Otras biografías

ANSELMO GONZÁLEZ GONZÁLEZ.

Fundador de la escuela gratuita de niños de nuestra localidad, perteneció a la colonia de riojanos que, en la segunda mitad del siglo XVIII se asentaron en Cádiz y se dedicaron a la actividad mercantil. Dejó testado que su fundaciónse se aplicase a la mejor enseñanza e instrucción en primeras letras de los niños pobres de Galilea, su pueblo natal, bajo la dirección, vigilancia y cuidado de los señores cura y alcalde.

CANDIDO MARÍN MARTÍNEZ, el Padre Marín.

El Padre Marín nació en nuestra localidad el día 3 de octubre de 1877.   Fundó varias instituciones religiosas en Logroño como el Patronato de Escuelas Católicas «San Bernabé», el Patronato del Divino Maestro para niñas, en unión del obispo don Francisco Blanco Nájera; El colegio de nueva construcción «San Bernabé», de la calle Rodríguez Paterna de Logroño; las escuelas del suburbio Cavo Noval y Nido, y, finalmente, las Escuelas Profesionales del Sagrado Corazón.

ISIDORO HEREDIA TEJADA.

D. Isidoro Heredia Tejada nació en Galilea el día 7 de abril de 1878.  Militar de profesión, se unió el comandante D. Segundo García para provocar una actitud colectiva que derribase a la dictadura militar de Primo de Rivera, por lo que el 14 de julio de 1926, fue condenado a la pena de tres años y seis meses de prisión militar correccional, que pasa a cumplir en las Islas Chafarinas.   El día 15 de noviembre de 1927 fallece de tuberculosis en las lóbregas mazmorras del castillo de Montjuit.

Anselmo González, fundador de la escuela gratuita de niños de nuestra localidad, perteneció a la colonia de riojanos que, en la segunda mitad del siglo XVIII se asentaron en Cádiz y se dedicaron a la actividad mercantil.

Calle Anselmo González, en el centro de Galilea

El 26 de septiembre de 1810, encontrándose enfermo, al no tener herederos forzosos -era soltero- otorgó poder para testar en su nombre a favor de Esteban Gastaca, José Puyades y Clemente Fernández Elías, quien años más tarde sería también albacea de Juan Esteban Elías, fundador de la escuela de Soto y ejecutor de su voluntad, y  los nombró sus herederos fideicomisarios, solidaria y mancomunadamente, para que aplicaran el importe de su caudal, una vez liquidada su testamentaría al único comunicado que les dejaba: Este comunicado consistía en que lo sobrante de sus bienes, en caso de haberlo, de cualquier especie, se aplicase a la mejor enseñanza e instrucción en primeras letras de los niños pobres de Galilea, su pueblo natal, bajo la dirección, vigilancia y cuidado de los señores cura y alcalde del mismo pueblo a quienes desde ese momento instituía también en patronos.

Asimismo disponía que, en caso de que sobrase dinero, después de pagar al maestro o maestros, que se estimasen precisos para los mayores adelantamientos de la juventud, ins­trucción de la doctrina cristiana para que llegasen a formar a aquella juventud, útil a la religión y al Estado, se les diese a los niños libros, papel, tinta, plumas y demás que necesitasen  alguna ropa.  El capital que se destinase a este fin habría de invertirse para que son sus productos se garantizase  la perpetua duración de la obra pía que constituía.

Anselmo murió al día siguiente, 27 de septiembre de 1810, a las nueve de la noche. Inmediatamente Esteban Gastaca y Clemente Fernández Elías -José Puyades renunció al cargo el mismo día-  iniciaron los trámites de la testamentaría, pero la tarea no fue fácil.  Duró catorce años.  La mayor parte del caudal consistía en créditos de dudoso cobro, pero por fin consiguieron reunir fondos suficientes con que cubrir todas las obligaciones y dejar un sobrante suficiente para aplicarlo a la fundación de la escuela. El día 15 de diciembre de 1824 reunieron la junta de acreedores donde se aprobó el estado de las cuentas y el pago de los acreedores.

El día 24 del mismo mes de diciembre, los albaceas, para desembarazar sus conciencias de esa carga, antes de que una imprevista muerte les impidiera hacerlo, decidieron transferir esta institución y su nombramiento de herederos en los ministerios eclesiástico y secular, representados en los señores cura y alcalde de Galilea para que, sin pérdida de tiempo, tomasen el resto de los bienes de la testamentaría de D. Anselmo, tal como resultaban del estado que judicialmente habían presentado y les diesen, bajo su responsabilidad de la que ellos se descargaba, la aplicación puntual y exacta.  Encargaban a los señores cura y alcalde, y a los que en los sucesivo les sucediesen, el que procurasen cumplir bajo su  responsabilidad el mejor desempeño de esta escuela pública y la conser­vación de sus capitales con suyo fruto se había de sostener, por ser todo conforme a la voluntad del fundador.

El capital fundacional, además del invertido en la construcción del edificio, escuela y vivienda, y en la adquisición de su huerto para el maestro, ascendía a 156.000 reales.  En 1956 estaba invertido en títulos de Deuda Perpetua Interior al 4%, por un importe de 39.000 Pts. La escuela funcionó casi 100 años.  En 1922 se clasificó como fundación benéfica particular docente, y el 15 de mayo de 1923, con el apoyo de D. Alberto Villa­nueva y D. Daniel Menchaca, la escuela se convirtió en escuela nacional.  El 9 de diciem­bre de 1946 se transmutaron los fines de la fundación y la renta de su capital se destinó a mantener las obras circunescolares, premio de los alumnos de mayor aplicación, ropero, formación de biblioteca escolar, ayuda y estudio a la catequesis parroquial, etc.  El 7 de marzo de 1947 se aprobó el reglamento por el que habían de regirse estas obras circunescolares

Más detalles sobre la construcción de las escuelas de patronato en el punto 20 de la Historia de Galilea


BIBLIOGRAFÍA

Contribución de los emigrantes a la educación riojana

Miguel Zapater Cornejo


EL PADRE MARÍN. CÁNDIDO MARÍN MARTÍNEZ (1877-1960)

 

El padre Marín

El Padre Marín nació en nuestra localidad el día 3 de octubre de 1877.  Inició sus estudios en el Seminario Conciliar de Logroño el mes de septiembre de 1891 y poco tiempo después se trasladó al Seminario Pontificio de Comillas, donde finalizó sus estudios y donde cantó su primera misa el 13 de julio de 1903.

Por espacio de varios años la venerable figura del Padre Marín recorrió numerosas localidades de nuestra provincia y limítrofes como Uruñuela, Lumbreras, Miranda de Ebro, Briones, Santo Domingo de la Calzada, Bilbao, Manresa, Comillas, Covadonga y Burgos, en estas últimas ya en calidad de padre jesuita por cuanto el día 7 de marzo de 1919 había ingresado en el noviciado de Loyola, y después de permanecer un año en Bilbao, fue destinado a Logroño.

Su primer viaje al extranjero, concretamente a Bélgica, lo realizó en 1932 a raiz de la supresión de la Compañía de Jesus, interesándose ya vivamente por todas las cuestiones de tipo social, de las que ya había obtenido esperiencias cuando había estado en Burgos como consiliario católico de obreros.

En el año 1935  el Círculo Católico de Obreros de Logroñose propuso renovar sus actividades en favor de las clases trabajadoras, razón por la que su presidente don Santos Martínez suplicó al obispo nombrase consiliario al Padre Marín, que acababa de regresar de Bélgica donde había asistido a varias semanas y congresos sociales especialmente a las grandes asambleas de las Juventudes Obreras Católicas.

Niños de Galilea con el Padre Marín en la fachada forntal a la puerta de la iglesia

A partir de ese momento su actividad en pro de la juventud riojana ya no conició límites, surgiendo, paulatinamente, tras soslayar tremendos problemas, excepcionales instituciones como el Patronato de Escuelas Católicas «San Bernabé», el Patronato del Divino Maestro para niñas, en unión del obispo don Francisco Blanco Nájera; El colegio de nueva construcción «San Bernabé», de la calle Rodríguez Paterna de Logroño; las escuelas del suburbio Cavo Noval y Nido, y, finalmente, las Escuelas Profesionales del Sagrado Corazón.

Murió el 6 de noviembre de 1960 a la edad de 83 años. Veinte años más tarde sus restos fueron trasladados al cementerio de Galilea, donde reposan. El Ayuntamiento de Logroño, por los meritos que contrajo en defensa y amparo de la juventud logroñesa, le dedicó una calle a la memoria de su nombre.

Encontrándome revisando y catalogando los múltiples legajos que componen nuestro archivo municipal, apareció una carta dirigida al alcalde de este pueblo en la que se le solicitaba la dedicación de una calle al Capitán del Ejército Español, don Isidoro Heredia Tejada.  Aquella carta decía así:

 

 Madrid, 14 de marzo de 1931

 

Sr. Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Galilea.

 

Muy señor mío y de mi distinguida consideración:

 

En nombre de unos cuantos compañeros y amigos del Capitán don Isidoro Heredia Tejada, y en el mío propio, me tomo el atrevimiento de enviar a usted esta carta, notificándole lo siguiente:

 

A raíz del advenimiento de la República, el Ayuntamiento vallecano dio una mues­tra de cariño hacia el difunto Capitán Heredia, rotulando con su nombre la calle donde vivió, y en la que fue detenido por la dictadura «primoriverista» y trasladado a la prisión de Montjuich, donde falleció tras cruel e inhumana prisión.

 

Los elementos republicanos de la citada barriada madrileña piensan añadir a este recuerdo una lápida en la referida casa, perpetuando de esta forma su memoria para aquél que tanto lucho por los ideales democráticos.

 

Por otra parte, las Cortes Constituyentes españolas acaban de votar una pensión nacional extraordinaria, equivalente al sueldo que disfrutaría nuestro inolvidable amigo y compañero, para su viuda e hijos, y su figura ha sido enaltecida en el Par­lamento unánimemente por todos los partidos que lo representan.

 

Los diarios madrileños en diversas fechas han publicado sendas informaciones a su recuerdo y a tal efecto, le remito, entre otros, el heraldo de Madrid en el día que se cumplió el cuarto aniversario de su muerte, donde un periodista hace una entre­vista a uno de los hijos de nuestro inolvidable amigo.

 

Adjunto también, por separado, un ejemplar del primer número del semanario Or­den, editado en el Puente de Vallecas, y el que figura una fotografía suya, con la petición que anteriormente le expongo.

 

Todas estas pruebas son más que suficientes para que, en nombre de mis amigos, formule a usted, como alcalde de ese Ayuntamiento, la siguiente proposición por ser de justicia:  colocación de una lápida en la casa donde nació y rotulación de la calle donde vivió sus primeros años, como demostración de agradecimiento a su fi­gura excelsa y enaltecida por la democracia española, y como recuerdo imperece­dero de sus paisanos para aquél que tanto estimó a su pueblo natal y del que tan­tos recuerdos le oímos formular en diferentes ocasiones.

 

En la seguridad que serán transmitidos nuestros ruegos al Ayuntamiento Pleno que usted preside, por ser motivo de orgullo para ese pueblo de Galilea contar con hijos tan excelsos como nuestro inolvidable compañero y amigo, le saluda afectuosa­mente,

 

El Capitán Pedro López.

 

 

Don Isidoro Heredia Tejada nació el día 7 de abril de 1878, a las once de la mañana.  Fueron sus padres D. Nicolás Heredia Sáenz, que más tarde sería alcalde de Galilea y que en el momento del nacimiento de su hijo era juez de paz, y de Justa Tejada Espinosa, natural de Ausejo. La infancia en Galilea del capitán Tejada, pasa totalmente desapercibida hasta que cumple 19 años y su vida se encamina hacia la carrera militar.  El 1 de agosto de 1897 in­gresó en la caja de reclutas de la zona militar de Logroño y es llamado a concentración el 18 de diciembre.  El 21 del mismo mes es destinado al 10º Regimiento Montado de Artillería, incorporándose en la capital de España.  Un año más tarde de ingresar en caja es ascendido a cabo.

Con el comienzo del siglo, el día 1 de febrero, asciende a sargento de artillería.  El 4 de ju­lio marcha con su regimiento a Vicálvaro, donde queda acampado hasta el 30 de junio de 1902 que retorna a Madrid.  En 1903, con la subida al trono de Alfonso XIII se le concede la medalla de la jura del monarca, según R.O.C. de 1 de mayo.  El 21 de febrero de 1904 es destinado con su batería a las Islas Baleares, quedando destacado hasta el 27 de agosto.

En 1906, según R.O. del 21 de enero se le concede la Cruz de plata al mérito militar con distintivo blanco, en reconocimiento a los extraordinarios servicios prestados con motivo de las maniobras y revista militar verificadas en el mes de octubre anterior en honor del Presidente de la República Francesa.  Según oficio del Gobernador Militar de Madrid del 17 de agosto, fue indultado de le penalidad en que incurrió por el matrimonio contraido con doña Luisa Coronado Viejo, según dictamen de los auditores, fiscal y General del Primer Cuerpo del Ejército.

En los siguientes cinco años, y una vez destinado a la Comisión Central de Regenta, su actividad se  centra en trasladar desde Irún hasta Madrid, el ganado comprado en Francia para uso del Ejército, siendo felicitado en diversas ocasiones por el celo puesto en su trabajo. El 27 de junio de 1912 es ascendido a segundo teniente, y se le destina al Tercer Regimiento Montado de Artillería, trasladándose a Larrache el 6 de agosto y quedando acampado en la ciudad de Nador. Estando en este destino se le concede la cruz de plata al  mérito militar, con distintivo blanco en recompensa en los trabajos realizados en la compra de ganado realizada en años anteriores.  Entre los días 23 al 26 de abril de 1913 dio guardia al príncipe Imperial Jarral el Aldedre.

Chafarinas

Entre las acciones efectuadas por el capitán Heredia en la guerra de Marruecos cabe destacar la que llevó a cabo el 29 de mayo  de 1913.  En esta fecha tuvo que salir con su batería para Alcazarquivir efectuando un exhaustivo reconocimiento por los márgenes del río Mad-Red.  Estando acampado en Sidi -Aissa fue tiroteada su posición por las tropas marroquíes.  Dispuso la batería para repeler la acción pero no fue necesario disparar ni un solo tiro ya que el enemigo se retiró anticipadamente.  Días más tarde formó parte de una columna al mando del coronel Castell que, con fuerzas de infantería y caballería, hicieron frente en los montes de Sidi-Aissa.  Siguió todo este año destinado en Marruecos hasta que, a finales del mismo, fue trasladado a la capital de España.  En 1917 le sería conce­dida la medalla al mérito militar ce Marruecos como compensación a su campaña en África.

Años más tarde, en 1921, nuevamente se le destina a Marruecos donde se encarga de un trabajo que conocía suficientemente: el depósito de ganado y su traslado a las diferentes compañías acantonadas en Tetuán y en otras ciudades de Marruecos.  Ya en el año siguiente interviene en la toma de Alad-Yalija, Dar- Alengas y otros poblados del norte de Marruecos, interviniendo en otras acciones militares por lo que se le concede la Cruz Militar de la Orden de San Hermenegildo.  Dos años más tarde se hizo cargo del mando y la administración de la 9ª batería, asistiendo a la jura de bandera del reemplazo de 1923, y siendo felicitado por S.M. el Rey, por el brillante estado de instrucción en que se presentó la tropa en dicha solemnidad.

En noviembre de 1924 marcha a Madrid en calidad de instructor de los reclutas del Regimiento de Infantería de Saboya número 6. Al mes siguiente es nombrado profesor de la Academia de Sargentos, haciéndose cargo de dicho cometido en abril del siguiente año.  Es en este año de 1925, en el mes de agosto, cuando asciende a capitán de artillería.  Apenas un año más tarde, el 14 de julio de 1926, fue condenado a la pena de tres años y seis meses de prisión militar correccional, que pasa a cumplir en las Islas Chafarinas.   El día 15 de noviembre de 1927 fallece en las lóbregas mazmorras del castillo de Montjuit adonde había sido trasladado por las fuerzas represoras de la dictadura de Primo de Rivera. En 1930, depuesta la dictadura, es amnistiado.  De poco le sirvió.

 

¿Cuál fue la causa concreta que originó la condena del capitán Heredia?.  Nada dice la carta transcrita al inicio, ni tampoco aclara mucho los diarios de sesiones del Congreso de los Diputados, de febrero de 1933, cuando se vota la concesión de una pensión a su viuda e hijos. Todo hace suponer que le motivo principal de su proceso fue su agrupación con otros componentes del estamento militar, dirigidos por el comandante D. Segundo García para provocar una actitud colectiva que derribase a la dictadura militar. Fue este oficial el que comenzó a agrupar fuerzas militares a las que convocó, en enero de 1925, en el café Nacional de Madrid. En dicha reunión, a la que acudieron 277 oficiales entre los cuales se supone que estaba el capitan Heredia, se acordó constituir en todas las provincias, Juntas que recaudasen fondos para los compañeros muertos en la guerra de Äfrica. Los fondos, en realidad, iban a ser destinados para financiar los gastos de viaje, impresos, etc indispensables para la conspiración. Sin embargo apareció un delator, y el comandante García y el capitan Heredia, entre otros, ingresaron en prisiones militares. Allí fue donde contrajo la temible enfermedad de la época, una tuberculosis, que le provocó la muerte sin ningún tipo de ayuda por parte de sus superiores.

Sea como fuere lo cierto es que el capitán Isidoro Heredia murió en la defensa de unos ideales que, dado en el momento en el que los defendió y desde la institución en que lo hizo, ambas totalmente adversas en aquellos oscuros tiempos, es obligado reconocer el gran sacrificio de este militar que nunca renunció de sus orígenes, allá donde estuviera, en su corta carrera militar.

Anselmo González González

Anselmo González, fundador de la escuela gratuita de niños de nuestra localidad, perteneció a la colonia de riojanos que, en la segunda mitad del siglo XVIII se asentaron en Cádiz y se dedicaron a la actividad mercantil.

Calle Anselmo González, en el centro de Galilea

El 26 de septiembre de 1810, encontrándose enfermo, al no tener herederos forzosos -era soltero- otorgó poder para testar en su nombre a favor de Esteban Gastaca, José Puyades y Clemente Fernández Elías, quien años más tarde sería también albacea de Juan Esteban Elías, fundador de la escuela de Soto y ejecutor de su voluntad, y  los nombró sus herederos fideicomisarios, solidaria y mancomunadamente, para que aplicaran el importe de su caudal, una vez liquidada su testamentaría al único comunicado que les dejaba: Este comunicado consistía en que lo sobrante de sus bienes, en caso de haberlo, de cualquier especie, se aplicase a la mejor enseñanza e instrucción en primeras letras de los niños pobres de Galilea, su pueblo natal, bajo la dirección, vigilancia y cuidado de los señores cura y alcalde del mismo pueblo a quienes desde ese momento instituía también en patronos.

Asimismo disponía que, en caso de que sobrase dinero, después de pagar al maestro o maestros, que se estimasen precisos para los mayores adelantamientos de la juventud, ins­trucción de la doctrina cristiana para que llegasen a formar a aquella juventud, útil a la religión y al Estado, se les diese a los niños libros, papel, tinta, plumas y demás que necesitasen  alguna ropa.  El capital que se destinase a este fin habría de invertirse para que son sus productos se garantizase  la perpetua duración de la obra pía que constituía.

Anselmo murió al día siguiente, 27 de septiembre de 1810, a las nueve de la noche. Inmediatamente Esteban Gastaca y Clemente Fernández Elías -José Puyades renunció al cargo el mismo día-  iniciaron los trámites de la testamentaría, pero la tarea no fue fácil.  Duró catorce años.  La mayor parte del caudal consistía en créditos de dudoso cobro, pero por fin consiguieron reunir fondos suficientes con que cubrir todas las obligaciones y dejar un sobrante suficiente para aplicarlo a la fundación de la escuela. El día 15 de diciembre de 1824 reunieron la junta de acreedores donde se aprobó el estado de las cuentas y el pago de los acreedores.

El día 24 del mismo mes de diciembre, los albaceas, para desembarazar sus conciencias de esa carga, antes de que una imprevista muerte les impidiera hacerlo, decidieron transferir esta institución y su nombramiento de herederos en los ministerios eclesiástico y secular, representados en los señores cura y alcalde de Galilea para que, sin pérdida de tiempo, tomasen el resto de los bienes de la testamentaría de D. Anselmo, tal como resultaban del estado que judicialmente habían presentado y les diesen, bajo su responsabilidad de la que ellos se descargaba, la aplicación puntual y exacta.  Encargaban a los señores cura y alcalde, y a los que en los sucesivo les sucediesen, el que procurasen cumplir bajo su  responsabilidad el mejor desempeño de esta escuela pública y la conser­vación de sus capitales con suyo fruto se había de sostener, por ser todo conforme a la voluntad del fundador.

El capital fundacional, además del invertido en la construcción del edificio, escuela y vivienda, y en la adquisición de su huerto para el maestro, ascendía a 156.000 reales.  En 1956 estaba invertido en títulos de Deuda Perpetua Interior al 4%, por un importe de 39.000 Pts. La escuela funcionó casi 100 años.  En 1922 se clasificó como fundación benéfica particular docente, y el 15 de mayo de 1923, con el apoyo de D. Alberto Villa­nueva y D. Daniel Menchaca, la escuela se convirtió en escuela nacional.  El 9 de diciem­bre de 1946 se transmutaron los fines de la fundación y la renta de su capital se destinó a mantener las obras circunescolares, premio de los alumnos de mayor aplicación, ropero, formación de biblioteca escolar, ayuda y estudio a la catequesis parroquial, etc.  El 7 de marzo de 1947 se aprobó el reglamento por el que habían de regirse estas obras circunescolares

Más detalles sobre la construcción de las escuelas de patronato en el punto 20 de la Historia de Galilea


BIBLIOGRAFÍA

Contribución de los emigrantes a la educación riojana

Miguel Zapater Cornejo


Cándido Marín Martínez

EL PADRE MARÍN. CÁNDIDO MARÍN MARTÍNEZ (1877-1960)

 

El padre Marín

El Padre Marín nació en nuestra localidad el día 3 de octubre de 1877.  Inició sus estudios en el Seminario Conciliar de Logroño el mes de septiembre de 1891 y poco tiempo después se trasladó al Seminario Pontificio de Comillas, donde finalizó sus estudios y donde cantó su primera misa el 13 de julio de 1903.

Por espacio de varios años la venerable figura del Padre Marín recorrió numerosas localidades de nuestra provincia y limítrofes como Uruñuela, Lumbreras, Miranda de Ebro, Briones, Santo Domingo de la Calzada, Bilbao, Manresa, Comillas, Covadonga y Burgos, en estas últimas ya en calidad de padre jesuita por cuanto el día 7 de marzo de 1919 había ingresado en el noviciado de Loyola, y después de permanecer un año en Bilbao, fue destinado a Logroño.

Su primer viaje al extranjero, concretamente a Bélgica, lo realizó en 1932 a raiz de la supresión de la Compañía de Jesus, interesándose ya vivamente por todas las cuestiones de tipo social, de las que ya había obtenido esperiencias cuando había estado en Burgos como consiliario católico de obreros.

En el año 1935  el Círculo Católico de Obreros de Logroñose propuso renovar sus actividades en favor de las clases trabajadoras, razón por la que su presidente don Santos Martínez suplicó al obispo nombrase consiliario al Padre Marín, que acababa de regresar de Bélgica donde había asistido a varias semanas y congresos sociales especialmente a las grandes asambleas de las Juventudes Obreras Católicas.

Niños de Galilea con el Padre Marín en la fachada forntal a la puerta de la iglesia

A partir de ese momento su actividad en pro de la juventud riojana ya no conició límites, surgiendo, paulatinamente, tras soslayar tremendos problemas, excepcionales instituciones como el Patronato de Escuelas Católicas «San Bernabé», el Patronato del Divino Maestro para niñas, en unión del obispo don Francisco Blanco Nájera; El colegio de nueva construcción «San Bernabé», de la calle Rodríguez Paterna de Logroño; las escuelas del suburbio Cavo Noval y Nido, y, finalmente, las Escuelas Profesionales del Sagrado Corazón.

Murió el 6 de noviembre de 1960 a la edad de 83 años. Veinte años más tarde sus restos fueron trasladados al cementerio de Galilea, donde reposan. El Ayuntamiento de Logroño, por los meritos que contrajo en defensa y amparo de la juventud logroñesa, le dedicó una calle a la memoria de su nombre.

Isidoro Heredia Tejada

Encontrándome revisando y catalogando los múltiples legajos que componen nuestro archivo municipal, apareció una carta dirigida al alcalde de este pueblo en la que se le solicitaba la dedicación de una calle al Capitán del Ejército Español, don Isidoro Heredia Tejada.  Aquella carta decía así:

 

 Madrid, 14 de marzo de 1931

 

Sr. Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Galilea.

 

Muy señor mío y de mi distinguida consideración:

 

En nombre de unos cuantos compañeros y amigos del Capitán don Isidoro Heredia Tejada, y en el mío propio, me tomo el atrevimiento de enviar a usted esta carta, notificándole lo siguiente:

 

A raíz del advenimiento de la República, el Ayuntamiento vallecano dio una mues­tra de cariño hacia el difunto Capitán Heredia, rotulando con su nombre la calle donde vivió, y en la que fue detenido por la dictadura «primoriverista» y trasladado a la prisión de Montjuich, donde falleció tras cruel e inhumana prisión.

 

Los elementos republicanos de la citada barriada madrileña piensan añadir a este recuerdo una lápida en la referida casa, perpetuando de esta forma su memoria para aquél que tanto lucho por los ideales democráticos.

 

Por otra parte, las Cortes Constituyentes españolas acaban de votar una pensión nacional extraordinaria, equivalente al sueldo que disfrutaría nuestro inolvidable amigo y compañero, para su viuda e hijos, y su figura ha sido enaltecida en el Par­lamento unánimemente por todos los partidos que lo representan.

 

Los diarios madrileños en diversas fechas han publicado sendas informaciones a su recuerdo y a tal efecto, le remito, entre otros, el heraldo de Madrid en el día que se cumplió el cuarto aniversario de su muerte, donde un periodista hace una entre­vista a uno de los hijos de nuestro inolvidable amigo.

 

Adjunto también, por separado, un ejemplar del primer número del semanario Or­den, editado en el Puente de Vallecas, y el que figura una fotografía suya, con la petición que anteriormente le expongo.

 

Todas estas pruebas son más que suficientes para que, en nombre de mis amigos, formule a usted, como alcalde de ese Ayuntamiento, la siguiente proposición por ser de justicia:  colocación de una lápida en la casa donde nació y rotulación de la calle donde vivió sus primeros años, como demostración de agradecimiento a su fi­gura excelsa y enaltecida por la democracia española, y como recuerdo imperece­dero de sus paisanos para aquél que tanto estimó a su pueblo natal y del que tan­tos recuerdos le oímos formular en diferentes ocasiones.

 

En la seguridad que serán transmitidos nuestros ruegos al Ayuntamiento Pleno que usted preside, por ser motivo de orgullo para ese pueblo de Galilea contar con hijos tan excelsos como nuestro inolvidable compañero y amigo, le saluda afectuosa­mente,

 

El Capitán Pedro López.

 

 

Don Isidoro Heredia Tejada nació el día 7 de abril de 1878, a las once de la mañana.  Fueron sus padres D. Nicolás Heredia Sáenz, que más tarde sería alcalde de Galilea y que en el momento del nacimiento de su hijo era juez de paz, y de Justa Tejada Espinosa, natural de Ausejo. La infancia en Galilea del capitán Tejada, pasa totalmente desapercibida hasta que cumple 19 años y su vida se encamina hacia la carrera militar.  El 1 de agosto de 1897 in­gresó en la caja de reclutas de la zona militar de Logroño y es llamado a concentración el 18 de diciembre.  El 21 del mismo mes es destinado al 10º Regimiento Montado de Artillería, incorporándose en la capital de España.  Un año más tarde de ingresar en caja es ascendido a cabo.

Con el comienzo del siglo, el día 1 de febrero, asciende a sargento de artillería.  El 4 de ju­lio marcha con su regimiento a Vicálvaro, donde queda acampado hasta el 30 de junio de 1902 que retorna a Madrid.  En 1903, con la subida al trono de Alfonso XIII se le concede la medalla de la jura del monarca, según R.O.C. de 1 de mayo.  El 21 de febrero de 1904 es destinado con su batería a las Islas Baleares, quedando destacado hasta el 27 de agosto.

En 1906, según R.O. del 21 de enero se le concede la Cruz de plata al mérito militar con distintivo blanco, en reconocimiento a los extraordinarios servicios prestados con motivo de las maniobras y revista militar verificadas en el mes de octubre anterior en honor del Presidente de la República Francesa.  Según oficio del Gobernador Militar de Madrid del 17 de agosto, fue indultado de le penalidad en que incurrió por el matrimonio contraido con doña Luisa Coronado Viejo, según dictamen de los auditores, fiscal y General del Primer Cuerpo del Ejército.

En los siguientes cinco años, y una vez destinado a la Comisión Central de Regenta, su actividad se  centra en trasladar desde Irún hasta Madrid, el ganado comprado en Francia para uso del Ejército, siendo felicitado en diversas ocasiones por el celo puesto en su trabajo. El 27 de junio de 1912 es ascendido a segundo teniente, y se le destina al Tercer Regimiento Montado de Artillería, trasladándose a Larrache el 6 de agosto y quedando acampado en la ciudad de Nador. Estando en este destino se le concede la cruz de plata al  mérito militar, con distintivo blanco en recompensa en los trabajos realizados en la compra de ganado realizada en años anteriores.  Entre los días 23 al 26 de abril de 1913 dio guardia al príncipe Imperial Jarral el Aldedre.

Chafarinas

Entre las acciones efectuadas por el capitán Heredia en la guerra de Marruecos cabe destacar la que llevó a cabo el 29 de mayo  de 1913.  En esta fecha tuvo que salir con su batería para Alcazarquivir efectuando un exhaustivo reconocimiento por los márgenes del río Mad-Red.  Estando acampado en Sidi -Aissa fue tiroteada su posición por las tropas marroquíes.  Dispuso la batería para repeler la acción pero no fue necesario disparar ni un solo tiro ya que el enemigo se retiró anticipadamente.  Días más tarde formó parte de una columna al mando del coronel Castell que, con fuerzas de infantería y caballería, hicieron frente en los montes de Sidi-Aissa.  Siguió todo este año destinado en Marruecos hasta que, a finales del mismo, fue trasladado a la capital de España.  En 1917 le sería conce­dida la medalla al mérito militar ce Marruecos como compensación a su campaña en África.

Años más tarde, en 1921, nuevamente se le destina a Marruecos donde se encarga de un trabajo que conocía suficientemente: el depósito de ganado y su traslado a las diferentes compañías acantonadas en Tetuán y en otras ciudades de Marruecos.  Ya en el año siguiente interviene en la toma de Alad-Yalija, Dar- Alengas y otros poblados del norte de Marruecos, interviniendo en otras acciones militares por lo que se le concede la Cruz Militar de la Orden de San Hermenegildo.  Dos años más tarde se hizo cargo del mando y la administración de la 9ª batería, asistiendo a la jura de bandera del reemplazo de 1923, y siendo felicitado por S.M. el Rey, por el brillante estado de instrucción en que se presentó la tropa en dicha solemnidad.

En noviembre de 1924 marcha a Madrid en calidad de instructor de los reclutas del Regimiento de Infantería de Saboya número 6. Al mes siguiente es nombrado profesor de la Academia de Sargentos, haciéndose cargo de dicho cometido en abril del siguiente año.  Es en este año de 1925, en el mes de agosto, cuando asciende a capitán de artillería.  Apenas un año más tarde, el 14 de julio de 1926, fue condenado a la pena de tres años y seis meses de prisión militar correccional, que pasa a cumplir en las Islas Chafarinas.   El día 15 de noviembre de 1927 fallece en las lóbregas mazmorras del castillo de Montjuit adonde había sido trasladado por las fuerzas represoras de la dictadura de Primo de Rivera. En 1930, depuesta la dictadura, es amnistiado.  De poco le sirvió.

 

¿Cuál fue la causa concreta que originó la condena del capitán Heredia?.  Nada dice la carta transcrita al inicio, ni tampoco aclara mucho los diarios de sesiones del Congreso de los Diputados, de febrero de 1933, cuando se vota la concesión de una pensión a su viuda e hijos. Todo hace suponer que le motivo principal de su proceso fue su agrupación con otros componentes del estamento militar, dirigidos por el comandante D. Segundo García para provocar una actitud colectiva que derribase a la dictadura militar. Fue este oficial el que comenzó a agrupar fuerzas militares a las que convocó, en enero de 1925, en el café Nacional de Madrid. En dicha reunión, a la que acudieron 277 oficiales entre los cuales se supone que estaba el capitan Heredia, se acordó constituir en todas las provincias, Juntas que recaudasen fondos para los compañeros muertos en la guerra de Äfrica. Los fondos, en realidad, iban a ser destinados para financiar los gastos de viaje, impresos, etc indispensables para la conspiración. Sin embargo apareció un delator, y el comandante García y el capitan Heredia, entre otros, ingresaron en prisiones militares. Allí fue donde contrajo la temible enfermedad de la época, una tuberculosis, que le provocó la muerte sin ningún tipo de ayuda por parte de sus superiores.

Sea como fuere lo cierto es que el capitán Isidoro Heredia murió en la defensa de unos ideales que, dado en el momento en el que los defendió y desde la institución en que lo hizo, ambas totalmente adversas en aquellos oscuros tiempos, es obligado reconocer el gran sacrificio de este militar que nunca renunció de sus orígenes, allá donde estuviera, en su corta carrera militar.

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