavio César Augusto y que su nombre primitivo fue Octaviolea.  Situado en un promontorio entre Calahorra y Arnedo, es posible que actuase como refugio o segunda línea del Jubera o del Cidacos, según la dirección de donde provinieran los ataques.  A los detalles de su situación topográfica y defensiva hay que agregar la estructura escalonada de su terreno, sus fuertes construcciones defensivas y lo penoso de su ascensión a través de sus caminos y veredas.  Las abundantísimas aguas potables eran aprovechadas por los romanos para conducirlas hasta Calahorra a través de un cauce del que se conservaban vestigios hasta la mitad del pasado siglo.  En nuestra localidad y en el pago de Valdelafuente, han sido visibles los restos de asentamientos romanos hasta fechas bien recientes.

 

 

La dominación árabe.

A lo largo de poco más de cuatrocientos años, los árabes ocupan totalmente La Rioja.  Desde el año 714 en que cruzan el Ebro hasta el 1119 en que los cristianos conquistan Tudela y Tarazona dejando tranquilos a los de Alfaro y Cervera, los seguidores de Mahoma se convierten en dueños absolutos del territorio riojano.

Territorios de Banu Qasi

Territorios de Banu Qasi

Siguiendo las antiguas vías romanas, Tarik, navegando Ebro arriba, ocupó todo el valle de La Rioja actual; tánto le gustó estas tierras a los árabes que la llamaron «tierra de acequias», expulsando de ellas a los hispanogodos que fueron a refugiarse a las montañas de Cantabria y Cameros.  Para defender el territorio conquistado, fortificaron los accesos a los ríos Ebro, Tirón, Najerilla, Cidacos y Alhama.

El dominio musulmán se establecería hasta la zona media de el Ebro que los historiadores llamaron «Frontera Superior».  Muchas de sus construcciones sirvieron para delimitar el futuro territorio de La Rioja.  A finales del s. VIII se establece circundante al Ebro la familia de los Banu Qasi un dominio de aventureros árabes, dependientes primero de Córdoba, e independientes después.  Esta familia tuvo una gran importancia en los territorios fronterizos al Valle de Ocón y en el propio Valle.  Desde su sedes itinerantes de Ausejo al principio, y más tarde desde Albelda, inician frecuentes «razzias» contra el territorio dominado por los vascones.

Las tierras del Valle de Ocón, del Leza y del Jubera debieron soportar una ocupación más prolongada por su especial interés en sus ricos huertos que abrían las puertas de Cameros.  Por eso, los árabes defendieron sus posesiones desde los castillos de Viguera y Nájera y desde el alto de Ausejo.  Una operación conjunta de Ordoño II de León y Sancho Garcés I de Nájera, obligan a los Banu Qasi a retroceder hasta sus posesiones en Ocón.  A partir del año 915 se precipita la decadencia de esta dominante familia árabe, y los reinos de Nájera y Viguera y el Condado de Castilla, comienzan a perfilarse.

El conde Fernán González y García Sánchez de Pamplona se enfrentan por cuestiones sucesorias de aquél reino.  El rey navarro busca la ayuda de Abderramán y el conde es hecho prisionero y retenido hasta la muerte de ambos reyes para, posteriormente, ser puesto en libertad.  De esta fecha data el primer documento en el que se nombra expresamente a Ocón en el voto de Fernán González.

Durante el reinado de Sancho Garcés III el Mayor de Nájera (1004-1035), se nombra nuevamente a Ocón en una escritura del año 1023

 

“…en la cual suscribe Fortún, dominando en Ocón. “

 

Sancho Garcés murió en el año 1035 sucediéndole en el trono su hijo García el de Nájera con el título de rey de Nájera y Pamplona.  En la escritura de arras de su mujer la reina Estefanía, el rey le da, entre otros señoríos, el de Ocón en el año 1040.  Hacia el año 1074 existía en el término de Ocón el monasterio de S. Saturnino que fue donado, con la ciudad de Parparinas, al monasterio de Valvanera.

 

Ocón en tiempos de Alfonso VI

 

Alfonso VI

Alfonso VI

Cuando Alfonso VI de Castilla llega a Nájera, el señor de la plaza, Lope Díaz de Haro le jura fidelidad y se le entregan entre otros, el señorío de Ocón.  Gobantes dice que en la escritura de donación número 249 del tomo VI, correspondiente al año 1092, y guardada en el archivo de Simancas, firmó,

 

 “…senior Enneco Azenariz, in Ocón.”

 

Es el propio rey Alfonso VI quien estando con su mujer en Allberite, firma el Fuero de Logroño que comprendía desde Ocón y Mendavia hasta Viguera y Laguardia.  Quería con ello extender a los nativos del país el privilegio que disfrutaban los extranjeros acogidos, dándoles las mismas facilidades en cuanto a franquicias y exenciones.  Se libera a los pobladores de toda prestación o carga onerosa que pese sobre ellos y se les concede libertad de comprar bienes, poseerlos libremente y disponer de los mismos comercialmente.  Ordena la vida de mercado y dona a los residentes del término bienes comunales para su cultivo, aprovechamiento de pastos y leñas, aparte del derecho a riegos.  Este fuero sería la base principal en que se fundamenten las concordias que, en siglos venideros, establecería la Tierra de Ocón con los pueblos limítrofes para la regular cesión de pastos por aguas.  En 1310 Fernando IV confirma y amplía el concejo de Ocón, los buenos usos, fueros y costumbres.

 

Los señores de Ocón

 

D. Diego Gómez Manrique, repostero mayor del rey y Adelantado Mayor de Castilla fue quien dio principio al linaje de los condes de Treviño, “que después serían duques de Nájera, Maqueda y Arcos”. Hijo de Garcí Fernández y de su segunda mujer Teresa Vázquez de Toledo recibió del rey D. Enrique el lugar de Ocón con su castillo.  Existió un privilegio en el que el rey D. Juan dice que vio una carta real de su padre el rey D. Enrique en la cual se hacía merced a D. Diego Gómez Manrique del lugar de Ocón con su castillo, del cual había hecho merced antes a Ramiro Sánchez de Asién quien le traicionó y se pasó al lado del rey de Navarra por lo cual revocó aquella dona­ción y se la entregó al citado D. Diego con su castillo, todos sus términos, montes, prados, aguas corrientes y no corrientes y con la justicia civil y criminal.  El privilegio está firmado el 2 de enero de 1379, y como D. Diego pidiera la confirmación de la carta real, el rey D. Juan le complació reteniendo éste para sí y los reyes que le sucedieran en dicho lugar y su términos, dinero en oro y plata y alcabalas, dándole la confirmación en las Cortes de Burgos el 10 de enero de 1379.

Pedro Manrique de Lara, llamado «el Forte», fue octavo señor de Ocón.  Nació en 1443 y murió en Navarrete en 1515, siendo trasladado su cadáver a Nájera para ser enterrado en el panteón que él mismo había mandado construir en el Monasterio de Santa María la Real.  A los 15 años sucedió a su padre en los estados nobiliarios que poseía entre los que se encontraba Ocón.  A los 20 años entró a formar parte del Consejo Real siendo un decidido partidario del enlace de la reina Isabel de Castilla con Fernando de Aragón.  En los momentos difíciles por los que pasó uno y otro reino, D. Pedro Manrique de Lara estuvo allí para defender a sus soberanos.  Como agradecimiento, el rey Fernando el Católico le nombró capitán de la frontera de Jaén y su reino que defendió con gran eficacia,

 

“…por lo que recibió el título de Duque de Nájera a perpetuidad para él y sus descendientes.”

 

El castillo de Ocón

El castillo de Ocón

Al morir Isabel la Católica, mantuvo una lealtad a toda prueba hacia su hija, doña Juana la Loca bajo la legítima administración de D. Felipe, su esposo.  El día que éste murió, y gracias a la energía del señor de Ocón, se evitó una revuelta militar, entrando a formar parte ese mismo día de la regencia, bajo la presidencia del cardenal Cisneros.

También fue señor de Ocón y de otras muchas villas riojanas, el cuarto duque de Nájera, D. Juan Manrique de Lara y Acuña, hijo de don Juan Manrique y doña Juana de Acuña.  Casó con doña María Girón, hermana del duque de Osuna en 1554.

La Villa y Tierra de Ocón perteneció hasta la desamortización de Mendizábal a los descendientes del duque de Nájera. Los duques ponían alcalde mayor del que se podía apelar al alcalde mayor de Nájera, hasta que se extinguieron las jurisdicciones s

eñoriales y era entonces S.M. el Rey quien nombraba alcalde mayor, de quien se podía apelar ante la Cancillería de Valladolid.

Ocón a finales del s. XVII

ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DE OCÓN A FINALES DEL S./ XVII

La Villa de Ocón

La Villa de Ocón

La organización administrativa del Concejo y Tierra de Ocón a finales del s./XVII comprendía, según Justiniano García Prado, las siguientes poblaciones: la Villa de Ocón, con 36 vecinos; Galilea, con 40; Santa Lucía, con 50; Corera, con 150; El Redal, con 80; Pipaona, con 32; Los Molinos de Ocón, con 20; Aldealobos, con 15; Las Ruedas, con 16; Oteruelo, con 15; y San Julián, con 7.  El término municipal se extendía de este a oeste como legua y media; de norte a sur, dos leguas; y en circunferencia, 4 leguas.  Lindaba por cierzo con el término y jurisdic­ción de Alcanadre; por solano con la villa de Ausejo y Tudelilla; por ábrego con la de Arnedillo y por regañón con las de Robles y Jubera.

La villa y sus aldeas eran de señorío y pertenecían como ha quedado dicho a los duques de Nájera que tenían como apoderado a D. José Basarán, vecino de Hormilla.  En su jurisdicción existían dos montes ramales de encinas, hayas y robles; el uno propiedad de la villa y pueblo y el otro del duque de Nájera.

En estos montes los vecinos de la villa y sus aldeas no tenían aprovechamiento de cortes de leña pero sí podían sus ganados, mayores y menores, pastar en el terreno que ocupaban.

Los pequeños huertos que existían próximos a las casas se regaban en el invierno y primavera, aprovechándose el monasterio de San Prudencio medio día a la semana el resto del año.  Ausejo, por sus concordias que más adelante veremos, regaba día y medio.

Los vecinos poseían en común y como bienes propios la casa Consistorial, ubicada en Ocón, además de diversas tierras que el duque de Nájera cedió al común de ambos estados (noble y general).  Por esta cesión pagaban anualmente 318 fanegas y 8 celemines de trigo y cebada, por mitad.

La jurisdicción pagaba en favor de los santos mártires san Cosme y san Damián un censo de 33 ducados de principal, impuesto al 3%.  Los vecinos del estado llano pagaban al rey los derechos de servicio real ordinario y extraordinario, sin que el común de los vecinos del estado noble contribuyeran por razón de dichos derechos.  El derecho de alcabalas estaba enajenado al marqués de Navahermosa, cobrando por ello una crecida cantidad.  El cabildo de beneficiados (sacerdotes) de las iglesias que estaban establecidas en la jurisdicción de Ocón se componían de 23, de los cuales 10 eran de ración entera, 8 de media y 5 de cuarta.  La jurisdicción del Concejo y

Tierra de Ocón pagaba el impuesto de diezmos con excepción de los religiosos del monasterio de san Prudencio, porque ellos tenían concordia en virtud de la cual sólo pagaban 9 fanegas y media de trigo y cebada, por mitad.

Pipaona de Ocón

Pipaona de Ocón

Los restantes vecinos, labradores y cosecheros de la Tierra de Ocón,

 

 “…pagaban cada año al cabildo eclesiástico una fanega de cada diez (diezmos)… “

 

de todos los granos, legumbres y olivas; una carga de uva de cada diez; y una cría de ganado lanar o cabrío, de cada diez.  Las primicias las pagaban los vecinos, tanto del estado noble como llano, y abonaban a la iglesia media fanega de trigo y otra media de cebada, los que tenían yugada entera; los que tenían media yugada pagaban tres celemines de trigo y tres de cebada.  No era despreciable la cantidad de impuestos, en metálico y en especie, que los vecinos de la Tierra de Ocón pagaban anualmente al cabildo.  Se calcula que pagaban en concepto de diezmos, 280 corderos y cabritos; 2260 manos de cáñamo: 1340 manos de lino; 1140 fanegas de trigo; 1230 de cebada; 270 de avena; 1800 cántaras de vino; y 140 fanegas de oliva, etc.

Y todo esto teniendo en cuenta que, en toda la jurisdicción, los eriales y terrenos sin cultivar ocupaban 2.500 fanegas.  Las huertas ocupaban 40 fanegas; el regadío 1.200; el secano 3.200; y, el viñedo, 400 fanegas.  El censo ganadero referido a Galilea era el siguiente: 32 caballerías mayores; 23 bueyes; 42 caballerías menores; 827 cabezas de ganado lanar; y 618 de ganado cabrío.

Santa Lucía de Ocón

Santa Lucía de Ocón

Las tierras de regadío eran escasas y se regaba, en invierno y primavera, cinco días a la semana.  El resto se distribuía entre Ausejo y el Monasterio de San Prudencio, como ha quedado dicho.  Esto trajo consigo el establecimiento de concordias para regular el aprovechamiento de pastos a cambio de la cesión de aguas, entre las tierras de la parte alta del valle y los pueblos de la llanura, dando inicio a una curiosa fórmula de intercambio de economías distinto.

Los abundantes ganados que poseían los vecinos de la parte alta del valle, necesitaban pastos en cuantía superior a la que su jurisdicción les podía ofrecer;  por el contrario, las tierras del valle, escasas de agua, ansiaban acceder a los pequeños riachuelos, encabezados por el río Molinar, que bajaban de las montañas de Ocón.  El uso del agua como mercancía y su cambio por el beneficio de pastos, rastrojeras y bosques, dio lugar a singulares contratos entre la Tierra de Ocón y los vecinos del valle, y una vez desmembrado el concejo, entre los propios pueblos que en su día pertenecieron a aquella unidad administrativa.

Las concordias

CONCORDIAS

Concordias

Concordias

Las  concordias, o acuerdos suscritos entre dos entes poblacionales, fueron establecidas entre los siglos XV al XIX, y fueron el marco legal en el que se fundamentaron las abundantes reclamacio­nes que en el futuro habrían de sucederse.  De su solidez jurídica y de su importancia social da prueba el hecho de que siempre prevalecieron los derechos adquiridos al amparo de las mismas, ante las demandas interpuestas por quiénes, unilateralmente, querían sortear estos derechos, como más adelante veremos.

A  lo largo de estos cuatro siglos varios fueron los acuerdos que se firmaron entre los pueblos de la serranía y los del valle para evitar enfrentamientos o malas interpretaciones del derecho que les asistía a unos y a otros en el disfrute de sus excedentes: agua en los pueblos altos  y pastos en sus vecinos de la llanura. Estos acuerdos fueron la garantía jurídica de que mientras estuvieran vigentes, no se iba a alterar en absoluto la paz social de sus moradores, que dedicados casi exclusivamente a la ganadería y a la agricultura, encontraban en ellos la tranquilidad que da un instrumento legal que siempre gozó de la consideración de ley en las ocasiones en las que, por unas u otras razones, se intentó bordear el cumplimento de su articulado.

De las muchas concordias que se establecieron en el pasado, las que siguen a continuación son las que, por uno u otro motivo, tuvieron  más trascendencia para  mantener las buenas relaciones entre nuestros vecinos.

Concordia entre Ocón y Ausejo

CONCORDIA ENTRE OCÓN Y AUSEJO

La Concordia entre Ocón y Ausejo se firmó el 4 de marzo de 1409.  Su texto es el siguiente:

“Conocida y sabida cosa sea, a todos los que vieran como hoy, martes, cuatro días andados del mes de marzo de la era del nacimiento de Ntro, Salvador Jesucristo de 1409, en la iglesia de san Justo Pastor, término de Ocón, cerca de Ausejo, ante nosotros los escribanos de su católica Majestad, que a la postre pondremos nuestro signo, se juntaron los alcaldes, regidores, y procuradores y otros hombres buenos de Ocón; y estando así juntos dijeron los de Ausejo a los de Ocón que puesto que en años pasados les habían dado el agua del río Molinar, medio día de cada sábado, y en otros años, el sábado entero, desde Arbol del rey Ayuso; y que por eso ellos les habían dado sus hierbas todos los años y días, desde la salida del sol hasta su puesta, que ellos les querían donar y dar todas las hierbas y pastos, de día y de noche, para que los ganados de Ocón pastasen y yaciesen sin penas, con tal que los de Ocón les die­sen la mitad de su agua los domingos y todos los sábados, como se la daban,  a cambio sus hierbas, aunque les hiciesen falta.«

«Y vista y oída esta súplica por Ocón, respondieron que, puesto que por ahora no les hacía falta el agua, les darían a Ausejo, desde la salida del sol del sábado hasta la salida del domingo, todas sus aguas, siempre que Ocón no falleciese de agua, que en tal necesi­dad, no las daría puesto que eran suyas, y el primero era él.  Los de Ausejo, oída esta respuesta, la acataron y nos pidieron a nosotros, los escribanos, escribiéramos y signásemos, con nuestros acostumbrados signos, porque ellos dijeron que no sabían escribir.”

Con el correr de los tiempos, pero sobre todo en  estas dos últimas centurias, este acuerdo se ha intentado romper en algunas ocasiones.  Con fecha 10 de abril de 1866, se celebra juicio de conciliación, en el juzgado de paz de Ausejo, entre el alcalde de dicha villa y el de Ocón.  Su jurisdicción…

“…así que por los pueblos de Galilea, Corera y El Redal, que aunque emancipados de la jurisdicción de Ocón, conservan los mismos derechos que cuando formaban parte de la misma…  “

 

 …con el fin que el Ayuntamiento de Ausejo respete y cumpla y haga cumplir y respetar el acuerdo suscrito entre ambas villas en el año 1409.

 

No se llega a ningún acuerdo, por lo que los Ayuntamientos de Ocón demandan al de Ausejo ante el juzgado de primera instancia de Calahorra, que con fecha 14 de agosto de 1867 dicta sentencia, declarando válida la escritura de 1409 otorgada entre Ocón y Ausejo, condenado a esta villa por sí, y en representación de sus vecinos a que no sólo cumpla por sí lo pactado en aquella concordia dejando libre a Ocón y sus tierras a pastar con sus ganados, una vez efectuada la recolección de sus frutos, sino que, obligue también a sus administrados a cumplir dicha concordia, y si no lo hiciese, que deje a disposición del demandante, todas las aguas del río Molinar para que haga el uso que mejor le convenga.  No obstante esta sentencia, el Ayuntamiento de Ausejo recurre ante los tribunales de Burgos, que con fecha 29 de mayo de 1868 falla en el mismo sentido que el de Calahorra.  En años sucesivos, el contenido de la concordia es respetado por ambas partes como los demuestra los oficios que el Ayto. de Ausejo remite a los restantes municipios en los que les informa del final del acarreo de mieses, por lo que autoriza, desde la salida del sol del día 5 de agosto, la entrada de toda clase de ganados el disfrute de pastos y rastrojeras en aquellas heredades que estuvieran limpias de mieses, y absteniéndose, asimismo, de hacerlo en las viñas.

En 1897 se reunieron en el Pontigón Somero, jurisdicción de Ocón, el día 10 de septiembre para renovar o modificar las condiciones del acuerdo que habían otorgado en 1894, cuya renovación se realizó bajo las siguientes condiciones:

Quedó con toda su fuerza y vigor lo estipulado en las concordias  referentes a los aprovechamientos que motivaron la reunión, pero con las modificaciones que se establecen.  El pueblo de Ausejo cedía todos los aprovechamientos de pastos a los de Ocón, Corera, Galilea y El Redal en sus terrenos baldíos, rastrojeras, pampaneras, olivar y barbecheras así como los que produjera el monte de dicho pueblo, dentro de las atribuciones que las ordenanzas del ramo confieren a losAyuntamientos, entendiéndose tales aprovechamientos para los ganaderos  del pueblo, cesionarios en mancomunidad, concediéndoles también derecho para hacer leña de mata baja, dentro de la jurisdicción, pero fuera del monte.

En recompensa de tales aprovechamientos, los Ayuntamientos de Galilea, Corera, El Redal y Ocón pedían, en favor del pueblo de Ausejo el aprovechamiento de las aguas que discurren por el río Molinar y  por el valle del Congosto; estas últimas en la forma que las venían utilizando hasta entonces, y las otras, desde la salida del sol del sábado de cada semana hasta la misma hora del domingo, y desde este día hasta el lunes en las mismas horas, la mitad de agua del río Molinar, respetándose en los días expresados el agua que correspondía a la provisión de Corera.

El valle de Ocón

El valle de Ocón

Que la parte de agua que correspondía al pueblo de El Redal para el riego de las fincas de San Prudencio se utilizarían por mitad entre Ausejo y El Redal, estancándolas este último pueblo a fin de que los guardas de Ausejo no tuvieran necesidad de vigilar las heredades de dicho regadío, y a tal efecto se habilitaría un pontigón para la distribución de las aguas en los domingos, desde la salida del sol hasta igual hora del lunes de cada semana, costeando el gasto ambos pueblos, a partes iguales.

Todos los rebaños de los pueblos de Galilea, Corera, El Redal y Ocón podían pernoctar cuando lo estimaran conveniente dentro del término jurisdiccional de Ausejo.

Quedaba prohibido que los molineros del término de Ocón detuvieran el curso de las aguas del río Molinar, haciendo uso en represas y encubaciones de ninguna clase, mientras no probaran con documentos fehacientes que tenían derecho en hacerlo, en cuyo caso quedaba sin efecto esta condición.  Los alcaldes de Ocón y los demás pueblos interesados debían reprimir el abuso dentro de ciertas penalidades que se exponían a continuación.

Si los vecinos de El Redal tuvieran que regar en jurisdicción de Ausejo con aguas compradas en los días que tenían derecho al aprovechamiento, no podrían, los vecinos de Ausejo, bajo ningún pretexto privarles de dicho disfrute y para evitarlo había de ser condición indispensable que los interesados pusiesen en conocimiento de la autoridad del mimo pueblo de Ausejo su derecho, y lo mismo había de entenderse y observarse con respecto al aprovechamiento del estanque de Enar.

Se señalaban como penalidades: por sólo la falta de cortar el agua que debía discurrir libremente por el citado río en los días que corresponde al pueblo de Ausejo, 2,50 pesetas de multa y 1 peseta más por cada celemín de tierra que se encontrase regada abusivamente, además del importe del derecho de las personas nombradas para practicar el reconocimiento y de cuantos gastos ocasionase la tramitación de las denuncias, sufriendo la misma pena los vecinos de Ausejo que cortasen el agua a los vecinos de Ocón y demás pueblos que tienen el derecho de participar en su disfrute.

Si los molineros de Ocón embalsasen o encubasen el agua, quedaban sujetos a la multa de 5 a 15 pesetas, más el resarcimiento de los perjuicios ocasionados.

Los ganaderos de Ausejo, como de los demás pueblos que figuran en el contrato, que penetrasen a pastar en la jurisdicción de Ausejo, ya sea en olivar, pampanera, y rastrojera antes del día señalado por el Ayuntamiento, incurrirán en la multa de 2,50 pesetas, quedando el alcalde de dicho pueblo  obligado a participar a los demás pueblos interesados la fecha de apertura de los aprovechamientos, con cuatro días de anticipación.

Los aprovechamientos de pastos de pampanera y rastrojera, ya sean fincas particulares como las que se han adquirido por roturaciones arbitrarias, serán utilizados en los días que el Ayuntamiento designe, no permitiéndose que sean aprovechadas antes por los ganaderos de Ausejo sin dar cuenta a los demás pueblos.

Los Ayuntamientos de Galilea, Corera, El Redal y Ocón tiene derecho a nombrar los guardas juramentados que creyeran conveniente para denunciar las infracciones que cometieran los ganaderos de Ausejo en los aprovechamientos de pastos, y el de Ausejo tiene la mima facultad con respecto a la custodia de las aguas que a su pueblo correspondían.

Aldealobos

Aldealobos

El tribunal competente para conocer en las denuncias que se produjeran estaría integrado por los alcaldes de los pueblos interesados o las personas en quienes ellos delegasen, pudiendo acudir a la celebración de los respectivos juicios la parte que se considerase perjudicada a fin de que pudieran hacer observaciones que creyeran oportunas en defensa de sus intereses.

El Ayuntamiento de Ausejo quedaba relevado, si así lo creía conveniente, de la represión del abuso de los molineros de Ocón.  La duración de este contrato era ilimitada, a partir del año de ser suscrito y mientras las partes no se reunieran para anular lo modificado, se entendía que continuaban subsistentes y en vigor todos los acuerdos.

Nuevamente, a principios del siglo XX, en 1901, y con motivo de la adquisición del monte titulado «Cuesta la Estrella» por parte de don Antonio Fernández de Navarrete, Marqués de Legarda, se produce un auto ejecutivo, en este caso contra los Ayuntamientos de Ausejo y los de la antigua Tierra de Ocón por parte del adquiriente, denegando el aprovechamiento de los pastos, puesto que, según el auto, no consta la fecha de constitución de dicha carga que, según manifiesta, pudiera estar ya extinguida.  Insiste en que se comunique a los Ayuntamientos respectivos el estado de la ejecución, afirmando, que

 

“… también el de Galilea, que hace 50 que se separó, y sólo por si algún derecho tuviera.”

 

Tiene que pasar un cuarto de siglo para que, nuevamente el Marqués de Legarda, litigie contra los Ayuntamientos del Valle y el de Ausejo en actitud negativa de servidumbre de pastos en el monte «Cuesta la Estrella.»

El Ayuntamiento de Ausejo asume la obligación de defender la mancomunidad creada al firmar la concordia, no tanto por ser ajustada a derecho como en reiterativas sentencias ha quedado probado, sino por el temor a perder el derecho recíproco de recibir el agua del río Molinar.  Conscientes de esta posibilidad, el municipio de Ausejo asume los gastos judiciales que esta demanda origina y se reserva la facultad de designar abogado y procurador que les defienda.

Más cercanos en el tiempo, en la primavera de 1983, se intenta firmar un documento entre todos los Ayuntamientos afectados para que el municipio de Ausejo ampliando el contenido de la concordia disponga de las aguas que nacen en el Valle de san Julián, en Sierra La Hez, facultándole para realizar una toma, a unos quinientos metros sobre Oteruelo, hasta conseguir un caudal no superior a los tres litros por segundo.  La concesión la efectuaban los Ayuntamientos del Valle sin ningún tipo de contraprestación, únicamente que señalaban el día 15 de octubre como límite para ejecutar dichas obras, que una vez finalizadas pasarían a ser propiedad de los Ayuntamientos del Valle.  El Ayuntamiento de Ausejo, disconforme con los plazos de ejecución, no aceptó el acuerdo.

Concordia entre Ocón y Jubera

CONCORDIAS ENTRE OCÓN Y JUBERA

 

Las ordenanzas que regulaban la concordia entre Ocón y Jubera se redactaron en el lugar de Santa Lucía el día 24 de marzo de 1603.  En su firma intervinieron Juan García, escribano real de la villa de Jubera y su Tierra, y Juan Lacalle de Ocón y su Tierra.  Estuvieron presentes, además, representantes de Galilea, Corera, Santa Lucía y Pipaona.  Por parte de Jubera integraban su concejo las villas de Venturiel, San Bartolomé, Santa Engracia, Santa Cecilia, Cenzano, Bucesta, El Collado y San Martín.

Esta concordia se firmó en la Real Chancillería de Valladolid, después de haber inter­venido la Audiencia Real del Adelantamiento de Castilla, con objeto de evitar gastos y tener paz después de tantas disputas.  La concordia se llevó a cabo para acabar con el pleito existente entre Jubera y Ocón sobre el aprovechamiento de las hierbas, cortes de leña, carboneo y tierras que habían sido reducidas a pastos.

Jubera

Jubera

La Villa de Ocón y su Tierra se reunió en Ayuntamiento general en la iglesia de San Miguel a campana tañida dando escritura de poder a los vecinos en día 15 de diciembre de 1602.  Galilea lo hizo el 26 de enero de 1603.

La causa de establecer esta concordia estaba en el derecho que Jubera creía tener en el común aprovechamiento, en el término y jurisdicción de Ocón  en:

“…pacer las hierbas, beber las aguas, echadas y levantadas, de día y de noche, de fuera de las dehesas boyales de pan y vino, de la misma forma que tiene un concejo en el otro y el otro en el otro, con sus ganados mayores y menores…”

Se establecían claramente cuáles eran las dehesas boyales para una y otra jurisdicción, señalando a Ocón, entre otras, el monte Encinal, desde el barranco de Santa Lucía hasta el pueblo de Las Ruedas, marcando pasadas para el ganado vacuno.  La dehesa de Valdepedroso, hasta el valle de Las Ruedas.  Y la dehesa de Cuesta la Estrella, en Ausejo, desde el portillo de Ormazábal hasta el barranco de la Nava.

Por parte de Jubera también se delimitaba el terreno para pastos de ganado vacuno dejando el río que le da nombre como pasto común.  En las dehesas señaladas se dejaban pasadas suficientes de forma que tuvieran las mismas de Ocón que las de Jubera.  Y los de este municipio usarían las que tenían establecidas.

Esta concordia señalaba también las multas que debían pagar quien incumpliera los acuerdos establecidos en la misma.  Así, si las dehesas eran pasadas por ganado mayor, cada cabeza pagaría cuatro maravedises de día, y ocho si era de noche.  Sin embargo, un rebaño de ganado menor, superior a treinta cabezas, pagaría un maravedí de día y dos si la entrada era por la noche.  La misma pena era impuesta a quien invadiese las tierras de pan y vino (cereales y viñedo).  Sin embargo, si la infracción era cometida en las bragaderas (lugares de paso alrededor de las dehesas para que pudieran transitar por ellas los ganados; en las viñas la anchura era de 30 pasos), por un rebaño menor, la pena era de dos reales de día, y cuatro si era por la noche.  El ganado mayor, que era quien se beneficiaba de los pastos de las dehesas, lógicamente no tenía pena alguna.

Estas bragaderas se hallaban vedadas desde Nuestra Señora de Agosto, hasta el día de la distribución del mosto que les correspondía a los monjes de Jubera.  En Ocón, estas bragaderas que rodeaban las viñas estaban vedadas el mismo tiempo.

Si un rebaño de ganado menor era sorprendido más de tres veces en quince días, el guarda del campo le consideraba reincidente, condenándole a pagar  una multa de 500 maravedises además del daño producido.  Si reclamaba ante el justicia, era oído y juzgado verbalmente sin que se escribiera en razón de ello cosa alguna pero dando crédito al guarda, siempre que dos testigos atestiguasen en contra del infractor.

Para que al ganado se le considerara reincidente de haber transgredido la concordia, debería estar a la vista del que lo guardaba.  Pero si el ganado iba sin pastar, o trasnochando, sólo pagaba el daño que ocasionaba.  Cuando los vecinos iban a labrar sus heredades, podían llevar dos ganados libremente por donde menos daño hiciesen; pero si entraban en el fruto, pagarían la pena de cuatro maravedises de día, y ocho de noche, además del perjuicio ocasionado.

Los vecinos de uno y otro concejo no podían hacer corrales los unos en los términos de los otros, conservando los que ya estaban hechos o habían sido comprados o hereda­dos; pero sí podían reconstruirlos, sin trasladarlos de lugar ni ampliarlos, y podían adquirir otros por herencia.  Se les autorizaba para hacer corral de barda (ramajes de árboles que se colocaban sobre las tapias), o red para depositar el estiércol y ahijar.  Sin embargo advertían que las bardas no se podían cortar en término ajeno, aunque sí podían hacerlo para la hornija (leña pequeña para encender hornos).

Igualmente se autorizaba a los pastores de uno y otro concejo a cortar leña para su abrigo y servidumbre en cualquier lugar donde el pastor se hallase con sus ovejas, siempre que no lo hiciese en las dehesas boyales y siempre que no cortase ni dañase pie de encina, ni de roble, ni hiciese corte para otro.

Ocon (Pipaona)

Ocon (Pipaona)

Estaba castigado que los vecinos de un consejo cortasen leña en los montes del otro concejo, bajo pena de 30 a 600 maravedises, según la cantidad y tipo de leña que cortasen.  Si una persona cualquiera fuese a cortar para llevar un haz, y cortase una rama mayor que para un haz, pagaba solamente 30 maravedises.  Los vecinos de los concejos y sus servidores, podían hacer hornija de «ilagas» y monte bajo, con excepción de haya, roble y carrasca, prohibiendo también que fueran arrancadas de cuajo, quedando vedadas las dehesas boyales.

No podían ser apresados dentro del término municipal al que pertenecieran;  y si lo hacían en el otro, una vez dentro de su jurisdicción debían ser puestos en libertad. No se procedía por escrito, ni se hacía proceso, salvo que se estuviese haciendo tala, o se resistiese al guarda de campo; si se le sorprendía cortando por la noche, la pena era doble.

Los vecinos de Ocón y su Tierra daban licencia a los de Jubera para hacer carbón a sus herreros y oficiales, siempre que fuera para uso de la fragua.  En contrapartida, los de la Tierra de Jubera autorizaban a los vecinos del concejo de Ocón para hacer carbón en los lugares donde se podía hacer ilaga y monte bajo.  Quienes en ello se excedieran, tenían la pena de 600 maravedises en beneficio del consejo donde se hubiera cometido el daño.  Si se sorprendiese a alguien cogiendo «mielgas» en pagos ajenos que estuvieran sembrados, debía de pagar dos reales y el daño ocasionado.

Las rastrojeras antiguas estaban vedadas desde la virgen de marzo hasta Ntra señora de Agosto, pudiendo conservar ambos concejos el retraso de las fechas en el caso que la cosecha fuese tardía;  y si no se ponían de acuerdo, regirían las fechas primeramente indica­das.

Los guardas de cada concejo estaban obligados a dar cuenta del estado de los frutos y cuándo de hallaba a término. Cada uno de los concejos habría de tener diez guardas para la custodia y conservación de sus términos, estando obligados a enviar memoria y certificación con sus nombres al otro concejo, quince días después de su elección.  Cobraban tres celemines de pan mixto, es decir, de trigo y cebada, siempre que el labrador perjudicado lo quisiese pedir.  Si el ganado de uno u otro concejo se hallase enfermo, de cualquier enfermedad, debían ponerlo en conocimiento del otro, señalando la zona de la jurisdicción de la que no podían salir hasta que sanasen, señalando una persona por consejo para hacer cumplir esta medida.  El dueño del ganado enfermo estaba obligado a manifestarlo antes del tercer día de haber detectado la enferme­dad, bajo pena de 400 maravedises de castigo.

La concordia establecía, asimismo, la obligación que tenían de poner mugas y mojones, con el fin de señalar claramente los términos, comprometiéndose a asistir, cuando fuesen citados por carta de juntas, dentro de quince días;  y si no asistiesen, cada concejo podía amojonar por sí mismo.

Como existía por parte de la villa de Jubera una carta ejecutoria ganada contra Ocón por haber dictado ordenanzas en contra de sus intereses, el Concejo de Ocón declaraba el derecho que pudiera tener de los capítulos del pleito, y el de Jubera se apartaba de la acción y el derecho que en virtud de la carta ejecutoria pudiera tener, en contra de lo que se exponía en esta concordia.

Debían existir cuatro alcaldes yunteros, dos en cada concejo, para que determinasen las dudas que se ofrecieran, del contenido de estas escrituras, y se disponía que de las mismas hubiera dos originales, con idéntico valor, como si de una sola se tratara, acordándose respetar el contenido de la misma en perpetua paz y concordia; y se obligaban con los bienes propios y ventas que,

“…ni ahora ni en tiempo alguno, ni por ninguna causa o razón que suceda, no procederán contra el contenido de esta escritura y capitulaciones, y si lo hiciesen, no les valga ni aproveche.”

También el rey ordeno el cumplimiento de estas concordias, so pena de la pérdida de su merced.  La escritura está fechada en Valladolid, el 27 de marzo de 1604 y firmada con la rúbrica clásica de yo, el Rey.

Jubera

Jubera

Existe un documento en los archivos de nuestro Ayuntamiento cuyo contenido revela hasta qué punto tenían valor jurídico y adminis­trativo la firma de esta concordias.  En él de da cuenta a nuestro municipio de la resolución tomada por el Gobernador Civil de la Provincia, a consecuencia de la determinación del concejo de Jubera de arrendar, en pública subasta, las pastos de su jurisdicción.  El 9 de abril de 1911 acuerdan arrendar los pastos comprendidos en terrenos de la mancomunidad existente con Lagunilla y Galilea, como villa que fue del antiguo concejo de Ocón.  Para llevar a efecto lo acorda­do, los representantes de nuestro pueblo son citados para una reunión a celebrar el día 20 del mismo mes.  El Ayuntamiento de Jubera les informa que pretende subastar, por lotes, las hierbas de la mancomunidad, a lo que los convocados prometen estudiar el asunto, y ser resuelto en otra reunión.  Esta se celebra el día 7 de mayo, y los representantes de Lagunilla y Galilea manifiestan no estar conformes, al entender que tenían derecho a los mismos, amparándose en la concordia existente.

El concejo de Jubera hace caso omiso a lo manifestado en esta reunión, y una vez hecha la tasación pericial, publica la subasta en el Boletín Oficial de la Provincia.  El Gobierno Civil, a través de una serie de «considerandos», desautoriza esta subasta, argumentando que la mancomunidad de pastos objeto de litigio, se halla reconocida por antiguas concordias que determinan el aprovechamiento de pastos, en la jurisdicción de Jubera; y añade una dato importante, cual es, que dicha villa no puede legalmente proceder al arrendamiento que pretende sin la previa autorización y asentimiento de las otras villas interesadas.

Sigue diciendo este oficio que la mancomunidad de pastos entre estas villas se halla cla­ramente demostrada, como también se halla demostrado el derecho de sus vecinos para aprovecharlos en las formas que las ordenanzas determinen, sin distinción de ninguna clase.  En consecuencia, el Ayuntamiento de Jubera es incompeten­te para imponer gravamen alguno por el aprovechamiento, y mucho menos privarles del mismo.

El oficio termina desautorizando al Ayuntamiento de Jubera sobre lo actuado hasta aquel momento, informándole que con ello agota la vía gubernativa, pero no así la judicial, que parece ser, la desestiman.

Concordia con Arnedo

CONCORDIA CON ARNEDO

Arnedo

Arnedo

El día 5 de noviembre de 1787  y, en principio, por un período de 21 años, fue estable­cida la primera concordia entre los concejos de Ocón y Arnedo.  Este acuerdo fue renovado el 28 de noviembre de 1814, conservando toda la fuerza y vigor del primero.  También en esta renovación el período de vigencia fue de 21 años, conservando los mismo derechos y obligaciones, penas y cargas que el firmado en el siglo anterior.

Al igual que lo establecido en otras concordias, también en ésta, los guardas juramentados eran estable­cidos por los propios concejos, comunicándosen, previamente, los nombres de los elegidos.  Los vecinos de Ocón y Arnedo podían pasar por sus jurisdicciones con leña, sin ponerles ningún impedimento, ni ser detenidos, a no ser que hubiera sido cortada en los términos del concejo que no les pertenecían.

El camino que debían seguir era, necesariamente, vía recta, bajando, comunero abajo, hasta dar a Fuente Mazo, sin entrar más en la jurisdicción de Ocón.  Los Ayuntamientos de Tudelilla y El Villar de Arnedo, debían remitir, dentro del plazo de quince días, las heredades que sus vecinos tenían roturadas, en la jurisdicción de Ocón.  Y si no lo hacían, quedarían para pastos.

Los representantes de la ciudad de Arnedo declararon al concejo de Ocón que, a consecuencia del saqueo efectuado por las tropas francesas en la Guerra de la Inde­pendencia, las concordias que tenían firmadas habían desaparecido.  Llegaron a un acuerdo para que el escribano del concejo de Ocón les pudiera proveer de copias debidamente autorizadas, como así parece ser que se hizo.

Con fecha 30 de diciembre de 1841 se reunieron en Carbonera, aldea dependiente de Arnedo, los comisionados de Ocón y Arnedo con los de Carbonera, El Villar de Arnedo y Tudelilla.  En esta reunión se ratificó la concordia celebrada el 28 de noviembre de 1814, renovándola por diez años más, empezando a contar desde la fecha de la reu­nión.  No obstante, en lo referente a la villa de Tudelilla, se quedaba al margen de este acuerdo y se decía que si entrasen a pastar sus rebaños en los términos de Arnedo y Ocón, quedaban sometidos a pagar la pena arbitraria que por la propia comunidad se le impusiera.

Concordia con Alcanadre

CONCORDIA CON ALCANADRE

La concordia entre Ocón y Alcanadre debió de ser muy antigua, aunque no se puede establecer la fecha exacta.  El primer documento que hace referencia a la misma es una real ejecutoria despachada en Valladolid por los Sres. Presidentes y Oidores de su real Audiencia, en fecha 30 de julio de 1509.  En ella se insertan dos sentencias de vistas de 10 de septiembre de 1499, y de revista de 6 de julio de 1509, por las cuales, esti­mando suficientes las pruebas que dio Ocón en su pleito con Alcanadre, fue amparada y defendida la Tierra de Ocón y su concejo, en la posesión de pacer y beber las aguas, con sus ganados mayores y menores, de día y de noche, en los términos jurisdicciona­les de Alcanadre, por existir una mancomunidad de aprovechamientos entre ambos concejos. Si Alcanadre no la observaba, se le impondría la pena de 50.000 maravedises.

Alcanadre

Alcanadre

Existía otra ejecutoria condenatoria contra el Ayuntamiento ribereño, de fecha 28 de mayo de 1619 motivada por la denegación del derecho de Ocón a pastar en dichos términos de Alcanadre, a pesar de que en el año 1612 se había confirmado, documen­talmente, la existencia de dicha mancomunidad.  En el recurso de súplica, el concejo de Alcanadre se apoyaba en el contenido de una Real Cédula del año 1601, en la que el Alcalde Mayor de el Adelanta­miento de Castilla, había ordenado a Alcanadre señalar términos para repoblación de montes, y que, a tal efecto, había designado el término designado La Mesa, lindante con la Tierra de Ocón, y a petición de este concejo que tenía interés en que se plantase un monte, para aprovechamientos de pastos y leñas.

A pesar de ello, la sentencia condena a Alcanadre a pagar cuatro ducados, pero sobre todo amparaba a la Tierra de Ocón, en todo tiempo del mundo, a la posesión de todos los términos de Alcanadre, para pastar en ellos sus ganados, además de poder llevarlos al río Ebro por los términos de Aradón y Soto Fresno, y no por las Hacerías de la Matanza, pago de los almendros y término de Valdelamata, puesto que no estaban inclui­dos en las concordias de la comunidad de pastos con Ocón.

El documento de confirmación de la concordia que se aludía anteriormente, fue firmado en Pipaona el 13 de octubre de 1612, y en ella se redujeron a concordia de perpetua duración, todas las diferencias y pleitos.

Se autorizaba a los vecinos de ambos concejos a hacer corrales de barda y red donde poder cobijar a sus ganados, entre el 1 de febrero y el último de abril, en el término del cumbero.  En esta carta de confirmación también se obligaba a Ocón a pagar 1.500 ducados a la villa de Alcanadre, de un total de 3.000 que había aportado esta villa en su defensa contra Ocón.

Las demás ejecutorias siguientes a aquella primera de 1509 renuevan y confirman los derechos comunes de ella, así de pastos como de aguas, explicando los amojonamien­tos  de los términos sujetos a la mancomunidad.  La novedad parece estar en los castigos que Alcanadre impondría a los vecinos de Ocón por haber cortado leña de «ilaga», u otra semejante en los términos comuneros.

El concejo de Ocón hace valer la costumbre inmemorial que ha prevalecido hasta entonces, de hacer leña los vecinos de Ocón en dichos términos, siendo por lo tanto que no hay duda de esta posesión tan antigua, por lo que obliga a su observancia perpetua y mucho más en negocios municipales, teniendo en cuenta, además, que

 

“… la costumbre es la mejor intérprete de la ley.”

 

Ochenta años después de aquella primera ejecutoria, se da otra confirmando los derechos de la Tierra de Ocón, en la que manda dejar y reducir a pasto tieso todas las heredades que varios vecinos de Alcanadre habían roturado, de cuarenta años hasta entonces.  También se declara, y manda dejar una pasada de 30 varas a pasto tieso para que, por el término de Aradón, pudieran ir sin ningún estorbo los ganados de Ocón a beber agua al río Ebro. Además de esta sentencia se da otra en 1597 a las justicias más próximas, para la ejecución y cumplimiento por Alcanadre de lo mandado por la Real Carta Ejecutoria.

En el pasado siglo el Ayuntamiento de Alcanadre, bien con denuncias a los ganaderos de Ocón, bien con imposición de gravámenes por cabeza por rebaño, intenta que el contenido de las concordias quede sin efecto alguno por el perjuicio que, según dicen, les acarrea.  Pero en todos los casos las sentencias tienen el mimo sentido: confirmar con todo su valor la validez de las concordias.

Y en esta dirección está la sentencia gubernativa de fecha 8 de noviembre de 1866.  En ella de hace referencia a la multa que el Ayuntamiento de Alcanadre impone a un vecino de Ocón por haber entrado a pastar su ganado en jurisdicción de Alcanadre.  La respuesta del alcalde, después que el concejo de Ocón proteste por tal imposición, es que aquellos acuerdos están sin efecto, teniendo en cuenta -dicen- las leyes de los años 1836 y 1841, que regulan y amparan el derecho de la propiedad.  Denunciado este hecho por Ocón, ante la autoridad guberna­tiva, ésta resuelve, una vez más, la plena legalidad y vigencia de las concordias, y deja sin efecto la multa municipal.

Con fecha 24 de junio de 1871, el pleno del Ayuntamiento de Alcanadre, acuerda grabar con una peseta por cabeza de ganado lanar, y diez pesetas por cabeza de ganado vacuno, a todo ganadero que pretenda introducir el rebaño en terrenos de su jurisdicción, a partir del día 1 de julio.  También en este caso el acuerdo  municipal es recurrido ante la autoridad gubernativa, que suspende al acuerdo del Ayuntamiento de Alcanadre.

Concordia con Agoncillo

CONCORDIAS CON AGONCILLO. INTERDICTOS Y SENTENCIAS

Otra de las villas con las que Ocón firmó concordias fue con la de Agoncillo, y por ex­tensión con la desaparecida de San Martín de Berberana.  Dentro de las jurisdicciones de estos municipios se encontraba el latifundio denominado Soto de San Martín de Berberana, junto al río Ebro que acogía los lugares denominados Sierrezuela y Atalayuela.  De la magnitud de esta finca nos da idea el establecimiento de sus límites: al Norte, el río Ebro; al Sur, la jurisdicción de Galilea; al Este, terrenos de Alcanadre; y, al Oeste, terrenos de Agoncillo.

En dos momentos bien diferentes de la historia, en los años 1771 y 1943, la propiedad de este comune­ro intenta impedir, con la imposición de todo tipo de obstáculos, la entrada a pastar de los ganados de Ocón.  En ambos casos se acude a los tribunales de justicia y la sen­tencia, una vez más, confirma la total validez del contenido de la concordia firmada años atrás.

Agoncillo

Agoncillo

La sentencia de 1771 es consecuencia de un pleito entablado por el concejo, justicia y regimiento de la Tierra de Ocón y sus lugares, contra Juan Jerónimo Frías Salazar y Porras, dueño de las villas de Agoncillo y la desaparecida de San Martín de Berberana.  En dicha sentencia se declara que la línea divisoria de los términos comuneros entre la Tierra de Ocón y la jurisdic­ción de San Martín de Berberana, es la señalada en la visita ocular ejecutada ante un enviado de la Real Audiencia de Valladolid, por los peritos nombrados para tal fin.  En esta sentencia, de fecha 9 de diciembre de 1771, se declara

 

“… nulas las prendadas hechas en 7 de febrero de 1721 por el alcalde y guarda del referi­do término de San Martín de Berberana, y mandamos vuelva y restituya la que por ra­zón de ellos les hubiera exigido…”

 

Ya en el siglo XX, y en los primeros años de la década de los cuarenta, la propiedad de este comunero inicia una serie de acciones, tendentes todas ellas a impedir por cualquier medio, la entrada de la ganadería del antiguo Concejo de Ocón, en los térmi­nos mancomunados.  Los actos de mayor virulencia se desarrollan en el otoño de 1943, despachando por la fuerza a los pastores y sus rebaños, cercando de alambre la finca por el lado comunero, y cultivando, con el mismo propósito, una franja de diez metros de anchura, por varios kilómetros de larga, siguiendo el alambrado, para cortar cualquier paso que diese acceso al pastizal.

Ante este cúmulo de irregularidades, los cuatro Ayuntamientos del antiguo Concejo de Ocón, hacen causa común, y con fecha 14 de abril de 1944, remiten a la Dirección General de Ganadería un expediente para mantener la comunidad de pastos, los cuales disfrutan, como es sabido, en régimen de mancomunidad, desde tiempo inmemorial.  Paralelamente llevan a cabo una serie de gestiones ante el Gobierno Civil y la Junta Provincial de Fomento  Pecuario, para que, por la propiedad del comunero, se abstenga de realizar actos de violencia y deje libres los accesos y entradas tradicionales, las cuales siempre han sido usadas por los ganaderos de estos pueblos.

Al interdicto de retención promovido por los Ayuntamientos del Valle, se acompañaba copia de la Real Carta Ejecutoria de la Chancillería de Valladolid, la cual contenía el texto de las concordias en que se fundamentaba dicha comunidad de pastos.  Sin embargo, la sentencia de 27 de julio de 1944, no resuelve el fondo del interdicto, por no acompañar a la demanda el acuerdo de los Ayuntamientos y el dictamen de los letrados.

Se plantea pleito ante el juzgado de primera instancia de Logroño, para agotar todas las posibilidades que existan, con el fin de conseguir que sean respetados los derechos de los municipios a introducir sus ganados en el comunero.  El 28 de agosto de 1944 se celebró juicio verbal, sin que se llegase a ningún acuerdo efectivo, ya que, ambas partes mantenían sus posiciones, cuyos contenidos nos ilustran de los pormenores de estas concordias.

La parte demandada argumentaba en su defensa que la concordia había que tenerla por rescindida, por haber pasado los de Ocón a celebrar concordias con Ausejo, Alcanadre, y Jubera, sin que los vecinos de San Martín de Berberana hayan intervenido o dado su consentimiento.  También manifiesta que en los años 1784, 1825, 1926, 1929 y 1941 se arrendaron estos pastos a varios vecinos del Concejo de Ocón.  Y terminaba diciendo que los demandantes no tenían la posesión que alegaban puesto que Galilea, Corera, El Redal y Ocón, hace muchos años que no disfrutan de los pastos de San Martín y que sólo Corera los ha disfrutado en los últimos años.

La parte demandante basa su defensa en un libro de 360 hojas, conteniendo copia de la Real Carta Ejecutoria de la Chancillería de Valladolid, fechada en 13 de diciembre de 1771 y 18 de agosto de 1773, donde se contenían las concordias en las que se funda­mentaba la comunidad de pastos.

La sentencia, de fecha 13 de septiembre de 1944, condena a la parte demandada, y ordena se mantengan los Ayuntamientos demandados en la posesión y disfrute en régimen de mancomunidad, las hierbas, pastos y rastrojeras del comunero de San Martín de Berberana, sin perjuicio de tercero.

Contra este fallo se apeló a la Audiencia Territorial de Burgos, argumentando la posesión quieta, pacifica e ininterrumpida del disfrute de las hierbas, pastos y rastrojeras por parte de la propiedad de los terrenos del comunero, a quien la sentencia de 30 de marzo de 1946 le da la razón, condenando a los Ayuntamientos de Valle, al pago de las costas.

Convenios entre Galilea y Corera

CONVENIOS ENTRE GALILEA Y CORERA

Más cercanos en el tiempo que las concordias mencionadas anteriormente, pero de una efectividad igual para el mantenimien­to de la paz y tranquilidad entre los ganaderos y labradores de ambos municipios, fueron los diferentes convenios que, en estos dos últimos siglos, se firmaron entre ambos municipios.

El primero de ellos se celebró el día 10 de febrero de 1896, en…

 

“…el Camino Real de Ausejo a Murillo y cruce del camino de este pueblo al corral de la Abejera.”

 

Corral de la Abejera

Corral de la Abejera

…entre los concejos y mayores contribuyentes de ambas villas.  Con la firma, se pretendía orillar y poner término a la cuestión pendiente que mediaba entre ambos pueblos, sobre el modo y forma de arreglar el Camino Real, y que pueda continuar el regadío por el cruce del mismo.  El otro asunto que motivaba aquella reunión era la cuestión del aprovechamiento de pastos por los ganaderos de los dos concejos.

Para solucionar el primer escollo, deciden convocar a vereda a cuatro vecinos de cada pueblo, con caballerías mayores, para hacer acopio de piedra rodada con el fin de construir un puente que dejara expedito el paso del agua, conviniendo que los gastos originados serían a partes iguales.  Una vez construída esta obra, se autorizaba al Ayuntamiento de Galilea a hacer cuantas obras sean necesarias en dicho camino para facilitar, de esta manera, el paso de carros y ganados.

El otro convenio que se firmó fue el referido al aprovechamiento de pastos.  En el punto cuarto del documento, se señalaba que siguiendo la costumbre que desde tiempo inmemorial viene siendo reconocida para el aprovechamiento de pastos entre ambos pueblos, por encontrarse en jurisdicción confundida, se comprometen ambos concejos a que el aprovechamiento de verifique a partes iguales.  De manera que ambos Ayuntamientos deberán autorizar el mismo día el inicio del aprovechamiento de pastos, rastrojeras y pampanera.  Si entre los Ayuntamientos hubiese divergencias, habría de nombrarse una comisión de seis vecinos por pueblo, que serían quienes determinarían la fecha de apertura.  Si algún propietario no autorizase la entrada a sus heredades, debería hacerlo bien visible con hitos, o señales que así lo avisaren.

En cuanto a los guardas del campo, cada Ayuntamiento tenía la facultad de nombra los de sus respectivos términos, haciendo expresa mención al lugar que llaman de Cascajos, plantado mayoritariamente de viñedo, y para el cual nombraban dos guardas, uno por cada pueblo; pero si hiciesen falta tres, el tercero sería un año de cada pueblo.  El sueldo que los cosecheros de uva pagaban a los guardas por temporada, no podía exceder de sesenta pesetas, que habrían de ser pagaderas antes del primero de noviembre de cada año.

En el año 1924, y con el fin de restablecer las…

 

“… antiguas y buenas relaciones, momentáneamente interrumpidas… “

 

…se reúnen, en el edificio de las escuelas de Corera, las corporaciones de ambos pueblos, bajo la presidencia de un delegado gubernativo, nombrado como  moderador de aquella reunión.  La finalidad era llegar a un acuerdo que debía de plasmarse en un convenio para cortar los abusos que, unos y otros ganaderos, generaban por la posesión de pastos, y acordar un nuevo período de

Corera

Corera

 

“…recíproco aprovechamiento y franca relación de amistad, en base de una mayor independencia entre ambos pueblos.

 

Los terrenos en litigio por la posesión de pastos eran los pagos del término de Cascajos, próximo a Cabezuelo Blanco. Para dirimir este conflicto, se nombra a una serie de peritos por ambos municipios, que son los que amojonan los terrenos para delimitar claramente dónde deben pastar cada una de las ganaderías.  Una vez realizada esta operación se produce la firma del convenio que, en esencia, quedaba de la siguiente manera:

Los ganaderos de Corera serían los únicos que podrían llevar sus ganados a pastar al término de Cascajos, aunque este sea jurisdicción de Galilea.  En reciprocidad, y dado que la mitad del olivar enclavado en término municipal de Corera, era propiedad de vecinos de Galilea, aunque estas propiedades se encuentran muy mezcladas con otras de Corera, se señala una amplia franja limítrofe con la jurisdicción de Galilea, para uso exclusivo de las ganaderías de este último pueblo.”

Con la firma de este convenio de dio fin a un período conflictivo entre las ganaderías de ambos pueblos, cuyo resultado fue, como decía la introducción del convenio…

 

… sembrar sus antiguas y buenas relaciones, momentáneamente interrumpidas.”

Compensaciones

COMPENSACIÓN ECONÓNIMA A GALILEA POR CESIÓN DE AGUAS

Rebaño

Rebaño

Al menos tres contratos se celebraron en estos dos últimos siglos entre Galilea con Corera y El Redal, conjuntamente, para establecer las cantidades que estos pueblos deberían pagar a aquél, por el uso de las aguas que le pertenecían, en razón de acuerdos antiquísimos.

Estas aguas eran la mitad de las que discurrían por el río Molinar -puesto que la otra mitad estaba cedida a Ausejo, a cambio de pastos- a razón de tres días y medio.  Galilea, a causa de su situación topográfica, no podía aprovechar aquellas aguas, so pena de grandes desembolsos.  Sin embargo, tenía los mismos derechos sobre ellas que Corera y El Redal, por lo que desde tiempos pasados se las venía arrendando, por una cantidad pactada.

En los años 1854 – nótese que todavía no se había segregado Galilea -, 1866 y 1926, se celebran sendos contratos, cuyo contenido es similar en todos ellos.  El Ayuntamiento de Galilea cede por iguales partes a los de Corera y El Redal, las aguas que le correspon­den del río Molinar, tituladas «aguas del pontigón», en períodos que abarcan desde los dos a los doce años, dependiendo del contrato.  Corera se beneficiaría de las aguas en los años pares, y El Redal, en los nones, por cuya cesión Galilea recibiría una cantidad en metálico que, en el último contrato, ascendía a 200 pesetas.  Estas cantidades habrían de ser efectivas el día 16 de agosto, San Roque.

Si estas aguas, que como ha quedado dicho no estaban incluidas en las cedidas a Ausejo, un día aumentasen como consecuencia de rescindir el contrato con Ausejo, también Galilea las cedería a los otros dos por anticipado y de igual forma, previa revisión de las cantidades a pagar.

El siglo XIX

EL SIGLO XIX

Consecuencias de la Guerra de la Independencia

Soto de Cameros

Soto de Cameros

A diferencia de otras contiendas nacionales, no hay mucha literatura que ilustre los acontecimientos que acaecieron durante la Guerra de la Independencia en La Tierra de Ocón.  Sabemos, sin embargo, que a finales de agosto de 1808 toda La Rioja se hallaba ocupada por las tropas francesas según el testimonio del obispo de Calahorra, Arguiriano, que habría de distinguirse por su arrojo en la lucha contra el francés

 

Desde la localidad serrana de Soto de Cameros, la Real Junta de Comisión, Armamento e Insurrección  General de La Rioja, coordinaba los esfuerzos de los riojanos por expulsar de nuestro territorio al ejército invasor.  Carentes de una financiación permanente que les permitiera proveerse de alimentos y pertrechos, las partidas riojanas tuvieron que acudir a los responsables municipales para que cedieran parte de su patrimonio – civil o religioso – con el que poder sufragar los gastos que ocasionaba el mantenimiento de la milicia riojana.  Los franceses, por el contrario, despojaron de los tesoros a las iglesias y vaciaron graneros y bodegas de las localidades que ocupaban sin ningún tipo de miramientos.  Este latrocinio no habría de cesar hasta que abandonaran definitivamente nuestro territorio en 1812.

Tampoco nuestro pueblo, como era de suponer, quedó al margen de esta rapiña.  Además  de lo sustraído por las tropas francesas, fueron vendidos y enajenados terrenos propiedad de la iglesia, así como piezas de plata y joyas, originarias, probablemente, de la época de D. Diego de Tejada y sobre todo de su sobrino, el inquisidor D. Juan José de Tejada.  Todo ello fue vendido por el concejo de este pueblo con

 

“… la autoridad competente del Tribunal Eclesiástico, …”

 

por un importe de 39.785 reales, con la condición de ser devuelto a la propiedad de la iglesia cuando las circunstancias lo permitiesen.  Sin embargo con ser importante esta cantidad, fue insuficiente para satisfacer las peticiones de las partidas riojanas por lo que hubo que vender también la hacienda de D. Juan Beltrán -comisario y fundador en el año 1641 de la Cofradía del Santísimo Sacramento-, por un importe de 9280 reales, cuya administración estaba  cargo  de la iglesia.

 

Mucho después de finalizada la contienda, en 1824, el obispado reclama al pueblo de Galilea la devolución de estos importes

 

…con los réditos o rentas producidos hasta el día de la fecha.”

 

El concejo y sus vecinos consideran

 

“…imposible la solvencia de dichas cantidades por la mucha miseria del pueblo y gravamen de las contribuciones.”

 

Nombrada una comisión de notables, acuden a reunirse con D. Juan Inocente Romero, visitador general del Obispado de la Diócesis de Calahorra para que se les condonen estas deudas, debido a la época tan lamentable en que se contrajeron.  Accede el obispado a la petición de nuestros vecinos perdonando la deuda contraída así como,

 

“…cualquier otra cantidad que con el mismo motivo y en iguales circunstancias se haya contraído en favor de dichos establecimientos.”

 

Esta medida de gracia tiene una importante contrapartida:

 

“…que dicho pueblo a de contribuir, para los alimentos de la iglesia, con veinte fanegas de trigo bueno, o en su defecto, ochocientos reales de vellón, en moneda contante y sonante, además de seis fanegas de trigo para pagar su servicio al sacristán.”

 

Y por su hubiera alguna duda, añade:

 

“… anualmente. “

 

Guerra de la Independencia

Guerra de la Independencia

Con este acuerdo el pueblo quedaba descargado de la primera deuda, quedando a cargo de la iglesia los alimentos y gastos necesarios para el buen funcionamiento de la Ermita de Nuestra Señora de Gracia y la Capilla del Rosario.

Pero aún quedaba pendiente la liquidación de la segunda deuda contraída por importe de 9.280 reales que los comisionados pretenden, de igual manera, que se les condone

 

“…en atención a las circunstancias del pueblo y estado lamentable de sus vecinos.  “

 

El representante del obispado accede a lo solicitado no sin antes exigirles el compromiso de abonar, también cada año,

 

“…ochenta reales de vellón para la limosna de las misas que celebrarán los servidores de este iglesia por aquella fundación.”

 

Cuando todo parecía liquidado por la comisión negociadora enviada por el concejo de Galilea, aparece una última deuda de 156 reales, contraída en octubre de 1810 que, al igual que las anteriores, hay que negociar su cancelación. Como consecuencia de los réditos con que esta cantidad estaba grabada, la suma había adquirido proporciones desorbitadas para la capacidad de endeudamiento de aquellos antepasados nuestros.  En consecuencia la negociación se impone y el visitador general establece las fórmulas de pago.

 

Anualmente el concejo deberá pasar

 

“…lisa y llanamente, sin excusa ni pretexto alguno, a la iglesia de Galilea y a su cura párroco que ahora lo es y en adelante lo fuere, veinte fanegas de trigo bueno, y en su defecto, ochocientos reales de vellón y seis fanegas para la Ermita de Nuestra Señora de Gracia y la Capilla del Rosario.”

 

Y además establece la fecha de comienzo del pago: el 29 de septiembre de 1825, día de san Miguel.  También el párroco se beneficia de este acuerdo.  Ochenta reales por año habrá que abonarle de los réditos que hubiese producido la hacienda del comisario Juan Beltrán que, como se ha dicho, estaba valorada en 9.280 reales.

Con estos acuerdos entre el poder municipal y el eclesiástico, se dieron por zanjadas estas deudas que se originaron en nuestro municipio, al igual que supongo se generaron en la mayoría de los demás municipios españoles, a causa de la ocupación de nuestro territorio por el ejército de Napoleón, quién no encontró ninguna resistencia debido a la actitud colaboracionista y servil que encontró en la figura de un monarca, decrépito y consentido, y sobre todo con la complicidad y apoyo del felón de su hijo.

Diez años más tarde de celebrados estos acuerdos, y acaso como compensación de nuestros antepasados  a la reducción de las deudas mantenidas con la iglesia, el concejo llega a un acuerdo con los responsables eclesiásticos para sufragar la construcción del cementerio.  En efecto, el día 5 de marzo de 1835 se reunieron el entonces cura párroco de Galilea D. Ezequiel Fernández Arnedo -hermano de D. Pedro Fernández Arnedo, diputado riojano  y el alcalde D. Alejandro Malo, además de una comisión de vecinos de nuestro pueblo.  La reunión tenía por objeto

 

“…tratar el modo de pagar el coste que ha tenido el camposanto.”

 

Se extiende un pagaré, a nombre de la iglesia, de 1.082 maravedíes que ha costado el yeso, cruz, puerta, herrajes así el material y peones que el pueblo ha puesto de vereda.  Además de todo esto, el pueblo

                            

“…en atención a que tiene que mantener dicha iglesia, que carece  absolutamente de medios y fondos se compromete a pagar por el recibimiento de la cruz y rompimiento (apertura) de sepulturas, lo siguiente:

 

Los que se entierren con oficio doble o mayor, pagarán de limosna a la iglesia cincuenta maravedíes; los de oficio semidoble o mediano, veinticuatro; los de oficio simple o menor, doce; y los párvulos, ocho.  Los indigentes nada habrían de pagar.  Además de estas limosnas, el pueblo, siempre generoso, se obligaba también a pagar cuanto sea menester  y contemple dicho cura necesario para el debido culto y decencia de su iglesia.”

 

Consecuencias de las leyes desamortizadoras

Son sin duda estas leyes, promulgadas a lo largo del pasado siglo por los ministros de hacienda, Mendizábal y Madoz, las que mayor repercusión tuvieron sobre la sociedad española.  La desamortización no es otra cosa que sacar la propiedad acumulada de determina­das personas o corporaciones (sobre todo religiosas y de señorío) para lanzarlas a la contratación general, en bien público.

Juan Álvarez Mendizábal

Juan Álvarez Mendizábal

Una ley emanada de las Cortes de Cádiz, de fecha 6 de agosto de 1813, suprimía los señoríos territoriales, y otra del 13 de septiembre enajenaba los bienes de las corporaciones religiosas, que no tuvo el efecto deseado por los legisladores, merced al gobierno autoritario y títere del rey Fernando VII.

Planteado definitivamente el régimen constitucional a la muerte de este monarca, se puso en vigor el decreto de fecha 30 de agosto de 1836, encaminado a la venta de los bienes de titulari­dad religiosa y pública.  La reacción política de estas medidas hizo que con fecha 3 de abril de 1845 se devolvieran todas las propiedades que el Estado se incautó.  Sin embargo, teniendo en cuenta que fueron muchas las propiedades enajenadas y los derechos creados al amparo de esta ley especial, hubo que concertar un concordato con la Santa Sede, llevado a cabo el 16 de marzo de 1851, para poner fin a este estado de cosas.

Todo esto hizo que para verificar la desamortización civil y eclesiástica, se publicase la ley de 1 de mayo de 1855 que fue la que se aplicó en la desamortización de bienes y propios de Sierra la Hez.  Esta ley, de cinco títulos y treinta artículos, promulgada por Pascual Madoz, fue sancionada por la reina Isabel II en su residencia de Aranjuez.

En su articulo primero, decía declarar en estado de venta todos los predios rústicos y ur­banos, censos y foros, pertenecientes, entre otros, a los propios y comunes de los pueblos.  Los fondos que se recaudasen a consecuencia de las ventas realizadas, salvo el 80% procedente de la venta de propios, tenían un claro fin: financiar el déficit público.

En su artículo 15 sancionaba que, el Gobierno invertiría el 80% del producto de la venta de bienes propios, en comprar títulos de la deuda consolidada, al 3% que se convertiría inmediatamente en inscripciones intransferibles de la misma, a favor de los pueblos.

Sierra La Hez

VENTA DE SIERRA LA HEZ. CONTENCIOSOS. SENTENCIAS

Con motivo de la promulgación de la ley de 1 de mayo de 1855 y posteriores en materia de desamortización, el Estado vendió los bienes de Sierra la Hez, y con el 80% del importe de las ventas, emitió varias láminas intransferibles, todas ellas a nombre de Ocón.

En las Reales Ordenes de segregación de los municipios de Galilea, Corera y El Redal, se dispuso claramente que los nuevos Ayuntamien­tos de constituían con todos los derechos y deberes inherentes a estas entidades, dándoles un espacio físico y un orden jurídico a los nuevos municipios.  Asimismo, y esto es lo más importante, se señalaba que continuarían con el municipio matriz, en el mismo sistema de aprovechamientos comunales y en el condominio de todos los bienes existentes antes de su segregación.

Sierra La Hez

Sierra La Hez

Amparándose en estos requisitos, los pueblos segregados solicitaron por vía amistosa, del Ayuntamiento de Ocón, la distribución de los capitales obtenidos en las ventas del Estado, y los intereses devengados proporcionalmente al número de vecinos de cada munici­pio.  Era el año 1876, y Ocón se negó.  Por tal motivo se inicia un pleito de mayor cuantía ante el juzgado de primera instancia de Arnedo, cuyo fallo fue favorable a los pueblos demandantes.

La demanda se fundamentaba en lo que sigue.  Las ventas por el Estado de los bienes objeto de litigio, en modo han alterado los derechos que sobre ellos tenían los cuatro Ayuntamientos, por lo que los municipios reclamantes siguen teniendo, sobre todos los productos de la desamortización, los mismos derechos que tenían antes de su venta.  Por tal motivo debe formarse un acervo común con todas las láminas y capitales, distribuyéndose dicho acervo entre los Ayuntamientos demandantes y el demandado, en proporción al número de habitantes de derecho  que cada municipio tenga.

Que para la administración de las láminas y cobro de capitales e intereses, ante los organismos públicos, se reserve  a los Ayuntamientos el derecho de constituirse en una mancomunidad.  Retirar las láminas, emitidas únicamente a favor del Ayuntamiento de Ocón, y sustituirlas por otras a nombre de todos los Ayuntamientos.

En la sentencia de 3 de marzo de 1898, el juzgado de Arnedo condena al Ayuntamiento de Ocón a que en el plazo de 30 días, rinda cuentas a los Ayuntamientos demandantes, de los capitales e intereses producidos y cobrados de las láminas de bienes propios.  Y del producto, de practique la liquidación con dichos Ayuntamientos, tomando como base el número de vecinos.  La sentencia también da en propiedad de condominio las fincas vendidas en terrenos del pago de La Rad, otro en Barbarés, otro en terrenos del río Galilea, en la Plana y el Carrascal, plano de la Mata y la Garena, y los montes de Cuesta la Estrella y el Bardal.

El Ayuntamiento de Ocón recurrió esta sentencia ante la Audiencia Territorial de Burgos que con fecha 14 de noviembre de 1899, falla igualmente a favor de los pueblos que le demandaban, confirmando totalmente el fallo de la sentencia recurrida.

A pesar de ambas sentencias, el Ayuntamiento de Ocón se resiste a practicar la liquidación de la Deuda Pública a su nombre, y la posesión en condominio de los montes antes citados.  El abogado de los pueblos demandantes solicita, con fecha 7 de febrero de 1900, la ejecución de la sentencia y el cumplimiento de la misma.  El Ayuntamiento de Ocón, cuatro meses más tarde, propuso una serie de condiciones que los otros Ayuntamientos no aceptaron.

El 30 de enero de 1901, la corporación de Ocón contesta en unos términos inaceptables, los puntos  marcados para dar cumplimiento a la sentencia.  En marzo de 1901, el abogado de la parte demandante decide remitir un borrador al Director General de la Deuda Pública, con lo acontecido hasta la fecha.

Con fecha 10 de octubre de 1904 se expide providencia por el juzgado de Arnedo, encaminada a ejecutar la sentencia dictada seis años antes por el mismo juzgado.  A las once de la mañana se les cita en el Ayuntamiento de Ocón para ceder a los demás propieta­rios, las láminas emitidas por el Estado, y ponerlo en conocimiento del Delegado de la Hacienda Pública.  Se mandó comunicar también al ingeniero jefe de la 4ª región de montes, para hacer saber que, por virtud de la sentencia ejecutoria, la perte­nencia de los montes a que se refiere la misma, corresponden en común a Ocón, Galilea, Corera y El Redal.  Sin embargo, la sección de montes, que en aquellos tiempos pertenecía a la Delegación de Hacienda, incomprensiblemente, no hizo variación alguna del catálogo en cuanto a los títulos de propiedad.  Hasta entonces, en dicho catalogo, venían figurando sólo a nombre de Ocón, y la irresponsabilidad del organismo público daría lugar, con el correr de los tiempos, a una serie de litigios con Ocón, que habrían de finalizar en 1985.

 

El destino de las láminas.

Títulos de Deuda Pública

Títulos de Deuda Pública

Las láminas o títulos de deuda pública que el Estado concedió al Ayuntamiento de Ocón fueron once, cuya numeración e importes están perfectamente documentados en nuestro archivo municipal.  Hasta el 30 de junio de 1883, los intereses de esta emisión pública, al 3%, ascendió a la cantidad de 49.441 Pts.

Las once inscripciones anteriores fueron refundidas en una nueva inscripción, la número 6161, a un interés del 4% que produjo un beneficio de 8.743 Pts.  Posteriormente esta nueva inscripción fue inutilizada, dándose a cambio otra nueva, la cual produjo 18.495 Pts de intereses.  El valor nominal de esta inscripción fue convertida, con fecha 4 de enero de 1897, en títulos al portador, y el resto en otra nueva inscripción por valor de 25.244 Pts.

Además de las láminas anteriores, el Estado emitió otras diez, por valor de 10.033 Pts a nombre exclusivamente de Ocón y Santa Lucía, que posteriormente fueron refundidas en otras dos nuevas.  Por el mismo concepto de venta de bienes de propios de la comunidad de Ocón, se emitieron nuevas inscripciones a nombre de Santa Lucía, las cuales también fueron incluidas en la reclamación.  Por fin, con fecha 1 de diciembre de 1899, fue emitida por el Estado la última lámina a favor, únicamente, del Ayuntamiento de Ocón.

Todas estas inscripciones intransferibles emitidas a nombre del Ayuntamiento de Ocón, y algunas al de Santa Lucía, a un tipo de interés variable del 2, 3 y 4%, produjeron, hasta diciembre de 1899, fecha de la sentencia de la Audiencia Teritorial de Burgos, un total de 70.815, Pts.  A esta cantidad hay que añadir 36.610 Pts correspondientes a la tercera parte del 80% del precio de subasta de los bienes vendidos desde el 1 de mayo de 1855, al 28 de octubre de 1868.  Esta era el total de la deuda que el Ayuntamiento de Ocón debía restituir al resto de los municipios del valle.

Por otra parte había que considerar el capital nominal en inscripciones y deuda amortizable o perpetua emitida al 4%, y que ascendía a 82.453 Pts, por los capítulos siguien­tes. Por el capital nominal de las inscripciones intransferibles, 77.821 Pts.  Por el importe del papel de la deuda perpetua interior al 4%, entregado en pago de intereses, 1.056 Pts. Y por el importe del papel de la deuda amortizable al 4%, entregado en papel de intereses, 3.575 Pts.

Según señalaba el fallo de la sentencia del Tribunal de Burgos, el débito de Ocón con los Ayuntamientos reclamantes debería hacerse efectivo mediante prorrata al número de habitantes de derecho de cada municipio. Conforme a las estadísticas del 31 de diciembre de 1899, los habitantes de cada municipio eran: Ocón, 1.345; Galilea, 521; Corera, 717; y, El Redal, 533.  Esto hace un total de 3.116 habitantes que residían en el Valle de Ocón.

En consecuencia, la cantidad por habitante en concepto de pago del dinero en metálico era de 34,15 Pts; en cuanto a la deuda por capitales nominales, el prorrateo daba a 26,46 Pts.  Lo que supone que a Galilea le correspondían 31.518 Pts, que a principios de siglo era un capital.

En el año 1908, como ya ha quedado dicho, los Ayuntamiento de Galilea, Corera y El Redal, solicitan ejecución de sentencia para hacer efectivo el cobro de estas cantidades.  Sin embargo, el Ayuntamiento de Ocón manifiesta a aquellos que, para dar cumplimiento a la sentencia, tan sólo cuenta con tres inscripciones, cuyo capital nominal asciende a 36.719 Pts.  Del mismo modo hizo notar que el resto de las inscripciones o láminas de sus capitales en efectivo y demás productos por la venta de bienes enajenados, lo ha empleado en obras municipales, para el servicio del vecindario, y en solventar los importantes atrasos de sus presupuestos.

Los Ayuntamiento demandantes estaban decididos a cobrar la deuda y, con este fin, suscriben un documento con los cuatro puntos siguientes:

“1_.- Comprometer a Ocón a depositar las láminas que posea en una persona o «casa de banca» de Logroño, designada por los cuatro Ayuntamientos, dándole poder al depositario para que cobre los intereses que hayan vencido y los distribuya y entregue a los cuatro Ayuntamiento, en la proporción que determina la sentencia.

2_.- Obligar a Ocón a que, si por su culpa se embargasen los intereses de las láminas, entregará a los otros Ayuntamientos la parte con arreglo a la sentencia.

3_.- Comprometer a Ocón a retirar las láminas distribuidas a su solo nombre, y emitir otras nuevas a favor del resto de los Ayuntamientos.

4_.- Nombrar una comisión de vecinos propuesta por todos los Ayuntamientos para liquidar todos los demás extremos de la sentencia que no estén comprendidos en los puntos anteriores.”

 

A todo esto, Ocón les contesta con otro documento que, en síntesis, venía a decir.  Que dada la situación precaria del municipio que representan, no pueden comprometerse a satisfacer la deuda en el plazo que señalaban. Añaden que como es público y notorio, y que a los representantes de los otros pueblos no se les oculta, la miseria por la que atraviesa Ocón es tan penosa que, de tener que pagar la deuda reclamada, a pesar de la rebaja del 25%, tendrían que emigrar a otros lugares.  Y terminaban diciendo, que no pudiendo pagar el capital, tampoco lo pueden hacer de los intereses devengados.

Pero Ocón deseaba cumplir la sentencia de 1899, y para ello propuso a los otros Ayuntamientos hacer a los tres municipios entrega, en donación perpetua, de las tres inscripciones y de sus intereses, y que estos lo recibieran a partir de 1 de octubre de 1907.

El día 13 de septiembre de 1908, los Ayuntamientos demandantes dirigen una comunicación a S.M. el Rey para que, a través de la Comisión Provincial, emita un dictamen favorable a la acepción de esta cesión, en pago a las cantidades que les adeudaban.

Cinco años después, el 3 de diciembre de 1913, el Gobierno Civil de la Provincia traslada a los Ayuntamientos el informe remitido por el Subsecretario del Ministerio de la Gobernación.  En este oficio se informa que el Rey ha dirigido una Real Orden a ese ministerio para que se lleve a cabo la anulación de las tres láminas emitidas exclusivamente a nombre de Ocón, y la emisión de otras tres nuevas a nombre de Galilea, Corera y El Redal.

 

Del acuerdo de 1942 a la sentencia de 1985

Parece ser que las relaciones vecinales, una vez ejecutada la sentencia de la manera que se vio, transcurrieron por el camino de la normalidad durante el primer tercio del presente siglo.  Sin embargo la abundancia de ganadería y la escasez de pastos en la jurisdicción del Valle, trajo consigo una serie de discordias y enfrentamientos que obligaron a la celebración de un nuevo convenio para regular, por enésima vez, el aprovechamiento de pastos.  Este convenio, parcialmente incumplido, habría de ser el primer eslabón de una cadena de pequeños litigios que habrían de desembocar en el pleito sentenciado el 8 de febrero de 1985.

El nuevo convenio de aprovechamiento de pastos se celebró el día 5 de julio de 1942, en el lugar denominado Molino de la Fonsa, en el término municipal de Los Molinos de Ocón, que era quien, en aquellas fechas, detentaba la alcaldía de Ocón. Este convenio intentaba poner fin a una serie de discordia que

 

“…por discrepancias entre Corporaciones y ganaderos interesados, y otra por un exceso de ganaderías en relación a los pastos aprovechables, cuya avaricia de los propietarios sembraron estas discordias.”

 

Corrales de Barbarés

Corrales de Barbarés

En el espíritu de todos estaba que este estado de cosas debía cesar de una vez para siempre, como solución a una buena armonía entre pueblos vecinos, y para ello se proponían estas dos soluciones: o una libertad para que las ganaderías de Ocón pastasen en las jurisdicciones de Galilea, Corera y El Redal, y viceversa; Y la otra, por el contrario, obligase a cada pueblo a no salir de la suya y vivir en completa independencia, bien entendido que Ocón optaba por la primera solución, si bien no le sería obstáculo admitir la segunda.

Los pueblos del valle no vieron ningún inconveniente en poder llegar a un acuerdo, en base a la primera solución, aunque los representantes de Galilea -Francisco Fernández y Elías Royo-, formularon las siguientes aclaraciones:  que habiendo ganaderías de Ocón que pernoctan en los corrales de Costereña, tan limítrofes a Galilea, se extienden e invaden a esta última jurisdicción, desde la parte sur hasta casi el extremo norte.  Que hay otros que, igualmente, pernoctan en los corrales de la Mata, en finca propia, y que, por consiguiente, se hallan dentro de la jurisdic­ción de Galilea, recorriendo la misma extensión que los anteriores.

Hay otros que tienen contratados lo pastos de una extensa finca de Barbarés, que también pastan en terrenos de Galilea.  Y, por último, que también existen ganaderos que pernoctan en Venta de Rufino, y que también ellos recorren gran parte de la jurisdicción de Galilea.  Por tanto, según las consideraciones anteriores, los ganaderos de Galilea tendrían que desaparecer, porque los de Ocón habrían absorbido íntegramente su término municipal.

Los asistentes se dieron cuenta que eran pocos las ganaderías causantes de las divergencias entre los demás propietarios, por lo que pretendiendo armonizar las buenas relaciones entre pueblos vecinos, aun sacrificando los intereses de los menos para aumentar los de los más, acordaron una serie de condiciones que iban desde que los ganaderos de cada jurisdicción pernoctasen en corrales situados en la propia, hasta que el ganado transitase de una a otra jurisdicción por las vías pecuarias establecidas.

No debió estar muy conforme el alcalde de Ocón con los acuerdos firmados, por cuanto que a partir de 1944 se cruzan una serie de escritos con el Ayuntamiento de Galilea, que dan fe de la discon­formidad existente.

El 15 de febrero de 1944 uno de estos documentos indica, refiriéndose a la firma del convenio anterior, que

 

“… en él nada se indica de recíprocos aprovechamientos de leñas (aliaga, tomazas, etc) en fincas particulares, ni en eriales, por lo que prohíben hacer leña en esta jurisdicción, a los habitantes ajenos a ella.”

 

Puestas así las cosas, se convoca una reunión para el 20 de febrero, en el punto denominado de «el Pontigón», que a nada conduce.  Se suceden entonces una serie de escritos motivado por la lectura que cada uno hace de los acuerdos de 1942.

Con fecha 19 de febrero de 1944 envía el Ayuntamiento de Galilea una carta al de Ocón, y dice que en aquel acuerdo nada se encuentra escrito en relación al aprovechamiento de leñas, pero que, sin duda, fue un olvido de redacción, puesto que aquello fue, precisamente, el origen del convenio.

La situación llega a tal punto que en uno de los párrafos se llega a hacer referencia a la suspensión de buenas relaciones entre ambos municipios.  Por último se les advierte de la prohibición que tienen las ganaderías de aquel municipio a pastar en éste, salvo la autorización expresa del propietario de la finca, y con el visto bueno de la alcaldía.

Este mes de febrero de 1944 es posible que sea el período de tiempo en el que más se deterioran las relaciones entre el Concejo de Ocón y el de Galilea.  Nada menos que siete cartas se cruzan entre ambas alcaldías, manteniendo cada una su postura inicial, defendiendo uno la decisión de permitir la entrada de ganado en la jurisdicción del otro, y éste negando esa entrada con la advertencia clara del riesgo de sanciones en que incurriría.

Hayedos de Sierra la Hez

Hayedos de Sierra la Hez

Hay que suponer que este malestar entre municipios no era debido, exclusivamente, al problema secular del aprovechamiento de pastos, sino que, en el fondo del problema, subyacía el reconocimiento a los pueblos segregados de los aprovechamientos de Sierra la Hez.  La sentencia de 1899 quedaba ya muy lejos y al frente de los poderes locales se encontraban otras generaciones.

El Ayuntamiento de Ocón, actuaba como si fuese el único propietario de los aprovechamientos de la sierra.  Paga la contribución, que luego exige en parte a los demás pueblos, y practica liquidaciones a los demás pueblos de la leña cortada y los pastos aprovechados, bajo su exclusivo criterio.  Los Ayuntamientos le hacen saber que aunque no se niegan en participar en los gastos, éstos deben de obtenerse de manera diferente a como los han presentado. Así, con fecha 21 de noviembre de 1947 se les dirige una comunicación en la que manifiestan que los gastos

 

“…deben efectuarse en base al líquido imponible que corresponde a cada pueblo, y no en la forma que lo ha presentado ese Ayuntamiento.”

 

Hay que poner orden en todo ese estado de cosas para lo cual, los municipios afecta­dos, tienen que volver nuevamente, como ya lo hicieran el pasado siglo, a iniciar una serie de consultas para determinar su propiedad sobre Sierra la Hez y otros cinco montes más.  El 18 de junio de 1945 dirigen una petición al Cuerpo Nacional de Inge­nieros de Montes de Logroño en la que, después de hacer una breve síntesis del origen del comunero, le solicitan sean reconocidos en todo momento los derechos a la propiedad, posesión y administración de los cinco montes -monte Las Ruedas, Vallejondo, Plana Selva, Carrascal, monte Santa Lucía y Cañada Manantíos- de libre disposición.  Por lo que se refiere a Sierra La Hez, ponen especial énfasis en que debe vigilarse la cantidad y clase de ganado que, exclusivamente proveniente de Los Molinos de Ocón, aprovecha en estos momentos los pastos de la sierra.

Paralelamente, un día después, -el 19 de junio de 1945- se remite un informe al Gobierno Civil en el que comienzan haciendo referencia a dos reuniones mantenidas, una el 27 de mayo en Corera y otra el 17 de junio en Ocón, sin que en ninguna de ellas se hubiese llegado a acuerdo alguno.  El informe seguía diciendo que la pretensión de los Ayuntamientos firmantes era la de crear una mancomunidad de servicios para compartir las cargas e impuestos que pesan sobre los montes.  Esta pretensión encuentra una frontal oposición por parte del Ayuntamiento montañés que niega la validez de la sentencia de 14 de noviembre de 1899, como da testimonio a la toma de posesión judicial de los montes.  Continúan manifestando que ya han sido advertidos que, aunque se les obligue a reconocer estos hechos, alegarán prescripción de sentencia, para así considerarse dueños absolutos de los montes de libre disposición y de los aprovechamientos de pastos de Sierra la Hez.  No se opondrían, por el contrario, a la corta de leña.  Menos mal.

A este respecto argumentaba que, aunque no hayan aprovechado, en años anteriores, los frutos de los montes de libre disposición, no determina la prescripción, y sin embargo el Ayuntamiento de Ocón corta leña y da pastos a sus ganaderías sin la menor intervención y participación de los demás municipios.  Terminaba haciendo referencia a Sierra la Hez, que si bien los tres pueblos aprovechan las leñas, no se les ofrece ninguna participación en los pastos, que solamente aprovecha Ocón.

Esta situación continúa inalterable hasta finales del año 1951, en que, nuevamente, el Ayuntamiento de Ocón, convoca una reunión con los demás Ayuntamientos para

 

“…dar solución al asunto pendiente sobre el pago de la contribución territorial, “

 

de Sierra la Hez.  De aquella reunión del 28 de octubre de 1951 se levanta acta, que Ocón se niega a firmar.  Esto es debido a que, inmediatamente después de ser reclamadas las 22.629 Pts a que ascendía el importe de las contribuciones, el alcalde de El Redal, aun advirtiendo de que no se oponía al pago de la cuota que le corres­pon­día, antes había que dilucidar la cuestión de la propiedad de los montes y sus aprovechamientos.

Cargas de leña

Cargas de leña

Los representantes de Ocón molestos, manifiestan que el objeto de aquella reunión era para debatir el pago de la contribución y que no tienen más que aducir a las observaciones hechas

 

“…respecto de los derechos que dicen les corresponden sobre los derechos mancomunados. “

 

Ocón, como se dijo, no aceptó firmar el acta.

Parece como si en la resolución de este enconado asunto los representantes municipa­les practicasen el juego de marear la perdiz.  Porque tres años más tarde, el 27 de junio de 1954, y con el mismo fin, se reúnen nuevamente los cuatro representantes municipales en el Ayuntamiento de Ocón.  Para ello ya se habían juntado un año antes, el 8 de marzo de 1953, en el molino de El Pontigón.  Aunque las críticas y los reproches salen a relucir, en esta nueva reunión el talante negociador de los asistentes es superior a la celebrada en 1951.  Se critica al Ayuntamiento de Ocón que, sin consultar a los demás, ha sacado a pública subasta el aprovechamiento de pastos de Sierra la Hez.  Y además, como esta subasta ha quedado desierta, se la ha adjudicado él mismo por derecho de tanteo.

Proponían los otros Ayuntamientos que para zanjar esta cuestión en amistosa concordia, pagarían la cantidad de 6000 Pts en concepto de la parte que les correspondía del pago de la contribución.  Y de esta forma,

 

“… se perpetuaba la amistad tradicional y buena armonía que siempre presidieron las relaciones entre estos Ayuntamientos. “

 

Pero la novedad más importante de esta reunión en la proposición de crear una comunidad intermunicipal que administra y gobierne los bienes comunes de todos los Ayuntamientos allí representados.  Toman el acuerdo de iniciar las oportunas gestiones para la creación de dicha mancomunidad, que como veremos más adelante, nunca se llevó a efecto.

Dos reuniones más, en los años 1956 y 1960, habrían de convocarse  para debatir nuevamente esta cuestión.  En ellas se alude a la recomendación que les hace la Dirección General de Montes, en fecha 18 de noviembre de 1954, en el sentido de crear esa mancomunidad, cuya presidencia habría de ostentarla siempre Ocón.  También se alude, en referencia al fracaso de dicha creación,

 

“…la inexplicable negligencia que nunca pasó de buenos deseos.”

 

A lo largo de las dos siguientes décadas, el problema parece estacionado sin que haya ninguna referencia a reuniones o acuerdos sobre el asunto.  Los vecinos del valle ascendían hasta Sierra la Hez para acarrear sus «cargas» de leña, que eran cortadas bajo la supervisión del ingeniero de Montes, y con la contrapartida de tener que desbrozar una porción de monte bajo, previamente establecida.

Pero el conflicto se reavivó de nuevo en el año 1981.  El origen estuvo en un anuncio-subasta para el aprovechamiento de los puesto de caza de aves migratorias y de las batidas de jabalí en terrenos de Sierra la Hez.  Como tantas veces había ocurrido en el pasado, los Ayuntamientos del valle hacen causa común contra esta medida, ya que creen que aquel Ayuntamiento es incompetente para tal fin, por tratarse de un monte de propiedad compartida.

La primera reclamación administrativa la efectúan en el Gobierno Civil de la provincia, ese mismo año.  El día 3 de agosto, el Gobernador les cita a una convocatoria conjunta y escucha cuanto tienen que decirle.  El 12 de agosto, y al amparo de aquella convocato­ria, se reúnen en Corera para mantener un cambio de impresiones sobre el conflicto revivido.  La resolución más importante es la de presentar un recurso contencioso-administrativo ante el propio Gobierno Civil, ya que entienden es el órgano competente para defender la propiedad de los municipios demandantes, juntamente con I.C.O.N.A., organismo creado diez años antes.

La Jefatura Provincial de este organismo en La Rioja, en fecha 6 de noviembre de 1981, contesta que los Ayuntamientos reclaman­tes disfrutan de los aprovechamientos de Sierra La Hez hasta el año forestal de 1963-64, y que con la documentación existente, no pueden excluir a estos municipios del aprovechamiento del monte. Contra esta resolución, El Ayuntamiento de Ocón interpone recurso de alzada, ante la Dirección General y en una sorprenden­te resolución excluye a los tres municipios del aprove­chamiento de Sierra la Hez, por ser – dice- propiedad del Ayuntamiento de Ocón.

Rebaño pastando

Rebaño pastando

Uno de los argumentos que este organismo esgrimía para tomar tal resolución era la inscripción que, de manera oculta, había efectuado el Ayuntamiento de Ocón, sobre la propiedad de Sierra la Hez, en el Registro de la Propiedad de Arnedo, en fecha 20 de junio de 1959.  Ante esta resolución a los Ayuntamientos reclamantes no les quedaba otro remedio que acudir a la vía de lo contencioso-administrativo, en demanda promovida ante el Ayuntamiento de Ocón y la propia Administración del Estado.

El litigio dura tres años, y la sentencia se dicta el 8 de febrero de 1985, en la que el juzgado de Primera Instancia de Logroño declara:

 

“- Que el monte Sierra la Hez, de 1800 Has., pertenece en copropiedad y en proindiviso, a los cuatro Ayuntamientos.

 

– Que al no haber mancomunidad para la administración y conservación, debe llevarse a efecto.

 

– La inscripción registral en favor del Ayuntamiento de Ocón, es nula y hay que cancelarla del asiento registral, al igual que la del catálogo de montes de utilidad pública.

 

– Que el Ayuntamiento de Ocón rendirá cuenta a los otros tres, de todos los beneficios que haya producido el monte en los quince últimos años.”

 

Con esta sentencia se pone fin a un siglo de litigios entre los municipios de la antigua Tierra de Ocón, a través de los cuales hemos podido comprobar hasta qué punto tuvo importancia la posesión de tierras, pastos y aguas para la supervivencia de sus habitan­tes, dedicados en la inmensa mayoría a la agricultura o el pastoreo.  La escasez de uno de estos elementos hacían peligrar su economía doméstica, y arropados por sus concejos cada uno defendió lo que, en justicia, creían que les pertenecía.

Una carretera inconclusa

LA CARRETERA QUE NUNCA SE CONSTRUYÓ

Con fecha 29 de octubre de 1864, menos de un año antes de la segregación de Galilea de la tutela de Ocón, la Diputación Provincial de Logroño acuerda enviar, para su apro­bación por el Ministerio de Obras Públicas, el proyecto de construcción de una carretera de 1.782 metros, para unir Galilea con Corera, y que a su vez empalmara con la construída desde nuestro vecino pueblo hasta la denominada Venta de Rufino.  Para llevar a cabo esta obra, el Ayuntamiento ya había acordado la aportación del 50% de su costo, en sesión plenaria del 6 de marzo del mismo año.

El interés en la construcción de esta vía pública estaba justificado por el aislamiento en que se encontraba nuestro pueblo, para poder dar salida a los vinos y cereales que, con gran esfuerzo, se estaba efectuando a lomos de caballerías ya que la tortuosidad y estrechez de los caminos existentes no permitían otro tipo de conducción. Había también otro interés de carácter social:  emplear a un gran número de jornaleros, que carecían de trabajo, y facilitar así el sustento diario de sus familias.

El trazado sobre el que debía discurrir la carretera no era el mismo que, medio siglo más tarde, se diseñaría para la construcción definitiva de esta vía.  El proyecto señalaba que

 

“…debía partir de la plaza del juego de pelota”

 

y atravesando una calle, que por su anchura no es preciso tocar ninguno de sus edificios, seguirá el camino que conduce a Corera, sin separarse de él.  Con el fin  que su construcción fuese lo más económica posible, el trazado discurriría siguiendo una ladera de bastante inclinación transver­sal, finalizando con dos pronunciadas curvas, a derecha e izquierda, con el fin de evitar expropiaciones y el pago de las mismas.

El terreno sobre el que se desea construir esta carretera, seguía diciendo el proyecto, no tiene accidentes notables en el tramo de Galilea, que ha de seguir el camino viejo; por el contrario, la bajada hacia Corera es mucho más abrupta y su costo más elevado, teniendo en cuenta que la anchura proyectada para la calzada es de 6 metros, de los que 4,5 se destinan para carretera y 1,5 para arcenes.

Atendiendo a los cambios climatológicos, la construcción debería ejecutarse en dos fases: la explanación y el firme en otoño e invierno; las obras de fábrica, a ambos márgenes, en primavera y verano.  Los materiales a emplear -sillería, rajuela, mampostería, etc – habían de extraerse de las canteras que se hallan en la jurisdicción de Galilea, cuya distancia media a los puntos de obra es de 2 Km.  La piedra para afirmar el terreno se extraería de las fincas colindantes al trazado de la calzada, en un radio de 250 m. El presupuesto de contrata ascendía a 11.231 reales.

Este proyecto, que nunca llego a ejecutarse por desconocidas razones, hubiera dado a nuestra localidad un impulso importantí­simo al facilitar la salida de sus productos en condiciones aceptables, teniendo en cuenta que en aquellas fechas, los únicos caminos existentes hacia el valle o la capital, eran sendas de herradura, difícilmente transitables.

Así habría de seguir hasta los años veinte del pasado siglo cuando, al contar con el decidido apoyo de los diputados Alberto Villanueva y Daniel Menchaca, esta carretera sería construída, aunque con un trazado bien diferente al que contemplaba este proyecto.

Segregación de Ocón

SEGREGACIÓN DE GALILEA

Gobierno de la Provincia de Logroño.  Administración Local.  Negociado Sexto.  Número, 307

El Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, en Real Orden del 19 de mayo de 1865, recibida la noche de ayer, me dice lo siguiente:

Isabel II

Isabel II

“Visto el expediente instruido por el alcalde pedáneo y mayores contribuyentes del pueblo de Galilea, en solicitud para que se le autorice para formar Ayuntamiento, segregándose de la municipalidad de Ocón, a la cual pertenece como aldea; y resultando de la justificación y datos aducidos que es fundada la petición de que se trata, apoyada además por los informes de los Ayunta­mientos comarcanos, el de V.I. y el de la Diputación Provincial; la Reina (Q.D.G.), ha tenido a bien conceder al referido pueblo de Galilea la autorización que solicita, el cual, desde primero de julio próximo venidero, quedará separado del de Ocón, adoptando V.I. las disposiciones oportunas para que anticipadamente se verifique la elección del nuevo Ayuntamiento, que deberá instalarse el referido día 1 de julio, dándose cuenta a este Ministerio de haberse constituido.

 

Al propio tiempo, es voluntad de S.M., se manifieste a V.I. que la expresada segregación no debe alterar ni introducir innovacio­nes en los derechos, usos, mancomunidades y aprovechamientos que tienen entre sí Ocón y otros pueblos, y Galilea y Ocón, sin perjuicio de que se proceda a  un deslinde definitivo para fijar los términos jurisdiccionales de cada uno de los mismo pueblos, adoptando para ello las bases que se consideren más justas.

 

La Real Orden la digo a V.I. para su conocimientos y efectos correspondientes.”

 

Con esta Real Orden recibida por la comisión de vecinos formada para impulsar la segregación de Galilea se dan por finalizados los trámites previos a la consecución de tan anhelada independencia.  Tan histórica noticia fue acogida con la natural satisfacción por nuestros antepasados que veían en ella el desprendimiento del yugo que históricamente nos había mantenido unidos con la Tierra de Ocón.

El nuevo municipio comienza su andadura el día 1 de julio de 1865.  Ese mismo día, bajo la presidencia de don José Alguacil, alcalde de Ocón, tiene lugar la constitución del nuevo Ayuntamiento.  En el transcurso del acto es leída la comunicación recibida del Gobierno Civil en la que se nombra primer alcalde de Galilea a don Elías Fernández, siendo el teniente alcalde don Aniceto Tejada, acompañados de los concejales Marcelino Viguera, Gabino Ruiz, Agustín Fernández y Andrés Fernández.

Pero a un Ayuntamiento también hay que dotarle del personal necesario para su correcto funcionamiento. Por tal motivo el día 6 de julio se convoca el primer pleno extraordinario en la historia de Galilea en el que se acuerda crear las plazas de secretario y alguacil y sus dotaciones correspondientes.  Para el primer cargo es nombrado don Toribio Muro que ya lo había desempeñado durante quince años en el municipio de Carbonera.

En la Real Orden de segregación se hacía mención expresa al establecimiento de un territorio jurisdiccional para el nuevo municipio, que vendría dado por la incorporación de los terrenos que, en mayor o menor extensión, circundaban el núcleo urbano.  El Concejo de Ocón intenta impedir, con medidas dilatorias, que esta medida sea llevada a cabo en los términos que el gobierno de Isabel II establecía en su R.O.  Por eso el nuevo Ayuntamiento remite una carta al Gobernador Civil de la provincia solicitando,

 

“…  designe un lugar céntrico donde se reúnan, aconsejando sea en el término denominado La Hoya del lago para evitar los entorpecimientos y discusiones que, indudablemente, han de generarse por parte del Ayuntamiento de Ocón, eludiendo, como ya principia a hacerlo, acudir a las reuniones donde han de negociarse la formación del deslinde de la jurisdicción.”

 

Como se ve existe voluntad por parte de las autoridades provinciales para que el amojonamiento se lleve efectúe lo antes posible, aunque, como veremos más adelante, no se producirá hasta 1870.  El 28 de agosto de 1865 el G. Civil contesta a la carta demandante remitida un mes antes por los nuevos ediles informándoles de la resolución tomada.  En ella se conmina al Ayuntamiento de Ocón a presentarse

 

“…a las ocho de la mañana del día 4 de septiembre en el sitio conocido como la Hoya del lago, donde caminarán con la comisión del Ayuntamiento de Galilea, y todos, bajo el perito agrónomo de Montes, acordarán los límites jurisdiccionales de cada pueblo, fijando, al efecto, los mojones que los marquen.”

 

De aquella reunión no salió nada positivo por las posiciones tan alejadas que los comisionados mantenían.

Nuevamente el Gobierno Civil tiene que intervenir citándolos por carta para el día 13 de enero de 1866.  En el texto se les advierte que

 

“…deseando finalizar un expediente en el que hay tantas contradicciones he resuelto que usted, en unión del síndico y dos de los mayores contribuyentes, se presenten en mi despacho el día 23 del actual a las 12 de la mañana.  “

 

Tampoco de aquella reunión habrían de salir los acuerdos necesarios para efectuar el repartimiento ponderado y equitativo de los terrenos que en justicia le correspondían a nuestro municipio.

Mientras el deslinde llega la vida municipal sigue su curso. Vemos asíc cómo el día de año nuevo de 1868 toma posesión como nuevo alcalde don Nicolás Fernández.  Un mes más tarde, amparándose en una normativa del Gobierno Civil en la que insta a los Ayuntamientos a emplear a sus vecinos en la realización de diferentes obras públicas de interés municipal, para evitar la ociosidad de los mismos -decía-, propone que se aborde la obra encaminada a

 

“…la construcción del ramal de carretera desde este pueblo a Corera aprobada por la Diputación con fecha 8 de octubre de 1866, abonando el pueblo el 40% del costo de la misma.”

 

Sin embargo esta obra no se llegó a efectuar ya que la carretera no habría de construirse hasta  el año 1923.

 

Poco tiempo iba a permanecer en el cargo don Nicolas Fernández.  El año 1868 es el año del derrocamiento de Isabel II y del estallido de la revolución septembrina.  Ello trae como consecuencia la destitución fulminante del actual alcalde y su sustitución, por la Junta Revolucionaria de Arnedo, por Dámaso Fernández quien dejaría su cargo el 1 de enero de 1869 a Juan Fernández.

La Garena

La Garena

En febrero de 1869 todavía seguía sin dividirse el territorio del antiguo Concejo de Ocón.  En sesión plenaria celebrada el último día del mes se autoriza al Ayuntamiento de Galilea para hacer el deslinde en el modo y forma que mejor convenga al bien y utilidad del pueblo.  Como tampoco existía amillaramiento individualizado de los mayores contribuyentes de nuestro municipio, el día 4 de mayo tienen que reunirse los Ayuntamientos de Galilea y Ocón en los corrales de la Garena.  En dicha reunión se acuerda el repartimiento de impuestos separados, y debido a que el deslinde jurisdiccional no se ha llevado a efecto, acuerdan que Galilea tome como base los productos que los contribuyentes poseen al día de la fecha.  Esta fórmula, aun siendo conciliatoria, y lo más aproximada posible a la realidad, no es aceptada por la Diputación Provincial rechazándola con el argumento de que,

 

“… para dicho ejercicio próximo 1869-70 no es posible puesto que ya se encuentran terminados los trabajos de redacción  del mencionado repartimiento general que mañana se publicará en el Boletín Oficial, debiendo, por lo tanto, comprenderse unidas las obligaciones ,cuotas y atenciones de los dos pueblos como se ha efectuado anteriormente.”

 

Esta solución exaspera los ánimos de los dirigentes locales que ven en la no división jurisdiccional el origen de estos contratiempos.  Resueltos a conseguir de una vez por todas este amojonamiento, fuerzan a la Diputación Provincial que dé una solución a este problema, que ya dura cuatro años ,y que no hace más que agravar las dificultades para el cobro de los impuestos, individualizándolos de los del Ayuntamiento de Ocón.

Por fin, el 22 de octubre de 1869, el organismo provincial contesta de la siguiente manera, en el expediente que se sigue en esta sección sobre deslinde y amojonamiento de término municipal entre los pueblos de Ocón y Galilea,

 

“… esta Diputación, en sesión celebrada el 17 del corriente, se ha servido resolver: que de conformidad con sus acuerdos de 14 de junio, 6 de julio y 9 de agosto últimos, se proceda inmediatamente al deslinde de la jurisdicción, asistiendo al acto el diputado provincial del partido don Pedro Agustín Herrero que deberá fijar el día para practicar la operación, los peritos facultativos don Canuto Pedro Oñoro y don Juan Caballero, nombrados respectivamente por los Ayuntamientos de Ocón y Galilea; y una comisión de estas mismas corporaciones, teniendo presente que al hacer el deslinde se ha de tomar por baremo, principalmente la población y el valor de las diferentes clases de fincas que se trata de deslindar.”

 

Por fin había un documento claro y conciso en el que se nombran las autoridades políticas y técnicas que han de verificar, y dar forma documental y gráfica al deslinde que los Ayuntamientos afectados deben establecer.  El 28 de abril de 1870 los representantes de estos Ayuntamientos se reúnen en los corrales de la Entra para, en días sucesivos, establecer los doce mojones de más de un metro de altura que han de delimitar el término municipal de Galilea.

Para finales de marzo estos postes se alzaban enhiestos como mudos vigilantes de las propiedades de nuestros antepasados.  El Gobierno Provincial, conocedor de esta división, envía una última carta a los alcaldes de ambas villas para que procedan ordenar a los peritos la verificación del deslinde en forma de proyecto, recorriendo toda la jurisdicción.

Las comisiones de ambos Ayuntamientos quedan conformes con el amojonamiento realizado y dan instrucciones a los peritos nombrados por ambas partes para que redacten la memoria y dibujen el mapa del nuevo término municipal.  Son las propias comisiones las que, en prueba de conformidad y avenencia firman, en los corrales de la Entra, un documento de aceptación de las condiciones allí establecidas, en el que es muy interesante la referencia que hacen a los montes comunes que tantos conflictos habrían de ocasionar en el siglo venidero.  El documento finalizaba de esta manera:

 

“…con lo cual quedó concluido dicho amojonamiento, quedando en jurisdicción de Galilea todo, de mojones adentro, que perteneció a la jurisdicción de Ocón, entrando Cascajos y Barbarés.

 

Quedando proindiviso los montes de toda la jurisdicción sin alterar ni producir innovaciones en los derechos, usos, mancomunidades y aprovechamientos que hay entre sí o con otros pueblos, según conforme está mandado en la R.O. de 19 de mayo de 1865, y conforme las comisiones expresadas firman.”

Después de aquello sólo quedaba que los peritos redactaran un trabajo que por su interés se transcribe íntegro.

 

“La villa de Ocón se halla situada en las primeras derivaciones y al pie de sus estribos de la cordillera coronada de montes, que se dirige de S.E. a N.O., conocida con el nombre de Sierra la Hez, a cuatro y media leguas de la capital, Logroño, y a la misma distancia de la ciudad de Arnedo, a cuyo partido judicial pertene­ce, con sus aldeas.  Su jurisdic­ción se extiende a la parte norte de dicha sierra.

 

Primer deslinde de la jurisdicción

Primer deslinde de la jurisdicción

En las últimas derivaciones se halla situado el pueblo de Galilea, antes aldea también de Ocón, y a la misma distancia, con corta diferencia, de la capital y ciudad antedichas, segregada se su matriz por Real Orden de fecha 19 de mayo de 1865, que motiva el deslinde que nos ocupa su jurisdicción, necesariamente de forma muy irregular, estrechada por las limítrofes, se extiende en el mismo sentido, acercándose a la planicie de la vega del río Ebro; linda por el norte con las jurisdicciones de Murillo y Alcanadre, por este con la de Corera, por sur con la de Ocón y por este con la de Jubera.

 

La línea divisoria norte jurisdiccional para Galilea, en la actualidad, se halla clara y determinada porque existen visibles los hitos o mojones, en la parte confinante con Murillo, desde mojón alto, por la mojonera del Trashumo, hasta la cadena de la Horquilla, y por la confinante con Alcanadre, sirve de límite la cañada que toma el nombre de esta última villa, que según manifiesta un mojón de piedra ostensible que existe cerca de dicha cadena, y por encima de la balsa o abrevadero queda dicha cañada en juris­dicción de Galilea, sin embargo sus márgenes están alteradas por las instrucciones de las heredades confinantes, y sus mojones confundi­dos.

 

La divisoria del este para Galilea es la jurisdicción de Corera, la mayor parte de sus hitos existentes, sin dejar de faltar algunos, ya porque al hacer al amojonamiento, no se pusieron en puntos que se exigieron, ya por que hayan desaparecido, consisten en pequeñas piedras hincadas, confundidas con las del campo, que es preciso saber dónde se hallan, para encontrarlos, por lo que debieran sustituirse por otras más ostensibles, fueron puestas provisional­mente en el año 1862, con motivo de un expe­diente que promovió el Ayuntamiento de Corera, pretendiendo enmarcar su jurisdicción en territorios de El Redal y Ocón, por el comisiona­do del deslinde que lo fue don Telesforo Dean, para el caso de que fuese aprobado, así tubo efecto por el señor Gobernador;  pero el Ayuntamiento de El Redal, reclamó en contra de esta providencia gubernativa, y obtuvo una Real Orden de fecha 5 de marzo de 1862, dejándola sin efecto, y mandando que el pueblo de El Redal siguiese su jurisdicción antigua.  A pesar de esto, la villa de Ocón no se cuido por entonces de restablecer la alteración de la muga, y el pueblo de Corera ha seguido recono­ciendo la jurisdicción que marcó esta nueva mojonera, en oposición alguna hasta la presente fecha, por lo tanto nosotros lo consignamos en nuestro adjunto plano, sin perjuicio de la validez, que sería cuestión separada entre Galilea y Corera.

 

La divisoria jurisdiccional del sur para Galilea, es la determinada por avenencia y conformidad entre los Ayuntamientos de Ocón y Galilea, interesados en el presente deslinde, como consta en el acta que acompaña, cuyos pequeños mojones, puestos provisionalmente para el caso de ser aprobados, deben tener un metro de altura para que sean visibles.

 

Réstanos hacer mención de la divisoria del oeste, que es la parte que confina con Jubera.  Está clara desde el mojón de la cantera de Hoyo Puzcano, hasta encontrar el camino de Ventas Blancas; porque existen mojones que la determinan, y después la pasadilla de Penuquillo, por la que corre el camino de Matascano, que desaparece al llegar al referido camino de Ventas.  Desde este punto se sabe que está pasadilla seguía la dirección del barranco, hasta el mojón donde empieza el término de Barbarés, que está cerca de la colmena de Juan Fernández, por la cual se conocía la jurisdic­ción de Jubera; en este tránsito que recorre dos mil cuatrocientos cincuenta metros, no existen mojones ni la referida pasadi­lla, por haberla destruido el cultivo de las propiedades colindantes, y las variaciones del la dirección de dicho barranco, y por la correspondencia de algunas señales o restos que presentan el terreno de la mencionada pasadilla, sin embargo deben haber hitos que determinan las jurisdicciones con claridad por ser tránsito largo, y para ponerlos en objeto de deslinde de amojona­miento en esta parte entre Galilea y Jubera.  Continúa esta divisoria  con objetos visibles desde el número 47 hasta el número 62, o sea por la partición que se hizo del término de Barbarés, entre Ocón y Jubera, que le tenían proindiviso antes de su venta.

 

Galilea, así como Corera y El Redal, son copropietarios con Ocón y sus aldeas, de cuatro montes que necesariamente y sin perjuicio de sus derechos, quedan en jurisdicción de Ocón; son los titulados: Sierra la Hez, y Vallejondo.  Se hallan conceptuados por su especie arbórea, y puestos en el catálogo según el Real Decreto de 22 de enero de 1862. Los titulados Las Ruedas y El Bardal son enajenables, y sólo pueden ser exceptuados de la venta en concepto de aprovechamiento común o dehesa boyal, según legislación vigente. En las concordias que los pueblos tienen, están consignados los derechos, no sólo respecto de ellos montes y baldíos, sino también sobre pastos, aguas y demás usos y costumbres, que en nada altera este deslinde.

 

Varias son las cañadas y pasadas que contiene la jurisdicción que queda para Galilea: con dirección de S.E a N.O. se dirige la cañada que toma el nombre de Alcanadre; su latitud de noventa varas, equivalente a setenta y cinco metros y veinticuatro centímetros, bordeando la jurisdicción hasta la cadena de la Horquilla.  Continúa de norte a sur hasta los corrales denominados Los Largos, bordeando el término de Barbarés, en cuyo tránsito toma el nombre de La Horquilla.  Se enlaza con la que sube de la Venta de Rufino y, cambiando de dirección de este a oeste, cruza el expresado término con el nombre de Valdiñigaz, internándose en la jurisdicción de Jubera.

 

Desde los expresados corrales, y bordeando el mismo término  continuando la dirección de norte a sur, existe otra de ochenta varas, o sea setenta y un metros y ochenta y ocho centímetros, enlazada con las anteriores, que se dejó al verificar la venta del mencionado término.  Al salir de esta toma otra vez las noventa varas que eran las que tenían establecidas antiguamente, y se pierde al cruzar el río de Galilea en el punto donde pasa el camino Real.  Reducida a camino de herradura, sube por el pueblo de Galilea hasta los corrales de la Matilla.  En estos corrales se dice que se dividió hace algunos años en dos mitades o ramales, uno por donde llaman Valdefrades, que existe hasta Costereña, donde se pierde entre el viñedo; y el otro por el

Costereña

Costereña

camino  de Santa Engracia que, si existe, está reducido a la latitud del camino de herradura.

 

Esta destrucción de las cañadas por los dueños de las fincas colindantes, viene de antigua, y tal vez su abandono por el poco uso y tal vez por la decadencia o falta de grandes ganaderías o cabañas, que se experimentan en la provincia de treinta años a esta parte.  En el término de Barbarés también quedó determina­do el camino de Agoncillo con la latitud de doce varas, equiva­lente a diez metros y tres centímetros que cruza de S.E. a N.O. el relacio­nado término.  Y por último, en la venta que en mayo pasado ha tenido lugar del terreno denominado Plana de la Mata de Valdefrades, se dejó una pasada de cuarenta y cinco varas, equivalente a treinta y siete metros  y dos centímetros, que  bordea dicho término y limita parte de la divisoria jurisdiccional del sur para Galilea.

 

La extensión superficial del territorio de Galilea, comprendida en el perímetro que determina el amojonamiento de  este deslinde, incluida la que ocupan cañadas, pasadas caminos y barrancos incultivables es de novecientas treinta y siete Has. ochenta y cinco áreas y cinco centiáreas, en la cual existe mucha planta­ción de olivo y vid, cuyo número no sentamos en esta memoria por no tener los suficientes datos.

 

Al dar principio a nuestros trabajos de campo, hubiéramos querido, para una plena seguridad, tener a la vista el expediente de este deslinde con los documentos presenta­dos por los pueblos y propieta­rios colindantes con la jurisdicción de Galilea, que es la que tratamos de deslindar, pero, reservándose éste la Excma Diputación provincial, tal vez porque los pueblos no los hayan presentado por carecer de ellos, sólo  hemos recibido comunicaciones que cumplimentamos exactamente como es nuestro deber, en las que se comunica­ban sus acuerdos, viéndonos precisados, por lo tanto, en levantamiento de nuestro plano, a girar las directrices que los mojones existentes, que con gran cuidado e investigación hemos procurado encontrar.”

 

Después de los dos acuerdos tomados por ese centro directivo, en sesiones celebradas en 17 de octubre y en 14 de diciembre de 1863, comunicados por conducto del señor Gobernador, recibimos otro traslado por los alcaldes disponiendo, en sesión de 16 de marzo último, que por estos, se nos ordene la verificación del deslinde, en forma de proyecto, recorriendo la jurisdicción.  En el ínterin, que nos disponíamos a su cumpli­miento, los Ayuntamientos o comisiones de Ocón y Galilea celebraron una reunión el día 28 de abril de 1870, la que tuvo por resultado una avenencia o conformidad del territorio que había de quedar a Galilea, fuese, más o menos, el que le correspondía en razón de la riqueza y vecindario, y pusieron mojones provisionales, en esta línea divisoria, para nuestro conocimiento y la oportuna aprobación.

 

En este caso, los que suscriben, no pueden menos que respetar la avenencia de los pueblos y en cumplimiento del último acuerdo ya referido de esa Excma. Diputación Provincial, proponer también, para su aprobación, la misma línea convenida entre ambos pueblos de Galilea y Ocón, y es la que figura en nuestro plano topográfico.

El documento lleva fecha de 4 de agosto de 1870 y lo firman, los ingenieros Canuto Pedro Orozco y Juan Caballero.”

 

Dos meses más tarde, el 27 de septiembre, la Diputación Provincial aprueba el deslinde y remite carta al Ayuntamiento de Galilea para que se haga cargo de planos y memoria  a fin de conservarlos debidamente custodiados en sus archivos.

La primera vez que se nombra a la jurisdicción de Galilea como tal, es en un documento de 30 de septiembre de este año.  En él se convoca en el término de el Corralón de esta jurisdicción de Galilea a las comisiones de Ocón y Galilea para tratar de aplicar la riqueza del amillaramiento de ambas jurisdicciones.  De las 143.222 Pts con que figura Ocón en su amillaramiento, se asignan a Galilea 35.250 Pts.  Se levanta acta y se remite a la administración económica para que en el ejercicio 1871-72, asigna a cada pueblo su riqueza.

Los primeros años

LOS PRIMEROS AÑOS

No se registra mucha actividad en los años en los que ya se ha empezado a caminar de manera autónoma, y el fin de siglo.  Los avatares históricos por los que España atraviesa, también se reflejan atenuadamente, en la historia de Galilea.   Los alcaldes y el concejo son cesados de manera fulminante por los gobiernos convulsos que se suceden por aquellas fechas.  Así, el 8 de marzo de 1875, según Real Decreto del Ministerio de Regencia de 21 de enero de 1872, es cesado el concejo gobernante y sustituido por otro encabezado por Matías Mayayo.

Alfonso XII

Alfonso XII

En los años setenta todavía estaba activa la capellanía fundada por el inquisidor don Juan José Tejada García.  Pero el Estado, amparándose en la leyes desamortizadoras, se adueña y vende los bienes de la misma sin que provea a este pueblo las láminas correspondientes para cobrar los intereses devengados.  El Ayuntamiento decide entonces nombrar, en mayo de 1876, un agente en Madrid para velar por sus intereses.  No parece que las gestiones del agente fructificaran en algo positivo para los intereses del municipio, por cuanto, cinco años más tarde se debe incidir en la misma cuestión para lo cual se redacta un documento que decía lo siguiente: 

Los individuos de este Ayuntamiento que suscriben, en concepto de patronos, nombrados en la escritura de fundación de las dos capellanías instituidas por don Juan José de Tejada Garcia en el año 1715 y con el propio carácter de patronos, el señor cura párroco de este pueblo, don Marcial Barilanga, y don Juan Fernández de la Mata, presbítero de la villa de Ausejo, acordaron lo siguiente: que interesados tan directamente en el carácter de patronos en el cumplimiento de la voluntad del fundador, respecto al levantamiento de cargas espirituales y demás obligaciones que les impone su cargo, en la latitud que la posibilidad de los productos de los bienes que dichas capellanías permitan, acuerdan en la presente sesión que habiendo sido enajenados los bienes por el Estado, y teniendo derecho a percibir y conservar, como recursos procedentes de la venta de dichos bienes para el sostenimiento de citadas cargas, hasta donde fuera posible el importe del 80% e intereses concedido por  el convenio celebrado por el Gobierno con la Santa Sede apostólica, convienen en encargar a don Eduardo Montenegro, vecino de Logroño, todas las gestiones hasta conseguir la expedición de las láminas correspondientes en equivalencia al referido 80% del importe que fueron enajenados los bienes de dichas capellanías y sus interés devengados hasta la fecha, todo con arreglo a las disposiciones vigentes, obligándose oficial y particularmente, tanto el Ayuntamiento como dichos patronos, a remunerar a don Eduardo como premio de tan importante servicio, todos los gastos y gestiones que realice para conseguir el 50% del importe de los intereses que corresponde desde la enajenación de las fincas hasta el día de la expedición de las láminas.

En diciembre de 1876 la escasez de agua no era tan acuciante como en la actualidad; había mucha y de fácil obtención por lo que el municipio decide adquirir los terrenos necesarios para construir  un estanque en el lugar más idóneo que se pueda hacer: en el término de los aguazales.  El terreno es adquirido a don Inocencio Fernández Cereceda y se levanta escritura pública con las siguientes particularidades:

El coste de la compra del solar y la construcción de la estanca se pagará por todos los propietarios del pueblo a razón de lo que corresponda por Ha de tierra que se pueda regar con el agua estancada.  Para hacer nuevas canalizaciones se conviene que cada propietario ha de ser parte de sus propiedades sin pedir nada a cambio.  Si algún vecino del pueblo, o propietario forastero, no quisiese participar en las canalizaciones, cuando quiera regar se le cobrará a 5 Pts la hora de riego.  Dicha agua será vendida entre sus propietarios, pudiéndola llevar el comprador a donde la desee, presidiendo la subasta el Ayuntamiento o, en su defecto, el alcalde. Para estar al frente de los trabajadores que construyan la estanca, estarán el Ayuntamiento y los propios propietarios.

La superficie vendida fue de 34 a. y 95 ca. La escritura se hizo en Ausejo, en la escribanía de don Longinos Ciordia.

Caminos intransitables

En estos años finales de la pasada centuria existe una verdadera preocupación entre el vecindario para dar una solución definitiva al estado tan calamitoso en que se encontraban los caminos que parten desde nuestra localidad hacia Logroño y hacia el valle de Ocón y la Rioja Baja por otro.  Piensan que una de las soluciones  pasarían por establecer un impuesto alcabalatorio para los vinos que se importen y exporten a nuestra localidad por lo que establecen una cuota de un real por cántara para todo el vino que salga o entre en nuestra localidad fuera cual fuere su destino y procedencia, siempre que sea de las jurisdicciones de Jubera, El Redal, Corera y Ocón, exceptuando lo que va destinado para consumo de pastores o para quien salga a recolectar los frutos.  Si la venta es en uva, pagará 12 céntimos por arroba.

En mayo de 1897 el ingeniero jefe de obras públicas de Logroño, por acuerdo de la Diputación Provincial, comienza a redactar

 “…un proyecto y estudio del camino de este pueblo a empalmar con Corera.”

En el año 1900 el Ayuntamiento da cuenta de una carta que dirige a este municipio don Práxedes Mateo Sagasta, a la sazón, presidente del Gobierno, en la que  da cuenta de la aprobación en ambas cámaras de la carretera que fue solicitada por los Ayuntamientos de Murillo de Río Leza, Galilea, Corera, El Redal hasta empalmar con la venta de Ausejo. Agradecidos por tal deferencia los miembros del concejo acuerdan contestarle en los siguientes términos:

                        

Exmo. Sr. D. Práxedes Mateo Sagasta

Sagasta

Presidente del Consejo de Ministros

MADRID

Exmo. señor:

Recibida la grata y fausta noticia de la aprobación en ambas cámaras de la carretera que partiendo de Murillo de Río Leza pasa por estos pueblos de Galilea, Corera y El Redal, con terminación en la venta de Ausejo. Reunido el Ayuntamiento de mi presidencia (Leopoldo Fernández) en sesión pública extraordinaria, acuerda expresar a V.E. nuestro profundo agradecimiento por el singular y especial favor que acaba de dispensarnos.  Al mismo tiempo, este Ayuntamiento que presido, haciéndose intérprete de los justos deseos y aspiraciones de todo el vecindario, le ofrece el más fiel y cordial testimonio de su distinguida consideración, expresando de su poderosa iniciativa y poderoso influjo no aminorará el justo interés y aptitud que ha desplegado en este asunto para que, una vez sancionada y promulgada dicha ley, no se demore el señalamiento y ejecución de dicha carretera, que ha de abrir en todos estos pueblos del Valle de Ocón, nuevos y únicos horizontes de vida y prosperidad.

Haga extensiva nuestra gratitud, y en nuestro nombre dé las más expresivas gracias a los tres diputados de la comisión que formularon el dictamen acerca de la proposición, ya proyecto de ley.”

Es evidente que se pecaba de excesivo optimismo ya que, el trazado de esta carretera tardaría todavía un cuarto de siglo en efectuarse.  Nuestros abuelos tendrían que seguir sufriendo lo indecible para transitar y transportar el resultado de sus cosechas por los angostos caminos de nuestra jurisdicción.

Pero es que, además, tenían que hacer frente a las adversas condiciones meteorológicas que se dabas por aquellas fechas.  Se tiene que acudir a la invocación mariana con la esperanza de doblegar la negativa climatológica a regar nuestros campos.  No es de la autoridad eclesiástica sino de la municipal de donde parte la iniciativa de celebrar una novena a la Virgen de Gracia con el fin de que, con la oración y la penitencia, alcanzar un agua, abundante y copiosa, para regar nuestros campos.

Esta decisión se le comunica al párroco que acepta gustoso, acordándose que en la tarde del día 25 de abril de 1893 sea trasladada su imagen de la ermita a la parroquia, y el 26 dé comienzo la novena.  Al párroco se le abonarían 90 Pts, siendo de su cuenta el sermón y la cera consumida.  Dos años más tarde, en el mes de mayo, vemos que se repite la mima acción por las mismas causas.

No debieron tener mucho éxito estas rogativas ya que, en marzo de 1897, se contesta a un requerimiento de la Diputación Provincial en el que se conminaba al Ayuntamiento a pagar sus deudas en los términos siguientes:

 “… enterados los concurrentes ( al pleno extraordinario) acuerdan contestar que es de todo punto imposible el pago de estas deudas, en atención a que el vecindario se halla en la última miseria a consecuencia de la sequía y la nube de piedra que cayo sobre los campos de los cosecheros en el pasado año, y por lo tanto no pueden atender a los pagos que se les tenía impuestos ya que apenas pueden dar alimento de un pedazo de pan a sus pequeños hijos.”

O esto no era del todo cierto o la climatología cambió súbitamente, de manera favorable, con el inicio del presente siglo puesto que, en octubre de 1901, se acuerda la forma de hacer una función en la ermita de Nuestra Señora de Gracia, en acción de gracias por la magnífica recolección de frutos obtenida en esta localidad.

En vista de los buenos sentimientos del alcalde Bonifacio Fernández, se acuerda celebrar una fiesta, el día 26 de octubre.  En la ermita ha de haber una misa solemne por la mañana con sermón y procesión por la tarde.  De esta manera queda instaurada, de manera oficial, la fiesta de Acción de Gracias que, ininterrumpidamente, se viene celebrando año tras año.

Vías pecuarias

LAS VIAS PECUARIAS

El término jurisdiccional de Galilea, al igual que gran parte de otros municipios de La Rioja, están atravesados por una amplia red de cañadas, cordeles y veredas que han facilitado, desde la Edad Media, el tránsito de ganado de norte a sur de la Península, en busca de más y mejores pastos.  El trazado de estos caminos -vías pecuarias- se ha visto alterado, en el presente siglo, de tal manera que, en la actualidad, es difícil reconocer por dónde  discurrían estas vías que el progreso y la civilización se han encargado de hacerlas desaparecer.  Afortunadamente parece ser que los poderes públicos han tomado conciencia del expolio ejercido sobre estos trazados y se están dictando las leyes pertinentes para recuperarlos y protegerlos.  Tarea harto difícil si se tiene en cuenta que, en las pasadas décadas, la desidia de las instituciones ha permitido, entre otros atentados, que sobre su trazado se construyesen autopistas, se levantaran edificaciones, o simplemente, fuesen absorbidas por los propietarios colindantes.

Vía pecuaria

Vía pecuaria

En el deslinde efectuado en nuestro término municipal en el año 1870 ya se contemplaba la futura demarcación de las dos cañadas que atraviesan su territorio: la cañada real de Alcanadre, y la cañada de Valdiñigaz. 

La cañada Real de Alcanadre, como su nombre identifica, tiene su origen en aquel municipio, y a su paso por nuestra jurisdicción hay que diferenciarlo en tres tramos.  Estos tramos obedecen a la sinuosidad de su trazado, desde que entra en territorio de Galilea, por su lado norte, hasta que lo abandona por tierras de Jubera, abandonándola por dos veces, para volver a ella otras tantas.  El primero de estos tramos procede del término de Corera y sigue junto a la linea de demarcación territorial del término de Alcanadre a la que lleva por linde a su derecha, para alcanzar el mojón de los tres términos (Alcanadre, Corera y Galilea) donde se divide en dos ramales.  Uno se interna en heredades de Agoncillo, y el otro, formando el segundo tramo, gira hacia la izquierda cruzando la carretera Nacional 232 y la Autopista A-68 y siguiendo en línea recta hasta el descansadero de Los Largos. 

Desde estos antiguos corrales sigue por la nea divisoria con el término de Corera hasta llegar al barranco de Lobaco, abandonando la línea amojonada y adentrándose en la jurisdicción vecinal.  Vuelve a entrar en nuestra jurisdicción por el camino de los carros, conformando  el tercer tramo, donde confluye con el primer ramal del camino hacia la Costeruela, para dar vista a la ermita de Ntra Sra. de Gracia.  De allí sigue por las  eras (hoy bodegas) de El Cortijo para incorporarse a la calle Alberto Villanueva, entre los números 35 y 37, a través de la cual continúa su trazado hasta tomar el camino antes llamado de Las Calaveras, y continuar en dirección al paraje denominado Plana La Mata.  A la altura de la antigua casa de La Mata toma la linea jurisdiccional  de los términos de Galilea y Ocón para dirigirse a los corrales de La Entra que los deja a mano izquierda, y seguir hacia los de Capón que quedan en el centro de la vía pecuaria.  Desde allí se adentra en territorio de Santa Engracia de Jubera. 

La cañada de Valdiñigaz nace del segundo tramo de la Cañada Real de Alcanadre y saliendo desde el descansadero de los Largos en dirección a poniente, sigue el camino de Prado Almarza, para ir a morir a la  jurisdicción de Santa Engracia de Jubera. 

La primera acta de deslinde y delimitación de esta vía pecuaria, se remonta a 1923.  Bajo la dirección técnica del Ingeniero don Antonio Almiral se crea una comisión de trabajo formada por miembros del Ayuntamiento y   

“…ancianos conocedores de las cosas del campo “ 

Cañada Real

Cañada Real

para proceder a señalar claramente los límites de estas pasadas de ganado.  La base esencial del conocimiento de su trazado es la certificación del Archivo de la Asociación General de Ganaderos del Reino, los antecedentes del plano de deslinde de la jurisdicción de Galilea, en su separación de Ocón, y el conocimiento directo de quienes, por su edad, podían dar fe de lo acaecido en el último medio siglo.  Los trabajos de extendieron desde el día 1 hasta el 5 de octubre de 1923.  Entre los hechos más destacables caben señalar que la superficie invadida por los propietarios colindantes, sumaba algo más de cinco hectáreas.  Hubo reclamaciones ante el Director General de Agricultura y Montes, por parte de los agricultores intrusos como los denominaba el expediente, pero de nada sirvieron. 

Treinta y nueve años más tarde, en octubre de 1962, se lleva a cabo una nueva reclasificación de estas vías pecuarias,  

“…cuya anchura se considera excesiva, por estar de antiguo clasificadas como cañadas, pero con una ocupación permanente de sus tres cuartas partes. “ 

El proyecto seguía justificando la calificación aduciendo  

“…el escaso tránsito de ganado que casi es utilizado, exclusivamente, por la ganadería local.” 

Al final, para contentar a ganaderos y agricultores, se declara excesiva la anchura de las mismas, proponiendo alterar su calificación de la manera siguiente:  

“…la cañada real de Alcanadre queda modificada, en su primer tramo, a cordel (37,61 m), y el segundo y tercer tramo, a vereda (21 m ), al igual que la cañada de Valdiñigaz».

 

El 4 de febrero de 1963 esta reclasificación es aprobada por Orden Ministerial, siendo publicada en el B.O.E. del día 12 del mismo mes.

Construcción antiguo Ayuntamiento

CONSTRUCCIÓN DEL ANTIGUO AYUNTAMIENTO

El antiguo edificio del Ayuntamiento, que pervivió a lo largo de sesenta años, hasta que fue demolido y sustituido por el actual, fue construido gracias  a la ayuda concedida por el

Ayuntamiento antiguo

Ayuntamiento antiguo

Estado por motivos bien ajenos al de la construcción de un edificio público.  Las heladas y pedriscos que se produjeron en los años 1918 y 1919 fueron tremendamente dañinos para los cultivos de cereales y hortalizas.  El Gobierno, quiere auxiliar a los damnificados por los desastres naturales, publicó  una Real Orden con fecha 27 de octubre de 1919 en la que distribuía las cantidades concedidas, para paliar las pérdidas ocasionadas.  La Real Orden establecía que, la subvención concedida podría percibirse para ser destinada a dos objetivos bien distintos: como ayuda para los agricultores con que fuera grabada sin ningún tipo de interés, pero reintegrable a la Hacienda Pública, transcurrido diez años; y otra como donación graciosa y perpetua si se invierte en la realización de alguna obra pública o de interés general para el vecindario de Galilea.  La cuantía de la subvención ascendía a la cantidad de 21.492,10 Pts. 

El 10 de diciembre de 1919 se reúne el pleno del Ayuntamiento para determinar el destino de esta ayuda estatal.  En esta, y en posteriores reuniones, desechada la primera opción que el Estado ofrece, se discute sobre el mejor destino para invertir estas cantidades en edificios que supongan un beneficio para el común de los vecinos.  Se barajan varias opciones: escuelas, casas para el maestro, oficinas judiciales y casa Consistorial.  Finalmente, y de acuerdo con el vecindario, se deciden por esta última opción. 

Habrían de pasar dos años hasta que el 16 de abril de 1922, en sesión plenaria se decide dar comienzo a la construcción del nuevo Ayuntamiento  

“…en solar propiedad del municipio , junto al juego de pelota, de la casa destinada a oficinas del Ayuntamiento y del juzgado.  El solar que dispone el Ayuntamiento -seguía diciendo el acta- no es suficiente para construir las dependencias citadas, y, sin embargo, existen unos rincones contiguos a dicho solar, al juego de pelota y a la finca propiedad de Simón Eguizábal, que por su forma irregular no pueden aplicarse, y entienden que tomando parte del solar del juego de pelota, además de estos rincones irregulares, podrían permutarse por una superficie parecida de la propiedad de Simón Eguizábal, con lo que el solar destinado a la construcción del Ayuntamiento sería suficiente”. 

Puestos sobre el terreno, y tomadas unas líneas para comprobar cómo habría de quedar el nuevo solar, vieron que, si se tomaba parte del frontón y parte del solar de Simón Eguizábal, dejando para éste los rincones antes mencionados, el solar resultante era idóneo para el objetivo que se habían marcado.  Llamado al Ayuntamiento el propietario del solar, y oída la proposición del concejo, no puso ningún inconveniente en aceptar el cambio del terreno aunque para ello 

“…la pared divisoria entre su corral y la pared del Ayuntamiento que va de norte a sur, habría de trasladarse cuatro metros hacia el oeste, es decir, hacia su casa; y la que llamamos pared del lado derecho del frontón, que corre de oeste a este, habría de continuarse, hecha de ladrillo, con la que separa el frontón del solar con la otra pared antedicha…” 

 

Frontón antiguo

Frontón antiguo

Decididos por tanto a levantar el edificio de la nueva casa Consistorial, asisten a una reunión en la capital con el ingeniero jefe de Obras Públicas y el arquitecto provincial para intentar prescindir de la formación de planos y proyecto, ya que de lo contrario habrían de ocasionar grandes mermas al capital.  Esta reunión obtiene un resultado positivo y el día 9 de septiembre de 1922 se les comunica que pueden prescindir de planos y proyectos para la nueva edificación.  Una vez sorteado este requisito, deciden que, sin pérdida de tiempo, se contraten a los albañiles y auxiliares que han de ejecutar la obra  

“…ayudándoles la corporación en pleno, y su secretario, en todo aquello que necesiten.” 

Consecuentes con el talante ahorrativo que habían demostrado al iniciar esta obra, en el mes de diciembre de 1922 se trasladan a Logroño nueve peones que, durante seis días, se dedican a recuperar 17 vigas y 132 bóvedas de un edificio derribado por las monjas Concepcionistas de la capital.  A la vez compran 3900 tejas y 3000 ladrillos que son transportados a Galilea juntamente con el material anterior, con trece carros.  El sueldo de los peones, su manutención, además de las diez fanegas de cebada consumidas por las caballerías, ascendió a 677 Pts.  Las vigas costaron a 20 Pts cada una; las bóvedas a 12; los ladrillos y las tejas a 10 Pts el ciento. 

Además de estos materiales se adquirieron otros como, tres balconadas de 2,60 m x 1,40 m, once ventanas de 1,70 x 1,40 m; diez metros de barandilla de madera; 2.706 sacos de yeso pardo; un balcón corrido de 12 metros x 0,75 de saliente y otros muchos más elementos. 

Con estos materiales los albañiles Aquilino Marín, Esteban Aragón y Patricio Pascual, además de diez y nueve peones, construyen el nuevo edificio del Ayuntamiento.  Sus honorarios y los de los peones ascendieron a 4.077 Pts. En Octubre de 1923 la corporación llevaba gastadas 15.783 Pts del total entregado por el Estado, como ayuda por las heladas y pedriscos de 1918.  En abril de 1924 las obras todavía continuaban sin ser acabadas ya que con el cambio de alcalde, una de las primeras medidas que adopta el pleno es  

“…autorizar al alcalde para que, a la mayor brevedad posible haga terminar las obras de la casa Consistorial, tanto tiempo ya comenzadas, y tan pronto se halle en condiciones, se adquiera el mobiliario que a su juicio se precise, y tan pronto se halle todo en condiciones, disponga el traslado al nuevo edificio.” 

Las obras finalizan hacia septiembre de 1924 y en esta fecha se formaliza la cuenta de gastos ocasionados y se remite para su aprobación al ingeniero jefe de obras públicas según mandato de la Real Orden que concedió la subvención.  Su inauguración debió coincidir con la finalización de la nueva carretera de Logroño a Ocón, en la que tanto tuvieron que ver los diputados Alberto Villanueva y Daniel Menchaca ya que, en la misma fecha, adquieren las placas de las nuevas calles que poco antes les habían dedicado, y los rótulos identificativos del nuevo edificio del Ayuntamiento. 

Frontón antiguo

Frontón antiguo

Una vez instalados en el nuevo inmueble se toma el acuerdo de vender, en pública subasta, el edificio que hasta la fecha estaba destinado como oficina municipal, cuya denominación popular era la de casa antigua del pueblo.  Este viejo edificio, situado en la calle Daniel Menchaca, fue subastado el día 8 de diciembre de 1924 previa convocatoria al vecindario, mediante toque de campana.  El precio de salida fue de 1.000 Pts.  Después de pujar varios vecinos , el edificio fue adjudicado a Clara Morales por la cantidad de 1.200 Pts. 

Un año antes de finalizar la construcción del nuevo Ayuntamiento, los mozos  de la localidad formulan una petición verbal al alcalde pretendiendo se les ceda en arrendamiento, para ser destinado a salón de baile, el local que se había construido en la planta baja.  En caso negativo, solicitaban la vieja casa del  Ayuntamiento, aunque sus preferencias se inclinaban por el primer local.  Parece que la nueva corporación no estaba por la labor de contentar a sus jóvenes vecinos ya que acuerdan  

“…no discutir el asunto por ser de suyo tan sencillo, y la petición tan injusta como atrevida, y acordaron negar la primera y acceder a la segunda.” 

Con la llegada de una nueva corporación municipal, y como consecuencia también de la venta del edificio antiguo, el pleno cambia de actitud, y en noviembre de 1925 arrienda a los jóvenes los bajos de la nueva casa Consistorial.  Sin embargo se les exigía una serie de requisitos: el salón debería estar cerrado durante  el día y la noche de Todos los Santos, en Semana Santa y en las fiestas de San Roque.  Además, los mozos, se comprometían, mediante gratificación por el Ayuntamiento de 100 Pts, de contratar, para los días 16 y 17 de agosto, una banda de música que tocase al aire libre.  El precio del alquiler era de 200 Pts anuales, pagaderas el 1 de diciembre de cada año. 

En estas condiciones continuaron disfrutando de este local  hasta el 1 de julio de 1929, fecha en la que el Ayuntamiento les dispensó del pago del alquiler, siendo a cargo de los jóvenes únicamente, el gasto de la luz y el mantenimiento del local.

La fuente de El Cuco

LA FUENTE DE «EL CUCO»

Una de las fuentes más representativa de este pueblo, sino la que más, es la fuente de El Cuco.  A lo largo de su existencia su estructura ha cambiado varias veces de forma hasta llegar a su situación actual.  De ella se suministraban el agua nuestros abuelos cuando su conducción hasta los hogares era todavía una quimera.  A ella acudían las mujeres de este pueblo, hiciese frío o calor, a lavar la colada y a comentar cualquier incidencia acaecida a lo largo de la semana.  Su caudal siempre fue abundante como lo prueba el hecho de que, los vecinos de otros pueblos acudiesen con sus vasijas, previa autorización del Ayuntamiento, a proveerse de este líquido imprescindible. 

Fuente de "El Cuco"

Fuente de «El Cuco»

A principios de siglo esta fuente sólo era un pequeño manantial, a nivel de suelo, que suministraba el agua a la estanca que lleva su nombre.  Como consecuencia de la construcción de la carretera de Murillo de Río Leza a Galilea, esta fuente queda al descubierto.  En el mes de julio de 1922, el Ayuntamiento decide enviar una muestra de estas aguas al laboratorio Provincial para que sean analizadas y, de resultar potables, colocar una nueva fuente 

 “…en la chopera de doña Blasa Fernández. “ 

La compra de la chopera se realiza pagando por ella 200 Pts. 

Meses más tarde se da comienzo al alumbramiento de las aguas  

…en el cruce del camino de arriba -la carretera aun está en embrión- con el que sube llamado del cuco, donde se instalará una arqueta, guiando las aguas camino abajo a encontrar las actuales de dicha fuente, donde quedarán acopladas, instalándose una modesta fuente en condiciones, que merezca tal nombre.” 

El trayecto de 123 metros que separa la arqueta de la fuente, se cubre con tubería cuyo coste asciende a 1.500 Pts,.  La ejecución de la obra es encargada al vecino Pedro Álvarez de Aguilar, cuyo presupuesto total fue de 2.728,20 Pts, siendo finalizada en agosto de 1924.  En el siguiente año, como la obra parece ser que quedó inconclusa, el Ayuntamiento decide, dada su situación desahogada, continuar con la ejecución de esta obra.  El nuevo alumbramiento de aguas se efectúa en el término de la Hoya, haciendo excavaciones lo más profundas posibles.  Posteriormente y mediante veredas, se construyen los canales de conducción y las arquetas, con tierra transportada, a lomos de caballerías, desde el término de Vista Alegre.  Bien sea por las inclemencias del tiempo o porque los trabajos efectuados no llegaron a finalizarse,  en 1926, un año después, ha de encementarse el río y arreglar el camino ya que su estado no era el más idóneo para el fin que fueron construidos. 

Fuente de "el Cuco", anterior

Fuente de «el Cuco», anterior

Un nuevo e importantísimo impulso recibe esta fuente como consecuencia de la disolución del Sindicato Agrario Católico.  En 1937 este Sindicato es disuelto por común acuerdo de sus asociados, y los fondos patrimoniales  se destinan a construir una fuente y un lavadero públicos.  Sin embargo las consecuencias de la Guerra Civil hacen que los trabajos no puedan dar comienzo hasta el mes de marzo  de 1941.  En esta fecha se redacta un contrato de obras, por ajuste, con el albañil Máximo López Carrillo, bajo proyecto de Melitón Martínez, persona no legalmente autorizada pero sí aceptada por la comisión liquidadora del Sindicato.  Este contrato sufre un incremento del 80% sobre el efectuado en 1937 y, entre otras condiciones, establece que, el lavadero no ha de llevar tejado de uralita y sí de teja curva.  Que los materiales y los trabajadores a emplear serán preferentemente del pueblo. 

Este proyecto contempla la construcción de una fuente, de dos caños opuestos; un lavadero en posición perpendicular al trazado de la carretera, abierto y con dos hileras de cemento liso donde poder lavar la colada; y, por último, más al norte, un abrevadero para las caballerías.  Todas estas obras se finalizaron el 31 de octubre de 1941, y su costo total fue de 5.768 Pts.  A este importe habría que sumar 200 Pts por la compra de una chopera a Guillerma Sáez con el fin de ampliar la superficie donde instalar ésta.

Fuente de "el Cuco", original

Fuente de «el Cuco», original

A lo largo de 34 años estas construcciones, levantadas con tanto empeño, formaron parte del paisaje urbanístico de nuestra localidad.  A ellas acudieron, con mayor o menor frecuencia, nuestros antepasados y fueron el centro de reunión de nuestros abuelas que, con el propósito de lavar la colada aprovechaban para discutir sobre asuntos del municipio; los hombres que abrevaban sus caballerías después de una jornada de trabajo, camino de sus hogares; sus dos caños opuestos se veían concurridos por los agricultores que hacían una parada en sus trabajos de hortaliza, y aprovechaban para refrescarse y comentar las incidencias del tiempo.

Y así se continuó hasta el final de la década de los años cincuenta en que el progreso trajo consigo la traída de aguas a los domicilios.  Esto hizo que las instalaciones del lavadero fueran abandonándose poco a poco, acarreando la destrucción progresiva del mismo.  Más tarde, la maquinaria agrícola fue sustituyendo a los animales de tiro y carga y, en consecuencia, también las instalaciones del abrevadero fueron deteriorándosen.  En el año 1.974, éstas eran una ruina, por lo que en 1975 son definitivamente demolidas.  Aquella fuente de dos caños opuestos y con cierto sabor a reliquia es reconvertida en una fuente hormigonada y fría, rodeada de maleza y de zarzales. 

Doce años más tarde, aprovechando las piedras de granito del antiguo trujal, se construye a su alrededor una plaza, colocando éstas a modo de mesas para el disfrute de nuestros vecinos. 

Escuelas de Patronato

DE LA ESCUELA DE PATRONATO A ESCUELA NACIONAL

Don Anselmo González González nació en Galilea en el año 1750.  Perteneció a esa pléyade de riojanos ilustres que en la segunda mitad del s. XVIII tuvieron que emigrar a tierras del sur, estableciéndose en la ciudad de Cádiz donde se dedicó  toda su vida a la actividad mercantil, acumulando una gran fortuna.  El 26 de septiembre de 1810 encontrándose enfermo, y al no tener herederos forzosos,  pues era soltero, otorgó poder para testar en su nombre  a favor de Esteban Gastaca, José Puyados y Clemente Fernández Elías, quién años más tarde sería también albacea de Juan Esteban Elías, fundador de la escuela de Soto de Cameros y ejecutor de su voluntad, y les nombró sus herederos fideicomisarios, solidaria y mancomunadamente, para que aplicaran el importe de su caudal, una vez liquidada su testamentaría, al único comunicado que les dejaba.  Este comunicado consistía en que lo sobrante  de sus bienes, en caso de haberlo, se aplicasen a la mejor enseñanza e instrucción , en primeras letras, de los niños pobres de Galilea, su pueblo natal, bajo la dirección, vigilancia y cuidado de los señores cura y alcalde del mismo pueblo a quienes, desde este momento instituía también en patronos.

Asimismo disponía que, en caso de que sobrase dinero después de pagar al maestro o maestros que se estimasen precisos para los mayores adelantamientos de la juventud, instrucción de la doctrina cristiana para que llegasen  a formar a aquella juventud útil a la religión y al Estado, se les diese a los niños libros, papel, tinta, plumas y demás que se necesitase, además de alguna ropa.  El capital que se destinase a este fin había que invertirlo para que con sus productos se garantizase la perpetua duración de la obra pía que se constituía. 

Un "recibí

Un «recibí

Anselmo González murió al día siguiente mismo de dar poder, a las nueve de la noche.  Inmediatamente sus albaceas iniciaron los trámites de la testamentaría, pero la tarea no fue fácil.  Duró catorce años.  La mayor parte de su caudal consistía en créditos de dudoso cobro, pero por fin consiguieron reunir fondos suficientes con qué cubrir todas las obligaciones, y dejaron sobrante  suficiente para aplicarlo a la Fundación de la escuela.  El 15 de diciembre de 1824 se reunió la junta de acreedores donde se aprobó el estado de cuentas y el pago de acreedores.  El día 24 del mismo mes de diciembre, los albaceas, para desembarazar sus conciencias de esta carga, antes de que una  imprevista muerte les impidiese hacerlo, decidieron transferir esta institución y nombramiento de herederos en los ministerios eclesiástico y secular, representados en los señores cura y alcalde de Galilea para que, sin pérdida de tiempo, tomasen el resto de los bienes de la testamentaría de don Anselmo González, tal y como resultaban del estado que, judicialmente,  habían presentado, y les diesen, bajo su responsabilidad, de la que ellos se descargaban, la aplicación puntual y exacta. 

Encargaban a los señores cura y alcalde, y a los que en lo sucesivo les sucedieran, el que procurasen cumplir con su responsabilidad el mejor desempeño de esta escuela pública y la conservación de sus capitales , con cuyo fruto se habría de sostener, por ser todo conforme a la voluntad del fundador.  El capital fundacional, además del invertido en la construcción del edificio,  escuela y vivienda y en la adquisición de huerto para el maestro, ascendía a 156.000 reales, muy inferior al que se había desembolsado para otras escuelas de similares características, como la de Ajamil,  Aldeanueva de Cameros y mayor incluso que el inicial de San Román.  En 1956 estaba invertido en títulos de la deuda perpetua interior al 4%, por un valor de 39.000 Pts. 

En 1922 se clasificó como Fundación benéfico particular docente, y el 15 de mayo de 1923 la escuela se convirtió en escuela nacional.  El día 9 de diciembre de 1946 se transmutaron los fines de la Fundación, y la renta de su capital se destinó a mantener las obras circunescolares, premio de los alumnos de mayor aplicación, ropero, formación de biblioteca escolar, ayuda y estudio a la catequesis parroquial, y de los círculos de estudio de Acción Católica. El 7 de marzo de 1947 se aprobó el reglamento por el que habría de regirse estas obras circunescolares. 

Esta escuela de Patronato funcionó a lo largo de 100 años bajo la presidencia de los patronos, cura y alcalde respectivos.  El 28 de abril de 1919, la Junta Local de Primera Enseñanza , encargada de velar por los intereses de la enseñanza en nuestra localidad, dirige una comunicación al Ayuntamiento para iniciar los trámites de sustitución de la escuela de patronazgo por escuela nacional.  Fundamentan su escrito en el hecho de que en el último censo de 1910, Galilea tenía empadronados 568 vecinos y este hecho le hacía merecer una escuela nacional de niños puesto que ya contaba con una de niñas. 

Pero además había otras poderosas razones que avalaban esta petición de la Junta Local.  Argumentaban que la creación de esta escuela era de una urgencia extremada, dado que la escuela de patronato había interrumpido su funcionamiento porque el patrimonio que legó el fundador había disminuido hasta casi desaparecer; pero sobre todo porque las retribuciones de los maestros de las escuelas estatales eran muy superiores a las que pudieran ofrecerse a las de patronato, siempre ligados al patrimonio de su fundador.  Por tal motivo resultaba muy difícil sustituir a los maestros que abandonaban su cargo por cesar en sus funciones, o por haberse promocionado a los de titularidad estatal. 

El escrito de la Junta Local de Enseñanza conminaba al Ayuntamiento a que formulase el expediente oportuno ante la superioridad  

…a fin de que se cree una escuela nacional de niños en sustitución de la de patronato.” 

Paralelamente, y en el mismo sentido, los copatronos de la Fundación, como máximos responsables de la misma, dirigen a su vez otro escrito al Ayuntamiento manifestando la dificultad que entraña el mantenimiento de la escuela de niños  

…con los solos recursos que le dotó el fundador, los cuales disminuyen progresivamente para mantener con decoro un maestro, además de dotar a la escuela del material necesario.” 

Retribuciones

Retribuciones

Esta circunstancia habría motivado la renuncia del actual maestro Don Cesareo Alonso para trasladarse a la escuela nacional de Ávalos.  En este sentido informaban que el sueldo anual del maestro estaba estipulado en 825 Pts, de las que la fundación sólo podía abonarle 395, siendo de cargo del Ayuntamiento las otras 430.  Justificaban la liquidación de la escuela siguiendo el espíritu de las declaraciones del fundador que, en su testamento, establecía que los bienes que legaba quedarían, con sus intereses, afectados al fomento de la enseñanza primaria de su pueblo. 

Los co-patronos creían interpretar fielmente la voluntad y disposiciones de aquel hijo insigne, poniendo dichos bienes a la disposición del Ayuntamiento a fin de que éste pudiera dar mayor esplendor a la nueva escuela que ha de crearse.  Aconsejaban los patronos, en su escrito, que los fines a los que podían destinarse los fondos que quedaban de la Fundación bien pudieran ir a mejorar el local de la escuela nacional de niños, que ha de crearse; reforzar el material pedagógico de dicho centro; a premios para la mejor asistencia de los niños pobres; y a premiar a los maestros cuyo celo e interés por la enseñanza sean reconocidos como extraordinarios por las autoridades locales. 

A la vista de estos dos escritos los asistentes a la reunión tomaron el siguiente acuerdo: 

1.- Solicitar de la superioridad  la concesión de una escuela nacional de niños por tener este municipio más de 500 almas. 

2.- Aceptar la oferta de los copatronos para que los intereses de los bienes que administran sean invertidos  en mejorar la enseñanza de la escuela nacional de niños. 

3. Contraer el compromiso por parte del Ayuntamiento que, una vez  que la escuela nacional de niños se cree, dotarle de un local, casa-habitación para el maestro y material escolar.  Si no se dispusiera de casa, habilitar  una partida del presupuesto para el arrendamiento. 

4. Que sin demora alguna se inicie expediente ante la superioridad por carecer de maestro la escuela de Patronato y ser difícil encontrar un profesor que se preste con un sueldo inferior al ofrecido por el Estado.” 

El alcalde, Leopoldo Fernández, hace valer su amistad con el diputado nacional por Torrecilla don Alberto Villanueva y el día 1 de mayo de 1919 le dirige una carta a la que el diputado contesta,  

…con mucho gusto se hace cargo de su carta y se ocupará con el mayor interés del asunto que tanto le interesa.”   

Los contactos son intensos en este mes de mayo puesto que don Alberto Villanueva remite una nueva carta al alcalde en la que le dice lo siguiente: 

 

 

 

Recibo su carta, y me escribe con el mayor interés don Alberto Gutiérrez de Barcena, -diputado provincial por el mismo distrito que el Sr. Villanueva que también intercedió de manera activa en los logros de nuestro pueblo, pero que no tuvo el reconocimiento de aquél- sobre el mismo  asunto «escuelas».  Teniendo usted presente mi constante actuación durante el cortísimo tiempo que he tenido la honra de representar a ustedes en Cortes, hasta el extremo de que, en el asunto de la carretera no había ni siquiera proyecto, están ustedes atendidos en sus aspiraciones y a punto de anunciarse la subasta apenas pase el periodo electoral. 

No creo que me hagan ustedes la injusticia de creer que con menos actividad y empeño he de atender a cuanto a la primera enseñanza se refiere, y a ustedes tanto interesa.  El expediente se encontraba a informe de consejo de instrucción pública, y se tiene interesada la urgente tramitación.  Pero, aun conseguido, ustedes no pueden ignorar que en el presupuesto vigente no hay crédito para la creación de escuelas.  Estas son las calamidades de los presupuestos prorrogados y en vigencia por dozavas partes.  Hasta que las Cortes voten nuevos créditos la situación será esa y, amigo Fernández, esto es algo que está por encima de todo esfuerzo de voluntad.  Sé que usted tiene plena seguridad  en nuestra intensa ayuda en todo momento.” 

Primer informe

Primer informe

Incluso su padre, el insigne don Miguel Villanueva, a la sazón Presidente del Senado, interviene, dirigiéndose en dos escritos, al Presidente del  Consejo de Instrucción Pública y a don Rafael Altamira  para que intercedan, favorablemente, en esta reconversión.  En 1922, dos años después, el Patronato se clasificó como Fundación benéfico-particular docente y el 15 de mayo de 1923 la escuela se convirtió en escuela nacional de niños. 

Aún faltaba lo más importante: conseguir un solar para construir un edificio que albergase la recién creada escuela nacional.  El terreno que se había adquirido era en el que más tarde habrían de levantarse las viviendas de los maestros, pero que desde un principio, dado que su superficie era menor a la exigida por el Estado, iba a estar rodeado de problemas.  El 23 de julio de 1923 la  Dirección de Primera Enseñanza remite una comunicación, aparecida en la Gaceta de Madrid en fecha 27 de enero, autorizando la construcción, por cuenta del Estado, de un edificio para escuelas públicas.  En ese momento, su construcción era ya necesaria puesto que las clases se estaban impartiendo en casas particulares y arrendadas para tal fin.  Como contribución a la realización de este proyecto, el Ayuntamiento aportaría 1.000 Pts en metálico, 600 caballerías para el arrastre de materiales y  consignar en su presupuesto la cantidad de 100 Pts anuales para la conservación del edifico construido. 

El expediente tramitado por el Ayuntamiento ante el Ministerio de Instrucción Pública, se paraliza, sin justificación alguna durante dos años.  El último día del año 1925, se celebra un pleno extraordinario para aprobar la confección de un nuevo expediente en el que se ofrecía al Estado la aportación del solar donde instalar el nuevo  edificio docente; una cantidad equivalente al 8% en metálico del importe total de las obras; y el compromiso solemne de consignar, en cada presupuesto anual,  una cantidad equivalente al 1% de las obras para atender a su conservación y reparación. 

La Dirección General de Primera Enseñanza no contesta hasta el 18 de septiembre de 1926, devolviendo el expediente instruido por el Ayuntamiento el 26 de marzo de 1923.  Las razones que alega son que, el solar ofrecido por el municipio de 439,42 metros cuadrados, en la, entonces, calle de la fuente, es insuficiente para construir el edificio que se pretende.  La corporación lamenta la tardanza en contestar por parte del Ministerio y se plantean entre disponer de un solar menos amplio, a ocuparse directamente en instalar, en alguna de sus dependencias, las nuevas escuelas.  El alcalde se reúne con el inspector de Primera enseñanza por si era factible  construir dichas escuelas en el mismo edificio de la casa Consistorial que acaba de inaugurarse.  Visitado este edificio por el inspector, éste remite un informe positivo, y les hace ver la conveniencia de desistir en sus pretensiones de financiación por parte del Estado.  En vista de ello se acuerda iniciar los trabajos necesario para reformar el segundo piso de la casa Consistorial y convertirlo así en escuelas nacionales. Esto se efectúa el 27 de marzo de 1929. 

Con esta fecha, la Inspección Provincial de Logroño autoriza el traslado, desde las casas particulares y en régimen de arrendamiento, donde funcionaban las clases, hasta la segunda planta del Ayuntamiento, las escuelas nacionales que habría de estar vigentes hasta 1953. 

El destino de la Fundación.

Informe del año 1923

Informe del año 1923

Ya ha quedado dicho que en 1923 la escuela de Patronato se convirtió en escuela nacional de niños.  Por consiguiente, asumidas por el Estado las competencias de la Fundación, ésta se clasificó como Fundación particular benéfico-docente y así funcionó hasta 1946.  Su funcionamiento estaba controlado y regulado por una sección del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes que llevaba, precisamente, este nombre. 

En el mes de enero de 1934 se remite, por este organismo, un escrito a los patronos de la fundación en el que, amparándose en la orden ministerial del 21 de noviembre de 1931, devuelven las cuentas de dicha Fundación, a fin de que se rehicieran nuevamente dado que no aprobaban ciertas partidas consignadas en ellas.  Por otra parte, les ordena que, en unión de la Junta Provincial de Beneficencia, regulen la marcha de la fundación e incoen el oportuno expediente para la venta, en pública subasta, de los inmuebles propiedad de la Obra Pía, a la vez que instruyan el expediente de transmutación de fines que perceptúa la ley. 

Una orden de la Dirección General de Primera Enseñanza a la que pertenecía la sección de fundaciones benéfico-docentes, de fecha 10 de octubre de 1933, acuerda que se den de baja ciertas partidas anotadas en las cuentas de 1931, pasando a engrosar el saldo de 1932.  Ordenaba, asimismo, que el Patronato llevase a cabo las gestiones necesarias para cobrar los créditos pendientes que tenía.  Con el saldo existente y el importe de estos créditos, el Patronato debía invertirlos, a nombre de la Fundación, en una lámina intransferible de la deuda pública, a través de la intermediación de agentes de cambio y bolsa. 

Con anterioridad, los tres alcaldes que habían ejercido este cargo en la última etapa de la vida del Patronato, remiten una instancia a la Junta Provincial de Beneficiencia, en la que justifican y defienden su gestión al frente del mismo.  Informan que a medida que fueron transcurriendo los años, cada uno de los exponentes, -Florentino Fernández, José de la Prida y Anselmo Cenzano- en unión del párroco, ya fallecido, don Eulogio Ruiz Viana, formalizaron y presentaron, para su debida tramitación a la Junta Provincial de Beneficencia, las cuentas de la Fundación, las que aun hallándose reintegradas y justificadas, quedaban retenidas en la oficina provincial sin que, al parecer, hubieran sido cursadas a la superioridad. 

Más adelante expresaron su sorpresa por la resolución tomada por este organismo y dirigían hacia el cura su responsabilidad, argumentando que ellos fueron patronos en distintos años, y aquél lo fue siempre.  Justifican las inversiones efectuadas en inmuebles propiedad del Patronato, en el hecho de que si desaparecieran no podrían dar producto alguno ni ser habitadas, como lo fueron inmediatamente después de su reparación.  Acusaban de pasividad a la Administración que, en distintas fechas acudieron con instancias, suplicando la oportuna autorización para efectuar las reparaciones, y los escritos  quedaron sobre la mesa de la Junta Provincial  de Beneficencia. 

Estos razonamientos, y algunos más, esgrimían los patronos de la Fundación para demostrar que su responsabilidad era excusable por la inexistencia de lucro, ni intención de cometerlo, teniendo en cuenta que los intereses de la Fundación no sufrieron quebranto alguno ya que, por haber sido reparados los edificios, han repercutido positivamente en la obra pía.  A pesar de estos argumentos, la Dirección General de Primera Enseñanza desestima la petición y declara a los firmantes responsables de las cantidades mal invertidas, durante el tiempo que formaron parte del Patronato. 

Subasta de los bienes inmuebles. 

La orden ministerial de 21 de noviembre de 1931 ordenaba incoar el expediente para vender, en pública subasta, los bienes inmuebles del Patronato.  Esta subasta se lleva a cabo el 1 de junio de 1943 y su importe se invierte en una lámina intransferible de la deuda pública.  Los inmuebles que poseía el Patronato, según el pliego de condiciones por el que se rigió la subasta, eran los siguientes.  Una casa, sita en la calle Alberto Villanueva, limitando por la derecha con la casa de Maximiliano Martínez, por la izquierda con la de Justo Tejada y a la espalda con el mismo propietario que por la derecha.  Esta casa se valoró en 6.000 Pts.  Mil pesetas más se valoró la casa que radicaba en la calle Anselmo González, lindante por la derecha con la casa de Patricio Pascual y por la izquierda con los herederos de Luca Martínez y por la espalda con la Calleja del Loco. 

Traslado de la fiesta de San Roque

INTENTO DE TRASLADO DE LA FESTIVIDAD DE SAN ROQUE

En el año 1921 la Corporación formada por D. José de La Prida, y los concejales Gumer­sindo Fernández, Saturnino Barrio, Cristino Heredia, Graciano Trevijano, Basilio Hernández y Toribio Galilea, acordaron trasladar la festividad de San Roque al día 17 de septiembre

 

San Roque

San Roque

 “…ya que la función de gracias ha de celebrarse el día anterior, y como de dicho acuerdo debía darse conocimiento al Sr. cura párroco y al vecindario, se propuso la ratificación de aquel acuerdo verbal, y así se aprobó por unanimidad. “

 

Este cambio, que venía a alterar una tradición ancestral, no fue bien recibido por los vecinos.  Se levantaron voces protestando por dicho cambio y exigiendo que la festividad se celebrase el día que tradicionalmente se venía haciendo.

Este descontento obligó a la corporación a celebrar una sesión extraordinaria, el día 11 de agosto.  Tal era la expectación levantada por este traslado que la sesión municipal hubo que celebrarla en el salón del Sindicato Agrícola, debido a que el del Ayuntamiento (entonces no existía el que fue derruido en 1982) era insuficiente para acoger al gran número de vecinos que acudieron.

Abrió la sesión el Sr. Alcalde para manifestar que aquella reunión se había votado para confirmar o dejar sin efecto el acuerdo adoptado sobre el traslado de la festividad de San Roque, que tanta expectación estaba levantando en el pueblo.  A continuación hizo un breve resumen de las causas que habían motivado dicho acuerdo, situando su origen en una sesión anterior en la que, al llegar a la aportación económica para las fiestas, la corporación, creyendo interpretar fielmente el sentir de cierta parte del vecindario, tomó la decisión de trasladar la festividad de San Roque al mes de septiembre.  La causa venía dada porque, según algunos, al celebrar las fiestas en plena actividad de la trilla, ocasio­naba la pérdida de tres valiosos días que eran de suma importancia para los intereses de la cosecha.

El vecino Urbano Royo expuso su criterio de que la fiesta debía celebrarse en las fechas que tradicionalmente se había hecho y que no había motivo para que fueran trasladadas. Sus palabras motivaron grandes pruebas de asentimiento por parte del numeroso público presente en el salón.

Tomó de nuevo la palabra el alcalde manifestando que con aquella medida

 

“…no había intención de perjudicar, antes al contrario, quisiera beneficiar los intereses de todos, como así lo había expuesto en anteriores ocasiones.” 

 

Ante los murmullos levantados en el auditorio, y en un arranque de fervor democrático, continuó:

 

“…como el pueblo me ha traído al Ayuntamiento, y éste a la presidencia, mi primer deber es complacer al pueblo que me votó, y como prueba, aun cercenando acuerdos anteriores, estoy dispuesto a que las fiestas se celebren el día 16 de agosto, o cuando el vecindario quiera.”

 

A pesar de estas palabras, que fueron largamente ovacionadas, los vecinos querían arrancarle una confirmación de que las fiestas , definitivamente, serían trasladadas a su fecha natural, por lo que el presidente replicó:

 

“…admito una observación pero no una imposi­ción; pero aunque sea para dar una prueba de diálogo a este pueblo, en un asunto tan baladí, y lamentando tener que retractarme de una decisión que yo mismo he aprobado, voto porque la fiesta de San Roque se vuelva a celebrar en su fecha tradicional.”

 

Aquellas palabras dieron fin a una reunión en la que, como en Fuenteovejuna, todos los vecinos se unieron decididamente, no para defender al asesino del corregidor, como en la obra literaria, sino para que una tradición, que venía celebrándose desde que el pueblo tiene conciencia, no fuera alterada a pesar del deseo de unos pocos, por muy justa que fuera su causa.

Otras razones bien distintas fueron las que motivaron la suspensión en el año 1.936.  Dos semanas después del inicio de la Guerra Civil se toma el acuerdo de

 

“…suspender en absoluto toda clase de festejos profanos que tradicionalmente  se celebran los días 15 y 16 de agosto en atención a los momentos tan difíciles por los que atraviesa España.”

La carretera a Murillo

CONSTRUCCIÓN DE LA CARRETERA DE MURILLO DE RIO LEZA A GALILEA

Tirso Rodrigañez

Tirso Rodrigañez

Desde el mismo momento de la segregación de Ocón, los responsables municipales, con mayor o menor fortuna, abordan el problema de dar una solución satisfactoria al estado tan calamitoso en que se encontraban las vías de acceso a nuestro municipio, tanto desde la capital como desde el propio valle.  En los años finales de s. XIX hay momentos en los que parece que este anhelo está a punto de consegui

rse cuando quien intercede por su resolución en, nada menos que, don Práxedes Mateo Sagasta.  Sin embargo su interés no fue suficiente para lograr el objetivo deseado ya que, con el nuevo siglo, el proyecto se desvanece en el aire, y las ilusiones de nuestros abuelos se tornan en inicuas quimeras.

Con las llegada del nuevo siglo nacen también una serie de políticos regionales, sensibles a las solicitudes formuladas por quienes, como los alcaldes que se van sucediendo en Galilea, detentan el poder político, pero también una excesiva influencia sobre los comportamientos y actitudes de la inmensa mayoría de sus administrados.  Dicha influencia tenía su aplicación práctica en los diferentes periodos electorales que se iban sucediendo, bien fuesen a nivel regional o nacional. En consecuencia se creían perfectamente legitimados para solicitar,  a los dirigentes de las diferentes formaciones políticas, su intervención en los diferentes expedientes a través de los cuales se recogiesen las abundantes demandas sociales imperantes en aquellos momentos.

Tres fueron las peticiones que en aquel primer cuarto de siglo formulaban con ahínco  nuestros resignados antepasados: una rápida y favorable resolución al contencioso con Ocón; la transmutación de los fines de la escuela de patronato a la escuela nacional; y la construcción de la mencionada carretera.  Estas demandas se formulaban global o parcialmente dependiendo de la época en la que se remitiesen y del destinatario al que iban dirigidas.  En el umbral de ambos siglos, era el Marqués del Romeral, diputado a cortes por Torrecilla de Cameros, quien con fecha  15 de septiembre de 1897 contestaba a una carta remitida por los responsables del municipio unos días antes.  La misiva iba dirigida a Anselmo Cenzano, Gumersindo Fernández, Felipe Malo, Rogelio Fernández e Hipólito Gabasa.  Decía: 

“Muy Sres. míos  y de toda mi consideración:

 Recibo su carta firmada por el orden en que encabezo ésta, y que a nombre de este Ayuntamiento se sirven dirigirme.  Con el mismo objeto y demanda he recibido otra del Sr. Alcalde de Corera, que como a su Corporación le digo, tenemos dispuesto a emplear todo mi esfuerzo en bien de los intereses de esas localidades.  Con este fin me dirijo al Exmo. Sr. don Tirso Rodrigáñez para que en consonancia con lo que ustedes desean practiquen las diligencias necesarias en los asuntos que su apreciable carta indica.  Que esa Corporación cuente con la seguridad de mi mayor interés en pro de los intereses de sus administrados, y ustedes, personalmente, con la consideración más distinguida de quien se siente su affmo. y atento amigo.” 

Aunque la carta no desvela el alcance de las peticiones todo hace suponer que al referirse «a los asuntos que su apreciable carta indica« identificaba en ellos al contencioso con Ocón y al proyecto de la carretera, dentro de las peticiones locales.  Aunque el contencioso con Ocón habría de resolverse diez años más tarde, no ocurriría así con el proyecto de la nueva calzada.  Tendrían que pasar varios años para que, en la escena política regional apareciese el hijo de uno de los políticos más fecundos y duraderos que habría de enraizar en nuestra tierra riojana: don Alberto Villanueva Labayen, formado políticamente a la sombra de su padre, don Miguel Villanueva, que habría de alcanzar la presidencia del Senado y el Ministerio de Fomento. 

En mayo de 1919 el joven  diputado remite dos cartas al Ayuntamiento de Galilea, una de fecha 6 de mayo en la que se trata simplemente de una carta de cortesía, en contestación a otra remitida con anterioridad por el concejo de Galilea.  La otra carta, de fecha 16 de mayo, va dirigida al alcalde don Leopoldo Fernández.  Esta carta era un reproche del Sr. Villanueva por la machacona insistencia con que la corporación le reclama que diera soluciones a problemas que ni el mismo Sagasta había conseguido resolver. 

Para entonces ya se había  recibido en el Ayuntamiento de Galilea

 

“…el proyecto del tramo segundo  de la carretera del Puente de Murillo de Río Leza a la de Logroño a Zaragoza (venta de Rufino).”  

El pleno municipal del día 16 de febrero de 1919 da cuenta de una comunicación remitida por el ingeniero jefe de Obras Públicas de esta provincia, fechada el 21 de enero pasado, en la que se informa de la exposición al público, en las dependencias de dicha jefatura, del citado proyecto.  El pleno hace una recomendación a los vecinos para que nadie  se oponga al trazado,  

…pues es no solamente conveniente sino indispensable y urgente, que este pueblo olvidado por completo, no pueda continuar sin vías de comunicación como hasta la fecha. “ 

Los vecinos no estaban contra la construcción de esta carretera.  Habían sido muchos años de transitar por caminos polvorientos y angostas calzadas, como para poner reparos a su construcción.  Pero el trazado que se les proponía no era el más deseado por ellos. No aceptaban que aquella nueva carretera, que a su paso por el casco urbano lo marginara para seguir una linea, más o menos recta,  que teniendo su origen en los aledaños de la Ermita de la Virgen de Gracia, y su destino en el alto de Los Palacios, obliga al vecindario a un desplazamiento considerable a la hora de recibir a los vehículos de viajeros y transporte de mercancías que llegaban a nuestra localidad. 

Los vecinos hacen valer su opinión y consiguen que  

…desde la Ermita de  este pueblo se varíe el trazado, tomando la calle arriba hasta la iglesia parroquial, y desde allí, girando a la izquierda, salir en el término de Los Palacios al camino de Corera, donde principia a bajar la cuesta”.   

El día de Año Nuevo de 1922 todavía está inconclusa ya que se exhorta a la población a que 

…con peones se extraiga el cascajo del barranco para finalizar la carretera  que atraviesa el pueblo ya que el vecindario desea acometerlo con veredas voluntarias, siendo el importe de los peones satisfecho del presupuesto municipal. “  

El 16 de septiembre de este mismo año, la carretera está terminada.  En ese día el alcalde, Florentino Fernández,  acuerda ofrecer un banquete al Sr. Villanueva y aprovechar la inauguración del nuevo edificio del Ayuntamiento que se está construyendo.  Se acuerda dar su nombre a la calle más importante del pueblo que atraviesa la carretera recién terminada cuyo mérito recae en don Alberto Villanueva.

Dedicación de las calles

DEDICACIÓN DE CALLES. ALBERTO VILLANUEVA Y DANIEL MENCHACA

Calle Alberto Villanueva

Calle Alberto Villanueva

En Sesión extraordinaria del Ayuntamiento de  fecha 16 de septiembre de 1922, siendo entonces alcalde D. Florentino Fernández, se da cuenta de una carta remitida por D. Alberto Villanueva y Labayen en la que se adjunta un ejemplar de la Gaceta de Madrid correspondiente al día 8 de septiembre donde aparece la Real Orden de 24 de agosto pasado en la que contempla la creación de una Escuela Nacional de niños en Galilea, en sustitución de la de patronazgo, lo cual se debe

 

“… a las constantes y activas gestiones de D. Alberto Villanueva”.

 

Se acuerda también ofrecerle un banquete y aprovechar así la inauguración del nuevo Ayuntamiento que se está construyendo. Se acuerda, asimismo,  darle su nombre

 

“… a la calle más importante del pueblo que atraviesa la carretera recién terminada, cuya obra también es debida a D. Alberto Villanueva.”

 

El concejal De la Prida propuso asimismo, dar una prueba de agradecimiento y aprecio al diputado provincial D. Daniel Menchaca, el cual, juntamente con el Sr. Villanueva ha hecho las gestiones oportunas para la resolución feliz de la Escuela Nacional de Niños y la carretera comarcal. Se decide invitarle también al banquete y,

 

 “…darle el nombre de la calle que va desde la iglesia parroquial hasta su finalización y que hoy se llama de arriba.”

 

En la misma sesión también se toma el acuerdo de darle el nombre de Anselmo González a la calle que “hoy se llama de la fuente” por estar ubicada en dicha calle la escuela de patronato fundada por este insigne paisano individualizado en otro capítulo de este libro.

Veamos quiénes eran estos dos políticos benefactores de Galilea.

 

Alberto Villanueva y Labayen

Alberto Villanueva y Labayen

Alberto Villanueva y Labayen

Alberto Villanueva y Labayen fue hijo de D. Miguel Villanueva Gómez, destacado político entre finales del s./ XIX y principios del XX que fue elegido en repetidas ocasiones diputado nacional por el distrito de Santo Domingo de la Calzada y que llegó a ostentar, entre otros cargos, el de presidente del Senado y Ministro de Fomento.

Ingeniero Industrial,  estuvo emparentado por matrimonio con dos poderosas familias de la ciudad de Haro, al casarse con María de los Angeles Etcheverría Barrio. Su abuelo materno, Rafael Barrio Ruiz-Vidal, fue Diputado a Cortes por el Distrito de Santo Domingo de la Calzada en el primer gobierno de Sagasta en la Restauración (1881). El abuelo paterno, Pedro Etcheverría Aizaguer, por otra parte, era el mayor accionista de Banco de España de Logroño, como lo será después en la Sucursal del mismo Banco creada en Haro.

La primera comparecencia pública de D. Alberto Villanueva en su vida política se sitúa en las elecciones a diputados nacionales en los comicios de febrero de 1918.  En ellos se presenta como candidato liberal por el distrito de Torrecilla de Cameros frente al conservador Félix Iturriaga de la Peña (hijo político del Marqués del Romeral) hasta entonces en las filas liberales.  El día 9 de febrero de este año vemos a D. Miguel Villanueva en Torrecilla de Cameros, no para trabajar por su candidatura sino para apoyar a su hijo Alberto en esta suerte alternativa de la vida política. Ambos fueron calurosamente recibidos, levantándose, incluso, arcos de triunfo recordando en su discurso, visiblemente emocionado al también liberal Práxedes Mateo Sagasta.  En las elecciones del día 24 obtuvo, por primera vez el escaño de diputado.

Nuevamente aparece como diputado a Cortes por Torrecilla en las elecciones de 1919 en oposición, esta vez, al católico liberal Luis Díez del Corral. Pronto comenzaron  los trabajos electorales en estos comicios y nuevamente acude en su ayuda su influyente padre D. Miguel.

Efectivamente el 22 de mayo acude desde Madrid y en compañía de Alberto recorre su distrito de Torrecilla-Nájera aprovechando un mitin para desmentir los rumores de su retirada de la contienda electoral.  En esos días de campaña electoral D. Miguel  comenta que no había lugar para poner en tela de juicio los sentimientos religiosos de su hijo ( en alusión a la propaganda que los sacerdotes hacían contra su hijo) y les recuerda que fue alumno del colegio de los Jesuitas de Chamartín de la Rosa, en Madrid.  No obstante lo más chocante de aquella campaña era la oposición de los sindicatos agrícolas porque nunca pensó que podrían ir contra un Villanueva habiendo sido él el más firme defensor de la creación de estos sindicatos siendo Ministro de Fomento en 1901.

Las actas del 24 de junio de 1919 otorgan el escaño de diputado a Alberto Villanueva, juntamente con D. Amos Salvador, por Logroño, D. Isidro Rodrigánez por Arnedo y D. Miguel Villanueva por Santo Domingo de la Calzada.

El 6 de abril de 1923 fueron disueltas las Cortes y convocadas elecciones para el 29 del mismo mes. En La Rioja se aplicó el artículo 29 en los distritos de Santo Domingo y Torrecilla por lo que Alberto Villanueva y su padre obtuvieron directamente escaño.  Es en esta época cuando más se destaca la labor de D. Alberto Villanueva –apoyado también por D. Amos Salvador- para la construcción de una carretera vecinal que interesa a los Ayuntamientos de Murillo de Río Leza, Galilea, Corera El Redal y Tudelilla.

A pesar de haber sido elegido por el artículo 29 como queda dicho, D. Alberto Villanueva tuvo la deferencia de visitar su distrito para saludar a sus amigos y enterarse sobre el terreno de sus problemas. En Nájera fue recibido triunfalmente y pronunció varios discursos acabando con un concierto de la banda local a la que retribuyó espléndidamente.

Con la dictadura de Primo de Rivera (13 de septiembre de 1923) se interrumpe la vida democrática, que no se reanudaría hasta las elecciones del 14 de abril de 1931.  En la campaña electoral de estas elecciones lo vemos como candidato, juntamente con su padre, por el partido Republicano Liberal Demócrata.  Desde una habitación del primer piso del Gran Hotel de Logroño organiza toda su campaña electoral a base de visitas a los pueblos de las diferentes comarcas riojanas, sobre todo de las que habían sido diputados antes de la dictadura.  Este nuevo partido es una continuación del Liberal –Demócrata en el que habían militado anteriormente.  Sólo consigue ser elegido Miguel Villanueva y a su muerte (19 de septiembre de 1931) muere también esta agrupación política.  Los cargos electos de este partido se afilian junto con su jefe provincial, Alberto Villanueva, a los republicanos conservadores, en las postrimerías de 1932.

Esquela del fallecimiento de A. Villanueva

Esquela del fallecimiento de A. Villanueva

El día 8 de enero de 1933, integrado ya en derechas republicanas, lo vemos dando un mitin en el cine Olympia junto al jefe nacional del partido Miguel  Maura.  El 26 de octubre de este año se rumorea la separación de Alberto Villanueva y sus seguidores del partido republicano-conservador maurista, para formar un partido bajo la denominación de “derecha republicana” o bien adscribirse a otra organización de programa más avanzado.  El día 28 se lleva a efecto esta separación “con 76 miembros villanuevistas” del Partido Conservador Riojano de La Rioja.

El 18 de diciembre de 1935 se crea el Partido Agrario cuya jefatura provincial recae en Alberto Villanueva. Su idea programática fue “la producción agrícola”. Su fuerza en la provincia fue muy reducida. Ni siquiera llegó a ser un partido de notables.  En la única contienda electoral que participó en su existencia apoyó al partido derechista de Acción Riojana.

Una vez finalizada la contienda civil, este ilustre riojano se traslada a Madrid donde abandona la política y se dedica a ejercer la abogacía ya que era doctor en Derecho. Esporádicamente ejerce de aticulista en el diario ABC, falleciendo  el día 27 de enero de 1981 a la edad de 89 años.

 

Daniel Menchaca Sicilia

Calle Daniel Menchaca

Calle Daniel Menchaca

Daniel Menchaca, abogado, político y presidente de la Diputación Riojana desde el 1 de agosto de 1919 al 2 de agosto de 1921 fue el otro personaje que contribuyó, junto a Alberto Villanueva, a la conversión de la escuela de patronato en escuela nacional y a la construcción de la carretera local de Murillo a Galilea.  Su actividad pública hay que situarla en las dos primeras décadas del siglo XX.

De adscripción política liberal-demócrata, fue seguidor de la corriente “rodrigañista” (cuyo líder fue Isidoro Rodrigáñez Sanchez-Guerra, diputado a cortes en varias legislaturas por Arnedo) estando en la línea de Alberto Villanueva y Amos Salvador.  Fue candidato y obtuvo escaño para diputado provincial en las legislaturas de 1915, 1919 y 1923 siempre por el distrito electoral de Cervera del Río Alhama. En las elecciones a diputados de la Nación del año 1918 formó candidatura por el distrito electoral de Arnedo junto con Isidoro Rodrigáñez, Joaquín Martínez, Víctor Valle y Santiago Martínez.  El escaño, como en ocasiones anteriores, fue para Isidoro Rodrigáñez.

Daniel Menchaca fue presidente de la Diputación riojana en el bienio comprendido entre agosto de 1919 al mismo mes de 1921, como se ha dicho.  A primeros de julio de 1919 se hicieron las renovaciones de los distritos de la Rioja Baja.  Por el distrito de Cervera, y por el camino del artículo 29, se proclamaron candidatos y quedaron nombrados sin elección, por tanto, tres demócratas: Daniel Menchaca, Francisco Ramón Jiménez y Roberto Enciso Tapia y un conservador maurista.

Más problemática fue la elección por el distrito de Calahorra.  El 25 de julio, el senador Valle, el vicepresidente de la Diputación, Arizmendi, el diputado provincial Belsúe,y el vicepresidente de la comisión provincial Díaz escribían el Ministro de la Gobernación protestando porque el Gobernador Civil de Logroño nombra como delegado de juegos y otros servicios a “un individuo de conducta anotada en libros de juzgado”, que se ocupa de “buscar y capturar, por malos procedimientos, electores a las próximas elecciones a diputados provinciales”. Días más tarde, el tres de julio, los mismos, más Gregorio Irazábal, pone un telegrama a los señores Presidente del Consejo y Ministro de la Gobernación protestando por las llamadas que ha hecho el Gobernador a los alcaldes de distrito estando tan próximas las fechas de las elecciones provinciales.

Efectivamente, al proclamarse los candidatos se manifiestan las desavenencias, pues son proclamados como tales cinco demócratas: los tres electos: Díaz, Belsúe e Irazábal y el ex-diputado   Santiago Martínez de Ubago más Jesús Sáenz. Un conservador y dos ministeriales: Iriarte y Anyoñanzas. Los dos últimos se presentan para dar opción a la candidatura agraria formada por el calagurritano Hilario Aldama y el alfareño José Mesanza y el vecino de Autol Manuel Baroja Fernández.

Antiguo nombre de la calle Daniel Menchaca

Antiguo nombre de la calle Daniel Menchaca

La Diputación después de estas renovaciones quedó compuesta políticamente del siguiente modo: liberales-demócratas, nueve; liberales, ocho; y uno de cada partido siguiente: conservador, jaimista y agrario. Por ello, en la elección de cargos, el demócrata Daniel Menchaca consiguió la presidencia.

En las elecciones del año 1923 Daniel Menchaca toma parte activa desde su cargo de presidente del Círculo Liberal de La Rioja. Aunque desde principios del año 1923 se esperaba la convocatoria de elecciones, tras el traspaso de poderes de conservadores a liberales, no fue sino hasta el 6 de abril cuando las Cortes fueron disueltas y convocadas elecciones para el día 29.  Aunque parezca poco tiempo, tan sólo 23 días, los partidos ya estaban preparados para este esperado evento político. Daniel Menchaca, desde su puesto de presidente del Círculo Liberal ordena a los interventores designados por el partido acudan a las 7 de la tarde del día 28 a los salones del Círculo Liberal para recibir instrucciones y solicitó la asistencia de todos los militantes de los partidos liberal y demócrata a las 8 de la noche en los locales del Círculo.

Con la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera nada más se supo de este político.

Viviendas para maestros

CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDAS PARA MAESTROS

Antiguas casas de maestros

Antiguas casas de maestros

Una de las ofertas que hacía el Ayuntamiento al elevar el expediente de conversión de la escuela de patronato en nacional que vimos anteriormente era la de proveer a los maestros de viviendas dignas, o en su defecto, habilitar una partida del presupuesto para hospedaje.  En el año 1933, aprovechando que el maestro nacional de niños, José Luis Eguizábal Torre, era a la vez alcalde de Galilea, se dio un impulso definitivo a la construcción de estos edificios.  El solar destinado  para ello fue el que poseía el Ayuntamiento en la calle Anselmo González, y que había sido desechado anteriormente por la Dirección General de Primera Enseñanza por ser insuficiente  para levantar, sobre él, la escuela nacional de niños.

Siguiendo los trámites establecidos por la ley, el pliego de condiciones, por la fórmula de concurso, es publicado en el  Boletín Oficial, y por él pujaron dos constructores: Honorio Ortega, de Ribafrecha, que se compromete a construir las edificaciones por 14.195 Pts, empezando en un plazo de seis días; el otro es Gregorio García Viguera que puja con 13.400 Pts y que es quien, a la postre, se le adjudicaría  el concurso.

La apertura se efectúa el día 16 de marzo de 1933 y entre las cláusulas existe una que obliga a levantar las obras en un tiempo récord: desde esa fecha hasta finales de junio del mismo año.  El edificio, dice la memoria, es una planta rectangular con un frente de diecisiete metros y un fondo de siete.  Las viviendas serán enteramente simétricas y el presupuesto que contemplaban eran de 14.701 Pts.

A lo largo de cincuenta años estas casas han cumplido el fin para el que fueron creadas, salvo a partir de los años cincuenta en los que una de ellas es habilitada para escuela de párvulos.  El 15 de mayo de 1982 se inicia el expediente de desafectación de esta casa  ya que la plantilla docente para este municipio es de un solo maestro, y el futuro no es tan halagüeño como para que se aumente dicha plantilla.  De las dos casas para vivienda de los maestros, sólo uno está ocupada por él y la otra está en malas condiciones, impropias para su uso.  El importe de la venta es destinado por el Ayuntamiento a sufragar parte de las obras de la nueva casa Consistorial, próxima a construirse.  En 1990 la otra edificación, desestimada como vivienda, por los diferentes maestros que se suceden es rehabilitada y transformada en guardería municipal.

 

Los años convulsos

Los años previos a la desgraciada contienda civil que enfrentaron a nuestro antepasados, fueron años convulsos que preludiaban lo que inevitablemente ocurría poco después. Los ánimos estaban alterados y la convivencia no se hacia nada fácil. En el año 1934, España era un país republicano. Las elecciones de 1931 habían propiciado una victoria de las fuerzas progresistas precipitando la salida del rey Alfonso XIII hacia el exilio exterior. La práctica totalidad de los municipios, incluido el nuestro, estaba presidido por un alcalde republicano.

 

A finales de aquel revolucionario año la crispación también salpica a las relaciones intramunicipales en nuestra localidad. Los cinco concejales que componían el concejo local proponen algo que, ni antes ni después está documentado que volviera a ocurrir: la convocación de un pleno para,

 

“…acordar, en su caso, un voto de censura a la alcaldía por su gestión al frente del Ayuntamiento…”

           

Los concejales, haciéndose portavoces del sentir de sus convecinos, acusan al alcalde de ejercer una autoridad personalista, no delegando sus funciones en sus largas ausencias, obstruyendo de esta manera el buen funcionamiento de las instituciones. Le acusaban, además, de pasividad en cuestiones tales como castigar la alteración del orden público ocurrido en el sindicato (se supone que en el sindicato agrícola católico) y, en fechas más recientes, en la propia vía pública,

 

“…sin que esta autoridad intentase siquiera corregirlo.”

 

El alcalde intenta rebatir una a una esta y otras acusaciones lanzadas, sin conseguir que el final prospere el voto de censura contra su gestión.

 

En los meses siguientes la calma no imperaría, precisamente, dentro de nuestro pueblo.

Entre octubre de 1934 y mayo de 1935 se producen unos hechos que siembran de desasosiego la tranquilidad y el ánimo de sus gentes.  En la madrugada del 5 al 6 de octubre de 1934 se produce un robo en el edificio municipal en el que,

 

“…los ladrones, pues debieron ser varios, violentaron con palancas, rompiendo las cerraduras y en algún caso, la madera de las tres puertas: la exterior del edificio y las de ambas secretarias del Ayuntamiento y Juzgado.”

 

Abrieron cajones, volcaron archivos, esparcieron expedientes por los suelos sin que en ningún momento desapareciera documentación comprometedora o decisiva para el correcto funcionamiento del municipio. Eso sí, desaparecieron sellos de correo, papel timbrado y todo el dinero procedente de las multas gubernativas.  Las gentes se quedaron bastante preocupadas ya que era la repetición de otro hecho similar ocurrido en 1933.

 

En la noche del 20 de marzo de 1935 los vándalos van más allá.  Además de asaltar por tercera vez el Ayuntamiento, rompiendo puerta y llevándose hasta las llaves de los calabozos situados en la planta baja del edificio, dejaron los legajos de los archivos completamente desparramados por el suelo.  Pero el arrebato no se queda solo ahí. La puerta de la ermita es violentada y sacada de sus goznes sin que se registre más incidencia. Algunas puertas de bodegas y algún domicilio particular también son asaltados.  La alarma cunde y el pueblo se exalta. El concejo decide enviar a un representante a Logroño,

 

“… haciendo uso del primer auto o camioneta que tenga a su alcance…”

 

para poner en conocimiento de la autoridad judicial los hechos ocurridos.  La inquietud recorre permanentemente las calles del pueblo al desconocer quiénes son sus autores, aunque en su interior admiten que se trata de gentes venidas de otros lugares, aunque esto no impide que

 

“…tantas raterías hechas desde hace poco tiempo, hayan envenenado al pueblo.”

 

Y en este estado de cosas llega el día 23 de julio de 1936.  Cinco días después del inicio de la guerra fraticida acude

 

“…una pareja de la Guardia Civil del puesto de Corera…”

 

y en virtud de haberse declarado ya el “estado de guerra” se destituye fulminantemente al concejo democráticamente elegido, sustituyéndolo por  gentes afines a la nueva ideología impuesta a punta de fusil.

 

Los siguientes años son tiempos difíciles, oscuros, tenebrosos; en toda España; también en Galilea.  Enseguida comienzan las purgas a funcionarios municipales, entre otras cosas porque, el imputado,

 

“…nunca ha dado grandes pruebas de entusiasmo en pro de la buena causa nacional…”

 

Se publican bandos para que,

 

“…con el conocimiento y preparación del vecindario, se haga un recorrido a domicilio para recabar fondos con los que adquirir una bandera nacional con destino a la Casa Consistorial; y si fuera posible para la compra de otras dos, con destino a las escuelas.”

 

y además todo ellos debía estar disponible para que,

 

Un periodo desgraciado en la historia de España

“…el día 12 del actual, día de la raza, se bendigan y coloquen solemnemente en sus respectivos lugares, con invitación del vecindario”

           

Comenzaba de esta manera un periodo desgraciado en la historia de España, en el que los hechos trágicos se van sucediendo, uno tras otro, sin que nadie sea capaz de introducir cordura en las mentes de aquellas gentes, que tuvieron la desgracia de nacer en un momento en el que la convulsión política y social había lanzado sus tentáculos a lo largo y ancho de nuestro país.  Los acontecimientos que vinieron a continuación estarían mejor arrancados de nuestra memoria. Pero, desgraciadamente, sucedieron. Y si estamos escribiendo sobre la  historia, aquello también fue historia. Pero es que, además, fue nuestra intrahistoria.

 

Los hechos acaecidos en aquellos oscuros años en las diferentes localidades de nuestra Comunidad Autónoma, incluída Galilea, han sido tratados de  manera individualizada en más de una publicación. Repetirlos aquí no viene a cuento, por lo que me limitaré, simplemente, a constatar que nuestro pueblo no fue diferente a los demás pueblos en cuanto a comportamientos violentos se refiere, por parte de algunos, pero también de generosidad por parte de otros, en situaciones en las que llegaron a arriesgar, incluso, su propia vida, para salvar la de los que no pensaban como ellos.

 

Estos comportamientos viscerales de la naturaleza humana no son exclusivos ni de unas gentes ni de una época; simplemente, a nuestro padres, el destino les jugó una mala pasada haciéndoles aparecer en la vida en unos momentos en los que la incultura, la intolerancia, la insensatez  y la falta de buen juicio por parte de sus gobernantes, dejaron a nuestro país como un erial. Pasemos, pues, rápidamente  la página, de estos oscuros años.

El sindicato agrario-católico

En plena Guerra Civil, el 10 de febrero de 1937, este sindicato es disuelto.  Si no se hizo antes fue porque había ciertos créditos pendientes de cobrar y era necesario que se hicieran efectivos para cerrar definitivamente su contabilidad.  Se nombra una comisión liquidadora a la que se da plenos poderes para que con el dinero existente hagan y dispongan como mejor entiendan, siempre que su destino sea la construcción de alguna obra necesaria en beneficio del pueblo.

 

Con las 4.902 pesetas con que cuentan pretenden realizar la construcción de un puente en el término de “Los Pájaros”  o el encementado del río de los Aguazales. Finalmente la obra por la que se deciden a invertir ese capital es la construcción de un lavadero y una fuente pública en el termino de “El Cuco” que se lleva a efecto cinco años más tarde en 1942.

 

No existe ningún tipo de documentación referido a las actividades de este sindicato ya que según dice el acta de disolución (que es la única que se conserva) y atendiendo al artículo 30 del reglamento, la documentación existente es arrojada a las llamas.

 

Posiblemente esta documentación formaba parte de los 142 kilos de,

 

“…subastas de aguas, salida de comunicaciones, boletines oficiales y correspondencia anterior al año 1900”

 

que en el mes de marzo de 1937, en un mal día del secretario, expurga el archivo municipal para, como él mismo manifiesta, aligerarlo de su peso. En mala hora lo hizo. Este hecho nos ha impedido conocer muchos aspectos de la vida cotidiana de nuestro pueblo, en aquellos interesantes años posteriores a su segregación de Ocón. Pero de nada sirve lamentarnos. Como tantas veces ocurre, el respeto hacia el conocimiento de nuestra historia es menospreciado y rebajado, como en este caso, a simple papel común.

Un recordado alcalde

LA LARGA PRESIDENCIA DE UN ALCALDE (1943-1979)

Enrique Malo

En el Anexo I de este libro se relacionan los alcaldes que han presidido el Pleno del Ayuntamiento desde su segregación de Ocón, en 1865, hasta la fecha. De su larga nómina, unos fueron elegidos democráticamente, por períodos muy cortos de tiempo; otros, coincidiendo con momentos convulsos de la historia de España, fueron nombrados o cesados de manera súbita por la autoridad del momento y su presidencia fue breve; y otros, en fin, los pertenecientes a la etapa más cercana de nuestro pasado, han sido elegidos bajo el amparo de la Constitución de 1978 que rige y preside el acontecer político de todos los españoles. Sin embargo todos ellos, salvo Enrique Malo, tuvieron una vida política muy breve que osciló entre uno y ocho años, más o menos. Él presidio el concejo nada menos que durante 36 años. Más de un tercio de vida como ente independiente. Por razones obvias, hay que detenerse y relatar los acontecimientos más importantes acaecidos bajo su presidencia. Treinta y seis años son casi una vida

Para saber cuándo fue nombrado alcalde nada mejor que acudir al extracto de un discurso suyo con motivo de la inauguración de una obra civil en el que afirmaba:

“El 4 de marzo de 1943 a propuesta del Gobernador Civil, D. Jesús Cagigal fui nombrado por el Ministro de la Gobernación D. Blas Pérez González como alcalde de este mi querido pueblo. Contaba 27 años…”

 

La década de 1940

 

Una de las primeras medidas adoptadas bajo su presidencia, con fecha 1 de mayo de ese año es la referida a la compra de,

 

“…la finca en los aguazales y de los trabajos realizados, y por realizar en ella, para la captación de aguas de riego…”

 

La situación de sequía parece que era acuciante en aquel lejano verano, ya que se pasa por alto una de las fórmulas de financiación para el alumbramiento de las aguas, cual era el establecimiento de un impuesto especial de contribuciones sobre los propietarios de la zona regable. El pueblo es llamado a junta general para darles cuenta de las gestiones realizadas y solicitarles su ayuda para la localización y conducción al exterior de las aguas subterráneas de los aguazales.  Los vecinos responden solidariamente y bajo la dirección de Cipriano Miranda y previa compra de ”palas, picos, calderillos y botas de agua” dan comienzo los trabajos de perforación. El sueldo del Sr. Miranda se establece en 62 Pts diarias.

No debieron de ir muy bien los trabajos de prospección ya que, un mes después, se incide sobre este asunto reflejándose que,

 

“Otra vez, como tantas otras, la presidencia refiriéndose al asunto tan urgente de las aguas para riego que en la finca de los

En la firma de algun acuerd

aguazales se buscan dijo… no es grande la cantidad de agua alumbrada para el esfuerzo realizado, pero sí lo suficiente para compensar gastos y sobre todo si no fuera por esta pequeña cantidad captada, la hortaliza habría desaparecido por completo”

Mas adelante se hace referencia a cuestiones técnicas de la captación y se refleja que se ha abierto una zanja de 135 metros de extensión por 3 de profundidad pero hay que profundizarla otros cuatro más y, posteriormente protegerla con un muro de hormigón a cada lado.

Se reconoce la aportación el pueblo con,

 

“… 400 peones, 2.300 pesetas en metálico que han sido incorporadas a las 7800 habilitadas en presupuesto… pero son necesarias 20.000 más, urgentemente”

 

Estas cantidades tenían dos finalidades: prevenir la obstrucción de la zanja por una hipotética crecida de verano y para evitar el desmoronamiento de la zanja.  Dada la situación de urgencia en que se encuentra el proyecto se decide,

 

“…continuar la obra hasta su terminación con todas sus consecuencias y que los gastos, hasta donde alcancen, sean satisfechos del producto de esas mismas aguas alumbradas que el Ayuntamiento, para su mejor distribución, vende en público”

 

En el mes de septiembre el problema todavía no estaba resuelto y no por falta de voluntad y ganas sino por que, debido a los momentos de escasez  en los que se encontraban en aquellas fechas,

 

La estanca grande

“… no obstante el tiempo transcurrido y las múltiples gestiones que se han practicado para adquirir los 400 sacos de cemento necesarios, no pueden encontrarse por parte alguna… se acuerda que el Sr. Alcalde, acompañado del vecino Severo Eguizábal, que tiene buenos conocimientos en la fábrica de Bilbao, se traslade a  aquella ciudad y por todos los medios, y a cualquier precio, consigan el cemento y varillas necesarios y que el albañil Cecicilio Aragón, pagado a 32 pesetas diarias, con peones precisos a 10 pesetas, hagan la consolidación.”

 

Da la impresión de que estas medidas surgieron efecto ya que no hay noticias posteriores  que hagan referencia a este asunto que en aquellos por aquellas fechas ocupaban todas las energías de los regidores municipales.

 

Ampliación del viejo frontón municipal

 

El antiguo frontón municipal que las nuevas generaciones no conocieron ya que sobre su solar se levantó la biblioteca municipal (o centro de lectura como se le llamó entonces) hoy convertido en plaza pública, fue ampliado y reparado en aquel lejano año de 1944.

El primer frontón era mucho más estrecho y pequeño que el que quedaría después de la ampliación obligada por la enorme afición a este juego entre los habitantes de Galilea.  Así es cómo proyecto indicaba que, el frontis se prolongaría  “un tanto a la izquierda”  sin especificar cuánto, añadiéndolo a la pared ya existente.  Dicha pared frontal se elevaría un metro más de la altura existente, coronándola con alambres sobre varillas de hierro.  Se derriba totalmente la pared izquierda, la que daba a la calle Anselmo González, construyendo una nueva “…un poco mas afuera de ella”.  Comenzaba con una altura de dos metros y medio para acabar uniéndose con el frontis en su coronación. La pared de la derecha, solamente se enfosca hasta una altura de dos metros y se reparan los desperfectos. El suelo, de baldosas, es sustituido por una capa de cemento “…de la marca cangrejo”   mezclado con cascajo procedente del barranco de El Redal. Su presupuesto fue de 12.850 pesetas.

El expediente redactado al efecto señalaba,

 

 “Con referencia al presupuesto y proyecto del frontón… manifestó la presidencia que al practicar los albañiles las operaciones de replanteo, pretendiendo que su anchura no sea menos de 9 metros, e intentando que la pared que ha de construirse en su lado izquierdo sobresalga lo menos posible hacia la calle contigua, que es preciso conservar en toda su amplitud, se impone la necesidad de modificar la pared frontón, desviándola oblicuamente, o lo que es igual, hacerla más gruesa en su lado izquierdo que en el derecho, para que en su conjunto quede más orientado al lado Este.»

 

Antiguo frontón municipal

Estas consideraciones eran hechas porque, la citada modificación, representaba un aumento de 300 pesetas, que había que aprobar.

A finales de dicho año  las obras ya están terminadas y se remite una solicitud de ocupación de la calzada al Ingeniero encargado del camino local del Puente de Murillo de Río Leza a Logroño y a Zaragoza.  Para finales de diciembre  las obras ya están concluidas por lo que,

 

“…ante el buen resultado que siempre ha ofrecido su administración y explotación, por el sistema de arriendo en subasta pública, se acuerda el uso del mismo, por el mismo procedimiento para el próximo ejercicio de 1945, subasta que se efectuará bajo el tipo de 400 pesetas, el día seis de enero próximo, a la salida de misa mayor, al toque de campana y en la Casa Consistorial.”

 

Y en diciembre del  año 1945 se decide que,

 

“Una vez reconstruido el frontón público, o juego de pelota, en el año último y hallándose también en su mayor parte pavimentado con hormigón de cemento, pero en su última parte, su suelo, que mide aproximadamente 133 metros cuadrados, es de tierra… una vez que el contrato de arrendamiento termina el 31 del actual,…”

 

y se proponía que en lugar de arrendarlo por un año se hiciese por seis años con la obligación por parte del arrendatario, de cubrir con cemento la parte del frontón que en ese momento era de tierra.

Los años cincuenta

EL DESPEGUE DE LOS AÑOS CINCUENTA

Los aguazales

En los años centrales de esta década se efectúan una conjunto de obras públicas que provocan un cambio radical en la vida cotidiana de nuestros antepasados, en lo que se refiere a su relación con el medio urbano en el que se desenvuelven, al introducirse una serie de mejoras, pioneras en muchos casos, que van a facilitar sobremanera los pesados trabajos cotidianos propios de una sociedad rural.

Entre los años 1953 y 1957 se realizan obras tales como la introducción del agua potable en los domicilios particulares con lo que esto representó, sobre todo para las mujeres, que tenían que desplazarse hasta los lavaderos públicos para lavar sus coladas; se efectúa el alcantarillado integral del pueblo conduciendo las aguas fecales hacia lugares alejados del núcleo urbano; se pavimentan las calles y callejas colindantes que antes eran de tierra, simplemente; se construyen cunetas y puentes individuales de acceso a cada edificación; se instala el teléfono público; se construye el grupo escolar. En fin se le da un importante impulso a las infraestructuras y servicios del pueblo que permite traspasar la barrera de la aldea decimonónica para convertirse en un pueblo moderno que, en muchos aspectos, va a caminar por delante de los de su entorno.

Una de las obras de mayor trascendencia llevadas a cabo  en esta década fue, sin lugar a dudas, el abastecimiento de agua potable a los domicilios de Galilea. Como refleja la memoria del proyecto de 4 de mayo de 1953, el pueblo estaba insuficientemente abastecido de aguas para cubrir las necesidades mínimas exigibles. Las fuentes de las que se surtían daba muy poco caudal. Se imponía, por tanto, localizar el paraje desde donde canalizar las aguas hasta introducirlas en los domicilios particulares.

El manantial no es otro que el existente en el término de “Los aguazales” del que se sirve también para suministrar agua de riego y del que se pretenden extraer los 0,79 litros por segundo que se precisaban para conseguir los 120 litros diarios necesarios para las necesidades de los 515 vecinos de entonces ya que,

 

…los 30 restantes, hasta la dotación normal de 150 litros por habitante y día, los suministrarán las fuentes actuales.”

 

Con fecha 2 de junio de 1954 se le da instrucciones al ingeniero de Vías y Obras para que marque el alcantarillado y formule el consiguiente proyecto con el fin de solicitar la subvención que corresponda a una obra de esta envergadura. La ayuda, que proviene de la Diputación Provincial para financiar la redacción de los planos asciende a 3.500 pesetas.

Sin embargo las obras no arrancan y se determina viajar a Madrid en el mes de noviembre de 1954 para,

 

“…resolver asuntos de mucha importancia para este pueblo… así como dilucidar en los Ministerios competentes sobre el proyecto de alcantarillado y traída de aguas.”

 

La situación sigue sin mejorar en los meses centrales del siguiente año.  Como siempre ocurre, los proyectos se complican con dificultades que van surgiendo de manera inesperada y se tiene que plantear la,

 

“…solicitud de subvenciones a fondo perdido para poder realizar las obras tan sumamente urgentes de la traída de aguas, toda vez que hay que salvar nuevas distancias para este abastecimiento, así como para el alcantarillado muy necesario igualmente para evitar cualquier contaminación por lo poco higiénico que se encuentra este pueblo.” 

 

Sin embargo esta ayuda económica en forma de subvenciones no llega,

 

“… por cuyo motivo se encuentran paralizadas con sus planos y presupuestos hechos”

 

El capitán González Gallarza

Llega el mes de septiembre y se produce un acontecimiento irrepetible. Se inaugura el teléfono público qué tanto tiempo hacía que se estaba esperando. Con motivo de este acto se congregan en Galilea las máximas autoridades de la provincia a las que se les plantea la situación de paralización de las obras, sin que se obtengan resultados positivos. Sin embargo el destino quiso que el día 27 de septiembre de 1954 con motivo de la festividad del día de Acción de Gracias acudiera a su celebración el médico riojano, con raíces en nuestro pueblo, D. Fernando Yangüela al que el alcalde llama “introductor de los chilenos en este pueblo”  que le anuncia la visita, para el día siguiente, de D. Eduardo Fernández Balmaseda, diplomático chileno, viajero impenitente, hombre adelantado a su tiempo, y acudirá no como

 

“…un turista más de los que a diario recorren nuestro País sino a derramar lágrimas sobre la tumba de sus mayores que reposan en nuestro cementerio”

 

El alcalde le explicó pormenorizadamente la situación de estancamiento que sufrían los diferentes proyectos y su dificultad para darles salida. El diplomático chileno escucho con atención los problemas que se le planteaban y prometió ejercer toda su influencia ante sus amigos, los políticos de la capital del Reino para intentar dar salida a esta situación de parálisis administrativa.

Nada mejor para ello que acudir a su buen amigo el Conde de Vallelano, a la sazón Ministro de Obras Públicas por aquellas fechas. Parece que las dotes de persuasión del diplomático chileno eran grandes ya que

 

“…a partir de aquel momento y en cadena, sin interrupción nos fueron concedidas subvenciones con las que, aun a paso lento, pudimos continuar las obras.”

 

La maquinaria administrativa siempre lenta, aunque segura, comenzó a funcionar.  El juego de influencias, la diplomacia y la suerte de conocer a la persona idónea en el momento preciso, dieron sus frutos. Así es como en el mes de octubre de 1955 se autoriza a,

 

“…dar principio a las obras de traída de aguas, en trámite desde hace tiempo.”

 

Las ayudas económicas  se suceden en cadena. En Febrero de 1955 ya se ha recibido una subvención  del Ministro del Aire, D. Eduardo González Gallarza por importe de 100.000 Pts. Se destinan a pavimentar las calles y a arreglar el frontón,  que hacía 10 años lo habían reconstruido. Pero en marzo del siguiente año, el militar riojano también se muestra espléndido con Galilea y a través del programa de Regiones Devastadas, concede una ayuda de 150.000 Pts. Esta vez el destino es para el alcantarillado de las calles.

Estas dos obras de gran trascendencia para el bienestar del pueblo, se ven acompañadas de otras de menor importancia pero necesarias también para ir configurando el futuro del pueblo. Con todas ellas se sigue el mismo guión para conseguir su necesaria financiación: el exquisito trato y las excelentes relaciones con aquellas personas que por su significado político, diplomático, eclesiástico o cultural, podían interceder ante los organismos y sus regidores precisos, con el fin de conseguir con la necesaria sutileza, los objetivos establecidos. O sea, diplomacia en su estado puro.

De estas fechas datan las relaciones epistolares del alcalde con personas influyentes del momento actual. Así al ya citado D. Eduardo Fernández Balmaseda, habría que añadir la de su compatriota D. Sergio Fernández Larraín y el también Chileno D. Eduardo Valdés.  Aquí en España, nombres como los del riojano D. Eduardo González Gallarza, D. Fernando Muñoz y Serrano del Castillo, D. Arturo del Agua, D. Alberto Martín Gamero, D. Fernando Herrero Tejedor y un largo etc. fueron frecuentes destinatarios de escritos que alternaban los agradecimientos por los favores conseguidos con la inclusión de nuevas solicitudes de ayuda para otros  proyectos.

 

Por fin, el día de San Mateo de 1957 se certifica la,

 

“…terminación de un conjunto de obras de gran trascendencia para la localidad… las que se dieron principio hace un trienio.”

 

Habían sido tres largos años de obras permanentes en donde la desazón y la incertidumbre habían estado presentes constantemente. Sin embargo el objetivo se había conseguido. Llegaba, por tanto, el momento de las gratitudes.  El fervor religioso de aquellos hombres y de aquella época, queda palpable al considerar, en primer lugar,

 

…la intervención de nuestra excelsa Patrona la Virgen de Gracia que no nos ha abandonado en ningún momento.”

 

Pero ese agradecimiento llega más lejos ya que es en esta fecha cuando, con la autorización eclesiástica,

 

“…se nombra Alcaldesa Perpetua a la excelsa Patrona Ntra Sra de Gracia, a cuyo fin, como símbolo de nombramiento se colocara en el altar donde tiene su sitial el bastón de mando correspondiente.”

 

Misa de fin de las obras

Sin embargo no solo el agradecimiento es espiritual. También se hace extensivo a toda esa pléyade de políticos y diplomáticos que de una tacada se les nombra hijos adoptivos de Galilea por las deudas morales que el pueblo ha contraído con ellos.

La construcción del Grupo Escolar Fernández Larraín-Martín Gamero.

 En sesión ordinaria del Ayuntamiento correspondiente al 1 de abril de 1948 se plantea por primera vez la construcción de un grupo escolar ya que

 

“…como no han podido olvidar desde la visita que este pueblo hizo su hijo predilecto D. Sergio Fernández Larraín está en la mente de todos la construcción por cuenta del Estado de un edificio con su parque para grupo escolar donde instalar las escuelas municipales puesto que el inmueble –la parte alta del vetusto edificio del Ayuntamiento de entonces- donde se dan las clases no reúne condiciones pedagógicas ni capaces para la matrícula normal que exige la población.” 

 

Les anima esta decisión el apoyo decidido que el Sr. Fernández Larraín, senador chileno les prometió ante el Ministerio de Educación Nacional y ante el Gobierno Civil de la Provincia de Logroño para

Discurso del embajadoor chileno Sergio Fernández Larraín

“…orillar cuantos inconvenientes se presenten y acelerar toda tramitación para que, siendo el primer grupo escolar que se construye en la provincia se halle terminado para el próximo mes de septiembre, previa invitación para su inauguración al Sr. Fernández Larraín.”

 

Días más tarde se reúne la Corporación Municipal, Junta Municipal de Educación Primaria, y Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos para buscar una fórmula de financiación que cubra el 25% del importe de las obras y el solar exigido por la Administración.

Los miembros de la Hermandad Sindical ofrecen adelantar el dinero

 

“…hasta que el banco prestatario haga entrega del importe del crédito”,

 

dado que el Ayuntamiento no disponía de aquella cantidad.  Como el Ayuntamiento no dispone de un solar idóneo para la construcción deciden que el solar que más condiciones reune es

 

 “…la finca titulada La Hoya, propiedad de Doña Matilde del Tuero Olmedo, que vive en Madrid, y se acuerda que, por la presidencia, se dirija en atenta carta a dicha señora, y en representación de su esposo Don Arturo del Agua, pidiéndole en venta la finca o parte de ella.”

 

Con fecha 19 de abril del mismo año se cursa una carta al señor Del Agua que contesta el día 30 diciendo que sobre dicha finca

Desanimados por el resultado negativo obtenido “desde el punto de vista particular y amistoso que se pretendió”, al igual que lo recibe “nuestro párroco que se había dirigido en igual sentido de petición de venta del terreno”, el día 15 de mayo resuelven dar cuenta de sus actuaciones al Gobernador Civil y al Presidente de la Diputación para lo cual comisionan al entonces concejal Don Laureano Eguizábal a quien las autoridades le ofrecen toda clase de atenciones y el apoyo decidido para seguir adelante en sus propósitos.”

 

Grupo escolar «Fernández Larraín Martín Gamero»

Poco a poco las posturas se van acercando y así en sesión ordinaria del día 1 de diciembre de 1948 el Ayuntamiento toma la firme decisión de construir el grupo escolar para lo que acuerdan encargar a los arquitectos don Rodrigo Poggio y don José Antonio Fernández Ruiz Clavijo la redacción del oportuno proyecto. Acuerdan también dirigir una carta a don Arturo del Agua

 

“…pidiendo precio en venta del solar ya citado.”

 

Sin embargo no sería hasta el 31 de octubre de 1949 cuando doña Matilde del Tuero contesta a la carta enviada con fecha 30 de agosto del mismo año

 

“cifrando dicha oferta en 11.385 Pts, deseando reconozcan su justeza, dadas las circunstancias del caso.”

 

Transcurren cuatro meses sin novedades dignas de reseñar.  El día 13 de febrero de 1950 el Ayuntamiento envía una nueva carta a don Arturo del Agua, contestando éste con fecha 16 del mismo mes e indicando que

 

“…si no hay novedad, llegaré a esa el próximo lunes, día 20, por la tarde en el autobús de Logroño rogándoles tengan todo preparado para ultimar el asunto.”

 

Mientras, el Ayuntamiento se reúne en sesión ordinaria para tomar, entre otros, el acuerdo de aceptar de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos la cantidad de 54.693 Pts correspondientes al 25% que el Municipio tiene que aportar para su construcción y el valor de los terrenos.

Solucionados por fin todos los problemas con fecha 15 de noviembre de 1950 se saca a pública subasta la construcción de tan ansiado grupo escolar. La adjudicación recae en don Cecilio López, de Corera, que puja en la subasta hasta un importe de 143.200,90 pesetas, que es el valor definitivo de la construcción. Es edificado entre los años 1951 y 1952 sin que haya constancia escrita de interés sobre los pormenores de su construcción.

El grupo escolar se inaugura en el mes de mayo de 1953 y para tal acto se convoca a sesión extraordinaria el día 8 de mayo acordando que

 

 “…debido al gran interés despertado por nuestro hijo predilecto Sergio Fernández Larraín, así como igualmente por nuestra primera autoridad provincial para llevar a feliz término la construcción del grupo escolar en este pueblo que tanto beneficio a de aportar a nuestros muchachos de hoy y del mañana comprendidos en edad escolar, por tal motivo propone que referido el grupo escolar debe llevar a perpetuidad la denominación de Fernández Larrain y Martín Gamero.  La corporación, por aclamación, acuerda aprobar la propuesta y en consecuencia que el indicado grupo escolar lleve la siguiente denominación: Grupo Escolar Fernández Larraín-Martín Gamero.”

 

 

 La instalación del teléfono.

 

Como muchos otros deseos que nunca llegaron a plasmarse en realidades, también el de la instalación de la red telefónica en nuestra localidad data de los primeros años de nuestro siglo.  La primera noticia que se tiene por el interés en este servicio, se remonta al día 12 de agosto de 1917.  En aquella fecha se recibe una carta enviada por

 

Placa del grupo escolar

“…los señores diputados provinciales en la que se exhorta a los pueblos a instalar la red Telefónica Nacional.”

 

El Ayuntamiento y la junta municipal deciden reunirse  para tomar un acuerdo sobre tan interesante proposición.  Sin embargo, o el interés por comunicarnos con el exterior era más bien escaso o las dificultades económicas o de otra índole fueron insalvables ya que no se vuelve a incidir sobre este asunto nada menos que hasta el 3 de mayo de 1949.

En esta fecha, el alcalde remite una carta a don Arturo del Agua, mentor y consejero del Ayuntamiento a la vez que representante informal de los intereses de Galilea ante los diferentes organismos públicos en la capital del reino durante más de una década, para que le aconseje sobre la mejor forma de exponer sus deseos ante quien proceda.  Y así lo hace ante el señor Acedo Colunga, delegado del Gobierno en la C.T.N.E. quien con exquisita amabilidad le contesta arguyendo que

 

“…no es posible tomar en consideración tal solicitud ya que un gran número de peticiones de esta misma naturaleza, de poblaciones superiores a 1000 habitantes, están pendientes por la escasez de materiales que padece la C.T.N.E.”

 

A pesar de que Galilea sólo tenía entonces 521 habitantes,  el Sr. del Agua insta al Ayuntamiento de Galilea para que traslade la recomendación de solicitar oficialmente dicha petición aconsejando que lo haga en compañía de los otros dos municipios interesados, Corera y El Redal.  A finales de este mismo mes de mayo los tres municipios postulantes redactan un documento en la localidad de El Redal, como reconocimiento a la iniciativa de este Ayuntamiento, en el que recogen someramente las características geográficas e industriales de la comarca en la que se encuentran enclavados. En un arranque de exaltación religioso-patriótica informan que, en el centro de esta bendita tierra riojana, contiguos a la villa de Ausejo donde se halla instalada la más próxima linea telefónica, se encuentran linea recta, emplazados a una distancia de dos kilómetros cada uno, para un total de siete, aproximadamente, los pueblos de El Redal, Corera y Galilea.

El escrito seguía detallando la nómina de edificios industriales y agrícolas, para finalizar informando que también existía un cuartel de la Guardia Civil.  Hacía una reflexión final sobre la bondad de servicios como el demandado puesto que las

 

“…exigencias actuales de la vida moderna obligan al ciudadano a multiplicarse en sus actividades normales, considerando un factor principal para el desarrollo de las mismas el teléfono público”.

 

Desde  la localidad de Herce, donde veranea don Arturo del Agua, (su hermano Ricardo regentaba un molino de pienso y un trujal en la vecina Santa Eulalia Bajera) redacta una carta, en agosto de 1949, en la que les informa del acuse de recibo remitido por el delegado de gobierno en la C.T.N.E., de la petición remitida.  A la vez, prudente y diplomático, aconseja se dirijan al Gobernador Civil y al Presidente de la Diputación para que den cuenta del estado actual de las gestiones por si merecen su aprobación y estimable apoyo.  Como se ve, este ingeniero de la Comisaría de material Ferroviario, del Ministerio de Obras Públicas, era un hábil funcionario público, curtido en mil batallas y buen conocedor de los sutiles métodos que han de imperar en las relaciones con quienes únicamente con su firma tienen la facultad de dar o negar ilusiones.

Pasa medio año y de nuevo  remite una carta al alcalde en la que le detalla una serie de requisitos que tienen que hacer llegar a la sección comercial de la C.T.N.E. en la que, entre otras cosas se comprometen a: informar del número de kilómetros que deben cubrirse para dar el servicio; comprometerse a habilitar un local gratuito en cada pueblo para instalar en el mismo un teléfono sencillo, que ha de servir de centralita. Comprometerse los Ayuntamientos a facilitar, gratuitamente, la cantidad de hilo de cobre necesario para cubrir toda la distancia; y, por último, el compromiso escrito de los Ayuntamientos de sufragar, a partes iguales, el costo de la instalación del teléfono.

Inauguración religiosa del teléfono

A lo largo de 1950 da la impresión que las gestiones no prosperan mucho ya que los únicos movimientos que se registran son las dos cartas que el ingeniero ferroviario remite al alcalde en las que da cuenta de lo acontecido hasta aquella fecha.  El 24 de marzo le informa de la interesante conversación que mantiene

 

“…con una personalidad de Logroño en el viaje de regreso a Madrid de una visita realizada a la capital riojana,…”

 

y que gracias a sus informes pude hablar posteriormente con el gobernador civil sobre el grupo escolar pero además, y principalmente, sobre la instalación del teléfono.  Les daba cuenta también del interés que había demostrado el Ministro del Aire, D. Eduardo González Gallarza,

 

“…al que ustedes ya vieron en Logroño en una de las visitas a la capital.”

 

El 12 de noviembre envía una nueva carta a don Enrique Malo, inusualmente extensa, en la que le informa extraoficialmente  de la existencia de un proyecto por parte de Telefónica en el que obliga a los Ayuntamientos a abonar un canon de 10.000 Pts y 96 kilos de hilo de cobre.  Estas cantidades serían modificadas posteriormente.

Por fin, el día 24 de febrero de 1951 la C.T.N.E. solicita explícitamente las cantidades necesarias para comenzar la instalación: en pesetas 69.300; en hilo de cobre 810 kilos de 2 mm. de grosor.  Satisfecho el Sr. del Agua por haber plasmado en un proyecto lo que durante dos años había estado persiguiendo, cita al alcalde de Galilea el día 2 de julio, sobre la una de la tarde , en el café La Granja de Logroño.  Extrañamente el alcalde no acudió a la cita, y es el cura, don Alberto del Pozo, quien le sustituye y le traslada las condiciones que le ponen en Telefónica para la adquisición del material necesario.  En este estado de cosas, el alcalde convoca por medio de bando a todo el vecindario de Galilea a una reunión extraordinaria para

 

“…tratar sobre la conveniencia de instalar el servicio telefónico en la localidad y en su caso la forma de contribuir económicamente a los gastos que representan su instalación.”

 

En esta multitudinaria asamblea, el alcalde va dando cuenta de los pasos seguidos hasta entonces y de los obstáculos que ha tenido que ir sorteando para conseguir que los responsables del ente estatal accedieran a tan justa petición.  Les comunica también el acuerdo alcanzado con los municipios vecinos para soportar, proporcionalmente, el importe de la instalación, que partirá

 

“…desde el entronque de Tudelilla.”

 

El Ayuntamiento no tiene un duro en sus arcas por lo que el alcalde tiene que hacer uso de todos sus recursos oratorios para convencer a sus vecinos de que, hechas las  gestiones comerciales ante las diferentes empresas suministradoras de material, el único obstáculo que existe es el económico.  Su alocución dio los resultados esperados ya que, el instante, fue creada una comisión formada por el propio alcalde, además de Francisco Fernández, Graciano Díez, Florentino Fernández y Fausto Mangado.  Dicha comisión tenía como fin

 

“…estudiar y llevar a la práctica la forma de contribuir a los gastos causados y que se causen… “

 

para lo cual proponen  dos fórmulas harto conocidas y a las que con frecuencia se recurre: un préstamo hipotecario y una derrama entre los vecinos.  La comisión no se anda por las ramas a la hora de establecer los criterios para el cobro de las cuotas vecinales. El punto tercero de los acuerdos tomados señalaba que las cuotas quedaban aceptadas por adelantado por los firmantes, obligados a contribuir (es decir: casi todo el vecindario) haciéndolas efectivas en la cuantía y en el momento de ser exigidas.

Quince días más tarde, el 12 de octubre de 1951, para hacer oficiales aquellos acuerdos, se publica un edicto resaltando claramente las dos opciones que tenían los vecinos que aceptaban abonar la cuota aprobada con anterioridad: el pago íntegro de la misma; o, la quinta parte entonces, y el resto en cuatro años, y por semestres, con el interés que el banco prestatario perciba.  Ya advertía el bando que quien perdiera la vecindad perdería también las cantidades abonadas, pero quien las tuviera estaría obligado a satisfacer el prorrateo que se señalase.

El pueblo responde unánimemente y todos aportan la cuota que de acuerdo con su declaración de bienes le corresponde, quedando establecidos en cinco categorías que iban desde las 280 pesetas más alta hasta 60 la más baja.  La Hermandad Sindical aportaría 6000 pesetas.

La instalación  de los correspondientes postes telefónicos y enlaces de los hilos de cobre se efectúa a finales de 1953 y principios de 1954.  En noviembre de 1953, la delegación en Bilbao de la C.T.N.E. remite una carta al Ayuntamiento en la que da su conformidad a los locales ofrecidos

 

“…que son propiedad de don Dionisio Pastor. “

 

Salvado este último escollo ya no existe ningún impedimento para que los empleados de Telefónica prosigan su trabajo hasta finalizar totalmente la instalación.

Las obras finalizan en la primavera de 1954 y el 16 de septiembre son inauguradas, dándole al acto categoría de acontecimiento histórico. Asisten a este evento las personalidades del momento como eran: el gobernador civil, el delegado de Hacienda, el subjefe provincial del Movimiento (Fernando Muñoz y Serrano del Castillo), el delegado de la C.T.N.E. y algunos otros de menor rango.

La inauguración comienza en El Redal, a las once de la mañana, siguiendo en Corera, para finalizar en Galilea.  Es en nuestra localidad donde se les ofrece una comida de agradecimiento, pronunciándose a los postres elogiosas palabras. “…a la incesante labor del gobierno de Franco.”

 

Escenas de la vida cotidiana

En alguna ocasión ya ha quedado escrito cómo se divertía la juventud de Galilea, en los pocos ratos de ocio que encontraban entre las duras jornadas de trabajo de sol a sol.  La bodega y el frontón eran dos lugares de visita obligada para los jóvenes, y no tan jóvenes, donde se charlaba animadamente, se bebía compulsivamente y en  muchos casos se jugaban los “cuartos” irresponsablemente.

Tres eran los lugares hacia donde nuestros paisanos dirigían los pasos en busca del buen vino, la frescura y la tranquilidad: las bodegas de El Cortijo, las de Vista Alegre y en menor medida, las de la Nevera. Allí pasaban largas horas hablando de todo, ilusionados con todo, pero sin esperanzas de nada. Con actitud fanfarrona sobre la calidad de su cosecha en relación a la de su vecino, con alabanzas hacía sus olivares y sus viñedos, sin reparar siquiera que sus métodos de cultivo estaban ya ampliamente superados. Pero no aspiraban a más. Así, eran felices. Así, pasaban los ratos que la climatología adversa les regalaba entre jornadas interminables de trabajo. O en las fiestas de guardar. O en las fiestas patronales. En cualquier caso, la bodega era el templo de nuestros antepasados.

El otro lugar visitado frecuentemente era el frontón. Siempre antes que la bodega. Los partidos a media tarde congregaban a la mayoría de los hombres que, después de comer y haber consumido  en el bar su “completo”, se acercaban a sus aledaños para ver a quiénes iban a desafiar y quiénes habrían de pagar la apuesta y “las cuerdas”.

Nada mejor que  un párrafo de un discurso del alcalde del año 1974 para ilustrar fielmente las actividades que se desarrollan en el frontón. Decía,

 

“…aquí se celebran todos los acontecimientos: bailes, comedias, pero sobre todo, partidos de pelota, pues Galilea ha sido y es cuna de buenos pelotaris. Entre los muchos partidos que podría mencionar, hay uno, que allá por los años veinte, un día de labor, el pueblo estaba lleno de público, venidos a pie o en caballerías, (entonces no había coches). Jugaban el campeón provincial que era Corono de Bolinches, de Albelda y una pareja de Galilea. El desafío eran 1.000 Pts, venciendo los de Galilea…

 

Pero no solamente con el vino y la pelota se divertían las gentes de nuestro pueblo. Durante mucho tiempo, el cinematógrafo formó parte indisoluble del divertimento de nuestros vecinos. Generalmente, a la salida de misa mayor, ya había sido colocada la pizarra anunciadora de la película que iba a ser proyectada, a primeras horas de la tarde. Las fotografías sobre cartones, con agujeros en sus vértices para permitir su fijación a la pared, acompañaban a aquella pizarra ilustrada con tizas de colorines cuya calidad artística no desmerecía en nada a los cartones promocionales. Aquellos reclamos publicitarios, colocados en una de las casas cercanas a la plaza pública, hacían trasladarse, a quienes los contemplaban, a un mundo onírico que en aquellos años solamente se podía acceder de esa manera: soñando.  Aquella exposición de cartelería preludiaba, independientemente del título o la temática de la película, una tarde diferente a las rutinarias jornadas de trabajo, expuestas a las condiciones inclementes del tiempo.

Las cuatro y pico de la tarde solía ser la hora de comienzo.  Para entonces la chavalería, en los bancos corridos de las primeras filas, y el resto sentados en sillas de tijera o en asientos portátiles  traídos desde sus casas, llenaban, en el mejor de los casos, la planta baja del Ayuntamiento.  Un viejo proyector manejado por Carmelo Alegre, reflejaba los fotogramas, siempre rayados y  a veces distorsionados, de la película del día, en un recuadro pintado al efecto en la pared frontal, sin que la mala calidad de la imagen y el sonido de la copia emitida, hicieran mella en los sufridos parroquianos.  La gente se hacía cruces cómo el chorro de imagen proyectada podía librar la enorme columna que se interponía entre la cabina de proyección y la pared proyectada.  Pero, libraba sin problemas. De vez en cuando, la proyección sufría un súbito corte. Silbidos, pataleos, imprecaciones, todo daba igual. La luminaria dirigida hacía el rollo del celuloide era demasiado intensa y lo quemaba. La luz se hacía en la sala, y en la cabina de proyección comenzaba un trabajo de reparación cuya duración, a los cabreados espectadores, les parecía un siglo. Arreglado el desaguisado, la función proseguía entre los ruidosos comentarios de la chiquillería allí congregada.

Son las siete y pico de la tarde. La película ha terminado. Se desmonta el proyector, y los rollos de película son introducidos en sus cilindros protectores de aluminio y estos, a su vez, en sendos sacos de lino. Todo ello se baja de la cabina, se coloca sobre una  moto “Guzzi”, se atan con cuerdas y se emprende camino hacía Corera. Y una vez allí, vuelta a empezar.

Contemplado este relato desde la atalaya de los años noventa sólo nos puede producir nostalgia y cariño por aquellos tiempos pasados. Como ocurrió en todas partes, la llegada de la televisión hizo que la proyección de películas en las tardes dominicales no fueran rentables. Poco a poco los ánimos de sus promotores fueron decayendo hasta llegar a suspender esta forma de diversión que, sin duda, dejo huella en aquellas generaciones de los años cincuenta. Llegó la televisión, pero nadie anunciaba sus películas en una pizarra negra con tizas de colores con las que los chavales se ponían las caras como auténticos cernícalos. Ya no se volvería a reunir la gente como lo venía haciendo. Los días  de los domingos nunca volverían a ser igual. La televisión, entonces como ahora, lo hecho todo a perder.

La modernidad de los sesenta

La década de los años 60, principalmente en su último tramo, es una década de cambios, de alegría, de expectativas hacia el futuro. Son años de apertura, de huida del oscurantismo imperante, hacia posiciones mas abiertas, y aunque estos cambios son mínimos e imperceptibles, algo hay en el ambiente que refleja que las cosas ya no son como antes. Son tiempos en los que el incipiente turismo interior empieza a manifestarse, incluso también en Galilea. Invariablemente, cada verano, acuden gentes, sobre todo del norte de la península, que ayudan a cambiar un poco las formas y comportamientos de los aborígenes. Son los años del “600”;  de la minifalda; de los pelos largos. En fin son los años de la década prodigiosa.

La piscina en sus orígenes

En nuestra localidad esta década está marcada por dos hechos que habrían de influir de manera importante en el acontecer diario de sus vecinos, pero principalmente de su juventud. Por un lado la construcción de la piscina municipal, hito importante en la historia de Galilea por cuanto representó y sigue representado; y por otro la demolición del antiguo frontón municipal, ubicado en la actual plaza pública, construido en el siglo XIX, reconstruido y ampliado en el año 1944, vuelto a reparar en 1955 y definitivamente demolido en el año 1969. Con él murió también parte de  la gran afición a la pelota que existía en  este pueblo.

 

Construcción de una piscina municipal.

Corría el año 1964 cuando con motivo de tener concedido un premio por el embellecimiento del pueblo, acude a Galilea quien fue largo tiempo presidente de la Diputación Provincial de Logroño, D. Carlos Bonet, que, según el alcalde, le dice al oído que le habían hablado de hacer una piscina,

 

“…si tienes el solar haz el anteproyecto se presenta rápido y se le comunica al hijo adoptivo D. Eduardo González Gallarza.”

  

Es así como el 20 de noviembre de 1964 la exigua Corporación que componen el Concejo de Galilea acuerda, por unanimidad, iniciara los trámites pertinentes para construir una piscina con solarium en los terrenos que ocupaba el antiguo huerto del maestro.

 

La piscina en los años setenta

No fueron rápidos los comienzos ya que cuatro meses después, el 30 de marzo de 1965, nuevamente se reúne el pleno para seguir debatiendo este tema en los términos que siguen:

 

“…seguidamente se manifiesta a los concurrentes la conveniencia de construir una piscina con solarium y servicios anejos con destino a su utilización por las juventudes, desde el punto de vista deportivo. “

 

Justifican su construcción alegando que

 

 “…la piscina es sumamente necesaria, teniendo en cuenta los veraneantes que concurren a esta localidad, por contar con abundantes aguas del manantial, sito en el término de los aguazales y encontrarse este pueblo en las mejores condiciones de agua potable, pavimentación, etc.”

 

El acta sigue diciendo:

 

“… esta Corporación municipal acuerda la aportación del 50% de dichas obras»

 

Y subraya:

 

“… disponiendo de dicho porcentaje.”

 

Lo más importante ya estaba hecho: tomar la firme resolución de construir la piscina.  Para entonces el alcalde ya ha encargado la realización de un anteproyecto al arquitecto D. Félix del Valle.  Este anteproyecto, que lleva fecha de marzo de 1965, difiere sustancialmente del proyecto definitivo que presentaría él mismo, un año más tarde.  Entre las diferencias más significativas  hay que resaltar que la entrada al recinto sería por el extremo S.E., es decir, por la parte del muro perimetral donde durante mucho tiempo estuvieron situados los columpios.  El bar, al contrario de donde siempre estuvo, lo situaba en la entrada al recinto.  En cuanto al presupuesto que reflejaba, -700.000 Pts- era la mitad del que luego resultó.  El resto, -dimensiones del vaso, localización de lo que fueron las cabinas, zona de hierba, etc.- no sufrió alteración alguna.

Tomando como referencia este anteproyecto, las obras dan comienzo, aproximadamente, en septiembre de 1965.  Para entonces el pleno del Ayuntamiento ya había acordado el re­partimiento de las veredas anuales a los vecinos que tuvieran la obligación de realizarlas.  En aquel pleno se decía,

 

 “…igualmente se acordó el girar las (veredas) de transporte con relación a la construcción de la piscina municipal, de tractores, carros, y caballerías, con arreglo al número de veredas que se indican en la ordenanza.”

 

Hasta el huerto del maes­tro acuden diariamente nuestros vecinos aportando lo que cada uno posee: sus máquinas, sus caballerías sus brazos, …su ilusión.  Todos cumpliendo con una obligación municipal: las veredas.  Algunos empleándosen como asalariados a razón de 125 Pts el jornal.  La primera nómina de estos jornaleros da comienzo en septiembre de 1965; la última en di­ciembre del siguiente año.  En esta relación hay algunos que en la actualidad peinan canas; otros, desgraciadamente, ya han desaparecido. Por su ilusión, por su trabajo, por su generosidad, el pueblo estará siempre en deuda con ellos.

Inauguración

Sin embargo no todo fueron facilidades puesto que el 10 de diciembre de 1965 el pleno del Ayuntamiento se reúne nuevamente y acuerda

                            

  “… finalizar los trabajos para, el próximo mes, poner la misma en funcionamiento.”

 

A pesar de sus grandes deseos de ver finalizados las obras éstas no darían conclusión hasta bien entrado el año 1967.  Pero esto no es obstáculo para que el 9 de agosto de 1966 se publique el primer pliego de condiciones para

 

 “…el arriendo en subas­ta pública de la administración y explotación del bar de la piscina municipal. “

 

La subasta, exclusivamente para la temporada de verano de 1966, se celebra el día 11 de agosto, a las diez de la noche.  En ese momento empieza su larga andadura hasta llegar a nuestros días.

 

Financiación de las obras.

 

El anteproyecto que el arquitecto D. Félix del Valle presentó a la Corporación en el mes de marzo de 1965 presupuestaba, para el total de la obra, 700.000 Pts.  En esa cantidad ya estaban incluidos los impuestos y el beneficio industrial del constructor.  En diciembre del mismo año el presupuesto es modificado y su cuantía asciende a 801.811 Pts.  Meses más tarde, al obligarles por ley la inclusión de una depuradora, este segundo presupuesto reformado alcanza el millón y cuarto de pesetas.  Pero no se para aquí, ya que poco después hay que incrementar la cantidad de 50.000 Pts ya que

 

…el tejado del bar y de las cabinas ha desaparecido en un día huracanado.”

 

El proyecto en firme, de junio de 1966, contempla una inversión que a la postre fue la definitiva: 1.500.000 Pts. Este montante, desarrollado por grandes partidas, quedaba de esta manera: coste de las obras: 1.416.048 Pts;  honorarios del arquitecto: 36.570; del apa­rejador, 21.942; de la administración local, 15.440; imprevistos, 10.000.  En estos desem­bolsos ya se incluía la cantidad de 33.364 Pts correspondientes al desvío de la línea de alta tensión que atravesaba, de norte a sur, por encima de la piscina.

La piscina en los años setenta

Para financiar estas cantidades se recurre, como siempre, a la ayuda de los diferentes or­ganismos públicos que, de una u otra manera, tengan alguna relación con la obra a construir.  Se acude a la Delegación Nacional de E. Física y Deportes; a la Diputación Provincial; al Plan de Cooperación de Obras y Servicios Regionales, etc.  Pero muchas ve­ces el deseo no se corresponde con los hechos.  La Delegación Nacional de Deportes, de la que se pretendían 600.000 Pts, subvenciona esta obra con  480.000 .  Con la Diputación Provincial pasa algo parecido: de las 220.000 Pts que se esperaban, al final sólo conceden 50.000.  No hubo más subvenciones oficiales.  Apenas un tercio del total de las obras.  El resto fue aportado, directa o indirectamente por todos los vecinos de Galilea.

La denominada prestación personal la cuantificaron en 317.000 Pts.  Esta partida incluida en el capítulo de impuestos directos, reflejaba la valoración económica del trabajo realizado por los vecinos afectados por la ordenanza municipal  que les obligaba a aportar su trabajo personal para ciertas obras de titularidad pública.  Por otra parte hubo varios vecinos que fueron contratados temporalmente, y que con un jornal de 150 pesetas al día contribuyeron a realizar este ansiado proyecto.

Otra de las aportaciones indirectas del pueblo de Galilea fue la subvención concedida por la antigua Hermandad Sindical de Labradores.  Esta entidad, que siempre contó con un saneado activo, concedió, a fondo perdido, la cantidad nada despreciable de 53.000 Pts.  Pero a pesar de estas subvenciones y aportaciones las cuentas no cuadraban.  Faltaban todavía 600.00 Pts.  Y no había dónde conseguirlas.  En consecuencia no quedaba más remedio que acudir al endeudamiento a través de un préstamo hipotecario solicitado al Banco de Crédito Local, al 5,25% de interés y a 20 años de amortización.  Por fin, el 15 de mayo de 1967 se inaugura, oficialmente, nuestra piscina municipal.

 

La demolición del histórico frontón

 

Frontón de la plaza

No existe mucha información que haga referencia a esta triste pero necesaria decisión. Cuentan las crónicas que con fecha 11 de abril de 1969 la situación peligrosa y de inminente ruina que amenazaba este recinto deportivo aconsejaba su demolición. Así se ejecutó inmediatamente procediendo a su derribo integral con lo que la fisonomía de la plaza pública cambió radicalmente.  Durante varios años el solar resultante de su demolición quedó totalmente desangelado sin que ni siquiera su cerramiento con alambres, arbustos y ramajes secos a modo de barrera infranqueable para curiosos, y morosos en periodo de fiestas, alegrara su semblante. En algún documento se hace referencia del anhelo del alcalde por levantar un nuevo recinto deportivo en otro lugar del pueblo. Pero las dificultades financieras imperantes en aquellos momentos no se lo permitieron. Fue una espina que nunca se pudo sacar.

Los años 70. Final de una época

El final de una época

Los años centrales de esta década marcan el final de una época política en España que dejan atrás oscuros fantasmas del pasado y deja libre de todo estorbo a la esperanza y la ilusión en un futuro mejor para las nuevas generaciones que se iban formando en España.  Con la muerte del dictador comienza un periodo de transición a la vida democrática que a decir de los analistas políticos fue modélico en su concepción, desarrollo y ejecución.  Afortunadamente la madurez de los españoles ayudó de manera decidida a este importante tránsito entre dos periodos totalmente contrapuestos.  Es el final de una época que culminaría en mayo de 1979 con la celebración de las primeras elecciones municipales después de mucho tiempo sin convocarse.

También esa época acaba en Galilea con la elección de nuevos regidores municipales que toman el testigo de este alcalde que dirigió el ayuntamiento durante más de un tercio de siglo, sabiendo conjugar de manera acertada decisiones personalistas y arriesgadas con otras más participativas en las que la vertiente diplomática estuvo siempre presente en el trato con personalidades claves de la política del momento, tanto en el plano militar, como en el cultural o en de la de la propia diplomacia.

 

El peligro de la emigración

 

La apertura política de esta década propicia también una apertura en el ánimo de las gentes, sobre todo en las que residen en el mundo rural, y se empieza a plantear la posibilidad de romper el inmovilismo imperante hasta entonces, en cuanto a las prácticas endogámicas y ancestrales imperantes hasta entonces en aquella sociedad, encerrada en unos límites geográficos muy constreñidos debido, principalmente, a las escasas posibilidades de trabajo que hasta el momento ofrecía el mundo exterior. Es la década en la que cesa la emigración exterior y comienza el movimiento interno de personas en una única dirección: del campo a la ciudad. El mundo rural corre peligro de despoblamiento.

Por eso es por lo que al principio de estos años se decide solicitar la construcción de un grupo de 21 viviendas sociales

 

 “para con ello evitar la emigración manifiesta… ya que muchos vecinos empiezan a emigrar a la capital y a la parte de Bilbao y que se da el caso que muchos de ellos vienen desde Logroño a sembrar sus fincas…”

 

Más adelante informan de que,

 

“la construcción correrá a cargo de la obra Sindical del Hogar.”      

 

Habrían de pasar unos años para que estas buenas intenciones se plasmaran en realidad ya que su construcción no comenzaría hasta  los inicios de la siguiente década para inaugurasen en 1983.

Construcciones de los años ochenta

Pero también había que retener a la juventud de otra manera: dotándoles de centros de reunión y de ocio de los que se carecía totalmente en aquellas fechas.  Conscientes de esas carencias, en abril de 1975, deciden crear,

 

“…una agencia de lectura toda vez que se cuenta con un local aparente, recién construido en el centro del pueblo…”

 

Pero para la instalación de esta verdadera biblioteca había sido preciso adecentar el solar que quedó del derribo del viejo frontón en la década pasada. Por eso desde el año 1970 se comienza a madurar la idea de pavimentar la plaza pública solicitando de la Diputación Provincial la cantidad de 800.000 Pts, importe necesario para el comienzo de las obrar. En abril de 1971 se seguía en la misma situación o incluso peor ya que afirman sin rodeos que la plaza se encuentra en muy mal estado. En abril de dicho año, y aunque se está a la espera de la inevitable subvención toman la decisión de

 

“…emprender la reparación de la plaza de esta localidad…”

 

Pero no la emprenden. Se ve que los deseos son más fuertes que la solidez de las arcas municipales pendientes siempre de los dineros públicos por que en marzo de 1973, casi dos años después, siguen debatiendo la,

 

“… necesidad de proceder a la reparación de la plaza que lleva el nombre de Eduardo González Gallarza, por encontrarse en pésimas condiciones…”

 

Y como siempre, entonces y ahora,

 

“…habida cuenta de que el Ayuntamiento carece de fondos para afrontar dicha obra…”          

 

En mayo se cambia de estrategia y ya que la Diputación Provincial parece que no responde a la llamada del alcalde y no quiere soltar un dura, deciden.

 

“…solicitarlo a la Junta Provincial del Paro… para poder llevarse a cavo dicha obra tan de carácter urgente dado que dicha plaza de encuentra en el centro del pueblo y frente a la Casa Consistorial”

 

Por fin en el mes de junio de 1975, el presidente de la Comisión delegada de asuntos sociales, es decir, el Gobernador Civil, concede una ayuda de 40.000 Pts que permite dar comienzo de las obras de pavimentación de la plaza pública que juntamente con la construcción de un edificio de planta baja, habilitado más tarde para biblioteca municipal, conformarían el paisaje urbano del centro del pueblo hasta el primer tercio de los años 90, cuando por razones estéticas y de seguridad es demolido dando paso a una plaza abierta y diáfana tal y como la conocemos actualmente.

Aún habrían de ejecutarse otras obras de trascendental importancia para el bienestar de nuestros vecinos. Así, son también de  esta década la construcción del depósito municipal suministrador del agua potable, “depósito regulador” como lo denominaron, entonces que vino a paliar la escasez de agua y la poca presión con la que ésta llegaba a su destino. Obra importante por cuanto se aprovecho para ampliar y sustituir la red general de tuberías que cruzaban el subsuelo de nuestro pueblo abasteciendo de agua a sus vecinos. En fin, también son los años en los que se sustituyó y mejoró el alumbrado público que hasta la fecha era escaso y pobre.

Pero la década llegaba a su fin. Franco hacía ya cuatro años que había muerto y las elecciones municipales estaban a la vuelta de la esquina.  Los viejos regidores están cansados.  Llevan muchos años al frente de los destinos de su pueblo y se impone un cambio generacional. Puede que sus mentes les animasen a seguir pero sus cuerpos no se lo permite. Hay que retirarse, recapitular y meditar sobre los años pasados. Se deja atrás una época llena de carencias y penalidades de todo tipo, pero suplida perfectamente con tesón, perseverancia e ilusión por la consecución de objetivos. Llega ya el momento de pasar página. Llega el momento de decir adiós.

 

Primeras elecciones municipales

 

Primeras elecciones

En el mes de abril de 1979 tienen lugar las primeras elecciones democráticas municipales después de las celebradas en 1931.  Nuestro pueblo, como el resto de España, no se libra del bombardeo de publicidad machacona y omnipresente que resuena constantemente en nuestro oídos como un sonsonete imposible de evitar. Como en el resto de España también, sin episodios dignos de reseña, se constituye el primer Ayuntamiento democrático, después de muchos años.

 

Años de incertidumbre. Años de esperanza. Los años 80

 

No empezaba bien esta década después de que un iluminado salvapatrias intentar retrotraernos a los tiempos oscuros del pasado más reciente. La asonada militar producida con el asalto al Congreso de los Diputados, llenó de zozobra los corazones de las gentes, que no obstante tuvieron una respuesta modélica demostrando con ello que esta país estaba preparado para asumir sin traumas y decididamente los postulados de una moderna democracia.

También en Galilea se vivió con preocupación esta situación, pero no tanto como otros problemas más domésticos que afectaban de manera directa el tránsito normal de sus vehículos hacia la capital.  En efecto, en el año 1982, la carretera que conduce a Murillo estaba en pésimas condiciones.  Era estrecha, mal señalizada, con un firme deplorable; era un constante peligro.  Es momento, por tanto de solicitar del organismo pertinente su ampliación y mejora del firme, en el menor periodo de tiempo posible.

Pero no solo la carretera hacia Murillo estaba en mal estado; el edificio del Ayuntamiento, después de seis décadas de vida, estaba dando sus últimas bocanadas. Se ha convertido en un edificio viejo, mal distribuido, mal aprovechado (en los años 50 se habilitó, en su piso superior, una casa para el secretario, cuyo espacio en ese momento era necesario) y necesita una reparación integra, o simplemente, su derribo y nueva construcción. Por tanto,  en Mayo de 1982, se plantea

 

“… la necesidad de construir una casa municipal ya que la que actualmente tenemos no reúne las condiciones mínimas exigidas para el buen funcionamiento de este Ayuntamiento…”

 

Y como siempre se plante el mismo problema. Las arcas municipales no tienen un duro y la subvención concedida no llega ni siquiera para el proyecto. Pero la necesidad está planteada. Ya vendrán tiempos mejores. Sin embargo en junio de 1985 aún no se había hecho nada al respecto.

Mientras tanto, la vida del pueblo continúa.  Y por estas fechas viene a alegrarla la noticia de que el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo,

 

“…comunica la proximidad de la terminación de veintiuna viviendas en Galilea…”

 

Efectivamente. Aquellas viviendas cuyo proyecto nació en los albores de los años 70, ahora, doce años más tarde son una realidad. Su próxima inauguración iba a ser un hito. Nunca hasta entonces se había abordado una obra social de esta magnitud en Galilea. Era normal que la gente estuviera ilusionada y contenta. Iban a ser veintiuna familias de toda edad y condición, las que se beneficiasen de esta iniciativa, pionera como muchas otras en nuestra localidad, para aquellos tiempos que corrían. Su ocupación iba a tener dos consecuencias, a cual más positiva. Por un lado permitiría, como realmente así fue, que jóvenes matrimonios que, por diferentes motivos, no querían establecer su domicilio en otra localidad, pudieran seguir residiendo donde realmente querían hacerlo. Y por otra, que vecinos de avanzada edad, cuyos domicilios habituales no reunían las condiciones de habitabilidad más idóneas, pudieran adquirir, sin muchas dificultades una vivienda digna para aquella época. La fisonomía del pueblo cambió con aquella urbanización,(bautizada luego con el nombre de su inspirador) y fue el ariete que abrió paso a nuevas construcciones al resguardo de aquellas, permitiendo así darle al pueblo la configuración arquitectónica que actualmente posee.

Así fue como el 25 de febrero de 1983 a las 10,30 de la mañana, en sesión abierta y pública, fueron adjudicadas las viviendas a sus legales propietarios.

 

Un nuevo edificio para el Ayuntamiento

Ayuntamiento de 1983

Querámoslo o no, los años también pasan factura a las edificaciones. Y así ocurrió con aquel viejo ayuntamiento, levantado en los años veinte, y que habiendo sufrido varias reformas en el transcurso de su vida, su estructura amenazaba ruina. Después de haberse barajado la posibilidad, en el pasado reciente, de rehabilitarlo y reformar sus estructuras, se llegó a la conclusión de que su mejor destino era la demolición.

Frontón de 1986

Así vemos cómo en el mes de diciembre de 1982 se están haciendo las gestiones pertinente para solicitar las ayudas necesarias de los organismos públicos como pudiera ser el IRYDA. Con esta ayuda y otras que pudieran venir por otras fuentes, se levanta el edificio del Ayuntamiento sobre el solar resultante de la demolición del antiguo.

 

Proyecto y construcción del nuevo frontón municipal.

 

En la década de los años cuarenta, y financiado por aquel organismo del régimen anterior que se denominó Confederación Nacional del Trabajo, se construyó en Galilea un trujal cooperativo de aceite situado extramuros de lo que por aquel entonces era el casco urbano de Galilea, en la prolongación de la calle Anselmo González.  Hasta entonces, las importantes cantidades de oliva que nuestro pueblo producía eran molidas en almazaras particulares, pertenecientes a vecinos de Galilea de las que algunas de ellas todavía existen en la actualidad.

Era aquel un trujal compuesto de dos volúmenes diferentes dentro del mismo edificio, en el que, el primero de ellos se destinaba al almacenamiento de los sacos de olivas que, a través de una conducción especial, se depositaban en una superficie, ubicada en el otro compartimento, recorrida permanentemente por tres grandes rodillos de granito, que iban remostanto una y otra vez las olivas hasta conseguir el preciado aceite.  Justo frente a la puerta de acceso, estaba la prensa.  Sobre su émbolo se colocaban las “capazas” con la aceituna ya molida para prensarla hasta lograr la última gota de aceite que pudieran quedar en sus residuos. Situada a la derecha una funcional estufa alimentada con los restos extraídos de los capachos. El exterior estaba invadido por la maleza, alguna que otra higuera silvestre y dos grandes pozos ocultados asimismo por hierbajos, donde se depositaban los líquidos residuales de la molienda.

Este trujal, de nostálgicos recuerdos a decir de algunos vecinos, fue demolido en el año 1986 para construir sobre el solar resultante, el flamante frontón que hoy preside aquella zona deportiva. Un frontón cuyo proyecto data del mes de mayo 1982 pero que no sería hasta marzo de 1986  cuando se aprueba el proyecto definitivo bajo la dirección del arquitecto D. Victoriano Andrés. Un año después, y con buen criterio, se modifica el proyecto para incrementar tanto el grosor de sus paredes como la superficie del recinto deportivo lo que encarece ligeramente la obra.

 

 El club de fútbol Rayo de Ocón

 

En el año 1980 se produjo en nuestra localidad un hecho que no es normal que se de en localidades de la importancia de Galilea. La creación de un equipo de fútbol en un pueblo de apenas 300 vecinos es un acontecimiento difícil de contemplar si no va a acompañado de la ilusión y el tesón de unas personas en las se conjuga la afición por este deporte universal y los buenos sentimientos hacia el pueblo que les vio nacer.

Estas dos facetas se unieron en Juan José Iglesias que, aun no residiendo en Galilea, consiguió fundar un equipo de fútbol que con unos inicios balbuceantes  y anárquicos consiguió mantenerse en el candelero deportivo de La Rioja hasta la mitad de esa década en la que el relevo generacional hizo precipitar su desaparición.

Mientras permaneció en activo fue el dinamizador social del pueblo, sobre todo en las frías tarde de invierno consiguiendo que los vecinos de Galilea, tanto jóvenes como mayores, aficionados al deporte rey o no, acudieran de manera masiva a presenciar y divertirse con las habilidades y muchas torpezas de los jugadores de turno. La masa social, en los momentos más boyantes de su historia, llegó a superar los 120 socios.

Comenzó su andadura con su fundador como presidente, teniendo como entrenador al entusiasta Santiago Galilea “Tati”, y como terreno de juego el denominado “El Cuco”, lugar que corresponde a la ubicación actual de la urbanización Enrique Malo. El uniforme era rojo.

El primer año, con jugadores prácticamente locales fue un desastre. Las goleadas se contaban por partidos y los resultados eran siempre demasiado abultados. Sin embargo, y a decir por los cronistas deportivos de la época, su deportividad y comportamiento dentro y fuera del campo granjearon la simpatía de la afición riojana. Un titular periodístico de aquella época decía,

 

“…han encajado cien goles y no tenían ningún punto.”

 

Debido a la urbanización del campo de “El Cuco”, la directiva se ve obligada a buscar un nuevo terreno de juego donde poder desarrollar la actividad. El terreno elegido es el de “La Barrilla”, en la actual prolongación de la calle Daniel Menchaca. Pero no sólo se cambia de campo; también se cambia de entrenador haciéndose cargo del equipo el recordado y malogrado “Rodri”.  Con él se da un nuevo aire al equipo y se trasladan los entrenamientos nada menos que a los campos anexos de Las Gaunas de Logroño, en un primer momento y posteriormente, a los del Barrio de Yagüe  también en la capital riojana.

En los siguientes años la plantilla fue reforzada con deportistas ajenos a nuestra localidad que consiguieron dos positivos efectos: de una parte mejorar los resultados obtenidos en temporadas anteriores y de otro establecer lazos afectivos con el pueblo cuyas consecuencias alcanzan hasta nuestros días.  Este refuerzo permitió que los resultados deportivos fueran menos lacerantes e incluso se empezó a obtener buenos resultados lo que propició que en los años 1981 y 1982 los finales de temporada fueran tranquilos y esperanzadores.

Hacia la mitad de la década de los años ochenta, las obligaciones laborales de unos, las estudiantiles de otros y con la desidia de todos conseguimos que una equipo que había nacido con tanta ilusión y sacrificio fuera muriéndose poco a poco de inanición hasta su completa desaparición.

De los años 80 a los años 90

DE FINALES DE LOS AÑOS 80 A MITAD DE LA DÉCADA DE LOS 90

 

En el año 1987 se celebran nuevas elecciones municipales. Es el año del cambio generacional en el que los hijos de quienes habían detentado el poder municipal en el pasado, toman  el relevo sin traumas ni recelos, y asumen con todas las consecuencias las riendas políticas del pueblo que los vio nacer, imprimiendo un estilo de gobernar radicalmente diferente a como se venía haciendo hasta la fecha. Su media de edad era tan baja que posiblemente fuese la corporación más joven de toda la Comunidad Autónoma.

Obviamente el camino que tienen ante sí no es un camino de rosas. Sin embargo pronto encuentran comprensión en los despachos oficiales. A pesar de su inexperiencia, su juventud es un gran activo que van a saber explotarlo con maestría. De esta manera comienzan a hacer una prospección de los problemas que les acucian y en dónde están las soluciones. Visitan despachos; conciertan entrevistas; se reúnen con personajes claves. Su objetivo siempre es el mismo: la consecución de mejoras para Galilea y la resolución de problemas que les presionan.

Concejales al inicio de los noventa

Uno de los que más le acuciaba a nuestra localidad en aquellas fechas era la escasez de agua potable. En los años anteriores, el agotamiento de los manantiales había obligado al municipio a solicitar el abastecimiento de agua de boca mediante camiones cisterna remitidos desde la capital. Había que actuar con diligencia.

Se inicia una obra faraónica para lo que se estaba acostumbrado en aquellos tiempos: la captación de manantiales subterráneos en la zona de los aguazales. Siempre en los aguazales. De ahí su nombre. Se hace una perforación longitudinal a lo largo de una enorme franja de terreno hasta conseguir llegar a los niveles óptimos en los que los manantiales fluyen abundantemente. Después de varias prospecciones y de alguna que otra incertidumbre, se demuestra que el camino elegido es el correcto. Su entubamiento posterior y la construcción de una caseta que albergara las bombas extractoras, solucionan, para muchos años, el acuciante problema del abastecimiento de agua de boca.

Pero el agua sigue dando problemas. Y esta vez por exceso. Las aguas pluviales que bajan  de las escorrentías  de las laderas del monte la Mata y confluyen en el barranco de la Barrilla, hay que desviarlas de su cauce para poder pavimentar ciertas calles nuevas que están apareciendo en el núcleo urbano de Galilea. Se acomete, por tanto, una obra de vital importancia que permite desviar estas aguas  hacia una vertiente alejada del pueblo, para que el progreso de la expansión urbanístico no se vea frenado por los accidentes incontrolados de la naturaleza.

 

La guardería municipal

 

Cuando en el año 1933 se construyen las casas-viviendas para los maestros pocos podían pensar que una de aquellas edificaciones, la que durante muchos años fue el domicilio de la recordada maestra Dña. Puri, iba a convertirse en una guardería municipal. Así fue cómo en el año 1.990 viéndose que en Galilea, y en sus poblaciones limítrofes, existía un verdadero problema en las familias de la clase trabajadora para guardar y proteger a sus hijos en las horas en las que su jornada laboral no se lo permitiese, se decidió iniciar las gestiones necesarias para valorar la posibilidad de construir una guardería municipal en el citado edificio.

No fueron buenos, al inicio, los augurios para el establecimiento de un servicio de estas características en una población dcomo la nuestra. No obstante, la tenacidad con la que se insistió y los argumentos esgrimidos por los responsables del momento propiciaron que la al inicio de la década,  comenzara la creación de este establecimiento de carácter social, impensable para muchos, pero que se ha demostrado necesario para el incremento del bienestar de los jóvenes matrimonios de Galilea y su periferia.

 

La catalogación del archivo municipal

 

Anterior guardería municipal

Una de las obligaciones que se impuso la nueva corporación salida de las últimas urnas fue la poner orden en el hacinado montón de libros que era el archivo municipal.  Como consecuencia del traslado para la construcción del nuevo Ayuntamiento y su posterior retorno, un años después, a sus nuevas dependencias, los legajos históricos del que forma parte nuestro archivo, estaban en un total y completo desorden.  Hubo una voluntad clara por parte del alcalde y una decisión firme por parte del departamento de cultura, de que aquella situación no podía continuar como estaba.

A lo largo de casi medio año de aquel de 1991, con gran paciencia y mucho cariño, los libros de actas, registros de vías pecuarias, correspondencia interna y externa (desde el año 1937 ya que en aquellas fechas de produjo un expurgo parcial), y todo tipo de expedientes fueron agrupados catalogados y posteriormente introducidos en cajas  para ser luego colocados en largas estanterías perimetrales en el ático del Ayuntamiento con un índice claro y conciso de todo cuanto había sido catalogado.

Aquella ordenación y supervisión (se inspeccionaron todos y cada un de los legajos existentes) nos descubrió que aunque en el pasado la desidia municipal propició la desaparición de documentos de gran valía, todavía quedaban carpetas con contenidos interesantes para conocer el pasado más reciente de la historia de Galilea.

Desde aquel momento, tres son los lugares donde el historiador, el erudito o simplemente aquel que esté interesado por conocer un poco más de la existencia de nuestros antepasados, puede acudir:  al archivo religioso, ubicado en el Seminario de Logroño, al archivo Histórico Provincial, en la propia capital y a este, nuestro archivo municipal.

 

Los jubilados tienen su hogar

 

Hogar del Jubilado

Con la creación de la guardería municipal se prestaba un gran servicio al segmento joven de la población. Sin embargo, la gente mayor que disponía de muchas horas al día de tiempo libre, no tenía un lugar específico donde poder reunirse. Cada cual lo hacía a su manera. Unos, en la bodega; otros en los bares; otros, recluidos en sus casas. Había que facilitarles la posibilidad de poder reunirse en un lugar común. En unos centros que estaban proliferando por todos los rincones de La Rioja. Estos centros eran el hogar del jubilado.

A finales del año 1991 se comienza la construcción de este centro. Se hace sobre el solar de la casa donde vivió el que fue varias veces alcalde de Galilea, Florentino Fernández, en la calle Alberto Villanueva. El edificio, concebido con criterios modernos y prácticos para el disfrute de sus usuarios fue concluido en el primer tercio del año 1992. El día de San Isidro de ese año, la Asociación de Jubilados de hizo cargo de su gestión.

 

 La Asociación Cultural Octaviolea

 

A finales del año 1988, nace en el seno del recién elegido consistorio municipal la  Asociación Recreativo Cultural Octaviolea,  fruto del entusiasmo de los nuevos concejales y del algún que otro vecino, preocupados porque las nuevas ofertas culturales que existían en aquellas fechas llegaran hasta Galilea.  Comienza su andadura con tibieza dado que el conocimiento que se tenía en aquellos momentos de este tipo de asociaciones era escaso, por lo que ese primer año pasa prácticamente inadvertida para el pueblo.

Con sigilo va introduciéndose en la organización y financiación de alguna actividad lúdica y festiva en el siguiente año de su fundación. Así, en el año 1989 comienza su financiación a través de la venta de participaciones de lotería, que además resulta premiada. Participa activamente en la contratación y financiación de las fiestas de verano y por primera vez organiza la cabalgata de Reyes, una de las pocas actividades que ha seguido desarrollándose ininterrumpidamente hasta  la fecha.

Carroza de San Mateo presentada por Octaviolea

Con la llegada del año 1990 la Asociación se afianza definitivamente.  Se planifican con anterioridad una serie de actividades cuyo éxito dependerá, en gran medida de los presupuestos.  Para ello, por primera vez, se toma la decisión de cobrar una cuota anual a los socios de 1.000 Pts comprobando que el pueblo, en su inmensa mayoría, responde satisfactoriamente. A este año corresponde también la organización de un viaje al Congreso de los Diputados en Madrid y con el viaje organizado al Parque Nacional de Ordesa de instituye una tradición que no se ha quebrantado hasta la fecha como es la programación anual de una excursión fuera de los límites de nuestra Comunidad, que siempre ha tenido una acogida favorable.

Al año siguiente, en 1991 la junta directiva cambia  y con  ella entra savia nueva con ánimos de renovación y ampliación de los contenidos de la Asociación.  Así en el mes de febrero de este año se edita el primer ejemplar de la revista que nace con una total escasez de medios, pero con una tremenda ilusión. Este primer número consta de 18 páginas cuyo contenido versa sobre temas de la más diversa naturaleza, pero que tiene un hilo conductor que es el de intentar dar a conocer a los socios los rasgos más significativos de la historia y vicisitudes de Galilea a lo largo de los años.  El entusiasmo es tal que en este año de 1991 aparecen nada menos que tres números diferentes. En los años sucesivos se seguiría editándose con una periodicidad menor, hasta llegar a su casi completa desaparición.

En el año 1993 la actividad de la junta directiva llega a su zénit al presentar al concurso de carrozas de las fiestas de San Mateo de Logroño una carroza propia que aunque artísticamente no fuera ninguna maravilla, por lo menos se logró conseguir los objetivos que se pretendían: financiación para la Asociación, publicidad para nuestro pueblo y sobre todo provocar la participación de la juventud de Galilea en actos de naturaleza cultural a la vez que potenciar los sentimientos de unión y colaboración entre sus vecinos.

Con el paso de los años las actividades se fueron reduciendo  paulatinamente quedando centradas casi en exclusividad en la financiación de algún tipo de actividad cultural o deportiva en las fiestas del verano y la celebración de una semana cultural en la siguiente a las citadas fiestas, además de la organización de la cabalgata de Reyes, en enero. En la actualidad, su actividad prácticamente es inexistente.

 

Se crea la letra y el himno de Galilea

 

Coincidiendo con una época en la que las relaciones entre la Asociación Cultural Octaviolea y el Ayuntamiento son de estrecha colaboración, se convoca, conjuntamente por ambas instituciones, un premio dotado con 20.000 Pts para la creación de la letra que habría de llevar el futuro himno de nuestra localidad. Así el 23 de octubre de 1991 se publican las bases que han de regir este concurso, que son publicadas y distribuidas en diferentes medios e instituciones públicas del panorama cultural riojano.

O el premio no era muy jugoso o la actividad creadora de los potenciales autores estaba en horas bajas en aquellas fechas ya que al concurso sólo se presenta un aspirante, José Ramón Eguizábal, que presenta un precioso poema que a la postre sería el que pasase a ser la letra oficial del himno de Galilea. El texto es el siguiente:

 

 

Tu pasado Galilea

Se repite con los años

Trabajo, sudor, bodega

Amistad sobre tu tierra

Y tu sangre en los secanos

Canta fuerte Galilea

Canta alegre tierra mía

En la boca la alegría

En tu rostro simpatía

Y orgullo en el corazón

Tu presente se asemeja

A tus tierras de trabajo

Tierras duras, tierras yermas

Campos limpios, sucias eras

Donde el alma vais dejando

Canta fuerte Galilea

Canta alegre tierra mía

En la boca la alegría

En tu rostro simpatía

Y orgullo en el corazón

Tu futuro vieja aldea

Se adivina ya en tus manos

Manos fuertes como peñas

Destrozadas por la siembra

Y curadas por el grano

Canta fuerte Galilea

Canta alegre tierra mía

En la boca la alegría

En tu rostro simpatía

Y orgullo en el corazón

 

El músico Eusebio Díaz fue el encargado de la composición musical cuyo estreno tuvo lugar en la plaza pública, por la orquesta del Conservatorio de Soria, de la que él era titular, en las fiestas de San Isidro de 1992. El solista fue el barítono Carlos Gil Colás.

Para escuchar la interpretación del día del estreno pulsa aquí

Para escuchar la versión (año 1995) para flauta (Diego Alonso) pulsa aquí

Es imprescindible disponer de un reproductor musical del tipo Windows Media Player o similar

Para acceder a la partitura musical compuesta por Eusebio Díaz, pulsa aquí

 

El escudo de Galilea

 

Carroza de San Mateo presentada por Octaviolea

En el mes de diciembre de 1990 y por iniciativa de la Junta directiva de la Asociación Cultural Octaviolea se solicita al especialista en genealogía y heráldica Sr. Villapré la posibilidad crear un escudo representativo de nuestra localidad basándose en los antecedentes que pudieran existir al respecto. Con fecha 18 de enero del siguiente año nos daba contestación diciendo que,

 

“ … una vez realizado el estudio he comprobado que la citada villa de Galilea no ha tenido nunca escudo de armas municipales.”

 

No sería este investigador, sin embargo, el encargado de realizar el escudo municipal ya que por razones presupuestarias dicho encargo fue efectuado a otro genealogista de la capital, D. José Antonio  Mayayo, que sería a la postre a quien el Ayuntamiento solicitó la creación del citado blasón.

Se le encargó indagar en el pasado para obtener cuantos datos fueran precisos para que el nuevo escudo representara lo más aproximado posible la idiosincrasia de nuestros antepasados, con una única salvedad: en el escudo debería estar reflejado  un olivo, árbol que ha estado siempre presente en las vidas de los habitantes de estos pagos, desde tiempo inmemorial

En el mes de marzo 1992 el Sr. Mayayo llegó a presentar hasta seis bocetos diferentes de lo que podría ser el futuro escudo representativo de Galilea. Después de arduos debates conjuntos entre los miembros del Ayuntamiento los de la Asociación Octaviolea, se llegó a la decisión de adoptar como escudo oficial el que representa a una “galilea” (pórtico arqueado de una iglesia) a la que se le antepone un olivo. Una orla lo bordea con el siguiente texto: “Tierra de Ocón.1865. Concejo de Galilea”. Está coronado por la corona real. Desde aquellas fechas el escudo preside el salón de plenos del Ayuntamiento.

 

 

Los seis bocetos diferentes presentados por el genealogista

 

La rehabilitación y ampliación de la piscina municipal.

 

En un pleno municipal del día 4 de noviembre del año 1991 se toma la siguiente determinación:

 

“Vistas las necesidades que se han planteado en este municipio, las cuales no coinciden con las que existían en la fecha de la elaboración del plan cuatrienal… se acuerda modifi­car el mencionado plan, de acuerdo con las siguientes prioridades: año 1992, reforma y adecuación de la piscina municipal con una memoria de 20.970.542 Pts.”

 

Veintisiete años separan este pleno de aquél otro en el que se tomaba la decisión de construir una piscina en Galilea.  La decisión no era nada fácil teniendo en cuenta la recesión económica que ya se veía venir, pero sobre todo por la magnitud de las cantidades que se barajaban. Se iniciaron las consabidas consultas con los responsables del Gobierno Regional que pudieran tener alguna competencia en ello.  Las negociaciones pasaron por momentos desiguales.  Lo que ayer parecía estar bastante seguro al día siguiente se veía inalcanzable.  De la esperanza se pasaba al desánimo. La poca predisposición de los poderes públicos a subvencionar este tipo de obras, en momentos de crisis como los aquellas indujo a temer lo peor.

Inauguración de la remodelación

Pero la insistencia da sus frutos.  Dña Carmen Valle, Consejera de Obras Públicas en esas fechas, solicita un proyecto al Ayuntamiento en el que se consignen claramente las actuaciones a seguir.  Con ello se pretende que la obra se ejecute en un sólo ejercicio y no en dos, con el retraso que ello conllevaría.  Verbalmente se comunica que, de acuerdo con la memoria valorada que se había remitido, el Gobierno Regional está dispuesto a financiar la rehabilitación con el 50% del coste de las obras.  O lo que es lo mismo, con algo menos de diez millones de pesetas.  El día 10 de junio de1992 en sesión extraordinaria y pública  la Corporación aprueba el precitado proyecto por un presupuesto de 24.495.792 Pts. El 11 de septiembre se celebra sesión ordinaria para la adjudicación de la obra.  El libro de actas dice lo siguiente

 

“Dada cuenta del expediente tramitado para la contratación de la obra de rehabilitación de la piscina municipal, según proyecto redactado por el ingeniero técnico dos Pedro Sánchez y aprobado por la Corporación en 10 de junio de 1992, y vista el acta de la subasta, …se adjudica definitivamente a la empresa Tecnobácter, que ofrece llevarla a cabo en el precio de 23.271.000 Pts”.

 

Las obras comienzan en noviembre de este mismo año y finalizan en junio de 1993.  Durante las mismas se toma la determinación de construir también una pequeña piscina para los niños y alguna otra mejora no contemplada en el proyecto que hace que el presupuesto definitivo alcance los 25 millones de pesetas.  El día 18 de julio, el Presidente del Gobierno de La Rioja, don José Ignacio Pérez Sáez inaugura las obras.

Rótulo conmemorativo

En la puerta, el Ayuntamiento hace instalar una placa de agradecimiento

 

«A todos los que con su esfuerzo hicieron posible su construcción en el año 1967.”

 

La vuelta ciclista a España pasa por Galilea

 

El día 9 de mayo de 1993 fue un día histórico para Galilea. Ese día fue el primero de las dos ocasiones que la ronda de la Vuelta ciclista a España no solamente pasase por nuestra localidad sino que además se disputara en ella una meta volante.  Este pequeño milagro se consiguió, como siempre, por la conjunción de dos factores en el tiempo: el entusiasmo personal de algún relevante vecino y, sobre todo, por el decidido apoyo unitario demostrado por la práctica totalidad del vecindario de Galilea.

Aquel día fue un día soleado y espléndido. Desde primeras horas de la mañana, la gente, vecinos y foráneos, se agolpaban en las inmediaciones del grupo escolar en espera de la llegada de los ciclistas de la ronda española. Pero no cualquiera. Por allí pasarían los Perico Delgado, Rominger, Zülle y compañía. La organización, para entonces, ya había previsto la instalación de todos los elementos propios de este tipo de actos incluidas los fardos de paja prensada frente a los laterales de los dos puentes aún no derribados que en aquellas fechas daban acceso al casco urbano.

Hacia las tres de la tarde, la liturgia que rodea estos eventos estaba en plena ebullición: grandes coches de las marcas comerciales cruzaban a gran velocidad el pueblo; las caravanas de los medios de comunicación hacían un ruidoso acto de presencia y por allí cruzaban todas las grandes figuras del mundo de la prensa deportiva. Y por fin llegaron los ciclistas. Su paso fue tan rápido que a todos nos dejaron un regusto amargo por el poco tiempo de disfrute que habíamos tenido de sus esfuerzos.

El eco de este espectáculo que nuestro pueblo había tenido el privilegio de conseguir para sus vecinos tuvo su resonancia incluso en la prensa nacional. Así un periódico deportivo de ámbito nacional decía:

 

La vuelta ciclista a España, por Galilea

“Los vecinos de la pequeña localidad riojana de Galilea, movidos por su afición al deporte de las dos ruedas, se han “rascado” el bolsillo y han conseguido con una colecta popular el dinero necesario para que en su pueblo de dispute una meta volante de la Vuelta 93. Además, todo aquel miembro de la caravana ciclista que lo desee será invitado a Chorizo asado y a un buen trago de rioja. Que les aproveche y felicidades a todos los habitantes de Galilea. ¡Eso sí es afición!”

 

 

En la misma dirección la prensa regional decía en sus páginas del día 10 de mayo:

 

“La idea de que esta población de 292 habitantes se inmiscuyera en el devenir de la ronda española salió de Justo Hernáez, un industrial donostiarra descendiente de la localidad, amigo de Ramón Mendiburu, director técnico de Unipúblic … Hace unos meses de acercó Mendiburu a Galilea para conocer los pormenores del trazado y dio el visto bueno. Los representantes del municipio de Galilea mostraron su satisfacción al final de la etapa y el cumplimiento de sus objetivos: la promoción del mundo rural”

 

Unos años más tarde se repetiría esta experiencia aunque sin meta volante y sin la repercusión y eco que tuvo la primera travesía de la ronda española por las calles de nuestro pueblo.

 

Galilea, ¿un pueblo para vivir?

 

Paisaje primaveral

Y así es Galilea. Un pueblo a caballo entre la tradición y la modernidad que ha sabido emerger del ostracismo en que, en fechas no muy lejanas se vieron envueltos la mayoría de los núcleos rurales.  Un pueblo que ha apostado decididamente por el futuro sin apartarse de los modos y costumbres típicos que han imperado a lo largo de su historia. Un pueblo abierto a cuantos deseen visitarlo o establecerse en él. En definitiva: un pueblo para vivir.”

 

Así terminaba un extenso artículo, de quien esto escribe, que la prensa regional reprodujo con fecha 13 de junio de 1992. En él se hacía un  repaso a la historia pasada y reciente de Galilea y se incidía, de manera especial, en el alto grado de armonía entre sus vecinos.  Se apostaba porque, aquella situación de bonanza, se extendiera al futuro. El futuro ya ha llegado. Hagamos entre todos que  Galilea sea un pueblo para vivir.

Censo poblacional

CENSO DE HABITANTES DESDE LA SEGREGACIÓN

 

Bibliografía
La Villa y Tierra de Ocón (Revista Berceo, 1954) Justiniano García Prado
Partidos políticos en La Rioja María Dolores Revuelta Saez
La Segunda República en Logroño Francisco Bermejo Martín
Diario La Rioja José Manuel Ramírez
Contribución de los emigrantes a la educación en La Rioja M. Angel Zapater
Archivo religioso de Galilea (Seminario Conciliar) Matías Sáez de Ocáriz
Archivo municipal de Galilea
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